9.

A la mañana siguiente el dolor en su cuerpo por aquel intenso momento ya era casi nulo, pero lo que aún seguía muy latente en él era el dolor de su pecho y unas inmensas ganas de llorar sin saber por qué.

Desde que se levantó y supo que no estaba en su apartamento sino que estaba viviendo el infierno en un bonito paraíso, se sintió muy sensible y nada cambió a pesar de que el día seguía avanzando.

— ¿Se encuentra bien? —le preguntó el hombre que se autodenominaba como Domo— ¿La comida está mal? ¿Necesita alguna pastilla?

Hyungwon suspiró y arregló la mala postura que tenía en la enorme mesa donde para variar, estaba solo.

— No, no... —sonrió forzadamente al amable hombre— estoy bien, tranquilo.

El hombre asintió y él intentó con toda su fuerza de voluntad comer un poco de la comida que se le había sido ofrecida, no porque tuviera hambre sino porque no quería ser descortés con quien sea que haya sido la persona que haya decidido darle una jugosa cantidad de dinero por una tontería.

A duras penas logró comerse la mitad de su plato de comida mientras miraba la mesa tan fijamente que si las miradas pudiera tocar, él ya le hubiera hecho un agujero incluso al suelo de debajo. Pero en ese momento un sonido llamó su atención y volteó por puro instinto. Entonces su corazón dio un vuelco a ver a Wonho entrar en la casa.

Lucía un poco diferente, tenía otra ropa y sin duda tenía toda la pinta de ser un joven adinerado, pero en cuanto sus miradas chocaron, Wonho lo evitó completamente delatando la molestia que aún sentía contra él, así que sin más avanzó hacia otro lugar de la casa.

Hyungwon se levantó rápidamente de la silla y aunque se suponía que estaba ahí por otra persona, no podía ocultar la emoción que sentía por volver a ver a aquel extraño que de alguna manera sentía que era como su refugio en medio de aquella extraña aventura a la que se había metido.

— Wonho... —le llamó siguiéndolo a través de la casa, pero siendo ignorado por el mayor.

— ¿Ya llegó el señor Shin? —preguntó Wonho a Domo quién simplemente negó en respuesta notando la tensión entre ambos— bien, entonces por favor avísame cuando lo haga.

Hyungwon bufó con tristeza al escuchar el claro recordatorio de Wonho diciéndole que había una persona por la cuál estaba ahí y no era por él.

Se quedó de pie en el mismo sitio mientras miraba al mayor subir las escaleras y a Domo irse a otro sitio. Estaba demasiado molesto y muy triste por todo lo que estaba ocurriendo, tanto así que aún sabiendo que había una jugosa cantidad de dinero de por medio y el valor de su palabra, estaba decidido a perder todo con tal de irse.

Corrió con las pocas energías que tenía y siguió a Wonho quien ya estaba llegando la puerta de una de las habitaciones del segundo piso de la lujosa mansión, entonces cuando Wonho ingresó, él corrió y detuvo la puerta con fuerza para evitar ser cerrada.

Al notar aquella acción Wonho lo miró con molestia e intentó volver a cerrar la puerta pero él no se lo permitió, entonces el mayor suspiró frustrado y se dio la vuelta, ignorando totalmente al delgado. Como si no le importara nada.

— ¿Qué quieres? —dijo sin mirarlo mientras apartaba algunas bolsas de compra de su cama que seguramente Domo había llevado hasta ahí.

— Quiero que me saques de aquí... —respondió un poco temeroso y totalmente paralizado en la puerta.

Wonho detuvo sus movimientos y se giró lentamente alzando una ceja como si no creyera lo que el menor acababa de mencionar.

— ¿Ah, si? —el delgado asintió— ¿y tú palabra qué?

Hyungwon resopló frustrado.

— Solo quiero irme de aquí... —respondió sinceramente— y tú eres la única salida que conozco.

Wonho asintió sin darle importancia y siguió en sus asuntos.

— Que conveniente. —respondió fríamente— puedo llamar un taxi para ti, si quieres...

