CAPITULO 22
CAEL
Mi cara estaba desencajada, frente al ascensor abierto.
- ¿Disculpe? - Solo atiné a decir por más que, había entendido perfecto sus cortas, serias y simples palabras.
Rebobinemos.
No es que, le hablaba al ascensor.
Sino.
A la persona por ética y como se debía, acompañé a la salida, que estaba dentro y en compañía de su mano derecha.
Y aunque me elevó una ceja ante mi pregunta muy estúpida, gesto divertido se dibujó en su rostro.
- Que espero con ansias mi invitación para la fiesta anual próxima, este 8 de marzo. - Me dice Herónimo Mon.
Y con ello y aún, mi cara de asombro.
Reaccioné rápido afirmando feliz, por anticiparme su presencia mientras las puertas de este se cerraban sin más.
Y volteo luego, mirando todo.
A parte del corredor en que me encuentro, como las grandes puertas de vidrio a medio abrir que me muestran a los chicos trabajando en el piso.
Y guau.
No tengo idea que mierda pasó dentro de la oficina, donde Beto y en compañía de Fresita, le hizo el reportaje al empresario.
Pero me confirmaban dos cosas.
Que fue un éxito y que, no solo este hombre se había sentido a gusto.
Sino, también.
Que Elvis había logrado sin saberlo, su presencia en nuestra fiesta aniversario.
Lo que nadie y registrado por motus propio, alguna vez.
Intento localizarlo entre el staff, pero no lo veo.
¿Está todavía dentro de la oficina?
¿Y con Demian?
Me impulso para ir por ambos, pero el ascensor abriéndose nuevamente y con la llegada de Ángela, me detiene.
Y el rostro de mi madre me dice que no está para nada contenta.
Su mirada con matiz furiosa y por más que lo intenta disimular caminando hacia mí, sobre una fina línea que perfilan sus labios en un delicado rojo, me dicen que sí.
- ¿Qué diablos es esto, Cael? - Sacude un manojo de hojas de una carpeta en su mano, provocando que los chicos en el piso volteen a nosotros por su elevada y enojada voz.
No entiendo y solo me limito a tomar el folio.
Es la propuesta con su arte final de la publicidad de la marca cafetera.
Y sonrío pese a su furia, mirando en detalle una de ellas.
La fotografía ya elegida, para que su salida en público y venta publicitaria tanto en las calles como revista de la cafetería con las amigas de Beto.
- Las agencias de las modelos me llamaron exigiendo las indemnizaciones correspondiente por no cumplir las cláusulas por una prórroga ante un imprevisto... - Chilla. - ...y haces esto? - Señala a las cinco modelos reemplazantes de la gráfica. - ¿Soy la presidenta de la editorial y no estaba avisada? ¡Cael, que demonios fue todo esto! ¡No era lo que se negoció y pidieron los clientes! - Su mirada recorre a todo mi equipo furiosa, tomando la imagen de mis manos y lo muestra. - Esto, es porquería...no es Féminan! No tiene clase, no tiene la categoría de nuestros años perfilándonos como el mejor magazine para la mujer por décadas...esto es corriente y nada de nuestra idiosincrasia...
- Los clientes lo aceptaron muy conformes... - Digo.
- ...porque se los diste como última opción! - Me interrumpe.
- Yo lo aprobé, Ángela. - Mi enojo me consume, enfrentándola e importándome nada a que todos sean testigos de esto, siendo mi madre y jefa.
- Tú, no eres así... - Sus ojos vuelven lleno de ira a la fotografía publicitaria. - ...la desesperación te ganó por el imprevisto... - Vuelve a mirar a todos en el piso. - ...va a dar pérdidas, muchas pérdidas. - Niega. - Hay que detenerlo antes que salga a la calle... - Y revolea la imagen publicitaria desaprobatoriamente, cayendo metros delante nuestro, contra el piso y cerca de los chicos de pie mirando como escuchando.
- Ya aprobé su salida para gráficas, anticipando el de la revista... - Suelto decidido.
