4.

Despertar desnudo y siendo rodeado por unos fuertes brazos después de haber tenido una excelente follada y haber dormido como un bebé, sonaba como el paraíso de cualquiera, incluso el suyo. Eso no era algo que podría pasarle a alguien todos los días y no podía describir la comodidad que sentía de estar así con ese hombre. Claramente ese pensamiento seguiría igual en su cabeza de no ser que cuando abrió los ojos y vio el rostro de Wonho durmiendo pacíficamente a su lado, recordó las palabras dichas por él, el día anterior; “Soy Wonho, el chófer”.

— ¡Mierda! —gritó separándose abruptamente del cuerpo de Wonho, asustandolo y golpeándose la cabeza contra el techo del auto al intentar ponerse de pie en un espacio tan reducido.

Wonho también se levantó, pero al menos él lo hizo con cuidado y acunó el rostro del delgado.

— ¿Qué demonios sucede? —preguntó el asustado Wonho mirando la terrible expresión de dolor que tenía Hyungwon marcada en el rostro— ¿te golpeaste muy fuerte? —tocó su cabeza con delicadeza intentando apaciguar el inexistente dolor, pero él negó con los ojos cristalizados y llevó una mano a su espalda baja, entonces lo comprendió— oh, ese dolor... —susurró con un poco de preocupación— deberías recost...

— ¡No! —gritó golpeando la mano de Wonho que lo intentaba ayudar a recostarse en el asiento— ¿Qué demonios pasa contigo? —se envolvió lo mejor que pudo con una sabana de la cual no había notado su existencia hasta ese momento al notar que aún seguían desnudos— ¡¿Qué me hiciste?!

Wonho frunció el ceño con molestia al ver al sonrojado Hyungwon desviando la mirada y haciendo tal pregunta.

— ¿Qué hice yo? —preguntó molesto— ¡Que hiciste tú! Tú quisiste y casi me obligaste a esto, no puedes echarme la culpa por algo así.

Hyungwon lo miró con molestia.

— ¡Bebí esa cosa y lo sabes! —lo empujó— ¡abusador!

Wonho rodó los ojos.

— Hyungwon no seas ridículo, tomaste un potenciador sexual no bebiste cloroformo. —gruñó con molestia— estuviste totalmente consciente todo el tiempo.

El delgado frunció el ceño.

— ¿Qué? —susurró.

Wonho bufó un poco exasperado, entonces buscó el pequeño frasco que estaba tirado por ahí y lo extendió hacia él.

— Es un afrodisíaco orgánico compuesto por sustancias de los arboles Maca, Catuaba y Muira Puama que se encuentran en el Amazonas —explicó—. Es para aumentar el libido y para que fueras exactamente como fuiste, pero en el tiempo correcto y no antes —gruñó frente a la mirada asustada del menor— además, tenía una dosis indicada, pero tú decidiste beber 120ml para hacerte el rebelde, desnudarte enfrente mío, saltar en mi regazo y esperar a que mi herramienta no reaccionara. Soy un hombre joven, ¿Qué esperabas? —el molesto Wonho comenzó a buscar su ropa por el suelo y comenzó a vestirse, ignorando la expresión del delgado muchacho que sentía que le caería el mundo encima— vístete, iremos a la mansión justo ahora.

Los ojos de Hyungwon se abrieron con miedo.

— ¿Qué? No, no, no. —lo tomó del brazo— no puedo llegar así frente al señor Shin, es decir, no podría. —susurró en tono lastimero hacia Wonho.

El mayor lo miró fijamente y luego soltó una risita.

— Así que te preocupa perder tu fortuna... —masculló en tono burlón— bien, señorito arrogante, ¿que harás ahora?

Terminó de vestirse, al menos con lo que quedaba de su ropa y se sentó al lado de Hyungwon esperando pacientemente una respuesta.

Sus ojos se posaron en la pálida piel que el menor no había cubierto con la sábana y notó en ella varias marcas que bien recordaba haber hecho. Y que, cabe destacar, no se arrepentía.

— Yo que sé... —suspiró frustrado después de un largo rato de silencio, entonces se recostó soltando un fuerte quejido de dolor— todo es un asco ahora. —susurró— dile que me morí o algo.

Wonho soltó una risita mientras miraba al menor arrugar la cara gracias a dolor de no encontrar ninguna posición cómoda para estar.

