Capítulo 14

Existían dos cosas que actualmente no podía soportar en el área: el inminente hecho de que solo tenían seis palabras con un laberinto sin salida y la mirada que la larcha le echaba encima cada que se cruzaba en su camino.

Eso se podía traducir en la inquietud de sus ojos pardos que se paseaban de un lado a otro casi de manera insistente mientras escuchaba las palabras de la chica. Todo se reducía a lo mismo, la garlopa junta solo hablaba de nuevo de las seis palabras, de Minho en el laberinto sin nada nuevo, y probablemente en algún punto, a las pequeñas revueltas que habían acontecido horas atrás y que habían tenido como resultado a un Thomas completamente inmovilizado y refundido en el cuarto oscuro.

Alby parecía ausente y aunque la chica había solicitado de manera expresa que liberaran al corredor del inútil castigo, el líder había insistido que debía completar las veinticuatro horas para continuar adelante. Minho solo había mirado de mala manera al moreno para finalmente enfocar sus achinados ojos en la figura del rubio, quien pese a estar presente físicamente por aquel segundo, parecía no prestar ni una pizca de atención al tema sobre la mesa.

¿Y cómo iba a hacer tal cosa? Su mente aún continuaba divagando en lo que había sucedido apenas unas horas atrás, cuando había mandado su orgullo a la plopus y prácticamente, había cometido una estupidez en lo referente a su relación con Thomas. Sabía que a ese punto, lo mejor era evitar al larcho a toda costa, cosa que probablemente su orgullo le iba a facilitar.
Debía comenzar a cuestionarse cada una de sus acciones, debía parar con el sentimiento que el menor provocaba en él, debía colocar un freno en la picada por la que iba cayendo desde que había sido espectador de lo sucedido en el sótano. Pero algo en él se negaba a mirar con detalle la situación, existía un pequeño impulso en su interior que le provocaba ir hacia adelante, justo en la dirección que se había prometido no retomar nunca más. Él mismo había deseado alejar a Thomas de su camino, dejarlo completamente fuera de su sistema para poder retomar la garlopa tarea que se suponía, tenía en el área. Y luego, luego estaba el beso. Luego estaba esa sensación que la simple escena había desencadenado en su sistema, el enorme vacío que aún se anidaba en su pecho y amenazaba con hacerle perder la cordura en cualquier segundo. ¿Qué se suponía que estaba haciendo cuando se coló de aquella manera en el cuarto oscuro? ¿Por qué garlopo motivo se las había dado de fingir aquella estúpidez para pasar un rato con Tommy?

Apretó los puños que descansaban sobre la mesa al tiempo que cerraba los ojos y se dejaba ir unos segundos más en los tortuosos pensamientos que aún inundaban su mente. Plopus, plopus y más plopus. Por un segundo deseó dejar de ser tan garlopo y dedicarse a lo que realmente era importante.

—¿Estás escuchándome, Newt? —fueron las palabras de Alby las que finalmente lograron cortar la línea de su pensamiento, haciéndole abrir los parpados y clavar sus ojos pardos embargados en confusión en la figura del moreno que le observaba inquisidor.

—Evidentemente, nuestro segundo al mando está más dormido que despierto, shank —la voz de Minho se había hecho escuchar en el segundo adecuado, logrando que una escasa mirada de alivio se dibujara en las facciones del rubio. Si el Encargado de los corredores tenía una mínima idea de lo que estaba pasando Newt por aquel segundo, solo se limitaba a salvarlo en las situaciones donde creía conveniente. Probablemente el rubio debía considerar el hacerle un fuco homenaje por ello.

—Todos estamos cansados, garlopo inútil —continuó hablando el moreno al tiempo que clavaba su mirada en el rubio encargado—. Pero evidentemente tenemos que dar hasta el último gramo de energía en esto. Los penitentes no demoraran en llegar, tenemos que estar listos para eso —cruzándose de brazos, el líder finalmente había dejado ir un suspiro fuera de sus labios al tiempo que la mirada de Newt mantenía la confusión inicial.

