Capítulo 6

NOTA: Este capítulo está basado y anclado a la idea de un fan fic muy hermoso perteneciente a PandaDigg. La obra se llama "Detrás de los muros", cuya idea principal de uno de sus capítulos es el ancla de lo que voy a presentar a continuación. Tiene algunas variantes, puesto como les comenté en algún momento, esto se basó en un rol, pero la idea principal continua perteneciendo a PandaDigg, a quien agradezco de manera infinita el permitirme utilizar tan preciosa idea en mi proyecto.

Dejo el link de su precioso fic para aquellos que aún no lo hayan leído:

https://my.w.tt/yDSHglloDW

Como una aclaración más, volveré unos segundos atrás antes del beso para poder anexar el hermoso pensamiento de Thomas.

Thomas sentía un huracán en su interior.

Sus piernas parecían dos gelatinas temblorosas, sus manos habían empezado a sudar desde hacía varios minutos atrás, su respiración era cada vez más dificultosa y el incesante golpeteo de su corazón le estaba haciendo pensar que iba a sufrir un ataque cardíaco, pero lo más preocupante vino después; cuando el corredor empezó a tener la necesidad de tocar la piel del mayor, y de estrellar su boca contra aquellos rosados labios que se le antojaban fueran más dulces que cualquiera de los postres que solía prepararles Sartén. No obstante, no podía hacer nada de eso ¿Verdad? No sería correcto. Él tenía que comportarse como un hombre sensato, y racional, y no como el adolescente imprudente que solo estaba queriendo sucumbir ante el deseo arrollador y sofocante que ya burbujeaba dentro de su tembloroso cuerpo, amenazando con hacerle perder la cordura en cualquier miertero momento.

El corredor cerró los ojos, desesperado por controlar las reacciones de su cuerpo.

Jamás había sentido nada ni remotamente similar a lo que estaba experimentando en ese instante, y que le estuviera pasando con otro hombre (Su mejor amigo, además) solo hacía que la situación fuera todavía peor, porque Thomas se conocía muy bien, y sabía que estaba a solo un pequeño paso de traspasar la línea del no-retorno, y abalanzarse sobre el mayor, sin importarle las consecuencias que eso pudiera conllevar más tarde, cuando ya estuviese pensando de manera racional.

—Shank, espera.. Yo no... —Dejó la frase incompleta y se mordió la lengua con fuerza, no sabiendo que más decir. Porque una parte suya (Su consciencia) le recriminaba que debía separarse y poner distancia de inmediato, antes de que fuera muy tarde. Pero también, había otra parte que le pedía a gritos dejarse llevar, disfrutar de ese breve instante de dicha y felicidad que estaba experimentado por primera vez, desde que llegó al Área semanas atrás.

Aspiró una profunda bocanada de aire y levantó la cabeza, justo a tiempo para observar como el rostro del rubio iba a acercándose cada vez más, hasta que la punta de sus narices se frotaron una contra la otra, y sus alientos chocaron de una manera malditamente increíble; haciéndole estremecer de pies de cabeza, sin poder evitarlo. Ahogó un leve gruñido entre dientes e intentó apartar el rostro pero no pudo hacerlo, porque en solo cuestión de segundos, había sentido los labios de Newt impactando suavemente contra los propios: un beso lento, inexperto y explorativo que le dejó prácticamente en estado de shock, sin poder moverse, ni respirar.

Newt lo estaba besando.

Durante varios segundos el castaño no supo qué rayos hacer o cómo reaccionar, pero bastó una mirada, un pequeño gesto, y una simple caricia por parte del mayor para que se rindiera completamente, cediendo ante al deseo que había estado tratando de ocultar desde el maldito momento en que el garlopo de Minho los encerró bajo llave en ese pequeño cuarto.

—Newt... —el aludido apenas y había reaccionado. No supo en que segundo se separó, tan solo lo hizo cuando sus pulmones exigieron oxígeno vital, haciéndole establecer centímetros de distancia entre sus labios y los del corredor.

Escuchar su nombre brotar de la boca de Thomas con aquel tono sugerente le había descolocado casi de inmediato. Estaba casi seguro que el corredor le golpearía, de hecho estaba bastante preparado para un escenario de ese tipo, pero que el larcho le correspondiera, bien, eso era algo que definitivamente no tenía para nada en mente. En ese momento no podía definir realmente el sabor de Thomas. Recordaba su aroma, ese pequeño olor dulzón que asociaba con los postres de Sartén en mezcla de la piel perlada de sudor del menor, pero sus labios, sus labios eran completamente distintos. Eran dulces, eran suaves, eran adictivos. Si alguien le hubiese dicho que besar a Thomas iba a ser la gloria en el medio del infierno que era el laberinto, probablemente lo hubiese hecho desde muchísimo tiempo atrás.

