Capítulo Único

-Perdone doctora ¿Que ha dicho? - No, eso no podía estar pasando, él era beta. Un beta normal que quería dedicarse al voleibol profesionalmente a pesar de su baja estatura.

La joven mujer que estaba en la silla frente a él miraba los documentos sobre su mano mientras le miraba con una enorme sonrisa.

-Los análisis muestran que estas embarazado, felicidades. - Y ahí, todos sus planes de volverse un jugador profesional empezaban a desmoronarse.

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~Flashback~

Desde que remató la primera levantada de su amigo Kageyama todo empezó a cambiar para él. Se enamoró completamente del alfa pelinegro y ese amor aumentaba cada vez que se conocían más y más, Aun así, él era un beta y poco podía hacer. Convirtiéndose en uno de los mejores dúos de Karasuno.

Por razones que desconocía, una vez entraron en el tercer y último curso de la preparatoria, empezaron a estar aún más juntos que antes, quedando más veces, no solo para jugar voleibol. Kageyama contaba con él hasta cuando necesitaba encontrar algún regalo para alguien de su familia.

Hasta cierto día.

Quedaban unos meses para acabar la preparatoria, y tenía la oportunidad de viajar a Brasil para entrenar su cuerpo en el voleibol playa. Solo quedaban los últimos preparativos y los últimos días en el club de Karasuno, donde inició toda su verdadera historia.

No se esperó en ningún momento que el alfa estuviera en los vestuarios en ese estado. Con el cuerpo ardiendo, jadeando, y los colmillos afuera en todo el esplendor, con escurridizas gotas de su propio sudor cayendo por su rostro

- ¿Estás bien, BakaKageyama? - La mirada salvaje le mandó un escalofrío en todo su cuerpo. No se esperaba bajo ningún concepto que el pelinegro se le lanzara cual bestia, agarrándolo y envolviéndolo a él. Intentando captar el inexistente olor que tenía, puesto que un beta no portaba aroma. -Kageyama ¿estás en celo? tenemos que avisar a los profesores para que te lleven a la enfermería. - Intentar razonar con él no era viable. El alfa no le escuchaba, solo traspiraba en su cuello. Algo húmedo lo rozó también.

- ¿Por qué hueles tan bien? - La mirada salvaje, lamiendo y oliendo en su cuello, incapaz de alejarse del lugar.

-Estas delirando, yo no tengo olor salvo el de una persona sudada por hacer deporte. - Si, era lo único que podía ser.

-Tan bueno... tan dulce...- Kageyama empezaba a perder verdaderamente la razón. Dejándose llevar por su instinto. Quien estaba allí ya no era él, no era el rey de la pista, ahí estaba el alfa. El animal. - Mío. - Los dientes clavándose profundamente en su cuello. Y seguidamente su grito ante el dolor de la herida. Eso tardaría en desaparecer.

Instinto animal, era principalmente lo que explicaban en las clases de género. Nunca había experimentado algo como aquello. Él era normal, y Kageyama nunca mostró algún indició fuera de lo normal, no hasta ahora, cuando lo veía cual presa. ¿Acaso le gustaba al pelinegro? ¿Podrían ser sus sentimientos correspondidos? Fuera lo que fuera, iba a dejarse llevar, porque por fin tenía la atención del pelinegro sobre él. Una atención que no era de amistad.

Los labios inexpertos junto a los de un fogoso Kageyama, uno loco que parecía querer devorarlo y aplastarlo contra la pared con los incesantes roces que le proporcionaba. Rodeando sus brazos en el cuello del otro, con la mano apoyada en su mejilla, profundizando sus toques, sus roces.

El hilo de saliva que los separaba, dejando ver sus rostros, uno más rojo que el del otro que solo tenía un rostro de autosatisfacción. Shoyo se estaba atontando por alguna razón, como si algo en el ambiente lo drogara.

No se dio cuenta del momento en que su pantalón sobro. Ni de cuando su camisa se alzó sin desprenderse del todo de su cuerpo, dejando a la vista su pecho. La sensación de ser lamido por todas partes. Nunca se había sentido así, gimoteando por cualquier roce, intentando acallar sus gritos cuando no solo su cuerpo se humedecía, sino que algo filoso forzaba su cuerpo, y lo mordía, erizando su piel. Perdiendo aún más la razón

La mano intrusa en su parte inferior, si pensaba que ya estaba listo era decir poco, el de Kageyama parecía duplicar el suyo, y un ápice de terror se instaló en su mirada. Poco le duró cuando ya estaba siendo volteado con una increíble fuerza. Contra la chaqueta del alfa que reposaba en el suelo. Aferrándose a ella como si fuera un salvavidas cuando la intromisión fue una sensación nueva para él. Una que no conocía. Humedad de nuevo. Su trasero también estaba siendo lamido. Y aunque fuera extraño de decir, eso estaba haciendo que su miembro goteara, más aún escuchando los gruñidos de excitación del alfa.

