Capítulo 8
Durante un largo minuto, el rubio se encontró contemplando la figura de Minho sobre la cama. Notaba como el larcho se retorcía y se cogía el estómago, mientras le escuchaba maldecir a Sartén y a la comida tan tóxica que se había encargado de servir la noche anterior.
Probablemente bajo las circunstancias que él había pasado, era muchísimo más probable que la diarrea crónica que estaba teniendo su amigo, le hubiese afectado a él, pero tal parecía que el destino estaba jugando a su favor y evitándole deshacerse en dolores y gases, tal cual lo estaba haciendo el asiático.
Soltó un amplio suspiro mientras subía la mano diestra hasta la altura de su rostro, echándose un poco de aire con la misma tan solo para sacarse el mal olor de las fosas nasales. Parecía que Minho se estaba pudriendo por dentro y lo estaba dejando salir de maneras no tan... Buenas.
Rodó los ojos y le dedicó una última mirada a su amigo, dispuesto a abandonarlo en aquella habitación a que se descompusiera él solito, pero cuando apenas había dado dos pasos hacia atrás, fue capaz de escuchar el quejido del pelinegro, haciéndole parar en seco y dirigir una vez más su atención a la cama.
—Shank... Me estoy muriendo.
—Y de paso te estás pudriendo antes de tiempo. —Murmuró el rubio rodando los ojos y cruzando los brazos a la altura del pecho. Sus avellanas quedaron fijas en la otra cama, esa donde yacía la chica aún en ese estado comatoso completamente ajena a lo que estaba sucediendo a su alrededor.
—No es un juego, Newt... Tengo que llevar a Thomas —. No continuó la frase, un terrible ruido había brotado de su cuerpo, logrando que el rubio retrocediera dos pasos más que nada, por su propia seguridad.
—¡Shuck! Minho, no vas a ir a ningún fuco lado. Me vale una plopus las promesas que le hiciste a Thomas —esta vez no pudo evitar llevarse la mano a la cara, tapándose la nariz sin disimulo alguno. De verdad tenía que salir de esa habitación antes de que fuese víctima de un gas mortal, cortesía del Encargado de los corredores.
—Shank, no entiendes —. Hizo una pausa mientras se retorcía sobre su lugar, haciendo un esfuerzo para poder enfocar sus ojos más pequeños de lo normal, sobre la figura del rubio cerca de él—. Hay algo... En el foso, Newt hay... —otro ruido le interrumpió. Minho realmente tenía el estómago hecho una plopus por aquel instante. Se encorvó en posición fetal y volvió a decir otra tanda de sus palabrotas, logrando que el rubio finalmente optara por casi huir de la escena—. ¡NEWT!
—¡Joder! Minho, lo he dicho, si necesitas que Alby venga a respaldar mi decisión, haré que venga pero no pienso dejar que...
—¡Espera, shank! No, no es eso —. El asiático le había interrumpido de nuevo, reuniendo todo el valor remanente que le restaba para permitir que el otro le mirase aún en aquella situación. Apretó los dientes y finalmente, ante la mirada confundida de su amigo, decidió continuar—. Tienes que llevarlo, Newt, esa fuca fosa... Shank, esa cosa tiene algo.
El rubio se quedó en silencio durante un minuto. Minho le estaba pidiendo entrar de nuevo al laberinto, a él, justo a él., un rengo que aunque había pasado sus buenos días corriendo en el laberinto, eso ahora significaba una misión casi imposible.
—No digas mamadas, garlopo estúpido. Le diré a alguno de los demás corredores que lleve a Tommy, no entraré de nuevo, dejé de ser corredor desde... —hizo una pausa y apretó uno de los puños que ya descansaba a un lado de su cuerpo—. Sabes bien que no entraré de nuevo.
—Shank... Sabes lo importante que es esto... No podemos decir... Nada. Newt... —el asiático actuaba como si estuviese en su lecho de muerte. Al rubio aquello no le parecía más que una broma de muy mal gusto, ¿Estaba jodiéndole por lo del cuarto oscuro? Si era así, debían darle un premio por tan memorable actuación.