Thomas sonrió vagamente, recuperó el aliento, y de nuevo se lanzó hacia adelante; tomando los labios ajenos por asalto, en un nuevo beso cargado de deseo reprimido, de necesidad y de algo más, un sentimiento muchísimo más profundo. Encajó los dígitos entre los cortos mechones de cabello dorado, y no dudo nada en profundizar aún más el beso hasta que todo fue una deliciosa danza pasional, donde sus lenguas se conocían y enredaban, sus dientes chocaban por la inexperiencia, e incluso, Thomas podía sentir como sus salivas se mezclaban y desbordaban, escurriendo obscenamente hasta bajar por sus húmedos mentones. Pero pronto, eso no fue suficiente... Él quería más. Lo quería todo. Todo de él. Mordisqueó suavemente el labio inferior ajeno, y entreabrió los ojos, sólo para asegurarse de que eso realmente estaba pasando, que él estaba ahí; sentando en el suelo del cuarto oscuro, con el delicado cuerpo de Newt montado en sus caderas, y con sus labios hormigueando por la intensidad de todos los besos que estaban compartiendo sin vergüenza alguna: solo por el puro deseo de estar juntos.

Newt suspiró el nombre del corredor en el medio de los besos y dejó que sus manos se hundieran de nueva cuenta en los hombros del chico debajo suyo. Ladeó el rostro, logró profundizar el beso (si es que ello era posible), estaba casi seguro que aprender a besar era una experiencia con la que no había podido elegir mejor compañero. Pero tan pronto como el pensamiento desbordante que le transmitía Tommy le invadió, el propio lo consumió como fuego.

Ese era Thomas, su amigo, un corredor, un hombre. Y aunque todas las piezas del rompecabezas encajaban finalmente, Newt se negaba a estructurar la frase de dos palabras en su cabeza, la sabía, joder, la comprendía, pero no iba a ceder, no así, no aquí, no ahora.

Saboreó los labios del menor un par de segundos más antes de que sus extremidades finalmente reaccionaran, apartándose como si hubiese recibido una descarga eléctrica por parte del menor, de inmediato, tajante, de un solo movimiento.

—No, no, no Tommy, no está bien —. No quiso siquiera mirar el rostro de Thomas, esa bonita piel blanca, esa bonita sonrisa, esos labios que le habían hecho sucumbir al deseo que su corazón había albergado y ocultado de fiera manera tan solo segundos atrás. Se llevó la mano al rostro y le dio un rápido repaso antes de caminar de nueva cuenta a su rincón, al otro lado donde la luz no llegaba tanto y le permitía sumirse en la miseria de su estupidez y pensamientos.

Después de todo ¿Qué miertera cosa estaba bien en su vida? Estaban encerrados en un lugar que no tenía salida, con monstruos en cada esquina, no podían recordar nada, no sabía si sus padres estaban vivos en otro lugar, ¿Tenía más familia? ¿Quizá hermanos?. El mundo, ¿Cómo era el resto del mundo fuera del área?

Quería golpearse la fuca cabeza contra el muro en el que se apoyaba y dejarse inconsciente de paso, sí, eso sonaba mucho mejor que tener que rechazar la única maldita cosa buena que le había dado el laberinto. Pero ¿Qué derecho tenía él de permitirse tal cosa? ¿Acaso debía ceder y jugar con Tommy a la feliz pareja? Shuck, a ese punto no le importaba tener que buscar cada rincón sin luz de la maldita área para ocultar su deseo ferviente de besarlo. Pero qué, ¿Y luego qué? ¿Qué tal si alguien los miraba, eh? ¿Qué tal si le perdían el poco respeto que le quedaba como segundo al mando?

El corredor al otro lado de donde se hallaba Newt estaba paralizado, su corazón todavía latía desbocado, su respiración aún era jadeante, y sus labios seguían hormigueando por los besos, pero, ahora también sentía una horrible sensación en la boca del estómago que simplemente no desaparecía. Era como si alguien estuviera revolviendo sus tripas, apretando su miertera garganta, y de paso, estrujándole el corazón.