Jadeo cuando la acción paró, como si no hubiera querido que se detuviera. No pudo quejarse más cuando la tensión ahora se volvió dolorosa, algo extremadamente enorme invadiéndolo. Aun cuando el dolor seguía presente la fricción entre sus cuerpos era demasiado, superaba con creces la poca pizca de dolor que fue menguando hasta finalizar. Estocada tras estocada, suspiros, jadeos, gemidos, gritos. Aún no sabía cómo era posible que nadie hubiera entrado en la sala del club.

Caliente, Algo muy caliente y grande se expandía dentro del él. La mordida que dejó Kageyama en su cuello segundos atrás empezaba a arder. Y el conocido nudo del alfa empezaba a emerger dentro de él. Perdiendo la consciencia.

Se despertó horas después, en la enfermería, con Kageyama al lado suyo, con una mirada demasiado culpable, mirando al suelo.

- ¿Kageyama? ¿qué hora es? - No se atrevía a mirarlo, eso no podía estar pasándole. ¿No había destruido lo que fuera que tuviesen? ¿no?

-Son las nueve. -se mordió el labio- Lo siento Hinata, lo siento, yo... no sé qué pasó, siempre voy al día con mi medicamento. -

-Tranquilo, no pasó nada grave. - Solo estaba el molesto ardor en su cuello, por lo demás, misteriosamente se sentía increíblemente bien.

-te mordí. Debe doler, además, yo. bueno, el nudo...- se sonrojó.

-No pasa nada, me curaré. Soy beta así que no pasa nada. - Si, las huellas que su cuerpo tenía desaparecerían con el tiempo. No pasaba nada, solo tenían que volver a la normalidad.

Pasaron las semanas, solo se atrevió a contarle a Kenma de la sucedido.

-Shoyo ¿por qué no vas al doctor? no es normal que lleves así días. - Constantes mareos lo acompañaban las últimas semanas, y al acabar las actividades del club, era dar un paso dentro de su casa y vomitar todo lo que había comido. Estaba seguro de que tenía que ser el intento de comida que su hermana intentó hacerle hace unos días.

-Está bien, Kenma, iré mañana. - Todo estaba de vuelta a la normalidad, y en una tiempo se iría a Brasil

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Y ahí estaba, delante de la mujer que tenía por doctora, sin creer lo que escuchaba.

- ¿Puede repetir eso? - La joven suspiro de nuevo. El ambiente a hospital empezaba a desagradarle.

-Esta embarazado. - De nuevo, no podía ser cierto. Eso no estaba pasando, estaba seguro de que era alguna mala broma.

-Eso es imposible, soy beta. - por primera vez, hasta a él le parecían lógicos sus argumentos.

- ¿beta? Usted no es beta, es un omega recesivo- No, algo debía estar mal, sabía que era bajito y lo aceptaba, pero se acordaba perfectamente de cuando le hicieron la prueba de género en la escuela, él quería ser un alfa y se decepcionó cuando vio escrito el beta en el dichosos papel.

-Pero ¿Cómo? Mi prueba de género decía claramente que era un beta. -

-Hay gente que tarda más tiempo en presentar su género, hay muchos casos sobre omegas recesivos que no saben que lo son hasta una edad muy avanzada. En su caso podemos ver en las pruebas que presentaste un celo hace unos meses por primera vez. Al ser el primero solo dejaste expuestas tus feromonas levemente, lo más probable es que ni tú lo notaras, porque suele desaparecer cuando te masturbas una vez. Además, los omegas recesivos no suelen soltar feromonas, no son fuertes salvo en sus celos y por ello se confunden con betas. - Demasiada información que procesar, era irreal. - Puedo ver que esta noticia es impactante y aún eres menor de edad, como llevas gestando muy poco tiempo es posible realizar un aborto a estas alturas. - El tiempo pareció detenerse. ¿Un aborto? ciertamente era lo mejor para él, tendría que dejar el voleibol durante un tiempo si decidía tener al bebé, tendría que retrasar un año. Y en vez de volver en tres años tendría que hacerlo en cuatro. ¿Enserio era lo mejor? ¿iba a deshacerse de un pequeño bebé? Un bebé que tenía su sangre.

No podía hacerlo. - No, no voy a abortar al bebé. - la sonrisa volvió al rostro de la mujer.