—El Área...
—El Área se está cayendo a pedazos, shank. Deja de decir garlopadas y asume tu responsabilidad —esta vez la voz de Minho había sonado seria, terminando por disipar cualquier duda que pudiese haber existido en la mente del rubio.
Tal parecía que su amigo no le estaba jodiendo con Tommy solo por gusto. Se mordió el labio inferior antes de optar por empujar el interior de su mejilla con la lengua, aquella pose pensativa que siempre presentaba ante todos.
—Un día, garlopo inútil. Un día, solo esta vez —sentenció apretando los labios tras aquello, totalmente resignado a la idea de regresar de nuevo al laberinto.
Él también había sido corredor, él conocía lo suficientemente bien aquella sección del laberinto, él podría llevar a Thomas sin dificultad hasta el fuco foso de los penitentes. Y ese, ese no era precisamente el problema. Newt no sabía ni como dimensionar aquello, ¿Qué era peor? ¿Regresar al fuco lugar que odiaba? ¿Pasar un día con el shank al que había estado evitando a toda costa?
El vago recuerdo del rostro de Thomas contrayéndose de dolor la última vez que habían hablado, logró que el rubio dejara ir un pequeño gruñido fuera de sus labios.
—Vas a poder liarte con Thomas ahí, Newt. Es la oportunidad perfecta para... —el asiático no terminó la frase. La mirada asesina del rubio fue a parar directo a la cama del otro. Minho solo había eludido aquello y vuelto a fingir que moría de dolor, aunque quizá no tenía que fingir mucho, no cuando los fucos soniditos de su estómago brotaban acompañados de sus terribles y mortíferos gases. Newt volvió a rodar los ojos antes de salir de la habitación tras darse la media vuelta y olvidar realmente porqué hacía eso.
No había sol sobre sus cabezas y los suministros habían dejado de llegar. El tiempo corría y ya no era a su favor, debían actuar, debían hacer algo de manera urgente, y tal parecía por las palabras de Minho, que Thomas había hallado algo de suma importancia en el lugar.
Soltando un audible suspiro, dejó que sus pasos le dirigieran hasta el último lugar donde había visto al moreno. Alby no estaba en sus cabales últimamente, y aunque este se esforzaba por fingir que así era, Newt no había dejado de echarle miradas de vez en cuando.
Lo encontró sentado cerca del cuarto de mapas, observando a la nada misma. El rubio dudó durante un segundo si debía o no decirle todo el pequeño plan que tenía, pero después de todo, él era solo el segundo al mando, Alby siempre debía estar informado de lo que sea que pasara por su cabeza, y eso incluía, que quisiera jugar al corredor de nueva cuenta.
—Shank, iré al laberinto. Minho no se encuentra bien —detuvo sus palabras un segundo para analizar la expresión que se dibujaba en los ojos del otro: nada— Llevaré a Tommy a un punto clave, bueno, un punto que Minho considera es primordial —. De nuevo hizo una pausa, como si intentara arrancar alguna expresión de la faz calma y perdida del moreno, pero de nuevo se encontró con un vacío que lo aturdió y desanimó al instante.
El moreno solo asintió. Ni una sola palabra se deslizó de sus labios fieramente sellados en una línea. Newt solo tragó saliva de manera audible y devolvió el gesto, terminando por girar sobre sus talones para ir al maldito cuarto de utensilios para los corredores.
Fueron esos pocos pasos los que usó para aclarar sus ideas, para dejar de lado el hecho de que sería totalmente incómodo de pasar el día con Thomas, teniendo en cuenta que lo único que importaba de momento, era hallar la salida y absolutamente nada más.