—Tú fuiste... Tú me besaste —. Replicó Thomas con amargura, mientras dejaba caer la cabeza hacia atrás, hasta que esta chocó duramente contra la estructura de la pared, enviando un pequeño pinchazo de dolor que perpetró toda la base de su cráneo. Pero ese dolor no era nada comparado con el enojo, la desilusión, la confusión y la vergüenza que estaba sintiendo en ese instante luego del aparente rechazo de su amigo. Si es que claro, aun podía seguir llamándolo así. Lentamente, levantó la cabeza y fijó su atormentada mirada en el muchacho que yacía en silencio al otro lado del cuarto, luciendo tan sereno y calmado, que el corredor quiso ir a gritarle y a molerlo a golpes, para exigirle una explicación del porqué rayos lo había besado si no era correcto.

—Jamas vuelvas a tocarme, Newt... ¿Me oyes? Yo no soy un fuco juguete para que te diviertas —. Continuó Thomas en un susurro, con desgana, y sin ánimos de seguir cruzando palabra con aquel garlopo, porque lo que menos deseaba en ese instante era que su mejor amigo le diera una explicación donde le dijese que todo había sido un mero impulso del momento, un arrebato, un simple experimento, algo sin importancia que jamás debió haber pasado, y que era mejor olvidar.

Y Newt esperaba al menos eso de Thomas, probablemente un golpe, agradecería ello de antemano, quizá podría acomodarle las pocas neuronas funcionales que tenía por aquel instante. Pero bien, la realidad era otra: había desperdiciado la única oportunidad con Tommy.

Dejó que sus ojos pardos pasearan en el semblante del chico frente a él, aquel pecho bajando, subiendo, y aquel rostro que la oscuridad le había ocultado de manera oportuna. Newt estaba sin palabras, en blanco, deseando poder mentir, decir que todo era una maldita broma, que aquello no había pasado, regresar el tiempo, revertir sus acciones y no herir a Thomas. Pero después de todo, Tommy tenía razón.

Newt no tenía derecho a sentirse mal, no cuando él mismo había sido el larcho estúpido que había cedido y había detonado toda esa maldita bola de plopus entre ellos. Dejó que sus pensamientos amargos se fueran disolviendo con el lento respirar que se forzaba por mantener, recogiendo las piernas y abrazando las mismas en un vago intento por darse calor de momento.

—De acuerdo, deberíamos dormir —murmuró el rubio con aquel tono normal, autoritario, el que utilizaba con todos los demás, y aunque más palabras que quisieron brotar de sus labios, se quedaron ahí, apretadas en su garganta, inconclusas, cortándole lentamente la respiración. Sabía que había sonado estúpido, pero ¿Qué más iba a decir? ¿Qué más podía fingir por aquel segundo? ¿Cómo podría sobrevivir una noche con el estúpido larcho que le robaba el sueño?

Se quedó quieto repasando la profundidad de sus pensamientos, dejando que su mente trabajara a tal velocidad, que casi estuvo a punto de descifrar lo que era ya demasiado obvio a ese punto. Pero no lo haría, no lo diría, no mortificaría más al corredor, no cuando tenía cosas más importantes por hacer. Soltó un amplio suspiro antes de volver a aventurarse a mirar en la dirección donde Thomas se encontraba: temblaba contra el frío piso. El rubio terminó por juntar ambas cejas antes de finalmente encontrar las palabras que pasaban el filtro momentáneo que se había auto-establecido:

—Vas a morirte de frío —de nuevo el tono calmado había brotado de sus labios, mientras hacía uso de todo su temple para mantener la calma y ponerse en pie. La distancia entre ambos le pareció casi un abismo, los pies le temblaron, la fuca renguera estuvo a punto de ganarle y aun así, Newt se las había apañado para llegar de nuevo a Thomas, ignorando sus acciones previas y por supuesto, mandando a la mierda la amenaza del menor.

Se dejó ir lento hacia el piso, acomodándose a lado del cuerpo del corredor que tiritaba contra el mismo, pegándose a él mientras pasaba una de sus manos sobre el desnudo abdomen del chico. Su cuerpo se pegó al del castaño al instante, dejando que la espalda desnuda de Thomas se adhiriera a su pecho aún cubierto, mientras que sus labios iban a parar directo a la nuca del corredor.

