7.
Calientito, cómodo y sin duda reconfortante se sentía el momento en que era abrazado por aquellos fuertes brazos al despertar. Sin duda sus mañanas serían mucho mejor si todos los días tuviera la oportunidad de estar así.
Se removió aún sintiendo un poco de molestia en su cuerpo, pero no le importó. Se giró en la cama y en cuanto la tela del pijama rozó con la piel de su rostro, pudo percibir un suave aroma que hizo aquel momento aún más armonioso de lo que ya era.
Sonrió como un tonto por lo bien que se sentía y no dudó en acurrucarse aún más contra la calidez que lo acompañaba.
— Que bonita sonrisa... —susurró Wonho acariciando una de sus mejillas. Fue entonces que la voz de Wonho lo hizo caer de golpe a la realidad, o más bien al suelo. Sobresaltado por lo repentino de la situación más el aturdimiento de su reciente despertar, empujó a Wonho con todas su fuerzas, pero acabó por caerse él.
— ¡Ah! —gritó al sentir el dolor en su espalda aumentando su intensidad— ¿Qué demonios contigo? —susurró con un hilo de voz al borde de las lágrimas— ¿por qué me asustas de esa manera?
Wonho, quien ya se encontraba a su lado intentando hacer algo por él, se quedó callado. No sabía qué responder a eso porque no tenía una respuesta en concreto para lo que había dicho o hecho y si era sincero, pensó que Hyungwon estaba dormido cuando lo hizo.
El delgado comenzó a llorar levemente por el intenso dolor que sintió cuando se puso de pie. Su espalda dolía como el infierno y si a eso se le sumaba el otro dolor, ya era algo insoportable.
Wonho lo ayudó a ponerse de pie y caminar en dirección al cuarto de baño para que el menor pudiera hacer su rutina mañanera, que ahora le costaba el doble de trabajo.
— Lo siento... —suspiró al ver como Hyungwon marcaba una expresión de dolor cada vez que se agachaba a escupir el agua con la que se había lavado la boca— yo no quise...
Hyungwon levantó una mano esperando que entendiera su señal y se callara de una buena vez.
Si tan solo hubiera seguido el plan como debía...
— Déjalo así. —gruñó aún con sus ojos cristalizados por el dolor— y vete de aquí, necesito hacer pis. —Wonho iba a decir algo y él lo interrumpió— Y no, no me importa el discurso de “ya nos vimos desnudos”, quiero hacer pis en mi privacidad y no sacarmela enfrente tuyo. —gruñó.
Wonho asintió y se contuvo una risita que estuvo a punto de escapar de sus labios.
— En realidad sólo iba a decirte que iré a conseguir unas pastillas para aliviar tu dolor y de paso traeré el desayuno. —susurró provocando que Hyungwon se sintiera un total idiota.
La sangre se le subió a las orejas por culpa de la vergüenza, pero afortunadamente estaba más enojado que avergonzado, entonces simplemente se encogió de hombros en respuesta.
Después de hacer su propia rutina y estar preparado, Wonho salió de la cabaña y lo dejó solo por su propia petición, pero aunque eso fue lo que él pidió, dudaba de que su decisión fuera la mejor ya que hacer las tareas simples como cambiarse el pantalón de pijama por uno de los suyos, resultó en un verdadero martirio.
Ni siquiera supo cuanto tiempo pasó cuando Wonho ya estaba de regreso con lo prometido y se sintió aún más molesto de ver que en todo el tiempo que Wonho hizo mil cosas, él apenas había podido cambiarse la ropa.
El mayor ingresó y puso las comidas en una mesita, un par de jugos y bebidas extras, pero también las tan esperadas pastillas. Entonces las tomó y se las ofreció con un poco de agua.
— Toma, se supone que alivian cualquier tipo de dolor en apenas 20 minutos, espero que no me hayan mentido. —sonrió y en cuanto Hyungwon tomó las pastillas de sus manos, él tomó uno de los platos y también sé lo ofreció— es importante que comas, la pastilla es fuerte y puede provocarte algún malestar o debilidad si no comes. Pero mira, traje comida y tambien ensalada de fruta porque no sabía cuál era de tu agrado.
Hyungwon vio aquellas acciones pero no podía dejar de sentirse molesto con él.
— ¿Por qué te importa? Dame la pastilla y punto. —gruñó tomándose la pastilla con el agua que se le había ofrecido— Llévame donde tu hermano.
Wonho frunció el ceño.
— Pensé que no querías ir a donde él. —susurró confundido.
Hyungwon lo miró fijamente y le quitó el plato de sus manos para comérselo. Era orgulloso pero el maldito que tenía delante suyo había cenado un jugoso filete y él apenas algo parecido a una sopa, así que no podía despreciar.
— Iré. —afirmó— debo cumplir y él también con su parte.