- Ángela, la imprenta ya confirmó su circulación y puesta, en los puntos públicos... - Megan algo tímida, se nos acerca abrazando más y entre sí, su siempre agenda laboral.
Y le sonrío para darle mi apoyo y por ser siempre, una secretaria eficiente.
Seguido después a unos pies.
Mierda.
Que se adelantan despacio hasta llegar a la fotografía en el suelo, para luego inclinado algo, tomar con una mano la hoja y limpiar algo como alizar sus bordes.
- ...fue mi idea... - Solo dice. - ...lo siento...
- Beto, no... - Le pido que no siga.
Sin hacerme caso, adelanta más pasos a mi madre.
Su postura y mirada gacha como llena de culpabilidad, llega a lugares muy profundo dentro de mí.
Haciéndolo más niño y rompiéndome en dos.
- No supuse, esa prorroga...yo actué sin pensar, pero intentando que...
Y me interpongo, sin dejarlo que continúe.
Siendo para mi sorpresa, no el único.
Fresita también a mi lado lo hace apareciendo.
- Angie soy también culpable, porque ayudé. - Se señala con su abanico cerrado y mi madre, lo mira silenciosa y muy descontenta.
Porque lo adora y de los pocos que la hacen sonreír y sacarla de esa estructura que toda ella es.
Los gemelos con Matías, también se acercan a modo parte de todo ello.
Y Charly también lo aprueba, poniéndose a la par de ellos.
- Todos somos los culpables, Ángela... - Dicen con una Meg elevando su mano derecha, asintiendo incluso.
Y mi madre, nos observa.
Callada.
Demasiado silenciosa y sin gesticular movimientos.
Para luego y sin contestar, pero si antes darle una última mirada a Elvis fulminante, voltear como caminar en dirección a las escaleras, sin siquiera tomar el ascensor.
BEATRIZ
Tristeza por lo que pasó.
Culpabilidad por mi mentira.
Cierta felicidad, por notar el apoyo incondicional de los chicos y el gladiador, sin importarles la furia de la presidenta.
Pánico a lo que se podría avecinar.
Y llanto retenido por eso.
Cóctel de todas esas emociones era mi interior y en un estado de ebullición tan profunda, que podía sentir el calor y que me ardía, cada jodida célula de mi cuerpo.
Y Dios.
Sumamente avergonzada.
Porque, cuando creí que estaba ayudando a mis compañeros, no solo fui el ataúd de todo esto.
Sino, hasta también los clavos que los crucificaron.
Y mis manos cubren mi rostro.
Porque, Jesús de los cielos.
Todo lo arruiné a días del 8 de marzo y la fiesta.
Y lo peor de todo.
Gimo.
Con semejante desastre que hice, ¿Cómo le digo al gladiador lo que prometí tanto al empresario como a Fresita?
Que soy mujer.
Si ahora, ni siquiera me atrevo a elevar mi rostro y mirarlo a la cara.
- Beto querido... - Charly se me acerca tomando por mí, la imagen de mis amigas conmigo de la publicidad. - ...fue una puesta de escena maravillosa y aceptada por todos... - Me dice. - ...y con el aval del jefe de piso. - Señala a Cael.
- No eres culpable de nada... - Prosigue Matías. - ...porque, solo diste esa gran idea y nosotros como equipó que somos, la ejecutamos.
- Y muy conformes... - Habla uno de los gemelos.
- ...un gran plan. - Sigue su hermano, sincero.
- Siendo tu primera vez, pero no la nuestra de ir por medidas drásticas y a contrarreloj, opuestamente a la presidenta y siempre con éxito... - Continúa Matías.
- ¡Café! - Exclama Megan, palmoteando sus manos sobre nosotros sonriente y notando que mi ánimo no mejora por más palabras de los chicos. - ¡Iré por café para todos! - Señala la mesa con sus sillas en un extremo del piso. - Ya no se puede detener el proyecto. - No mira a todos. - Su proyecto. - Recalca. - Y tenemos lo que se empezó, finalizar y demostrar a la presidenta que está equivocada y que el esquema trazado por ustedes, fue la decisión y un plan perfecto.