—Solo por hoy —murmuró el mayor como si pidiera permiso para volver a ser el Newt de hacía unos minutos, ese estúpido larcho que se había dejado llevar por el sentimiento que recelosamente había ocultado y que al final, simplemente se había apartado cuando ya la había cagado desde todas las perspectivas posibles. Frío y calor, infierno y cielo, agua y aceite, invierno y primavera: Newt comprendía completamente todas las diferencias entre ellos, pero también entendía perfectamente que lo que sentía por Thomas, comenzaba a cobrar una fuerza devastadora, haciéndole actuar de manera irracional, tan contradictoria, tan antinatural en él—.  Solo hoy —repitió de nuevo dejando un breve beso sobre la nuca del menor, mientras cerraba los ojos y rogaba que Thomas no le mandara a la mierda.

—Estás loco, maldito shank. Te lo juro —. Resopló el castaño totalmente frustrado pero en ningún momento hizo el esfuerzo por alejar al mayor, al contrario, Thomas inconscientemente había buscado acercarse más al cuerpo de Newt, quizá porque en serio estaba muriéndose de frío (Maldito Minho que no les había dejado ni una fuca sabanita) o quizá, solo era que disfrutaba de compartir calor corporal con aquel insensible larcho que estaba volviéndolo loco al jugar con sus sentimientos, su cordura y paciencia.

El corredor suspiró por milésima vez desde que había iniciado la noche, bajando la mirada, y no dudando en tomar la mano ajena que reposaba sobre su pecho; entrelazando los dedos, e incluso, tomándose el atrevimiento de darle un pequeño apretoncito, para confirmarle al rubio que todo estaba bien, que por esa noche estaba dispuesto a ceder, a dejar de lado las rencillas que habían tenido, para poder disfrutar de la compañía y de la pacífica atmósfera que al final, habían creado.

—Solo sera esta noche, Newt. Solo esta. ¿Bien? —murmuró Thomas segundos antes de cerrar los ojos y pegar su espalda más cerca del mayor, hasta estar completamente seguro de que no existía ningún centímetro, ni barrera de por medio que pudiera separarlos. Al menos por esa única noche, porque el corredor estaba seguro que el día de mañana todo iba a cambiar entre ellos, para bien o para mal. No lo sabía con exactitud, y sinceramente no quería ni pensarlo.

Estaba cansado.

Su cuerpo aún dolía como si hubiese enfrentado a una horda de penitentes, sus párpados se sentían cada vez más pesados, su respiración era desacompasada, y había un extraño calorcillo que se esparcía por cada centímetro de piel que era tocado por el rubio, pero pese a todo eso, Thomas se sentía extrañamente relajado y en paz. Por primera vez desde que despertó en la caja, se sentía completo. Newt lo hacia sentirse de ese modo, y ni siquiera se había dado cuenta de eso antes. ¿Podía ser más estúpido?. Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para no decir (O hacer) una estupidez, el castaño finalmente había cerrado los ojos, seguro de que aquel chico no iba a hacerle nada malo mientras dormía, y seguro también, de que este iba a estar ahí con él por la mañana cuando despertara y ambos tuviesen que volver a la realidad. Aquella realidad de plopus que les había tocado vivir, donde tenían que batallar para sobrevivir día con día.

Pero por esa noche. Solo por esa noche nada más importaba, excepto ellos.

No supo definir si habían sido los primeros rayos de la mañana o el incesante canto de los pequeños pájaros que se dejaban ver de vez en vez en el área, pero Newt habría terminado por despertarse demasiado temprano, más temprano en realidad de lo que tenía acostumbrado. ¿Y como no hacerlo? Toda la noche había dormido aferrado a Thomas, sustituyendo la falta de sábanas con el calor que se había creado perfectamente entre sus cuerpos.

Se removió lentamente y fue capaz de contemplar el rostro del corredor en completa paz, notando como su pecho subía y bajaba con tal lentitud, que Newt no pudo contener una sonrisa al contemplar tan serena imagen de momento.

El ambiente del lugar era húmedo, frío y pesado. El cuarto oscuro no estaba hecho para pasar una noche de ensueño, y el rubio había podido comprobarlo al sentir la incomodidad del piso contra el costado de su cuerpo, pero todo ello quedaba en segundo plano cuando sus ojos pardos regresaban a la durmiente figura entre sus brazos: Thomas, Thomas... Su Tommy. Pudo ser capaz de rememorar aquellas veces en el medio de la noche en las que el menor se había removido contra su cuerpo, producto seguramente, de los sueños que hacían espacio a los escasos recuerdos de los que solía hablarles... Muy de vez en cuando. Fueron esas veces en las que Newt había aferrado a Thomas contra su pecho, asegurándose de hacer notar su presencia, de dejarle en claro que al menos de momento, no se encontraba solo.

