5.
Miró por la ventana cuando notó que habían llegado a un lugar muy iluminado y se dio cuenta que no era un hotel convencional, era más bien un grupo de varias cabañas de madera, rodeadas de árboles muy iluminados por miles de pequeños faroles que le daban a la estancia una vistosidad acogedora.
De repente el auto se detuvo y lo obligó a voltear hacia el asiento del conductor, pero todo lo que pudo ver fue la puerta del auto cerrarse. Pocos segundos pasaron cuando la puerta del lado derecho se abrió y la luz le iluminó la cara.
— Hemos llegado. —informó el cansado Wonho— iré a conseguir la cabaña y luego vendré a traer las maletas. Puedes bajar e ir pidiendo algo en el restaurante... —señaló una cabaña grande que estaba a unos metros de distancia— llegaré pronto.
Sin dejarlo contestar, Wonho se dio la vuelta y se fue en dirección a lo que parecía ser la recepción de aquel extraño lugar. Sin embargo él intentó levantarse de donde estaba acostado y fue recibido por un envolvente dolor en casi todo su cuerpo.
— Joder... —suspiró adolorido— ¿Qué mierda hice? —con mucha dificultad logró erguirse lo suficiente para tomar asiento aunque aquella posición fuera la más incomoda para estar, tomando en cuenta que habían pasado apenas un par de horas desde que tuvo una desenfrenada follada, sin contar que esa fue su primera vez.
Su maldita primera vez.
Miró el escalón del auto y el simple hecho de bajar lo hacía querer llorar. Pero no sólo eso, también quería golpearse a sí mismo por todo el eslabón de problemas que lo agobiaban gracias a su necedad.
No bajó del auto.
— ¿Sigues aquí? —preguntó de forma retórica— ¿Por qué no has ido a buscar la... —guardó silencio al notar la furiosa mirada del delgado encima de él.
Sus labios se fruncieron intentando contener la risa que amenazaba con salir de su boca.
— Mira, Wonho... —suspiró— que te valga 3 hectáreas de pepino si yo me quiero bajar del auto o me apetece dormir aquí. Con cariño —fingió sonreír y en segundos retomó su expresión de molestia.
El cansado Wonho soltó un largo suspiro, sin embargo solo dio la vuelta y sacó la pequeña maleta de Hyungwon y un maletín que él portaba en casos de emergencia, entonces se fue.
El menor miró con cautela que Wonho se iba, no quería estar solo. La oscuridad de la noche le daba miedo pero era inevitable que se molestara por la actitud de ese tonto mandon y su orgullo era más fuerte que su dolor.
Se recostó en el asiento nuevamente y se quedó allí en medio del abrumador silencio de la noche queriendo llorar. Sólo quería volver a casa y sufrir a solas, pero en ese momento sintió un par de manos tocando sus piernas y su cuerpo reaccionó violentamente al contacto olvidando todo el dolor que sentía y las consecuencias que traería un movimiento brusco. Afortunadamente Wonho inmovilizó sus piernas evitando que se moviera de aquella manera y seguramente ahorrandole un fuerte dolor.
— ¿Qué demonios crees que haces apareciendote así para asustarme? —preguntó molesto mientras volvía a tomar asiento con mucha lentitud.
Pero en vez de obtener una respuesta a su no tan amable pregunta, Wonho extendió las manos hacia el frente.
— Voy a cargarte, vamos. —hizo una señal para que se acercara a él para que pudiera cargarlo. Se quedó en la misma posición por varios segundos pero el delgado no se inmutó— no te hagas del rogar, sé que no quieres estar aquí, solo estas cansado y quizá adolorido. Por eso me ofrezco a llevarte.
Se quedó unos segundos en silencio y después de tragarse su orgullo, rodeó a Wonho por el cuello y él lo cargó al estilo nupcial para después cerrar la puerta del auto.
Cuando Wonho dio un par de pasos escuchó que el auto fue cerrado a distancia gracias al control remoto y el sonido llamó su atención por eso miró atrás, pero después de unos instantes su atención volvió a desviarse y todo lo que podía ver desde aquella posición era el perfecto perfil de Wonho, su cuello y su musculoso brazo sosteniendo sus piernas.
No sabía como sentirse al estar en brazos de tremendo hombre aunque no fuera con el que se supone que debería estar.
— Mira... —susurró Wonho asustandolo y abriendo la puerta— parecemos una pareja de recién casados ingresando a la casa, ya sabes... —sonrió sin mirarlo— la tradición de cargar la novia al llegar.
Hyungwon contuvo la risa.
— Oye yo no soy mujer y menos tu novia. —reprochó con fingida molestia.
Wonho asintió sin darle importancia y se subió a la cama asustando al menor. Hyungwon se puso rígido en cuanto sintió su espalda tocar el colchón teniendo a Wonho a apenas unos centímetros de su cara. Volvió a mirarle el rostro y no sabía si era por culpa de la iluminación del lugar o quizá el afrodisíaco aún tenía efecto sobre él, pero Wonho parecía increíblemente guapo de cerca. Tanto que su corazón comenzó a latir con más fuerza de la necesaria y una fuerte calor comenzó a invadirle el rostro.