Cogió lo necesario, armas, calzado, una bolsa para provisiones, un reloj con pilas nuevas, todo. Se encargó de calzarse las muñequeras, de colocarse los cuchillos y cualquier cosa que fuera de utilidad contra los penitentes. Tantas veces había bromeado sobre el laberinto, que ahora volver le parecía una ironía. El corazón le latía desbocado en el pecho, y no era exactamente temor a enfrentar una de esas cosas, era el temor de enfrentarse a sí mismo una vez más, de regresar al tiempo en que fue corredor y cometió el error más grande de toda su vida. Apretó los ojos duramente hasta que le dolieron, terminando por salir del lugar apenas hubo recuperado el aliento y reunido el valor para cumplir con la tarea. Pasó a la cocina, recibiendo una mirada inquisidora por parte de Sartén, pero no tuvo tiempo de explicar, solo cogió provisiones y sonrió sin ganas, logrando que el cocinero asintiese, como si entre ellos no requirieran explicaciones.
Sus pasos hacia la puerta Oeste fueron lentos, pausados, pensados. Necesitaba establecer toda una línea mental sobre como trataría a Thomas aquel día. Cuando alzó la mirada, pudo divisar la figura del menor justo a un lado de la estructura, como si estuviera pensando en irse a pasear solo por aquel día, aunque la firme instrucción de Minho, era que él no fuese solo dentro de aquellas paredes ni siquiera por asomo. Rodó los ojos ante el pensamiento que le atravesó antes de finalmente ajustarse la muñequera derecha y decidirse a soltar lo que su filtró mental le permitió.
—Andando, shank —. La mirada que recibió de Thomas debió haber sido suficiente para sacarle de su calma, pero se mantuvo firme al tiempo en que sus pasos le guiaban hacia la enorme entrada de concreto del lugar— ¿Estás esperando una invitación o qué, Tommy? —con sarcasmo marcado en el tono, Newt no se había detenido ni aún cuando pasó a un lado de Thomas.
—Espera... ¿Tú vas a suplir a Minho? ¿Tú? ¿Vas a entrar de nuevo al laberinto? Eso es una fuca locura —en el medio de un balbuceo, Thomas finalmente había hablado, totalmente incrédulo ante la escena que se le presentaba. No podía imaginarse de nuevo al rubio dentro de aquellas paredes, además, tenía un pequeño problema que probablemente, era lo que le impedía ser corredor.
—El miertero shank está devolviendo las tripas y tú no vas a entrar solo ahí —se detuvo solo dos segundos, el tiempo que su cerebro le permitió soportar la mirada de Thomas sin desarmarse o sentirse expuesto—. Y no tenemos tiempo para perder, Tommy —. Las demás palabras se atoraron en su garganta y le impidieron seguir hablando, haciéndole optar por echarse a correr dentro del laberinto sin esperar ni una respuesta por parte del menor.
—Está bien, pingajo, mantente cerca entonces —la voz de Thomas sonó a su lado. ¿En qué segundo había dejado atrás los metros que ya había establecido de distancia entre ellos?
Pero eso era lo que Thomas mejor hacía: correr. Debió sentirse estúpido de pensar que podría dejar que la distancia en ese lugar estableciera un punto seguro entre ambos. Nada podía estar bien entre ellos, al menos no después de la otra noche.
Cuando la figura de Thomas le rebasó, Newt no hizo más que soltar un gruñido al aire. Sabía que él jamás podría volver a correr como ellos, que llevaba una enorme desventaja desde el segundo en que había decidido coger el papel de Minho y fingir que podía hacerlo; se culpaba de nuevo por estar pensando en lo que no debía tener importancia y dejar que todo ello le afectara de esa manera.
Lo cierto era que odiaba el laberinto y estaba agradecido de haber dejado de ser corredor tiempo atrás, pero ahora por Tommy, estaba haciendo una excepción a sus miedos y a sus propias reglas.
Cerró los ojos por un par de segundos y finalmente se echó a correr detrás de Thomas, demorando por supuesto un par de minutos en alcanzarle y tratar de igualarle el paso.