- ¡A planificar, entonces! - Nos anima Cael, bajo el asentimiento de nosotros, inclusive Fresita mientras cada uno pasando por mi lado, sacuden mis hombros con cariño y dándome fuerzas, para sacarme este peso y tristeza de culpabilidad.
Miro a todos como van tomando asiento alrededor de la mesa abriendo carpetas como hojas, para tomar apunte a las nuevas ideas.
Son todos, personas excepcionales y grandes amigos.
Cada uno.
- Voy al baño... - Les murmuro. - ...solo me tomará unos segundos. - Les prometo y sin esperar a que me respondan, lo hago.
Porque unas lágrimas me consumen y no lo puedo evitar por más que pongo lo mejor de mí, como hombre e intento imitar, esa fortaleza que ellos tienen en asuntos así.
Y la puerta del cubículo la cierro con fuerza, mientras pongo el pestillo de traba una vez dentro.
Mi espalda acompaña la pared de un lado, dejando que se arrastre con ella tomando asiento en el piso y con eso, las primeras lágrimas de mi llanto silencioso y contenido, comienzan a deslizarse por mis mejillas.
Recordando, no solo el error que cometí en la publicidad cafetera.
Más bien.
La protección de todos, por mí.
Porque ellos me quieren.
Dándome cuenta.
Lo fuerte y cual pesadas, pueden ser esas cuatro palabras.
Cuatro palabras llenas de esa emoción por valorar otra y algo, muy importante para ellos.
Amor a la amistad.
Mientras yo, solo se lo retribuía jodidamente con otras dos.
Engaño y mentira.
Y no solo a ellos.
A los gemelos, Matías, Megan, Charly y hasta a mi querido gladiador.
Lo estaba haciendo también y por más que sabía de esto, a mis propias amigas.
Porque las involucré en mi ambición.
Una, llena de avaricia y sin darme cuenta el mal que estoy haciendo con esta mentira por cumplir mi sueño.
Y mi llanto aumenta, obligando a limpiar mis ojos con el dorso de mi mano.
Porque, yo no quise ser mala.
No fue intencional.
Si todo lo que quería, era trabajar.
- Solo anhelaba estar en este lugar... - Digo muy bajito y para mí, con mi rostro entre mis manos.
- Lo sé... - Y alguien.
También bajito.
Me responde del otro lado de mi puerta cerrada, mientras desliza por el espacio que hay abajo un vaso descartable con café, recién comprado de una marca conocida.
Y aunque no puedo verlo, siento como Cael bebe del suyo, tomando asiento en el suelo y del otro lado, apoyado contra mi puerta cerrada.
- ...gracias... - Solo digo dando un traguito que me hace sentir mejor, aspirando su aroma como bebiendo otro poco más.
- En realidad a Megan. - Creo que se sonríe. - Ella compró para todos, solo te lo traje...
- Son muy buenos... - Digo feliz dentro de mi tristeza.
- Tú, también lo eres Elvis. - Ni lo duda, pero yo sacudo mi cabeza por más que no me ve.
- Soy codicioso, Cael... - Le contesto suspirando, descansando mi cabeza en la puerta y contra el suelo.
- ¿En el trabajo? Quién no lo es? - Y creo que también, él lo hace cuando me responde.
Porque lo siento, muy cerquita de mí.
Y niego callada, intentando acomodar las vendas que aprietan mis pechos por la postura incomoda sentada y dentro del pequeño baño.
Ya que no sé, cómo explicarle y decirle en voz alta, todo lo que estuve guardando por dentro y solo las lágrimas que sigo limpiando, lo expresan.
Tiempo y muchos meses que fui rechazada al recibirme y por docenas de trabajos, cuales me postulé para cumplir mi sueño y cuando lo logré, lo hice con mi gran mentira engañando a todos y a él.
Y otra vez, aparece por abajo de la puerta algo.
Pero esta vez, su mano asomándose con un pañuelo.
Río entre lágrimas.
