Cumpleaños Feliz

Después de leer esa última notita los hilos mi confundida mente se terminaron de enmarañar.

«¿Porqué me hago, y le hago esto?, ¿Porqué aliento esta amistad que raya en algo íntimo. Es solo un niño, un jovencito, un adolescente, ¿qué hago?, ¿Porqué me permito esto?

«Porque él te encanta, y tu corazón no conoce de edades. Me dice mi voz interior. Y ¡Dios! Eso es lo mismo que dicen los pervertidos, ¿Me estaré convirtiendo en una? Quizás mi voz interna tiene razón pero no puedo dejarme llevar.¡Cielo Santo, claro que no puedo! No, no, no... Terreno prohibido, Lizzie, ¿No te suena la palabra ilegal?

Después de decirme todo eso me dirijo a el instituto. Hoy es jueves, último día en la semana en la que veré a Billy, y eso es un bueno..Tengo un plan. Mantener mi cordura por lo que reste del año; luego egresará y ya no volveré a verlo... Problema resuelto.Con una firme decisión entró en mi clase. Los chicos van ingresando poco después. Pasan los minutos y un jovencito de rizos rubios y ojos muy claros, no aparece. El tiempo sigue corriendo y entiendo que a faltado. Quizás no éste bien, pero suspiro aliviada.A la mitad de la clase siento un golpecito en la puerta y después entra Sara.

—Lizzie... hay una mamá afuera. Dice que quiere hablar contigo un minuto, ¿Vas a atenderla y te cuido el curso?

—Oh si, bueno. Gracias—le digo levantándome para dirigirme a la puerta.

Al abrir una hermosa mujer en sus treinta y tantos años me espera. Sonrisa perfecta + Cabello rubio rizado + Ojos muy celestes = Madre de Billy.

—¿Señorita Barlow?—me pregunta y yo asiento—Soy Julia, la mamá de Bill Hazeldine.

Lo sabía.

—Oh... Mucho gusto. Noté que Billy... Bill, hoy no vino, ¿Está todo bien? 

—Si, solo está enfermo. Nada serio, una simple gripe. Nunca obedece cuando le digo que se abrigue... Usted sabe cómo son los chicos.

Hace los mismo gestos de Billy al hablar lo que me parece gracioso.

—Me alegro que solo sea eso. Gracias por avisar, pero no se hubiera molestado. Con una llamada bastaba.

—Lo sé, pero tenía este tiempito y bueno.. quería hablar con usted.

Trago saliva. ¡Yo no le hice nada a ese niño! Aun... Nunca... ¡Dios!

—Si, sobre, ¿ qué tema?—respondo bastante ansiosa.

¡Fantástico! Si no era el hijo, era la madre.

—Para darle las gracias. Sabe, cuando nos mudamos con mi esposo desde Estados Unidos hacia aquí, Bill no estuvo de acuerdo. Tenia allí a sus amigos, su grupo de lectura y también el de teatro, su novia... bueno, todo lo que para un chico de su edad es importante. Este cambio le costó mucho, realmente lo sufrió. Pero, no teníamos alternativa habían transferido a mi esposo y bueno... tuvimos que volver a empezar todos. Pero, algo cambió desde hace un tiempo en él. Está más feliz, entusiasmado con el grupo de lectura y haciendo nuevos amigos. Sé que usted es la responsable de eso, él me lo ha dicho, y bueno, gracias.

Cuando ella concluyó me quedé callada por un momento. No sabía qué había causado un impacto tan positivo en Billy, pero me alegraba mucho.No hay porque, es mi trabajo... y él es un joven muy especial—le respondí, y sonreí, recordando sus palabras.

—Sí que lo es, ¿no? Aparte es muy centrado para su edad. Yo era una rebelde a los diecisiete... tanto que terminé embarazada y siendo madre a los dieciocho—me contó—Pero gracias a Dios él es mucho más responsable de lo que yo fui.

Le sonreí, ella era muy agradable. En otra situación hasta podríamos ser amigas, solo tenía unos seis o siete años más que yo. Y yo soñando con su hijo. Qué horror.

—Bueno, ya la dejo seguir con su trabajo. Ah, lo olvidaba, mañana Bill cumple años, será una reunión pequeña en mi casa... solo el grupo de lectura y un vecino. Y claro, está invitada.