-Eso es maravilloso, en ese caso lo mejor será que empiece a informarse sobre cómo funciona verdaderamente su cuerpo. La ayuda de su alfa será muy beneficiosa. - el problema era que él no tenía alfa. Pero no iba a decirlo. - Estas revistas son para usted, explican bastante bien el periodo de lactancia y salud en embarazo. Puede hacer ejercicio físico porque el bebé está sano, pero intente no sobrepasarse. Una vez dé a luz, su cuerpo empezará a regular sus celos, no creo que haya mucho problema si en esos días se mantiene reposo en casa. -

Shoyo se llevó todo lo que la doctora le dio, saliendo de la consulta con una de sus manos llena de papeles. No tardó en agarras su teléfono.

~Kenma, tengo un problema~

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Ahora solo él podía salir adelante, al menos así se convencía mientras veía la gran y famosa estatua que caracterizaba a Brasil desde la ventanilla del avión.

Su vientre creció mínimamente a pesar de que solo le faltaban unos dos meses para tenerlo en sus brazos, el pequeño bulto que acariciaba cada vez que podía. Sin razón aparente, fue llegar a Brasil, y tuvo que ser llevado al hospital, porque su labor de parto se había adelantado y el bebé estaba llegando antes de lo esperado.

Tenía miedo, y miedo de verdad, estaba en un país desconocido, casi no sabía el idioma. Para colmo su bebé se adelantaba, con la posibilidad de que algo saliera mal por ser un parto prematuro. Sensaciones desbordantes salían sin detenerse.

Solo esperaba que todo saliera bien, al menos ese era su pensamiento en entrar a quirófano.

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Ocultó la existencia del bebé a todos sus amigos de Japón, nunca dijo nada. Excepto a Kenma quien ya sabía de la existencia de la niña.

Atsuko Hinata, una preciosa niña de dos años, nacida el siete de agosto con una mata de pelo negra bien sana, y unos ojos igual a los suyos, con tan solo dos mil gramos, logró sobrevivir, y fue la mejor noticia que Hinata recibió al despertar solo en la camilla del hospital.

Luego de ese mal momento, todo fue a mejor. Como estaba planeado, se encontró con la gente que le recomendaron sus antiguos entrenadores. Y empezó con el voleibol playa, llevando consigo el carrito de la bebé o contratando a una niñera de confianza la cual pasó por un millón de preguntas del anaranjado. No supo cómo, pero su instinto maternal había venido de serie con él muy potentemente.

Se ganó el apodo de ninja Shoyo muy rápidamente entra la gente, tenía como meta ganar uno de los torneos de voleibol playa y luego volvería a Japón para jugar profesionalmente.

-Ma~. -No tardó en voltearse y ver a la preciosa niña que caminaba por su toalla de playa. Al lado, estaba la persona que contrató para cuidarla. Por alguna razón, la niña aprendió a llamarlo mamá solita, y le fastidiaba un poco porque había sido criado como un beta, y ser llamado mamá lo desconcertaba, pero se le olvidaba rápido al ver los adorables mofletitos que tenía su hija.

-No se preocupe Hinata-san. - Por mucho que la mujer le dijera, no pudo resistirse en cargar a su hija. Quien solo tocaba sus mejillas sonriéndole, con el chupete aun en la boca.

- ¿Chibi-chan? - Un escalofrío le recorrió al momento por la familiar voz que lo llamaba. Solo recordaba una persona que lo llamara así.

Al voltearse a ver, no tardó en ver a Oikawa, más conocido como el gran rey, justo delante de él. - Hola, Oikawa-san. -

-La... la niña. ¿es tu hija? - Era gracioso depende de cómo vieran esa escena, la cara de Oikawa era digna de ver.

-Es mucho que explicar, pero sí. -

-Tengo que escuchar esto sí o sí. - Si, esa era la actitud del gran rey que todos conocían. - ¿has acabado? vayamos a cenar. - Definitivamente su estómago gruñó al escuchar sobre comida.

-Si, espera un momento. -

En poco tiempo, sacudió la arena de la toalla del suelo, recogió todo perfectamente en el carrito de bebé y dejó a la niña bien puesta sobre él. -María, es todo por hoy, nos vemos mañana. - dijo en un perfecto portugués.

-Tengo que procesar todo esto que estoy viendo. - solo se dignó a sonreír viendo el rostro confundido del moreno.

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Mientras la camarera les servía la comida, Toru no apartaba la mirada del omega quién agitaba fuertemente el biberón con polvos que acababa echar. La niña de aproximadamente dos años lo acogió gustosa.

- ¿Aun le das el biberón? - Hinata le miró mal.

-Solo por las noches, me está costando mucho que lo deje. Es como Kageyama tomando esos estúpidos briks. - Había sido él quien había emitido al rey de la pista en la conversación, no Oikawa, el mismo se estaba llevando a la ruina.