Si tan solo el mundo se limitara a ese cuarto.

Soltó un pequeño suspiro antes de notar como los rayos del sol comenzaban a pegar contra una esquina del cuarto, un par más se colaban y daban directamente hacia el pequeño espacio donde yacían acurrucados, haciéndole saber que el castigo finiquitaría en pocas horas, que aquello terminaría justo como había empezado; y que probablemente, Newt aún no estaba listo para enfrentar la realidad que les aguardaba fuera de esas cuatro paredes.

—Tommy... —. Murmuró por primera vez, haciendo el vago esfuerzo de despertar al corredor (Vamos que se miraba completamente bien durmiendo como un desajenado entre sus brazos), mientras sus labios iban a parar contra la nuca desnuda del menor, depositando apenas un par de besos sobre aquella piel en la que se asomaban ligeramente algunos lunares.

Otro enorme suspiro terminó por brotar de sus labios, producto por supuesto de los mil pensamientos que ya comenzaban a devorarle el cerebro: Había actuado como un completo idiota el día anterior, y conforme la noche había caído, había comenzado a ceder ante la idea que su interior albergaba aún sin su consentimiento. Eran solo Thomas y él en una pequeño cuarto encerrados durante toda la noche ¿Qué esperaba que sucediera? Un nuevo suspiro le hizo eco al primero mientras sus dedos aferraban lentamente a los dígitos del otro, esos que encajaban perfectamente contra su palma. Apretó los dientes, sintió que su mandíbula casi tronaba mientras sopesaba las respuestas que traería la mañana para ellos.

Pero Thomas aún no se movía. El menor estaba conteniendo un ahogado suspiro de pura satisfacción, mordiendo el interior de su mejilla y apretando los párpados con insistencia. Hacía un esfuerzo casi sobrehumano por permanecer quieto, para que el mayor no fuera a darse cuenta de que ya estaba despierto. Porque Thomas sabía bien que el agradable trato que estaba recibiendo su piel iba a detenerse cuando Newt finalmente notara que ya estaba más que consciente. Y él no quería que los besos cesaran, de ninguna fuca manera.

—Tommy... —un segundo susurro brotó de los labios de Newt mientras un beso más iba a parar en el hombro desnudo del corredor, para después, dejar que su aliento recorriera cada centímetro de piel desnuda que se asomaba frente a él, dejando que su boca hiciera escala en el objetivo final del camino—. Despierta —esta vez el susurro fue más tenue, más suave, mientras sus labios ligeramente húmedos se paseaban sin intención oculta cerca del oído de corredor.

Thomas se quedó sin aliento sabiendo de antemano que aquello era el final del pequeño teatro montado. Se removió con dificultad, y giró el cuerpo como pudo para poder quedar justo frente a frente con aquel bonito y serio rubio.

—Buenos días para ti también. ¿Por qué me despiertas tan temprano, shank? El sol todavía ni siquiera sale por completo —quiso sonar irritado, pero había una pequeña sonrisa bailando en sus labios que simplemente no podía ocultar por más que lo intentaba. ¿Pero eso era normal, no? Después de todo, había pasado una noche relativamente agradable, donde las pesadillas (Y recuerdos) no habían logrado perturbarlo demasiado. Solo había soñado consigo mismo de niño, corriendo por los pasillos tomado de la mano de otro chico. Pero eso era todo. Al despertar nunca recordaba más, ni nombres, ni rostros. Nada. Absolutamente nada.

Su sonrisa flaqueó un poco y fue sustituida por una mueca de confusión y desasosiego, la misma expresión que solía poner cada vez que se quemaba las neuronas tratando de recordar su pasado, porque era obvio que estaba olvidando algo importante, algo que quizá podría ayudarle a entender porque rayos sentía la presencia de Newt tan malditamente familiar, y tan confortable. Como si ya antes se hubieran conocido: antes del laberinto, antes de que su vida fuera una constante lucha para sobrevivir y para mantenerse en una condenada pieza día con día.

—Shuck. Me duele todo por tu culpa. Y ahora ni siquiera me dejas dormir un poco más —. Gruñó el menor mientras arrastraba ambas manos por todo el largo de la espalda del rubio, de arriba hacia abajo, palpando cada músculo enjuto, presionando los costados, y a veces, incluso atreviéndose a colar las yemas de los dedos por debajo de la empolvada camisa que ostentaba el rubio y que no le permitía poder admirar aquella pálida piel.