—No seas un shank idiota —soltó nada más al emparejarle, manteniendo la mirada al frente mientras doblaban por la primera intersección del camino— Estoy aquí por ti. Minho no quería que vinieses solo —añadió con decisión mientras doblaban a la izquierda en la siguiente esquina, donde ahora se abría un largo pasillo más adelante de ellos— Eres tú quien va a seguirme aquí, ¿Entendido, Tommy? —finiquitó antes de detenerse por vez primera, maldiciendo para sus adentros la estúpida renguera de la que era acreedor por su cobardía. Thomas únicamente había asentido, sin tomarse el tiempo para responder de manera verbal lo que le había soltado por aquel instante.
Newt solo bajó la mirada hasta el reloj que tenía en la muñeca y calculó el tiempo restante que les quedaba antes de dar con el objetivo. Si Thomas hizo algo más no le prestó atención, no cuando estaba lo suficientemente concentrado en llegar en el menor tiempo al foso y volver al área para maldecir a Minho por su grandiosa idea.
Soltó una maldición al aire antes de finalmente continuar por el largo pasillo, sabiendo por supuesto, que Thomas estaba ahí, y añadiendo también el hecho de que estaba utilizando cada maldita fibra de su ser para ignorar el ligero cosquilleo que había comenzado a formarse en las yemas de sus dedos. Newt era consciente que era él quien había errado y pedido distancia, que probablemente lo que menos quería, era estar con Thomas a solas dentro de aquellas paredes, donde no existían siquiera penitentes para matarle, o al menos no visibles de momento.
Si el silencio reinó entre ellos, Newt lo agradeció. Su pensamiento estaba completamente dividido entre el laberinto y el chico que corría a su lado, si, ese bonito castaño de mirada color miel que ostentaba los labios más dulces que alguna vez hubiese sido capaz de probar. Para ser sinceros, aún mantenía grabada con fuego la sensación de los labios de Tommy sobre los suyos, sus manos inexpertas en sus caderas y su cuerpo debajo del propio, una mezcla extraña de inocencia y deseo que el rubio no había podido olvidar ni por un segundo. Maldito Thomas. Se iba a tirar al foso de los penitentes y averiguar que había ahí debajo, todo de manera voluntaria.
Había sido la primera alarma en su reloj la que le había hecho salir de sus pensamientos, indicándole que el primer descanso debía iniciar antes de continuar su largo itinerario del día.
—Alto, shank. Es hora de un respiro.
Thomas suspiró y detuvo abruptamente sus pasos cuando la voz de Newt penetró sus oídos. Levantó ambas cejas en señal de confusión y tardó más de medio minuto en asentir con la cabeza, dejándose caer sobre el suelo rocoso, con las piernas recogidas contra su pecho, y con la mirada fija en la figura del mayor, como si quisiera adivinar que rayos era lo que pasaba por la mente de ese garlopo temperamental que cambiaba de actitud cada cinco minutos. A veces era un tipo serio, pacífico y agradable, y luego de la nada, se comportaba como un estúpido poseído sin cerebro.
—¿Estás bien, Newt? Sé que estar aquí no está dentro de tus pasatiempos favoritos... Seguro podrías estar haciendo cosas más importantes en el Área —. Masculló, mientras hurgaba dentro de su mochila para sacar el modesto desayuno del día; que consistía en una botella de agua, y una pequeña manzana verde. Lo mismo que solía traer siempre. Tomó la botella con una mano y bebió largamente, deleitándose con la exquisita frescura que descendía por su garganta y ayudaba a renovar sus energías. Incluso se sintió más positivo, como si pudiera seguir corriendo por días enteros.
Mordió un pequeño pedazo de la manzana, y de nuevo entornó la mirada en la figura del rubio que estaba sentado un par de metros más allá; luciendo tan serio y calmado como siempre. Pero Thomas sabía que esa sólo era una fachada que buscaba enmascarar toda la incomodidad y la tensión que ya comenzaba a hacerse presente entre ellos, amenazando con estallar en cualquier momento y joder todo.