- ¿Como se llama? - La mirada volvió a la niña, quien bebía su biberón sin contemplación alguna.

-Atsuko Hinata. - Recalcó su apellido por instinto.

-No has publicado nada de ella en las redes sociales ¿Quién sabe sobre la niña? - todo esto más bien parecía un interrogatorio.

-Kenma, jugaba en el Nekoma. -

- ¿Tobio no lo sabe? -

-Fue un accidente. -

-Igualmente, accidente o no su sangre corre por esa niña. - la mirada cabizbaja de Shoyo decía todo. - ¿Le dirás en algún momento? -

-No lo sé. - Y no lo sabía, porque ¿Cómo iba a explicárselo? lo más seguro es que si le hubiera dicho no le hubiera permitido ir a Brasil, y si, eso era egoísta, pero también tenía que pensar en él.

-No te diré lo que tienes que hacer shoyo, pero tienes que pensar lo que es mejor para ti y para la niña. - Solo pudo agachar cabeza y sentirse regañado.

-Mama, ya tá. - las pequeñas manitas de su bebé se alzaron con el biberón vacío. El anaranjado le dirigió una sonrisa resplandeciente. pero Oikawa se le adelantó.

-Que niña más bonita tenemos aquí. -

- ¿Shoy wapa? - la niña inclinó la cabeza haciendo su rostro aún más adorable.

- ¿estás seguro de que es hija de kageyama? él no era tan adorable. - Prefirió no contesta a eso.

-Voy a pagar, podemos ir a dar una vuelta. - se levantó de su asiento

-Ésta bien, ves tranquilo, tío Toruu te cuida a la niña chibi-chan. - el antiguo capitán del Aoba Josai no volvió a cuestionarle, estaba con la niña sin decirle nada más sobre lo hablado antes.

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-Voy a declarar a Nice si ganamos el partido. - Hinata literalmente escupió su bebida al escuchar aquello de su amigo Santana. la risa de su hija al lado de Nice en el otro lado de la pista de voleibol playa no se hizo demorar, la pequeña niña de tres años era una total aficionada a verlo jugar, y se reía de él cada vez que hacía una de sus payasadas.

-Pues supongo que, iré a ver tu boda, y regresaré a Japón. - Definitivamente, sus años entrenando el voleibol playa habían acabado y ya era hora de volver a casa. Además, su hija debía ingresar a la escuela primaria pronto. Y por vivir en Brasil, había aprendido mejor el portugués e inglés que no el japonés. Por ello, prefería que fuera a la escuela en Japón para aprender su idioma materno.

Después de mucho esfuerzo, ganaron dos a uno contra la otra pareja, y el momento esperado de la declaración de su amigo llegó, aunque fue un poco más rara de lo usual, el agarró a su hija dándoles un poco de privacidad, y antes de que su amigo pudiera decir nada, Nice se le declaró antes.

La boda fue maravillosa, su hija y el iban bien vestidos, y sus amigos le pidieron a la pequeña que tirara las rosas por el camino de la novia. Atsuko estaba de lo más emocionada, con su vestido rosa y su cesto de pétalos lanzándolos a todas partes. Definitivamente, no pudo no grabar tal escena para mandársela a Kenma.

Dos días después de la celebración, ya estaba delante del aeropuerto, siendo despedido por la pareja.

- ¡mama mira que grandes! - la niña estaba embelesada mirando los aviones aterrizar y despegar. - ¿nosotros subiremos en uno? ¿puedo? -

-Iremos a casa en uno Atsuko. -

-Pero... ¿nuestra casa no está aquí con Nice y Santana? - una de las cosas que más se temía Shoyo era despedirse de ellos, porque su hija nunca había ido a Japón, aunque fuera japonesa, ella había nacido en Brasil.

-princesa, a mí también me gusta Brasil, pero nuestra casa y familia está en Japón. - la niña asintió con lágrimas en amenazando con salir junto a un gran puchero. - Pedro, gracias por enseñarme tanto portugués. - los brazos del mencionado lo abrazaron de repente.

- ¡Esfuérzate Shoyo...! - El pelinegro estaba llorando. -Mirare todos tus partidos en línea, y gracias por el autógrafo de Kozuken ¡Nunca lo olvidaré! - Abrazó a todos al igual que la pequeña quien lloró con su amigo y compañero de piso en su abrazo.

-Adiós chicos. - Su hija movió sus manitas enérgicamente mientras la cargaba hasta dentro del aeropuerto.