—Yo no... no creo que... ¿Qué haría entre tanta juventud? Reí a causa de los nervios que tenía.
—Charlar conmigo. Se nota que es muy simpática y yo aún no conozco a nadie. Vamos, asista... va a ser divertido—terminó animándome.

Pensé en los pro y en los contra. Me costaba decidirme.

—Quizás un rato—dije al fin.

Luego Julia me pasó la dirección y horario y se despidió alegremente. Seguí con la clase, con un gran esfuerzo, mi mente estaba en otro lado. ¿Porqué acepté esa invitación? Me lo seguiría preguntando el resto del día. El viernes llegó muy rápido. Tuve clases en la mañana en primer año, en la escuela pública. Chicos con bastantes problemas, pero muchos con la decisión de superarse.Era de tarde y me preparaba para la fiesta. Iría por un ratito, no más. Y solo por compromiso.Coloqué sobre mi cama unos jeans, una camisa y una chaqueta; elegante y sobria.Cuando estaba por entrarme a bañar algo vino a mi mente.

—¿Dejó a su novia en América?—dije pensando en lo triste que debe haber sido para él.—Pobecito...

¿Pobecito?, ¿Porqué rayos hablo así?¿Tengo quince años? Basta Lizzie...¡Basta! 

No sé porqué pero de pronto la ropa que elegí se me hizo muy aburrida. Revise mi placard y encontré un ligero vestido blanco con detalles negros. En vez de botas tacones. Si... mucho mejor. A las ocho en punto tocaba el timbre. Arrepentida hasta la médula de haber aceptado. Una Julia muy animada me dio la bienvenida.

—Señorita Barlow... ¡Qué bueno que vino! Se ve preciosa.

—Oh Gracias, solo me quedaré un ratito. Seguía repitiendo lo mismo.

—Pase... los chicos ya llegaron.

La hermosa casa que era por fuera no podía compararse al interior. Muy amplia, de dos plantas, con ambientes modernos e iluminados. Pude ver a los chicos sentados en los sillones conversando y algunos en alguna especie de minibar en una esquina. Y luego lo vi a él. Vestía una camisa negra y un pantalón del mismo tono. Tenía sus indomables rizos casi controlados y se veía, bello, sí, esa es la palabra. Hablaba con Teresa, una joven de la clase, cuando me vio entrar y formó un" wow" con los labios. Su reacción me hizo ruborizar completamente. Disculpándose con ella, lo vi caminar hacia mi.

—Seño, está bellísima—me halagó al llegar.

—Gracias... ¡Feliz Cumpleaños! Olvide comprarte algo, soy una invitada terrible—dije.

 Era increíble, pero en verdad lo había olvidado.

—Uhmm... ya tengo en mente que puede regalarme—me dijo con un gesto pícaro que me puso nerviosa.

—¿Qué?—pregunté recelosa de su respuesta.

—Se lo diré más tarde. Venga a saludar. Todos la estaban esperando.

Camine junto a él y llegamos hasta donde estaba ese grupo de mis alumnos reunido. Charlé con ellos por un rato, pero con pocos temas en común, luego me quedé en silencio, solo escuchándolos. Julia vino en mi socorro y me invitó a el comedor. Allí conocí al padre y a las dos hermanitas de Billy, todos se parecían. Tomé una bebida que me ofrecieron y comí algo, más que nada para ser educada. Estaba intranquila. Me sentía como el zorro que va de visita al gallinero y dice que lo hace solo para pasar el rato. Unos veinte minutos después empecé a pensar en cómo excusarme para irme. Empezaba a articular una disculpa cuando...

—Señorita, ¿Puedo mostrarle algo?—me preguntó Billy apareciéndose de pronto.

—Si Billy, pero después debo irme. Me espera mucho trabajo en casa—mentí. 

Ya se me estaba haciendo una costumbre.

—Qué pena. Era genial hablar con alguien de mi edad—dijo Julia riéndose.

Al escucharla me sentí fatal.

—Otra vez será... gracias por todo—dije y saludé a los padres de Billy antes de salir con él.

—¿Qué vas a mostrarme?, ¿Y en donde?—le pregunté un poco desconfiada.

—Ya lo verá.. .acompáñeme arriba—me respondió y yo lo seguí.

—¿Adónde vamos?—le volví a preguntar subiendo las escaleras.

—A la sala de juegos, Seño. ¡Qué desconfiada! ¿Dónde cree que la quiero llevar?