—He estado coordinando a los constructores y a las barricadas todas las noches, shank —no era un reclamo, era una simple aclaración que había arrancado un nuevo suspiro de los labios del encargado.

—Estoy diciendo que necesitamos todas las armas y manos disponibles para hoy. Newt, saca al novato del Cuarto y nos vemos en la finca al anochecer, si es que aún se puede llamar de esa manera.

Probablemente habían sido aquellas palabras las que finalmente habían logrado colocar media sonrisa en los labios de la chica, quien pese a la situación, se había mantenido en total silencio mientras les escrutaba a todos desde su posición. Contrario a ello, la expresión que las palabras de Alby habían colocado en las facciones de Newt, era total asombro y quizá, con una pizca de nerviosismo y preocupación asomando en sus ojos. ¿Qué no él mismo le había negado la petición a Teresa apenas unos segundos atrás? O Alby estaba enloqueciendo, o quería joder a la shank.

—Shank, Minho puede ocuparse de esa fuca tarea. Yo ten...

—Newt, el cabrón de Minho tiene otra fuca obligación. No vamos a perder tiempo en volver a repartir las tareas cuando tuviste la oportunidad de opinar, y te limitaste a pensar en la primera garlopada que se atravesó en tu cabeza.

Durante un largo minuto, el rubio de verdad deseó haber puesto atención en las cartas que se habían colocado sobre la mesa momentos atrás. Probablemente la risa que Minho se guardaba entre dientes, era producto de la cara que seguramente tenía pintada por aquel momento.

—Vamos shank, ¿Qué acaso no es el mejor lugar para estar unos minutos antes de la batalla? —no, definitivamente las palabras del asiático no le venían en gracia en aquel segundo, no cuando la mirada de Teresa se mantenía sobre ellos y les cuestionaba en silencio a qué garlopada se referían en ese instante.

—Vete al ...

—¡Me voy! —si las miradas mataran, probablemente el encargado de los corredores ya estaría fulminado en el piso. Claro, con la enorme sonrisa que se portaba en los labios por aquel segundo, era casi de esperarse que la larcha les mirara tal cual lo hacía en aquel instante ¿Acaso no podía ser un poco más discreto? Estaba seguro que se las iba a cobrar muy caro la próxima vez que lo viera.

—Yo puedo hacerlo si la tarea te causa conflicto —justo cuando las cosas no podían ponerse peor por aquel instante, había sido la voz de Teresa la que había llegado a tensionar aún más cada uno de los músculos de su cuerpo. Era como si la chica solo estuviese atenta a él, a cada fuco movimiento que diera en falso y que tuviese el nombre del corredor impreso de manera intrínseca.

—Me queda claro que Alby no confía ni en ti ni en el novato, ¿Te crees que voy a arriesgar mi cabeza por una garlopada como esa? No sueñes, shank —rodando los ojos, el rubio finalmente había terminado por darse la media vuelta lo bastante resignado a tener que enfrentar a Thomas una vez más por aquel día.

—Me queda claro que tú no quieres ver a Tom, y estoy imaginando un par de motivos por los que no lo haces. Y está bien, estás entendiendo cuál es el papel de Tom en todo esto. ¿Por qué no simplemente dejas todo eso de lado, Newt? —¿Por qué tanta familiaridad de repente? El rubio apenas y había tenido tiempo de girar sobre sus talones para poder encarar a la chica que le miraba expectante justo al otro lado de la mesa aún llena de mapas.

—¿Un par de motivos? No sueñes, shank, en serio. Ambos se están dando la fuca importancia en esto que guau, en serio, deberían darles un premio a la humildad —rodando los ojos, el rubio había dado por terminada la plática, pero aún incluso a ese punto, la chica solo había sonreído muy leve, recapturando la atención del encargado casi de manera inmediata.