Mientras tanto, el rubio rehuía de los ojos miel, sabiendo que su cabeza era un caos por aquel instante. Una parte de él comenzaba a exigir regresar al área y hacer caso a las palabras de Thomas, y otra aún más dentro, deseaba llegar al foso de los penitentes tan solo para tirarse por el mismo y comenzar a olvidar todas las garlopadas que le pasaban por el pensamiento. Una más, una menos. El corredor encendía cada sentido de alerta en su sistema y aun así, Newt se había obligado a comportarse con naturalidad, devorando lentamente la pequeña manzana roja que había cogido para el desayuno. Bastaba con ver ese pequeño detalle para notar la sutil diferencia que se ejercía entre ellos, pero el de momento corredor, buscaba constantemente ocupar su cerebro en cualquier otra cosa que no fueran esas nimiedades.
—Vaya, shank, sí que tienes huevos para tomar la delantera. Quizá el idiota de Minho no estuvo tan mal al querer nombrarte Encargado —sonrió con naturalidad poco antes de sacar la botella de agua de la bolsa y darle un pequeño trago, para finalmente terminar por ponerse de pie y observar el largo trecho que aún tenían por delante.
Quedaban horas, kilómetros, y todos a solas: con Thomas. Bajó la mirada y colocó la segunda alarma en su reloj, poco antes de dedicar un último vistazo al otro y proseguir.
Una parte de él deseaba tocar el tema, si ESE tema. Aclarar las cosas con Tommy, que todo volviese al justo lugar donde había iniciado y que toda esa maldita tensión entre ellos desapareciera justo por donde había llegado. Y otra parte de él estaba completamente a gusto de aquella manera, con un auto-castigo instaurado por su propio remordimiento, deseando tocar a Thomas y repitiéndose constantemente, que el shank estaba prohibido.
Newt era la gasolina y Thomas era el fuego, estaban hechos para consumirse el uno al otro: el único final si terminaba cediendo.
Era una bomba de tiempo, Newt había comenzado a juntar la pólvora en su interior luchando por enterrarla en el medio de la quietud que siempre había sido él, en el Newt que era antes de conocer a Thomas.
Izquierda, derecha, alto. El rubio se detuvo de manera abrupta al notar que faltaba poco menos de una hora para llegar al destino, y probablemente había sido ese accidentado movimiento el que había hecho que el corredor detrás suyo acabara impactado contra su espalda, ocasionando la chispa que cada contacto entre ambos siempre encendía en Newt, pero esta vez, con un objetivo distinto. Esta vez la duda, el resentimiento, la vergüenza, el enojo y el sentimiento oculto al que el rubio aún no nombraba, se habían mezclado de manera automática, sin darle demasiado tiempo de razonar.
—¡Shuck! ¡Tommy! ¿Qué rayos? ¿Por qué pitos no te fijas por donde corres, maldito shank? —Newt se había girado para encarar a Thomas, los labios le temblaban y su voz había cortado en el medio de la pregunta, dejando escapar aquella ligera variación en su acento, aquella que el rubio solo soltaba cuando estaba demasiado nervioso o demasiado enojado para controlarla.
Thomas cerró brevemente los ojos y apretó los puños a los costados de su cuerpo, haciendo un banal esfuerzo por ignorar la sarta de palabras que el mayor estaba gritando, de una manera tan desquiciada y tan enojada que el pelinegro simplemente quería echarse a correr de ahí, o soltarle un golpe directamente en esa firme y pronunciada mandíbula. ¿Pero no podía hacer nada eso, verdad? Uno de los dos debía demostrar algo de serenidad. Y ese tenía que ser él, porque no podía volver a caer en provocación.
—¿Yo? ¡Aquí el único estúpido distraído eres tú! Ni siquiera te estas tomando esto con seriedad. No sé en que garlopada estaba pensando Minho cuando se le ocurrió mandarte a ti a acompañarme, ¡Incluso Gally tendría una mejor actitud! —El castaño explotó finalmente, sacando todo el cúmulo de emociones que venía sintiendo con esas simples y despectivas palabras que no tenían nada de amistosas. Por el contrario, Thomas las había gruñido con el único afán de molestar (O quizá lastimar) al chico que tenía enfrente a solo unos pocos pasos —. Solo estoy perdiendo el tiempo aquí contigo, regresa el Área de una fuca vez. Yo debo terminar mi jornada para ir a ver a Teresa después —. Apretó los dientes con fuerza, mientras repasaba al sub-líder de pies a cabeza con la mirada, analizando cada pequeño gesto y cada expresión que se dibujaba en sus delicados y finos rasgos. Esos mismos que tantas veces se había quedado observando embelesado, cual estúpida shank adolescente enamorada.