Era hora de volver a casa

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- ¡Hola Shoyo! - vale, estaba experimentando una especie de ansiedad por ver a sus futuros compañeros de equipo del MSBY recibiéndolo en el aeropuerto de Japón. Exactamente encontrándose a Bokuto Koutarou y a Atsumu Miya ni nada menos. Y el, él tenía a Atsuko en brazos.

-Ay mi madre, ¿Quién es esta la niña? - El búho y sus tonterías.

-Mami ¿Quién es este chico? ¿Lo conoces? - la niña tocó su rostro, agarrándose a él. Por alguna razón, era un tanto desconfiada con los extraños, todo lo contrario, a su actitud.

- ¿Mami? - El antiguo colocador de Inarizaki abrió los ojos a más no poder al escuchar las palabras de la niña, Bokuto solo miraba a la infante con caras un tanto graciosas, haciéndola reír.

-Lo siento Shoyo, llego tarde. - Un Kenma un tanto apurado por corres hasta él se mostró. - Oh mierda, darme un respiro al menos -

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Todos entraron al auto de Kenma sin mencionar nada, hablando sobre su estadía en Brasil, sin mencionar nada sobre la cría. Cosa que agradecía totalmente, no quería hablar de ello con su hija delante.

Iba a quedarse temporalmente con Kenma hasta que encontrara algún lugar en el que vivir con su hija. Intentaría que fuera lo más pronto posible porque no quería abusar de la amabilidad de su amigo, aunque estaba seguro de que no lo dejaría irse. Estaba empezando a mimar a su hija demasiado.

Una vez llegaron a la casa, Kenma se llevó a la niña con él para enseñarle el lugar. Por lo visto, Kenma tuvo la maravillosa idea de montar un parque de niños en su jardín, con tobogán y todo. Sabía que ahora iba a ser más difícil convencer a su hija de dejar esa casa. Fue ver ese lugar y perder de vista a los dos, Porque Bokuto y Miya lo arrastraron a otra habitación.

- ¿por qué no nos contaste que tuviste una hija? ¿Dónde está la madre? -

- ¿Podría decirse que soy yo? - dijo con cierto temblar en su voz. - ¡Sorpresa! Soy un omega recesivo. - Movió las manos alrededor de su rostro para hacer más clara la supuesta "sorpresa".

- ¿La tuviste en Brasil? ¿Sabes quién es el padre o te atacó un alfa allí? - Iba a contestar, pero Atsumu empezó sus propias preguntas. Sumándolas a las de Bokuto.

- ¿por qué no se lo dijiste a nadie? Ni siquiera dijiste sobre ella en las redes sociales. - Bueno, había tenido cuidado con eso.

-La tuve nada más bajar del avión en Brasil, el parto se adelantó y nació prematura, no me atacó ningún alfa en Brasil, y no quise mostrarla en redes sociales porque todos sabríais que existe. - Rodó los ojos.

- ¿te fuiste a Brasil embarazado? -

-Si- Antes de poder decir más, fue jalado por sus amigos, dejando a la vista su cuello.

- ¿Quién fue el cabrón que te embarazó y además tuvo los cojones de marcarte? - Atsumu iba a matarlo, de eso no le cabía duda.

-Fue un accidente. Entré en celo, y el reaccionó, yo decidí tener el bebé por mi cuenta. - Y aunque hubiera sido un accidente, recordaba todo con cada detalle sin el más ápice de duda, era como si lo hubiera grabado en su piel, sobre todo cuando sus celos llegaban y su mente volaba a aquel día.

-Shoyo, no somos tontos, bueno al menos yo no. -

- ¡Ey! Yo no soy tonto. - Bokuto se quejó.

-Tu hija no ha sacado tus genes en lo que viene siendo el físico, se parece demasiado a Kageyama. - No hacía falta que se lo dijera, la mata de pelo negra que lo levantaba cada mañana era muy visible para él. Lo único que podía reclamar como suyo eran los ojos dorados de su hija.

- ¿Que harás cuando la vea? -

-No lo sé, no estoy planeando que se encuentren, al menos no aún, no estoy preparado ¿y si me odia? - No lo soportaría, porque muy en el fondo, sabía que seguía amándolo, pero él lo veía solo como un amigo.

-No va a odiarte, no había que ser muy listo para saber que te amaba, solo había que mirar su cara de tonto al verte. -

-Lo dice quien no se enteró de que cierta persona estaba enamorada de él. -

-Eso es diferente, no éramos tan obvios, además Akashi y yo ahora estamos juntos. - Bueno, al menos a Akashi si se le había cumplido su deseo de estar con Bokuto.

- ¿tan obvio era Akashi? -Los dos rieron ante la pregunta del peliblanco

- ¡mami! mira la pelota que me ha dado tío Kenma. - La pelota de voleibol nueva que cargaba su pequeña era mucho más grande que su pequeña cabecita. -Juega conmigo ¿sí? - ¿Cómo iba a decirle que no?

