3.

Su visión se había tornado borrosa, escuchaba su propia respiración agitada y el calor era cada vez más insoportable. Había perdido la noción del tiempo hace mucho y no entendía lo que la voz en el fondo estaba diciendo, al menos no hasta que alguien tocó su rostro.

— ¡Hyungwon, mírame! —dio un par de palmaditas en su rostro— ¿me escuchas? Di algo por favor —el preocupado Wonho lo miraba fijamente y él no podía hacer nada más que respirar de forma agitada—. Háblame... —suplicó recostandolo en el lujoso asiento del auto y fue entonces cuando vio el pequeño frasco tirado en el suelo y lo recogió para leerlo— ¡¿Te lo bebiste todo?! —el delgado asintió sintiendo el tacto de Wonho totalmente refrescante en su piel— aquí claramente dice que tenía que ser una mínima cantidad, pediste esto para no sentirte nervioso no para que te diera un... ¿Qué haces...?

Guardó silencio al ver como Hyungwon quitaba uno a uno los botones de su camisa dejando al descubierto su blanquecino pecho.

— Quema... —jadeó con los ojos cristalizados tomando su mano— tócame.

Fue en ese momento cuando llevó la fresca mano de Wonho hacia su pecho sin vergüenza alguna provocando que el contrario se sorprendiera por lo descarado que el menor estaba siendo.

— ¿Q-qué dices...? —cuestionó sorprendido sin poder dejar de ver como Hyungwon hacía que su mano se moviera libremente por su pecho— yo... Yo no puedo.

Apartó su mano con la intención de salir de la parte trasera del auto para retomar el camino hacia la mansión que debían ir, pero antes de que pudiera abrir la puerta para volver a salir Hyungwon tomó su mano con fuerza y lo arrastró con él hacia el asiento y lo abrazó con pies y manos.

— Quema... —volvió a jadear pero esta vez demasiado cerca de su oído. En ese momento sintió como las manos del delgado se colaban en su ropa y tenía razón, su cuerpo parecía estar ardiendo.

Se separó de él usando su fuerza física y también su fuerza de voluntad, para mirarlo a la cara.

— Necesitas calmarte, vamos afuera, entonces tomaras aire fresco y... —guardó silencio un momento al ver como el menor seguía despojandose de su ropa— también puedes beber agua o algo.

Hyungwon negó exasperado intentando quitar su pantalón sin importarle la presencia de Wonho.

— Cierra la boca. —pidió entre jadeos mientras se despojaba del costoso pantalón que llevaba puesto y no fue hasta ese momento que Wonho se dio cuenta que el menor llevaba debajo de esa ropa una bonita lencería de encaje, tal como en la foto.

— Mierda... —susurró viendo como el menor jadeaba sin reparos y se sentaba sobre su regazo— Hyungwon... Yo...

— Quítate la ropa. —ordenó con firmeza desconcertado a Wonho.

El mayor se quedó en silencio por varios segundos y se rió con nerviosismo.

— ¿No te apetecen las velas y el spa? —preguntó temeroso de enfurecer al delgado que estaba haciendo su corazón latir con demasiada rapidez.

Hyungwon tragó con dificultad y lo miró en silencio por varios segundos.

¿De verdad Wonho creía que en medio de la desesperación que sentía se pondría a pensar en unas jodida velas?

— ¡A la mierda todo! —tomó la bonita camisa del mayor y la rompió sin pensárselo dos veces.

Cuando vio el pecho de Wonho totalmente al descubierto soltó un sonoro gemido que acabó por sorprenderlo a él mismo, pues era la primera vez que se escuchaba emitiendo un sonido así. Sabiendo que no habría vuelta a atrás, sus manos se pasearon por el abdomen de Wonho y atrapó su boca con toda la desesperación que su cuerpo estaba sintiendo en aquel momento.

El sorprendido Wonho quizo apartarlo y poner orden a la situación de una buena vez, pero aquel delicioso beso de aquellos seductores labios, sumado a las descaradas caricias en su cabello y al insinuante movimiento de caderas sobre su miembro fingiendo autoembestidas acabó por matar su último rayo de cordura.

Y sólo tenía claro una cosa; él no era de hierro.

Con su corazón desbocado y su cuerpo reaccionando a la bendita boca de Hyungwon, sus manos no tardaron en colarse a través de la bonita lencería, que sinceramente no le importaba por muy costosa que fuera. Pudo sentir el fuerte jadeo contra su boca cuando lo hizo.