Wonho lo acomodó bien, cuidando que estuviera comodamente recostado contra el respaldar de la cama, pero aún así él soltó un leve quejido por el dolor, que fácilmente pudo haber sido malinterpretado como un gemido.
— ¿Estas bien? —preguntó frunciendo el ceño.
Él delgado asintió efusivamente e intentó empujarlo por el pecho para que se apartara, porque el simple hecho de ver a Wonho tan cerca le estaba trayendo recuerdos de cuando tenía su cuerpo encima.
— Si... —apartó sus manos bruscamente al sentir los fuertes músculos de Wonho— solo... —suspiró— tengo hambre.
El mayor asintió y se separó de él para finalmente ponerse de pie y buscar algo por el lugar. Lo siguió con la mirada por un rato mientras abrazaba su almohada. No podía tener paz mental si miraba al hombre musculoso con el que había gemido como un loco, andando tranquilamente por ahí con la camisa sin botones, mostrando cosas que no podía dejar de ver.
— Aquí esta. —se acercó a una pared y encendió el aire acondicionado— cada vez dejan los controles en lugares menos visibles. —masculló quitándose la camisa que ahora era inservible.
En ese momento la puerta fue tocada y él atendió. Era una mujer de baja estatura, delgada pero muy linda quien traía algo en una bandeja muy bonita.
— ¿Usted es Wonho? —susurró estupefacta cuando vio al mayor salir semidesnudo. Wonho asintió y ella extendió la bandeja hacia él con nerviosismo— se-señor Wonho, disculpe la tardanza... —se excusó.
Él le sonrió y se apoyó en el marco de la puerta con tranquilidad. Acción que no pasó desapercibida por Hyungwon.
— Oh, traquila linda... —quitó la bandeja de sus manos y automáticamente la chica se arregló el cabello— seguramente la espera vale la pena. —susurró en tono coqueto arrancando una risita de parte de la chica quien estaba más que sonrojada.
Sin embargo una persona no estaba disfrutando para nada la conversación y la mirada intensa de la chica.
— Wonho, tengo hambre. —pidió de mala gana obligando al mayor y a la chica a voltear— ¿Puedes darte prisa? Me duele el cuerpo, aquí no hay spa y cargarme al estilo nupcial no es suficiente para compensar con el dolor que me has provocado.
La chica lo miró un poco asustada y luego miró a Wonho quien simplemente le sonrió y le hizo una señal de despedida para finalmente cerrar la puerta. Entonces se dio la vuelta y avanzó con la bandeja en sus manos hasta que se sentó en la cama, al lado de Hyungwon.
— Toma... —le entregó un plato pequeño y un enorme vaso mientras él tomaba el plato más grande y una bebida— ¿Qué hay de esa escenita? —preguntó con diversión.
Hyungwon bufó molesto y lo ignoró, posando sus ojos únicamente en la comida que se le había sido entregada.
— ¿Por qué demonios tienes un filete y yo tengo un... —miró la comida con atención— ni siquiera sé que es esto. ¿Sopa? —Wonho negó mientras degustaba tranquilamente de su filete— ¿por qué no tengo un filete también? —gruñó— ¿Acaso crees que no puedo pagarlo? ¿No me merezco uno?
Wonho se rió con tranquilidad y continuó comiendo hasta tragar su bocado.
— Tú, señorito... —lo señaló con el tenedor— eres un necio, un impulsivo, un rebelde, un orgulloso, un llorón e incluso ahora eres hasta celoso. —afirmó haciendo que Hyungwon frunciera el ceño— así que no quiero más quejas. Calla y come, justo como lo hiciste en el auto.
Se sonrojó violentamente por lo último que Wonho había dicho pero se había molestado por el resto, así que no iba a quedarse callado.
— Tú no me des órdenes. —gruñó.
Wonho lo miró un par de segundos y se encogió de hombros comiendo tranquilamente.
— Dieta blanda evita más dolor donde tienes justo ahora. —susurró avergonzando a Hyungwon— no quiero escucharte llorar en el baño y que me culpes por ello tambien...
Hyungwon soltó un largo suspiro que acabó por divertir a Wonho. Y si las miradas mataran, Wonho hubiera muerto en ese mismo instante por una mirada con la fuerza de unos 35 mil disparos al pecho.
Miró el plato una vez más y resignado y hambriento decidió que comería lo que sea que aquello fuera, que afortunadamente no sabía mal.
— No es mi culpa que mi vida sea un caos —susurró entredientes llamando la atención de Wonho—, es tu culpa.
Wonho asintió con una fingida
expresión de dolor.
¿Era su culpa?
No.
¿Le importaba ser culpado?
Absolutamente no.
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