-Claro que vamos a jugar contigo. -Hinata suspiró. de alguna manera u otra habían acabado todos en el jardín, haciéndose pases con la pequeña.

¿Quién iba a decirlo? Su princesa recibiendo clases con profesionales.

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Su primer partido, el partido en el que daría comienzo su carrera profesional en el voleibol sala en Japón. Su vuelta a las pistas.

Decidió que Kenma se quedara con las niñas mientras asistía a los partidos, necesitaba encontrar una niñera competente además de inscribirla al colegio, no podía dejar a su hija con Kenma para siempre, no era bueno para la salud de los niños estar tanto con un jugador de videojuegos como su amigo, no quiere que su niña se enganche a esas máquinas de la misma manera que Kozume.

Encontrarse con Kageyama desde luego fue una sensación de euforia. Sobre todo, porque no estaba solo, se encontraba con el omega Houshiumi y el alfa Ushijima. Un verdadero encuentro para recordar. Su vista voló unos instantes al cuerpo de su antiguo colocador, por instinto. Agitó su rostro para concentrarse.

El partido iniciaba en unos instantes, e iba a ganar.

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El remate final, su remate final, el mismo que marcó su victoria contra Kageyama.

-Por fin has vuelto. -

-Ya estoy aquí. -

-Shoyo, no pierdas tu tiempo con los perdedores. - Miya se le colgó del hombro.

-vamos a ir a beber con todos ¿te vienes? - Kageyama estuvo atento a su conversación puesto que él también estaba incluido en esa fiesta.

-No puedo chicos, tengo que volver a casa. - Su equipo sabía sobre la niña puesto que a veces venía a sus entrenos para ver jugar a su mamá con sus amigos.

- ¿Tan temprano? - Kageyama le inquirió, hasta él sabía que no era usual rechazar fiestas, y menos después de una victoria.

-Si, me están esperando. - Empezó a recoger sus cosas en la mochila para irse lo antes posible.

-Está bien, nos vemos mañana en el entrenamiento. - Bokuto lo despidió mientras volvía con el equipo.

-Hinata. - El pelinegro lo detuvo en la salida del polideportivo, y su cuerpo se tensó automáticamente.

- ¿Qué quieres Kageyama? - No tenía que levantar ninguna sospecha.

- ¿Te apetecería quedar uno de estos días? ¿Cómo en los viejos tiempos? - ¿Por qué le parecía tan tierno ese gesto?

-Bueno, tengo que encontrar un lugar donde quedarme primero. -

- ¿Dónde has estado durmiendo hasta ahora? Miyagi está lejos. -

-En casa de mi patrocinador. - Si, Kenma era una persona muy amable con él y podía presumir de ello.

- ¿Y tienes tanta prisa para verlo? - por alguna razón, el tono de Kageyama se elevó.

-Bueno, no quiero ser una molestia para él. -

- ¿Te estas acostando con él? - podría jurar que había escuchado un gruñido luego e la pregunta.

- ¿Que? ¡No! ¿Por qué preguntas eso? No me acostaría con Kenma. - El alfa de golpe se calmó. Como si escuchar el nombre de su amigo le hubiera calmado.

- ¿Kenma es tu patrocinador? -

-Si. - suspiró. - Kageyama tengo que irme, mi número sigue siendo el mismo. - Salió corriendo de allí antes de que el alfa le rechistara.

Estar ante su presencia le causó demasiadas sensaciones y revoloteos en el estómago. E

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- ¡Mamá! ¡Estuviste genial! ¡Volaste! la pelota hizo zashh y luego pum en el suelo. - Los gestos de la niña eran muy tiernos.

-Vimos tu partido en la televisión. - Le informó Kozume.

-Cuéntame más ¿Cómo de increíble estuvo mami? - Su hija lo seguía y le explicaba todo lo vivido con lujo de detalle mientras ambos intentaban bañarse.

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Su siguiente partido volvía a ser con Kageyama, y estaba impaciente por volver a ganar. Cosa que le resultó bastante difícil a su equipo, perdiendo esta vez, teniendo que ver la cara de autosatisfacción del alfa.

-Qué pena la tuya. -

-No te vengas tan arriba aún Bakakageyama. -

-Claro mal perdedor- su teléfono sonó de repente antes de entrar a los cambiadores

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- ¿Sí? -

-Shoyo, ha surgido un problema con la empresa donde están mis acciones y necesito ir a revisar. -

-vale, no he entendido nada de eso, pero entiendo que tienes que dejar a la niña en algún lado. -

-Si, estoy fuera, tienes tiempo para cambiarte y te la llevas a casa. -

-Dame un momento y salgo. -

-Bien-

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Hinata entró con apuro a los vestuarios, encontrándose con todos hablando sobre como celebrarían el partido de hoy a la noche.