Cada mínimo roce hacía que el menor reaccionara de una manera tan inocentemente sexy, no podía ocultar lo que estaba sintiendo y pese a mostrar un poco de incomodidad por la nueva situación, simplemente dejaba que las manos de Wonho lo recorrerán entero.

— ¿Por qué me haces esto? —susurró Wonho contra su cuello mientras lo giraba para poder acostarlo sobre el asiento del vehículo— ¿por qué? —volvió a susurrar aprovechando a lamer su blanquecino cuello, arrancandole un nuevo gemido— acabemos con esto y nos vamos.

Dirigió sus manos hacia la única prenda que Hyungwon llevaba puesta y la bajó un poco para liberar su ya efecto miembro, así que sin más tiempo por perder, comenzó tocarlo con la intención de que el mejor pudiera tener su ansiado orgasmo y lo dejara continuar. Pero Hyungwon no estaba pensando de la misma manera.

— Para... —susurró siendo ignorado por Wonho— ¡Para! —gritó, esta vez logrando su objetivo.

Wonho se quedó en silencio y apartó su mano, pensando en que quizá había tomado demasiado atrevimiento al tocarlo cuando podía hacerlo él mismo, pero para su sorpresa, Hyungwon se sentó en el asiento del auto y comenzó a quitar rápidamente su pantalón.

Al verlo, Wonho automáticamente lo tomó por las muñecas.

— ¿Qué se supone que haces? —preguntó un poco asustado por la actitud impulsiva del menor.

Pero no obtuvo respuesta, al menos no una verbal, porque en ese momento Hyungwon se puso de rodillas en el asiento dándole la espalda y se agachó hasta dejar su pecho pegado al asiento.

Sus caderas elevadas pegando directamente con su entrepierna eran una clara invitación a lo prohibido. A lo mismo que precisamente debía decir que no. Pero entonces Hyungwon coló su mano por debajo de su propia lencería y usando uno de sus delgados dedos comenzó a penetrarse, estando dilatado gracias al mismo líquido que había tomado.

¿Quién podría resistirse a algo así? Porque Wonho tenía claro que él no podía.

Era él el que se sentía desesperado a esas alturas, así que mandando todo el plan al carajo apartó la mano de Hyungwon y rompió la lencería casi con la misma fuerza que el menor había roto su camisa. Hyungwon gimió ante su repentina acción y simplemente se dejó llevar por las caricias de Wonho en toda su espalda.

Wonho bajó por un momento y acarició los blancos y suaves muslos de Hyungwon sin privarse de dejar allí suaves mordidas y besos que anhelaba dar. Tenía en sus manos una bonita zona prohibida e inexplorada por descubrir, así que no dudó en disfrutar y dejó una fuerte nalgada en aquella tersa piel.

Hyungwon gimió con intensidad, así que él repitió la acción en otro sitio y volvió a ocurrir lo mismo. Ambos estaban llegando a la locura con simples caricias, pero ninguno lo soportaba más.

El mayor comenzó a penetrar poco a poco al menor con sus dedos y esa parecía ser razón suficiente para tenerlo jadeando debajo suyo, e incluso iba a disfrutar de aquello un poco más, pero en ese momento vio como Hyungwon separaba sus muslos con la ayuda de sus manos dándole a entender que eso ya no era suficiente.

Volviéndose loco, con la mente en blanco y una terrible erección pidiéndole a gritos que poseyera al delgado joven que esperaba impacientemente por él, decidió que era el momento. Levantó a Hyungwon hasta pegar su pecho con la desnuda y sudorosa espalda del muchacho entonces después de lubricar lo suficiente su propio miembro comenzó a penetrarlo de la manera más tortuosamente lenta que pudo para evitar lastimar a Hyungwon quien no podía evitar gemir ante la nueva sensación y recostarse sobre su hombro sintiéndose desfallecer.

Una vez dentro suyo se quedó totalmente quieto esperando que el menor se acostumbrara a él, mientras cubría su boca con una de sus manos. Pero al poco tiempo  su mirada se dirigió al rostro de Hyungwon y se encontró con una suplicante mirada de placer que le exigía más de lo que estaba recibiendo, entonces lo soltó. Hyungwon no tardó en volver a su posición inicial, encargándose de dejar sus caderas levantadas y Wonho no pudo hacer nada más que tomar aquella pequeña cintura entre sus manos y comenzar a embestir certeramente al muchacho que gemía debajo suyo.

La situación se resumía en
una palabra; placer.
Pero ambos olvidaron
algo muy importante.

¿De quien era la culpa?

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