—No planeo meterme más en el asunto que se traían antes de que yo llegara, Newt, pero es claro que las cosas están cambiando. Confundir la cabeza de Tom de esa manera no es ni siquiera una opción —. Teresa hizo una pausa al tiempo que arrugaba sus pequeñas cejas y bajaba la mirada por unos instantes, como si lo que estuviese a punto de decir no pudiera hacerlo con la seguridad que siempre solía reflejar en sus palabras —. Las cosas quedaron claras desde ayer, ¿No es así?

—¿Estás diciéndome que me haga a un lado de tu fuco teatrito para causarme celos? ¿En serio? —con notoria ironía en sus palabras, los ojos del rubio nuevamente habían ido a parar justo en la dirección donde se hallaba Teresa.

—No, es ahí donde te equivocas. No es un teatro y lo sabes. Él me recuerda y yo a él. Tenemos un pasado en común, estamos aquí por un objetivo aunque aún no descubrimos cuál es —otra pausa antes de aquel par de ojos azules finalmente se conectaran a los de Newt, logrando que la tensión entre ambos creciera a una magnitud inimaginable—. Es una ecuación donde no figuras tú.

La chica no necesitó añadir algo más, no cuando la expresión de seguridad que desbordaba cada centímetro del rostro de Newt se había deshecho totalmente, dando lugar a una mueca que ni él mismo podía describir. No era enojo, no era decepción, quizá había un asomo de indiferencia en conjunto con confusión. Si por alguna vez las palabras de alguien debían entrarle en la fuca cabeza, probablemente esa era la maldita ocasión.

No quiso responder, la media sonrisa que hizo escala en sus facciones había sido suficiente para marcar el fin de la conversación. Esta vez el rubio no había hecho caso a la expresión que se pintó en la cara de Teresa, esta vez simplemente se había dado la media vuelta totalmente dispuesto a marcharse del lugar sin dar pie a una sola palabra más entre ellos. En algún punto de su cerebro comenzaba a pensar que la misión de Teresa era esa: separarlo de Thomas; luego repasaba la garlopa idea en su cabeza y tenía ganas de echarse a reír nada más de imaginarse la situación.

Entre él y Tommy no existía absolutamente nada. Quedaba claro que esos dos se traían algo antes de entrar al laberinto, ¿A él por qué tendría que importarle una cosa como aquella? Esos shanks podían hacer lo que les viniera en fuca gana mientras él no tuviese que verlos. Si, exacto, se podían ir juntos a la plopus mientras lo hicieran lejos de él.

Soltando un suspiro totalmente exasperado, el rubio encargado finalmente había dejado que sus pasos le guiaran hasta el fuco lugar donde menos quería estar por aquel momento. No tenía ni la más mínima idea de cómo iba a enfrentar al corredor después de ... Eso. Probablemente era el mejor momento para ser él en todo el estricto sentido de la oración.

Dejó que su diestra volviese a buscar la llave que guardaba entre sus prendas, dejando que sus dedos se enredaran en el pequeño hilo que utilizaba para no perderlas. Sus pasos se hicieron más cortos aún contra su voluntad, probablemente aquello era simple consecuencia de los verdaderos deseos de su subconsciente, probablemente comenzaba a plantearse que joder a Minho para que cambiaran de tareas podía ser un poquito menos problemático.

Apretó los labios en una fina línea y dejó que sus ojos se perdieran durante dos segundos en la construcción que ahora yacía no muy lejos de donde estaba. La luz que apenas clareaba toda el área desde que el sol se había esfumado, llegaba tenuemente al lugar que de verdad, parecía estar en penumbras por aquel momento. Quizá si habían elegido perfectamente bien el sitio para construir una pequeña prisión como aquella.