-Chicos, tengo que irme, ha surgido una emergencia. -

- ¿Esta todo bien? - Sabía que Bokuto se preguntaba por si algo malo le sucedió a Atsuko. Verdaderamente era increíble como de cercanos se hicieron ambos. A este ritmo Bokuto acabaría queriendo un bebé con Akashi.

-Si, solo tengo que irme, nos vemos chicos. - Salió de los vestuarios rápidamente, sin pararse a pensar en lo despistado que era. La camisa de su equipo se quedó en el vestuario.

-Miya, ¿eso es tuyo? -

- ¿De qué hablas? La mía está perfectamente guardada en.- se detuvo al ver la camisa con el numero perteneciente a Shoyo. -Esa es la de Shoyo. -

- ¿Qué hacemos? ¿lo verás este fin de semana o se la damos en el entreno del lunes? - Bokuto no se dio cuenta de que cierto pelinegro había empezado a escuchar su conversación atentamente.

-Yo puedo dársela, no debe estar muy lejos, solo tengo que alcanzarlo. -

-Eso no es una buena idea. -

- ¿Por qué no? ¡Dame eso! - le arrebató la camisa para dirigirse a la salida del lugar-Solo tengo que alcanzarlo ¡Nos vemos! - Salió corriendo antes de que alguien más lo detuviera.

-Creo que Hinata nos va a matar. - Bokuto ya podía sentir su muerte a la vuelta de la esquina.

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- ¡Kenma, aquí! - el anaranjado llamaba la atención entre la multitud. Su amigo cargaba a la niña enérgica entre sus brazos, quien saltó al suelo para correr hacía él.

- ¡Mami! No estés triste, ganarás la próxima vez- Solo le faltaba ver a su hija consolarlo por el mal partido de hoy. No obstante, no iba a quejarse, era demasiado linda haciendo ese gesto como para llevarle la contraria.

-No estoy triste princesa, la próxima vez mamá ganará. - miró al rubio teñido de su amigo. - Kenma ya puedes irte, nos vemos en casa. -

-Si, lo siento Shoyo. - No tenía por qué disculparse, él no tenía por qué cuidarla, tenía sus obligaciones. y se lo hizo saber. Le debía demasiado a su amigo e iba a agradecérselo. Una vez estuvo solo, su hija empezó a hablarle.

-Hoy jugué con el tío kenma a uno de sus juegos ¡Yo era la princesa del juego! Y tío Kenma era el muñeco rojo. - Ver a su hija Hablar del Mario Bros siempre era gratificante. Sus respetos para Kozume, quien tenía que llevar su personaje y a la vez ayudar a su hija a ganar. Quería irse del lugar cuanto antes, no quería arriesgarse a ser visto por más personas.

- ¡Hinata! -Un escalofrío corrió por toda su columna vertebral al escuchar su nombre. No pudo girarse, solo abrazó a la niña a su pecho, rezando porque no la hubieran visto. La voz se escuchó ahora mucho más cerca de él. Casi a milímetros de su piel. -Tu camisa...- Los orbes azules del pelinegro fueron directos a la niña sobre él.

-Gracias. - Agarró la maldita camisa que debió dejarse en los vestuarios, rezando porque su hija, por primera vez en su vida no se moviera. Pero eso era imposible.

- ¿Mami? ¿Quién es él? ¿amigo? - podría jurar que su rostro se tornó azul. Y huyó del lugar, importándole poco los gritos de Kageyama.

Negando todo lo que había pasado.

No, no le habían descubierto.

No estaba preparado

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Miya Atsumu estaba siendo estampado contra la pared por un alfa sin razón aparente. Siendo observado por bastante público.

- ¿Tuviese una hija con Shoyo? - Los celos eran muy claros en el colocador. Casi podían ver como sus colmillos surgían para asustarlo.

-No, yo no lo hubiera dejado escapar de ser así. - Por suerte, era un alfa, y la fuerza de Kageyama era comparable con la suya. Así que pudo deshacerse de su agarre con rapidez y dejar al alfa con la pregunta en la garganta.

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Kageyama no estaba pasando por un buen momento, su primer objetivo fue Atsumu Miya, el alfa que lo retó hace unos años cuando era el colocador de Hinata. Pensando que este era la pareja de su amigo. ¿pero cómo era eso posible? Según estaba en su conocimiento, Shoyo era un beta. ¿por qué esa niña lo llamó mama?