Claro que esa era una opción más lógica, menos comprometedora y más fácil pero por algún motivo esa opción sabía amarga. No la quería, definitivamente no.

— No puedo confiar en cualquier persona. —admitió aunque fuera más una excusa para ir con él.

— ¿Y en mí si? —preguntó con sarcasmo— nos conocimos hace como dos días... O menos.

Tenía razón, tecnicamente era un desconocido. Pero era ese desconocido al cual le había entregado su cuerpo, su primer orgasmo, sus gemidos, sus siseos e incluso su malhumor. Era una carga de sentimientos demasiado grande como para no sentir que aquel hombre al que solo conocía por “Wonho”, era más que un desconocido.

— En ti sí. —admitió.

El mayor asintió levemente.

— ¿Y por qué yo debería hacer algo como eso? —cuestionó.

Frustración era todo lo que sentía cuando aquellas preguntas arremetian contra él. No tenía una respuesta concreta a eso pero esperaba al menos una pizca de compresión.

— ¿Cuantas veces debo disculparme? —preguntó con la voz temblorosa debido a las ganas de llorar— yo solo... Olvídalo.

No pudo evitar derramar un par de lágrimas de tan solo pensar en que quizá en un par de horas o minutos, alguien más estaría tomando su cuerpo mientras él recordara a Wonho y a aquella intensa primera vez que aunque no lo quisiera, acabó por marcar un antes y un después en su vida.

Desde ya se sentía sucio, lo cual no tenía sentido porque debió haberse sentido sucio cuando estuvo con Wonho, pues al fin y al cabo él no era a quien debía entregarse.

Se dio la vuelta intentando disimular las traviesas lágrimas que se escaparon de sus ojos, entonces aún con su borrosa visión buscó el pomo de la puerta para salir de aquella habitación a la cual no debió entrar. Pero entonces cuando abrió la puerta, el fuerte brazo de Wonho la empujó y la volvió a cerrar, quizá con más fuerza de la necesaria.

El asustado Hyungwon se giró para mirar al hombre detrás suyo y se encontró totalmente acorralado contra la pared, entonces antes de que se diera cuenta, Wonho comenzó a besarlo de forma casi desesperada. A los pocos segundos sus lenguas comenzaron a rozarse y después Wonho aprovechó a besar su pálido cuello sin dejar de aprisionar el delgado cuerpo de Hyungwon contra la puerta, provocandole severos escalofríos debido a la expectación y la fricción de ambos cuerpos.

Pero después de un par de minutos, Wonho se separó del menor que a esas alturas solo podía respirar agitadamente deseando un poco más que besos.

— No has respondido a mi pregunta. —susurró Wonho con un tono de voz tan ronco que le dio escalofríos— y yo odio que no me respondan... ¿Por qué debería hacer algo como eso por ti? —volvió a preguntar mirándolo a los ojos pero sin apartarse ni un centímetro del cuerpo del delgado.

Hyungwon respiraba agitado sintiendo que podría morir allí mismo por la explosión de intensas emociones que estaba experimentando.

— Porque... —jadeó al sentir una desvergonzada caricia del cuerpo de Wonho refregandose contra el suyo— porque sólo quiero estar contigo. —admitió— no quiero que nadie más me toque, no quiero que nadie más me bese y en general... —suspiró— no quiero nada de lo que hay aquí si no es contigo.

Wonho sonrió de forma arrogante.

— ¿Así que el niño bonito está dispuesto a dejar de lado su fortuna por mí...? —susurró muy cerca de sus labios. Hyungwon asintió sin tener ganas de nada más que no fuera embriagarse de aquel maravilloso sabor de los labios de Wonho que se mantenían a escasos centímetros de los suyos— que buena elección... —susurró con una sonrisa.

Y finalmente volvió a aprisionarlo contra la puerta, esta vez besándolo de manera más intensa y simulando de vez en cuando un par de embestidas que el menor recibía con jadeos mientras envolvía el cuerpo de Wonho con sus piernas.

Y no, no era su culpa que
todo aquello estuviera ocurriendo,
era culpa de Wonho por obligarlo
a seducirlo de nuevo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top