Se odió durante un minuto al dejar que su cerebro divagara al tiempo que sus pasos finalmente terminaban por detenerse en la desgastada puerta del lugar. No se atrevió a mirar hacia adentro, no cuando sus dedos cosquilleaban y claramente era capaz de sentir la ansiedad escalando por todo su cuerpo. Cerró los ojos y finalmente se dispuso a sacar la pequeña llave de sus prendas, dejando que el sonido de las mismas alertara al único inquilino del lugar.

Lo que menos esperaba Thomas por aquel instante era por supuesto, que Newt volviese casi de manera voluntaria a él. Quizá estaba alucinando, quizá ya se había quedado dormido o quizá, los penitentes ya habían llegado esa noche y habían decidido asaltar el Cuarto Oscuro para llevárselo con ellos. Todas esas opciones eran lo suficientemente factibles a ese punto.

—Vamos, shank, tu castigo terminó —la voz de Newt había sonado jovial, incluso casi podía jurar que risueña. Era él, hablando normal, como si lo que había acontecido apenas un par de horas atrás entre ellos no hubiese sucedido nunca.

Fueron las manos del rubio sobre su cuerpo las que le hicieron reaccionar de inmediato, logrando que un breve escalofrío le recorriera de pies a cabeza y le hiciera soltar un jadeo ahogado contra la tela que aún tenía sobre los labios. Una respuesta condicionada que la memoria muscular aún le jugaba en contra. Quizá aquella había sido la razón por la que el Encargado se había quedado quieto por unos segundos poco antes de continuar con más precaución con su tarea, asegurándose de establecer una distancia segura entre ambos al tiempo que deshacía con rapidez los firmes amarres que se cernían sobre su cuerpo.

Apenas sus manos fueron liberadas totalmente, Thomas no demoró absolutamente nada en deshacerse de la terrible incomodidad de la tela que se amoldaba sobre su boca y que aún a ese punto, le impedía decir cualquier cosa. Lo siguiente solo había sido un silencio entre ambos, mismo que solo se cortó por el sonido de las cuerdas deslizándose fuera del resto de su cuerpo al tiempo que eran haladas por Newt.

Aun cuando los ojos color miel de Thomas hubieron buscado aquella mirada que ya comenzaba a ser objeto de su adoración, no fue capaz de obtener el resultado deseado con ello. El rubio había sido precavido, se había mantenido con la mirada baja y completamente enfocado en su tarea, como si de antemano le estuviese negando la muda petición que Thomas tenía por aquel instante.

—Newt... —después de horas sin poder decir una sola palabra, la voz que por aquel segundo había brotado de sus labios le parecía incluso irreal, pero fuera de atender a ese mínimo detalle sin mucha importancia, lo que realmente había terminado por descolocar al castaño, terminó por ser el silencio que recibió de parte del mayor por aquel instante—. Newt tenemos...

—Volveremos a la finca, shank. Los penitentes no demoraran en llegar y no querrás ser a quien tomen esta noche —con los ojos pardos completamente enfocados en terminar de enrollar las cuerdas al tiempo que se ponía de pie, el rubio había ignorado olímpicamente las palabras de Thomas por aquel instante.

—Tenemos que hablar, y lo sabes —por primera vez en toda su fuca vida, el menor había terminado por juntar el valor que a ese punto creía perdido; al tiempo que finalmente era capaz de clavar su amielada mirada en el par de ojos pardos que aún a ese punto, continuaban robándole el aliento.

—¿De tu descabellado plan en el foso? No me jodas, shank. Te he dicho que no tiene sentido —soltando un suspiro, el rubio había ignorado de manera olímpica el verdadero rumbo de la situación, después de todo, quería dejar en claro que no iba a tocar ese asunto, al menos no de momento.

—¡Shuck! ¿Quieres dejar de ignorar el tema por un instante? —con los ojos inyectados en determinación, el castaño finalmente había terminado por alzar la diestra, dejando que la misma fuera a parar en uno de los brazos del rubio, capturando la atención del mismo en menos de un instante.

—Tommy, voy a partirte la garlopa cara a como no me sueltes...