Wonho se rió con sarcasmo.
— ¿Qué le dirás? ¿Qué justo te dio un dolor en el trasero de la nada? —preguntó con ironía— ¡Ay, por favor! Eres un incoherente. Además... ¿“su parte”? ¿Es en serio?
Hyungwon frunció el ceño.
— ¿Qué?
Wonho negó.
— Dinero. —respondió secamente— ¿Es eso en lo que estás pensando? ¿Vas a quedar como un tonto frente a alguien solo para intentar convencerlo de que te dé su dinero?
El molesto Hyungwon puso el plato a un lado con mucha más fuerza de la necesaria.
— ¡¿Y qué?! —gritó con demasiada fuerza— ¡¿Y qué si me apetece un puto spa y muchas flores?! ¿Qué demonios tiene que ver contigo si yo quiero nadar en dinero? ¡Dime!
Wonho lo miró fijamente en silencio por varios largos segundos.
— Nada. —sonrió y se levantó de su lugar en busca de sus cosas— no significa nada.
El delgado lo vio con la confusión tatuada en el rostro.
— Dime. —exigió sabiendo que había algo que no se le había comunicado.
Wonho detuvo sus movimientos y soltó un largo suspiro.
— Sé que tienes necesidades... —respondió sin mirarlo— pero a veces buscas las cosas equivocadas y quieres que los demás también piensen como tú.
Hyungwon se quedó en silencio intentando procesar lo que se le había dicho. ¿Qué demonios le pasaba a Wonho?
— ¿Te refieres a que debí buscar el amor y esas tonterías? —preguntó casi con diversión— ¿para qué Wonho? ¿Qué ganó yo con eso?
El mayor lanzó con molestia lo que tenía en la mano y se acercó a paso rápido frente a él.
— Escúchame bien. —tomó su rostro sin delicadeza y lo levantó para que lo mirara directo a los ojos— ganamos algo con todo lo que hacemos. Ya sea bueno o malo y te aseguro que el dinero jamás puede ser prioridad frente al amor.
Hyungwon se rió con sarcasmo.
— Lo dices porque no te hace falta. —afirmó con molestia— Si estuvieras en mis zapatos seguramente sabrías que lo más jodidamente increíble que te podría pasar en la vida sería entregar tu virginidad en una mansión con flores y todas las cosas tontas que pedí y no de la manera que lo hice.
Dolieron sus palabras.
— Hyungwon, si yo estuviera en tus zapatos... —le soltó el rostro— estaría feliz de haberlo hecho en un auto con... —soltó una risita triste— olvídalo.
Se separó de él con la intención de volver a retomar la labor de guardar sus cosas en el maletín que llevaba consigo y acabar con esa situación de una buena vez.
— ¿Con qué? —preguntó el curioso Hyungwon sin dejar de seguir sus movimientos con la mirada.
Wonho negó sin mirarlo.
— Con nada. —continuó poniendo la ropa dentro del maletín.
— Wonho, exijo que me digas. —gruñó detrás de él y acabó con la última gota de paciencia de Wonho.
Se giró lentamente para quedar frente a él.
— Y yo exijo que te pongas a arreglar tus cosas de una buena vez para que busques un taxi y te vayas a donde sea que quieras irte. —respondió con frialdad para finamente terminar con lo que estaba haciendo y cerrar el maletín.
Hyungwon se quedó estupefacto en su sitio.
— ¿De qué hablas? Debes llevarme a la mansión y... —antes de que pudiera continuar fue interrumpido.
— No. —respondió secamente.
Hyungwon lo siguió a través de la habitación mientras él recogía a toda prisa sus cosas, demasiado molesto.
— Wonho, no sé qué pasa entre tú y tu hermano pero yo no tengo la culpa de esas cosas y... —Wonho se dio la vuelta e ingresoal cuarto de baño en busca de su cepillo de dientes, entonces él lo siguió— no puedes dejarme tirado, ni siquiera sé dónde estoy y tu trabajo era llevarme. Además, no me has respondido a la pregunta que te hice y...
— Cállate. —pidió mientras se detenía inexpresivo frente a él— ni una palabra más.
Hyungwon suspiró fuertemente, un puchero se formó en sus labios y sus ojos se cristalizaron la prisa de un relámpago en una oscura noche lluviosa. Entonces sollozó.
— Wonho... —susurró con la voz temblorosa — es que yo...
Su corazón estaba triste, estaba más que asustado por todo y comenzaba a sentirse débil por no seguir el consejo de comer. Entonces se encogió y se sentó en la cama deseando poder hacerse una bolita, pero sin poder gracias al dolor de su cuerpo.
Ya no sabía que sentir o qué debía sentir. Su corazón triste, su cuerpo adolorido, sus mejillas humedas, sus manos frías, sus labios siendo besados...
¿Eh?
¿Un beso?
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