Si Newt debía ser sincero, las palabras de Thomas tenían un impacto brutal en él. Gally, ¿En serio había mencionado a Gally? ¡Shuck! Los ojos pardos de Newt se mantuvieron fijos, luchando por desbordar el mar de emociones que ya albergaban sus pupilas dilatadas, esas que ya estaban listas para fingir y querer asesinar al larcho frente a él.
¿Perder el tiempo? ¿Eso había dicho? Newt procesaba las palabras de Thomas lo mejor que podía, pero la sola mención de Teresa le había hecho perder el equilibrio en la pendiente inclinada que ya era su paciencia. Maldito shank, maldito Thomas, maldito laberinto, malditos penitentes, maldita Teresa.
—Estoy cansado de toda tu maldita plopus, Newt —el castaño continuó hablando— Me largo de aquí —. Añadió por último a la par en que empujaba al rubio para hacerlo a un lado y sacarlo de su camino. Sin embargo, el menor no controló del todo su fuerza (Quizá debido a la adrenalina que le embargaba) y término por mandar a su supuesto amigo directo al suelo: de espaldas contra el rocoso y agrietado concreto debajo de sus pies.
Todo el enojo del rubio logró ser contenido por una única estructura, la última y fina barrera en su ser, esa que Thomas derribó al preciso segundo en que lo apartó con tal brusquedad, que Newt fue a parar directo al suelo. Fue capaz de escuchar el instante en que todo su ser se quebró. Estaba harto de todo eso, de las peleas, de la tensión, de todo. Él no había pedido fijarse en Thomas, él no había pedido reparar en esa sonrisa, él no había pedido perderse en el mar de color miel que representaba la mirada del larcho. Newt no había pedido nada de eso y aun así, se encontraba ahí tratando de contener la ira y el sentimiento desbordante que el idiota shank descerebrado lograba arrancar de él.
Durante dos segundos fue capaz de sentir su mirada tornarse acuosa, apresurándose a morderse la lengua hasta el punto de hacerla sangrar y devorar el maldito nudo formado en su garganta. A la mierda con las cosas idiotas de shanks enamoradas.
Se puso de pie en un instante y no demoró nada en darle alcance al castaño, devorando a grandes zancadas ese par de pasos que Thomas ya le había sacado de ventaja. Su diestra fue a parar directamente al brazo del corredor para impedirle el escape, poco antes de halarle y terminar por estrellar la espalda del menor contra la pared cercana. Con todo el cúmulo de sensaciones negativas escalando lentamente por sus entrañas, Newt finalmente se dejó llevar por segunda vez en lo que llevaba de conocer a Thomas.
—¿Quién te crees que eres, shank? ¿Cuánto tiempo llevas en la fuca área, eh? — esta vez sujetó con la izquierda el hombro del corredor y volvió a impactar la espalda de Thomas contra la pared.
—Eres un shank nuevo que se quiere creer la puta y octava maravilla del mundo. No vas a ir a ningún fuco lado solo, ¿Me entiendes? Deja de actuar como un maldito marica, Thomas. Deja de hacerlo —hizo una pausa y tragó saliva de manera audible. Durante el discurso no había apartado sus ojos de la mirada de Thomas, y claramente había sido capaz de observar la chispa encenderse en ellos. El menor estaba a punto de encabronarse y mandarlo al averno a rezarle a los penitentes, pero Newt no iba a dejar que eso pasara, no cuando aún no había terminado de hablar—. No eres el único que está hasta la plopus de esto, no seas un maldito egocéntrico shank de mierda. Yo no lo pedí ¿Entiendes? Así que deja tus fucos dramas de mierda de lado y actúa como se supone lo que eres: un corredor.
Continuará.
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