—¡Dejar de ser un fuco inmaduro, Newt! —con un tono de voz que no creía poseer, el castaño finalmente había sido capaz de arrancar un rostro de confusión total por parte del rubio, quien en menos de un segundo, ya se hallaba mirándole con cara de pocos amigos.

—¿De qué fuca mamada quieres hablar, Tommy? —el castaño quería golpearse la cara contra una de las paredes. Newt continuaba ignorando el tema como si la vida se le fuese en ello, y él, finalmente estaba a punto de quedarse sin paciencia.

—¡¿Quieres dejar de ignorar el tema por un maldito instante?! —con la adrenalina recorriendo cada centímetro de su cuerpo, el castaño finalmente había sido capaz de llevar ambas manos hacia los hombros del mayor, terminando por estrellar la bonita espalda del encargado contra una de las desgastadas paredes del lugar—. ¡Sabes exactamente de que fuca cosa estoy hablando! —con la voz pendiendo de un hilo, el castaño finalmente se había permitido aproximar su rostro al del mayor, dejando que apenas unos escasos centímetros de distancia se establecieran de manera discreta entre ambos.

—Fue un fuco error, Tommy. Tómalo como eso. Hazlo con larcha y tengan hijos cuando salgamos del laberinto, hazme ese miertero favor —no había emoción alguna en las palabras de Newt, por el contrario, lo único que Thomas había podido percibir era el desgane y la indiferencia, algo que el rubio solo estaba dejando ir como una última barrera para evitar la situación.

—No fue a ella quien imaginé —seis palabras. Habían bastado seis palabras brotando de la boca de Thomas para lograr que el rubio se descolocara en menos de un instante.

En algún punto, el Encargado había querido responder aquello, tirarle toda la plopus que aún guardaba enterrada desde el segundo que había sido capaz de grabarse el fuco momento en el sótano. Pero las palabras no salieron de su boca, el único sonido capaz de lograr fugarse de sus labios, había sido un simple jadeo, una reacción condicionada que su cuerpo había evidenciado como consecuencia de la escasa distancia que de momento, existía entre los dos.

—Deja de joderme, Tommy. ¿Por qué no mejor vas a besar a tu fuca novia y a mí me dejas en paz? —de nuevo el filtro de su cerebro había sido inútil, haciéndole quedar como un estúpido al retomar el tema que se suponía, ya debía haber dejado de lado aún a ese punto.

—¿Es eso? ¿Es por el beso? ¿Newt todo esto es por eso? —era estúpido incluso preguntarlo. El rubio casi quería reírse en el rostro del castaño y dejarle en claro que tanta mamada junta, no era más que un dolor en el fuco trasero.

—Tienes dos segundos para soltarme, Tommy —con la mirada clavada en aquel bonito par de ojos color miel, el rubio había dejado ir toda la indiferencia que había podido inyectar en sus palabras, deseando que todo aquello fuese suficiente para el menor dejara todo ese de lado, pero no fue así; no cuando los labios del menor habían terminado por posarse justo encima de los suyos, demandando un beso de que inocente, no llevaba absolutamente nada.

Fue durante los primeros segundos en los que el rubio se había revuelto contra el agarre de Thomas, mismo que en algún punto había pasado de sostener sus hombros, a cogerle de las muñecas y elevar sus manos, con la única intención de mantenerlo justo así, contra la pared. No hubo más tras aquello. Su razón terminó por abandonarle en menos de un segundo y el deseo volvió a hacer una escala en sus pensamientos, permitiendo que volviese a hundirse en el dulce manantial que representaban los labios del castaño.

Las cosas así eran cuando se trataba de Thomas: en un segundo podía estar deseando partirle la cara, y al otro, podía dejar caer toda esa mascara de indiferencia para entregarse a la dulce tentación que representaba. No había inicio, no existía fin, todo era una maraña de pensamientos y sensaciones que le hacían perder la cabeza en más de un sentido, permitiendo que todo su cuerpo vibrara añorando la sensación que le embargaba cada que se encontraban remotamente cerca.