- Gracias... - Seco estas.
- Ahora sí, porque esto es mío. - Ríe del otro lado, sintiendo que se pone de pie. - ¿Entonces...le digo a los chicos que ya vienes a la reunión?
Sonrío decidida, pero no salgo.
Porque, no quiero que vea mis ojos hinchados de tanto llorar, por más que piense que soy un hombre llorón.
- Solo, dame cinco minutos y voy. - Resuelto y animado.
- Perfecto... - Siento como Cael se va marchando.
Pero espero un minuto antes de abrir con cuidado la puerta y asomar apenas mis terribles ojos en compota.
Y notando el baño de hombres totalmente vacío, apuro mis pasos a los lavados de manos para enjuagar mi rostro con agua y con varías toallas de papel, secar mi cara mirándome a través del espejo.
- Mierda... - Chillo para mí, observando mi reflejo completo.
Porque soy un desastre.
Mis ojos están rojos y ni hablar de mi cara hinchada por eso.
Y lo que más me jode.
Carajo, mientras aflojo mi corbata para poder ver sobre dos botones abriendo de mi camisa de hombre puesta.
Que se formó cierto bulto bajo ella y por culpa de mi posición de las vendas que me rodean aplanando mis chicas.
Y no solo se nota.
Si no que también, me lastiman un lado picando mi piel en un rosa ardido con su aspereza.
- Mierda, mierda y mierda... - Repito consecutivamente, porque no sé, que carajo hacer mirando todo el baño desesperada y apretando el pañuelo del gladiador en mis manos.
Sería suicida desvestirme y abrir toda mi camisa para acomodar mejor la venda que me rodea y poner el pañuelo de mi jefe entre mi piel y la venda para que amortigüe con su sedosidad, el dolor por más que es el baño de nuestro piso y los chicos, están a mi espera por la reunión.
¿Podría?
Niego rotunda.
No.
Y por eso, miro como única opción el último cubículo.
El más alejado.
A puerta cerrada no podría por su tamaño, pero si abierta y dando la espalda.
Y aunque, si alguien entra y sospecharía de que diablos estoy haciendo a medio desvestir, la vista de mis chicas al aire estarían a salvo.
Dudo, ante otra posibilidad.
¿Y si busco a Demian?
Vuelvo a negar.
Eso llamaría la atención de Cael.
Respiro fuerte, apoyada de mi mano en el lavado de manos.
- Solo me tomará minutos... - Y decidida, me encamino a la última puerta y sin perder tiempo, ya voy desabrochando cada bendito botón.
El afloje de la venda me hace suspirar largamente de felicidad.
Porque Dios, se siente también la soltura y libertad de mis pechos sin nada.
Pero, sin perder tiempo y solo haber disfrutado de eso, solo por un leve segundo.
Comienzo con el prolijo enrolle de ella, nuevamente sobre mi cuerpo lo mejor que puedo alisando cada parte, mientras me envuelvo.
A casi mitad de mi trabajo, pestañeo mirando mis manos.
Porque.
¿Dónde dejé el pañuelo de Cael, para ponerlo a un costado y sobre mi piel ardida?
Y los abro sin poder creer y maldiciéndome.
Ya que lo debo haber dejado sobre el lavado de manos, cuando me apoyé antes de encaminarme decidida acá.
Carajo...
Y no dudo, volteando ligero para buscarlo y tapando partes de mis pechos desnudos, que quedaron a medio cubrir con mi brazo cruzado y mano.
Mis ojos, se abren más.
Y tengo que usar la otra, para apoyarme con la pared más cercana por debilitarse mis piernas.
Cuando encuentro a Cael.
De pie y a metro mío.
Y maldición, porque mi vida se derrumba al igual que las piernas de él, cuando su mirada me recorre de abajo arriba y trastabillando al retroceder, cae contra el suelo.
Al verme semi desnuda.
Frente a él.
Y solo me dice entrecortado por cubrir su boca con ambas manos desde el suelo.
- Santo Dios, Elvis, eres...mujer...?
La que me parió...
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