¿Que plopus andaba pensando?

Con los nervios y la ansiedad devorándole por dentro, Thomas apenas y había podido separarse unos cuantos centímetros de Newt. Pero en lugar de largarse de ahí y acatar las órdenes que le daba su subconsciente, había hecho todo lo contrario; subiendo las manos para acunar las mejillas ajenas, acariciando los pómulos con delicadeza y de nuevo, juntando sus labios con los de Newt, en un beso torpe y explorativo que solo demostraba toda su inexperiencia. Pero eso era lo que menos le preocupaba en ese bendito momento. En menos de un minuto ya había empujado el cuerpo del mayor de espaldas sobre el helado suelo, y no había demorado ni medio segundo en montársele encima, con las rodillas a cada lado de las caderas, con las manos aprisionándole las muñecas para impedir que se moviera, y con los labios prácticamente devorando hasta el último rincón de aquella exquisita boca húmeda con sabor a dulce de chocolate, café y saliva deliciosamente tibia.

Newt apenas y había tenido tiempo de reaccionar antes de que aquel par de deliciosos labios se dedicaran a devorar los propios. No pudo protestar, y no era como si hubiese deseado hacerlo, no cuando finalmente tenía un asomo de verdad brotando de las acciones de Thomas. Además, estaba prácticamente inmovilizado contra el frío suelo del lugar, y aunque probablemente hubiese bastado un buen movimiento para tumbar al corredor de encima suyo, se había abstenido de hacerlo.

Enardecido por el remolino de besos y roces que el cuerpo encima suyo le estaba obsequiando, Newt se había desconectado de la realidad, encerrándose de nuevo en su burbuja e ignorando lo que sucedía fuera de su mundo, fuera de los labios de Thomas, fuera de la asfixiante sensación que producía el corredor en él, de ese latir desbocado en su pecho, de ese cosquilleo en el estómago, de todos los efectos que le Tormenta Tommy provocaba en él. Y había estado sumido en esa fantasía al menos hasta que el tintineo de las llaves contra el piso le hizo abrir los ojos, clavando entonces su mirada horrorizada en el larcho que había hecho acto de presencia en el lugar.

—Guau... Solo... Guau... —Minho estaba de pie observando y preguntándose porqué chingados no se le había ocurrido tocar la puerta primero, probablemente se hubiera ahorrado un trauma y todo eso que estaba presenciando.

Durante un minuto Newt olvidó como moverse o como hablar, siendo capaz solamente de observar cada gesto que se dibujó en las facciones del Encargado de los corredores por aquel momento.

—Shuck, malditos larchos, debieron poner un fuco letrero de no molestar... —. Dicho eso (Entre risas) el corredor había tomado las llaves del suelo y se había escabullido fuera del cuarto, lejos de aquellos adolescentes que ahora parecían estar muriéndose de la mortificación y vergüenza por haber sido pillados en pleno rollo. Pero no era su culpa. Minho nunca esperó que pasaran de querer destriparse a querer follarse mutuamente. El Encargado solo sonrió: medio incrédulo, azorado y divertido. Pero eso más que nada. Divertido.

Fue hasta después de todo ello, que las extremidades del rubio finalmente reaccionaron, apartando a Thomas de encima suyo con un rápido movimiento (aunque sin afán de lastimarlo), para poco después, terminar por ponerse de pie. Sintió el calor subirle al rostro y no demoró más de un instante en salir del lugar, sin mirar a Thomas, sin decir nada; no cuando parecía una pequeña hoja temblorosa que estaba a punto de caerse de la copa de un árbol.
Pero aun así, fue capaz de seguir al asiático, y con todo el cuerpo aun temblando del puro nerviosismo de lo que había acontecido hacía unos segundos, había logrado acercarse al menos a un par de pasos de este.

—No te permitiré ni un solo comentario de eso, ¿Entendido? O te lanzaré por el hueco de la caja —. No dijo más, siquiera observó la reacción de Minho ante ello. Newt era una pequeña bomba nuclear a punto de estallar, con una mezcla de vergüenza, mal humor, nerviosismo e impotencia.

Y justo como había abordado al encargado de los corredores, se había marchado de la vista de este, terminando por perderse en alguna de las habitaciones de la Finca, lejos de la mirada de todos.

Continuará.

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