Ahora, sin poder contra su instinto, se encontraba en la casa de Kozume Kenma, intentando que Shoyo se dignará a darle explicaciones, porque el rostro de la pequeña niña no salía de su mente.

- ¡Shoyo abre la puerta!¡Tenemos que hablar! -

-Mira a quien lo trajo el viento. - Kuro, la pareja del otro omega que vivía con Shoyo apareció ante él. -Anda aparta, que quiero pasar, luego puedes seguir aporreando la puerta. -

- ¿No me vas a dejar pasar? -

-No es mi casa- solo alzó los hombros para pasar y cerrarle la puerta a Kageyama en la cara.

Una hora después, el alfa aún seguía allí.

- ¿No te irás en ningún momento? - Una voz bastante reconocible para él le hablaba desde dentro.

-Planeo quedarme toda la noche como no hablemos- Un suspiro, y luego la cerradura abriéndose. Kageyama se apartó y los rebeldes cabellos anaranjados hicieron presencia.

- ¿De qué quieres hablar? -

- ¿Quién es la niña? -

-Mi hija- Y estaba orgulloso de ello.

-Te llamó mamá-

-Por lo visto soy un omega. -

-Un omega...- el pelinegro lo repitió por sí mismo, sin creerlo.

-Si, un omega ¿has venido aquí solo para preguntarme eso? - Hinata no podía creerlo ¿solo eso? ¿por esto había estado tan asustado estos cuatro años?

-La tuviste en Brasil. - Hinata asintió. - Te fuiste embarazado, nosotros lo hicimos porque mi celo se descontroló ¿es mía? -

-Biológicamente vino de ti, si es a lo que te refieres, en todo lo demás la niña es mía. - Un ápice de rabia en su mirada, la mirada de un omega que protegía a sus cachorros.

- ¿por qué... por qué no me lo dijiste? - Hinata suspiró.

-No volviste a sacar el tema, y no quería perder nuestra amistad, que tal hubiera soñado un ¿Kageyama que tal, mira sí, estoy embarazado y el bebé es tuyo? - No le hubiera creído, y no podía decir lo contrario. - Además, tenía que irme a Brasil. -

-No tenías que habértelo callado-

-No voy a decirte que fue una decisión sabía, pero éramos críos. -

-Un momento, yo te mordí ese día, si eres un omega significa que la marca no desapareció. -

-No, sigue ahí. tengo que agradecerte por eso, ningún alfa me persigue. Es algo bastante conveniente. -

-Shoyo, sal conmigo. -Y así, tan de repente, shoyo solo pudo enrojecer.

- ¿Pero que estás diciendo? Piensa antes de decir algo así. - Soltó de repente, sin soltar su mano de la puerta, como si fuera a cerrarla de nuevo.

-Me llevas gustando desde la preparatoria, te marqué, tenemos un bebé. - La sonrisa se extendía por el rostro del alfa, como si después de todos estos años por fin pudiera tomar lo que le fue quitado.

-Tengo un bebé. -Shoyo reclamó.

-Tenemos que estar juntos. - finalizó un escalofrío recorrió al omega.

-No voy a obligarte a mantenerme si es lo que estás diciendo, si quieres ver a tu hija podemos hablar de ello, pero no tienes por qué estar conmigo. - Eso lo tenía muy claro, desde Brasil había podido superarlo todo, él no era alguien que dependiera de los demás, él se hacia su propio camino.

-Pero quiero hacerlo. -

-Y yo te digo que no. No me quisiste antes y no me vas a querer ahora-

- ¿Quien dijo que no te quise antes? - De nuevo el sonrojo.

-venga ya. - vaciló. -Después de "incidente" te apartaste de mí. -

-Podía atacarte de nuevo, por eso me alejé. - El último golpe de gracia para su pequeño cuerpo que se erizaba, estar en contacto con las feromonas del alfa no le hacían nada bien, sobre todo sabiendo que era su alfa.

-Dame tiempo. - soltó de repente. - No puedes venir aquí y decir eso porque sí, necesito pensar, llevaba todo este tiempo pensando que era lo mejor para todos y ahora vienes tú y dices que quieres estar con nosotros. -

-Nosotros no pensamos Shoyo, seguimos el instinto. - Si, y por ese instinto ahora tenía un bebé.

-Si, eso no es buena idea. -

- ¿Cuánto tendré que esperar? - Kageyama no era paciente, y eso lo sabían todos.

-No lo sé Kageyama, no lo sé-

Si el alfa verdaderamente iba a aguantarse, estaba dispuesto a perdonar muchas cosas. Pero no todas las cosas se perdonan. Pero la espera era necesaria si lo había amado de verdad.

La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce, y Kageyama solo tendría que esperar un tiempo antes de volver a tener a su mandarina.

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FIN

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