— ¿Un asco? Eso no decías ayer cuando paraba de moverme y me buscabas para autopenetrarte —susurró con tranquilidad provocando un violento color carmesí en el rostro de Hyungwon, le divertía demasiado ver que él no podía esconder nada de lo que sentía. Era como un libro abierto— no le puedo decir que te moriste, nadie va a creerme...

Hyungwon hizo un puchero.

— Diles que me perdí, ¡dí cualquier cosa, maldita sea! —gritó pasándose las manos por el rostro con frustración— sólo necesito tiempo.

Wonho miró la batalla interna que estaba teniendo el menor, pero a pesar de sentir empatía por él, no podía dejar de pensar en lo maleducado que había sido desde el principio.

— Bien. —informó con seriedad alcanzando su celular— diré que te sientes mal de salud y que retomaremos la marcha en cuanto te mejores.

El delgado asintió levemente sabiendo que no tenía más opción que aceptar lo que sea que Wonho dijera y esperar a que le creyeran. Ni siquiera sabía por qué quería seguir con el tonto trato, quizá solo se trababa de honor a su palabra, aunque a esas alturas ya no había sinceridad de por medio.

Su amada primera vez la había tenido con un tipo tonto que era chófer de su hermano por un día y lo hizo dentro de un auto. No obtuvo flores, spa o algo parecido aunque debía admitir que ese odioso hombre no sólo lo había hecho gemir, sino que también lo hizo gritar y le regaló dos potentes orgasmos que estaba seguro que no olvidaría nunca.

Wonho salió del auto vistiendo su pantalón y la camisa sin botones que él había roto con sus delgadas manos, entonces avanzó un par de pasos hacia algún sitio mientras hacía una llamada. Hyungwon lo observaba desde dentro, sin ánimos de nada y el simple hecho de ver la expresión seria de Wonho lo hacía sentirse un vil mentiroso, un traidor y más que nada un estafador.

Sintiendo aún el terrible dolor en su espalda baja y también en otras áreas de su cuerpo, se recostó en el asiento poniéndose demasiado sensible de repente. Pero en ese momento la puerta fue abierta.

— Hyungwon, he hablado... —guardó silencio al ver a Hyungwon con los ojos cristalizados envolviéndose con la manta lo más que podía— ¿Qué ocurre?

El delgado lo miró fijamente y en silencio por varios segundos para finalmente romper en llanto sin importarle que Wonho fuera a burlarse de él.

— Soy un ser humano despreciable... —sollozó haciéndose bolita en el asiento del auto— llévame a casa y di la verdad.

Wonho lo miró sorprendido, no se esperaba esa actitud del chico frío y arrogante que había recogido horas atrás.

— Eh, debes calmarte... —susurró ingresando al auto y ayudándolo a levantarse— no debes llorar... —comentó en un tono muy tierno mientras limpiaba sus lágrimas, entonces el delgado se aferró a su torso como buscando un refugio y él lo miró con tristeza— Hyungwon, está bien. Todo va a estar bien, lo prometo. —susurró acariciando su espalda y su cabello— si te hace sentir mejor, entonces culpame de todo esto. Creo que tienes razón, yo debí alejarme de ti pero no lo hice... Es mi culpa.

Hyungwon no podía parar de llorar, sin embargo el calor que le proporcionaba el fuerte abrazo al cuerpo de Wonho lo hacía sentir un poco más tranquilo, aunque no lo suficiente.

— Eso no cambia nada ahora... —sollozó— llévame a casa.

Wonho le limpió las mejillas una vez más y sonrió intentando transmitirle un poco de tranquilidad.

— Tranquilo. —susurró acariciando su cabello— es muy tarde ahora y no hemos comido nada, cerca de aquí hay un hotel que tiene un buen restaurante... ¿Qué tal si vamos allí? Así comemos un poco, descansamos y ya mañana pensaremos con la cabeza fría sobre lo que vamos a hacer. —comentó con mucha paciencia sabiendo que tenía la atención del menor— ¿te parece bien?

El delgado se quedó en silencio, totalmente pensativo pero después de un rato y sin más opción, decidió asentir.

Sin embargo en su mente sólo
habitaba un pensamiento:
Todo eso era culpa de Wonho.

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