¿Dije que me sentía fatal? Pues ahora el doble de eso. Caminamos por un pasillo y él abrió la puerta de una habitación. Como de costumbre se hizo a un lado para que yo pase primero. La sala de juegos era muy grande y tenía todo lo que un niño podría desear. Billy se acercó hasta un televisor de unos cuarenta pulgadas y puso en un dvd, un cd que sacó de una caja. Yo lo miré sin comprender y él solo me dijo.

—Paciencia.

Haciéndole caso, esperé. Segundos después comenzó lo que parecía ser una parte de una película que mostraba una escena de comienzos de siglo. Una mesa en la que los convidados vestían elegantemente mientras cenaban. Seguía sin entender cuando lo vi, era Billy, en la película. Con un traje de etiqueta y el cabello peinado a la antigua. Tenía un dialogo pequeño, pero se destacaba, no solo por su buena actuación sino también por sus expresiones y por una sonrisa al final que podría derretir la pantalla. Hermoso y dulce... muy dulce.

«Un caramelito» Pensé.

—¿Y... que le pareció? Soy yo el año pasado. Fue un papel pequeño en una cinta de bajo presupuesto, pero fue muy emocionante—me comentó. Sus ojos brillaban con expectación.

—Perfecto Billy, en serio me sorprendiste. Fue muy dulce tu interpretación... un caramelito—dije. 

Y oh, dije lo que pensaba al final ¿Un caramelito?¡Rayos! Billy me miró sorprendido y bastante divertido también.

—¿Un caramelito?—rió—¡Qué descripción más interesante!... aunque no creo que me gustaría que me llamen así. Pero usted si puede.

Nos miramos por un momento.¡Dios, mi corazón! Se me va a salir del pecho.

—Yo no quise ofenderte, es solo que...—intenté decir sin éxito.

—No me ofende....—me interrumpió—Me gusta.

Otra vez una mirada profunda de esos ojos celestes que causaban paros cardíacos.

—Billy... ya me voy—dije con las emociones a flor de piel—Gracias por mostrarme tu película. Billy suspiró y luego me respondió.

—De nada, fue un placer. La acompaño afuera.

Salimos y bajamos en silencio. Saludé con la mano a los chicos; realmente necesitaba irme. En la entrada fue él quien habló primero.

—Se va a perder la torta. Mi madre la mandó a hacer, seguro está muy rica...

Carita de cachorro, ¿Cómo se supone que me resista a eso?

—Lo siento, pero realmente debo irme—respondí haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad.

—Bueno, ¿Me da mi regalo ahora?

Había una expresión traviesa en su rostro.

—¿Tu qué?... Te dije que lo olvide.

—Y yo le dije que le diría lo que quería más tarde... ¿Sabe qué? Ya es más tarde.

—Bueno, dime y veré—respondí acentuando el veré. —Quiero...—dijo y dio un paso hacia mí—Su número de teléfono.

—¿Qué?, ¿Mi número? Billy... ¿Para qué quieres eso?—le pregunté asombrada por su pedido.

—Es obvio. para llamarla. Las notas ya me cansaron, quiero otra forma para decirle algo que me parezca importante.

—¿Cómo que?—pregunté. Ilusa de mí. Otro paso.

—Cómo que... necesito que me apapachen—dijo y se comenzó a reír.

Negué con la cabeza mientras él seguía riendo.«Chiquillo insoportable. Pensé mirándolo ¿Tendrá alguna idea de el efecto que produce en mi?»

—Muy gracioso. Bueno, te lo daré. Si me pones tonterías, simplemente no voy a contestarte—le advertí y se lo di para que lo agendara en su móvil. Sabía que me arrepentiría más tarde, pero ahora estaba encandilada.

—Muy bien, ahora si me voy—dije e hice un ademán de irme.—¿Así va a despedirse de su caramelito? Me volteé al escucharlo decir eso. No podía creerlo.

—Shhh...—lo hice bajar la voz—Van a escucharte y van a interpretar cualquier cosa. Dije caramelito porque, repito, tu actuación fue muy dulce.

Billy me miró con una juguetona incredulidad en su mirada cristalina. Se acercó un poco más. Luego me susurró al oído.

—¿No será que lo dijo porque quiere comerme?

Después de soltar aquello sonrió de lado y entró a su casa, dejándome afuera sin poder creer lo que oí y con la boca abierta.

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