Cuando los labios de Thomas finalmente abandonaron el dulce calor que ya había inundado los propios, no fue capaz siquiera de moverse, no cuando el cosquilleo aún seguía haciendo acto de presencia en su cuerpo dejándole sumido bajo los efectos de su droga personal.

—No digas nada, Newtie, ni una sola palabra —en algún punto de su mente, aquellas palabras le sonaron conocidas, pero su cerebro se estaba derritiendo a tal punto, que le era imposible rememorar el momento exacto en que aquello se había estructurado como un deja vú.

De igual manera, Thomas no dejó que una sola palabra más aconteciera entre ambos, no cuando de nueva cuenta sus labios habían ido a parar sobre los del Encargado, permitiendo que una vez más la burbuja fuera capaz de envolverlos y dejarlos fuera de la maldita situación en la que se hallaba el laberinto por aquel instante.

Besos cortos, besos largos. Newt apenas y se permitía retomar el aliento cuando el menor se alejaba de él, impidiéndole moverse de aquella posición  aun cuando sus manos terminaban por moverse sobre él, terminando por anclarse en sus caderas en un segundo que siquiera había podido procesar. No importaba, no cuando sus cuerpos ya habían comenzado a rozarse con un sutil movimiento de sus pelvis que dejaba en claro, que Thomas no se estaba imaginando a nadie más por aquel instante.

Fue el suave jadeo que terminó por brotar de los labios de Newt el que había terminado por desatar el fuego entre ambos. Los labios de Thomas no demoraron ni un solo instante en desaparecer el beso establecido, permitiéndose dibujar una fina línea de finos contactos a lo largo de la mandíbula del rubio, mismos que fueron descendiendo de manera lenta hasta lograr instalarse en la manzana de Adán del mismo.

Bastaba con echar una mirada a los ojos cerrados del rubio en conjunto a los labios entreabiertos del mismo, para despejar cualquier duda que pudiese instalarse en su mente por aquel instante. El rubio lo estaba disfrutando tanto como él.

Un nuevo jadeo y el mayor ya se hallaba temblando suavemente entre los brazos de un inexperto castaño, que se dedicaba a mordisquear y succionar con suma suavidad la piel sensible de su cuello. Estaba a punto de perderse, de dejarse ir una vez más dentro de la estúpida esperanza que en algún rincón de su cerebro, aún podía albergar. Probablemente habría terminado por seguir aquella línea de pensamientos de no ser por el escaso sonido del metal que llegó a sus oídos por aquel instante, logrando que el mayor abriera los ojos e instalara su mirada en la dirección que se hallaba un pequeño escarabajo, con su maldito punto rojo justo en la dirección que ellos se encontraban. Bastó aquello para lograr que la magia se rompiera al tiempo que la realidad volvía a pegarle en menos de un instante.

Duda, confusión, enojo, impotencia. Con una mezcla de sentimientos arremolinándose en sus pensamientos, Newt apenas había sido capaz de reaccionar, terminando por llevar ambas manos hacia el pecho del corredor para lograr empujarlo y apartarlo de sí mismo de un simple movimiento.

—¡Shuck! —la estúpida palabra de Minho brotó con exasperación de sus labios, al tiempo que su ser entero temblaba ante la contrariedad en su sistema. Teresa, Thomas, el laberinto, plopus y más plopus—. Esta mamada tiene que parar, Thomas. Esto... —apretó la mandíbula con fuerza, obligándose a tomar fuerza de voluntad en donde solo existía un enorme anhelo hacia Thomas.

Quiso continuar, pero los pensamientos se detuvieron en el segundo exacto que fue capaz de razonar lo que estaba haciendo por aquel momento.
Sus ojos pardos fueron a parar directo a la figura que había trastabillado unos pasos, producto del empujón que el mismo había propinado apenas unos segundos atrás. El rostro de Thomas era irreconocible por aquel segundo, una mezcla de enojo y decepción se dejaba ver apenas por aquel precioso par de color miel, mismos que no hacían más que taladrarle el alma en completo silencio.

—¿Porqué debemos parar, Newt? Dime por qué —con la desesperación brotando en el medio de cada una de sus palabras, Thomas finalmente se había atrevido a abrir la boca, al tiempo que caminaba de nueva cuenta hasta donde se hallaba el mayor por aquel instante. Esta vez no existieron besos o dulces palabras, esta vez solo fueron las manos del menor las que fueron a parar en las prendas del rubio, aferrándose con fuerza a las mismas poco antes de impactar la espalda del rubio una vez más contra la miertera pared—. ¡Solo dame una maldita razón por la que no podemos hacerlo! —confusión, recelo. Toda la plopus que Thomas guardaba finalmente se derramaba y ni siquiera podía hacer nada por evitarlo.

La mirada del rubio viajó de un lado a otro rápidamente. Durante aquel breve momento no fue capaz de siquiera procesar lo que estaba sucediendo, pero la adrenalina corriendo por sus venas era la explicación lógica a la actitud de mierda que se cargaba por aquel instante. Quizá no había ayudado el hecho de que Thomas había explotado de aquella manera, pero su cuerpo no pudo reaccionar, o al menos no hasta que sintió el escozor en su espalda, cuando esta terminó de adorno en la pared más cercana.

Sus ojos pardos fueron a parar de manera directa en el bonito par color miel que ostentaba el menor, escrutando en silencio cada sentimiento que se desbordaba de los mismos.
¿Una razón? Thomas pedía una razón, y en la cabeza de Newt existían varias por aquel momento.
No supo exactamente el motivo, pero habría terminado por cerrar los ojos dos segundos y aguantarse la estúpida risa que la situación le causaba.

—¿Una razón, Tommy? —murmuró apenas tuvo la oportunidad de hablar, terminando por llevar sus manos hacia las muñecas del chico con el único objetivo de aflojar el agarre del mismo—. ¿Te das cuenta donde estamos, shank? ¿Acaso eres capaz de procesarlo? —arrugando el entrecejo, el rubio finalmente se había atrevido a mirar una vez más a Thomas.

—¿Te das cuenta que los demás están muriendo y tú me pides que te dé una razón para no continuar con esta mamada? —los dedos del rubio habrían terminado por hundirse en la piel de las muñecas del menor, mera consecuencia del arrebato que de momento hacia escala en los pensamientos del encargado—. ¿Acaso quieres que andemos tomados de las manos? ¿Que nos besemos en cualquier maldito rincón del área mientras los demás continúan muriendo? ¿Es eso, shank? ¿Te das cuenta de lo estúpido que suena?—las palabras brotaban sin filtro, a tropezones, con un tono de voz que se cortaba cada vez que la duda hacia una escala breve en las facciones del rubio.

—Todo es tu fuca culpa, Tommy. Debiste alejarte cuando te lo pedí —apretando durante un segundo la mandíbula y producto del impulso del momento, el rubio finalmente se había atrevido a apartar el agarre que el menor establecía sobre su cuerpo, sin darle siquiera tiempo de responder a la montaña de plopus que continuaba brotando de sus labios—. No soy un maldito marica ¿Entiendes? —esta vez su el índice de su diestra había ido a parar directamente hacia el pecho del corredor mientras aquel par de ojos pardos continuaban lanzando golpes invisibles hacia la persona que se suponía, era la más importante en su vida.

—Y pensaba que en algún punto de tu garlopa cabeza te había entrado la idea. Pensé que tu teatrito con la larcha tenía más de fondo que ocultar tus malditas mariconadas, Thomas, pero ya veo que no fue así —. La cruel mentira finalmente brotó de sus labios, y para cuando Newt había reparado en ello, la mirada del castaño le indicaba que ya era demasiado tarde.

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