CAPITULO 21
CAEL
Degollarlo de forma dolorosa y muy lenta.
Reclamaban mis manos, por el cuello de mi mejor amigo.
Porque el muy jodido se divertía con mis celos.
Y no lo dudó por más que mi rostro se desfiguró, cuando tomó a mi Elvis en sus brazos cariñosamente al aparecer entrando al baño, para darle lo que yo moría por hacer.
Contención y decirle que en la entrevista, todo iba a salir bien.
Pero me aguanté mis instintos asesinos para más tarde y me focalicé siguiendo a los dos, metros atrás de ellos y con ganas de ir pateando piedritas en el camino como los niños con un berrinche.
Pero los reprimí, porque estaba en la redacción y se supone que como jefe, no se hace eso.
Una vez en el piso donde Meg nos esperaba de pie junto a la puerta cerrada y tras ella, se encontraba el señor Herónimo Mon a nuestra espera.
De muy mala gana y creo que, hasta con un gruñido tomé la carpeta como grabadora para la entrevista y se la extendí a Beto, bajo otra risita estúpida de mi futuro exmejor amigo.
No podía hacer otra pataleta, solicitando mi presencia también.
Ya que unas de las cláusulas por el empresario lo decía.
Siempre el control él, obvio.
Que determinaba la persona, cual era destinado para el reportaje y presencias ante ello.
Y no era ilógico deducir que Fresita fuera partícipe, ya que el fue el puente de conexión de esta casi imposible entrevista de meses intentando concretar, por ser muy allegado al clan Mon y mejor amigo de casi toda la vida de una de sus hijas.
Reportaje que se debía cumplir como mandamiento por la primicia de esta exclusividad y a pocos días del 8 de marzo.
Data de lanzamiento de esta entrega, como fecha importante para nosotros, por ser aniversario anual y el comienzo de temporada de nuestra revista Féminan en el día de la mujer.
Noche en su día, bajo una fiesta tanto del personal de la editorial como también, de famosos y reconocidos en el mundo de la moda y los tabloídes.
Y a su vez, además.
La entrega de premios destacados, sea a los mencionados anteriormente como al empleado del año por su arduo trabajo y siendo reconocido públicamente por la editorial.
BEATRIZ
Fresita a mi espera y a que entre primero, mantiene la puerta abierta por mí, mientras dejamos a una Megan sonriente con pulgares arriba a modo suerte y un Cael, desinflado y de hombros caídos, mirándonos mientras nos introducimos dentro de la oficina.
Recibiéndonos ese hombre de mirada plata y rapaz, que con una ceremonia de cabeza nos da la bienvenida, deslizando una de las sillas que rodea la mesa para que tome asiento frente al imperturbable postura y semblante, del empresario Herónimo Mon ya en una.
Demian opta por ser testigo de todo, semi sentado y brazos cruzados sobre una pequeña mesa que tiene servicio de café a una distancia de la nuestra, pero sin antes guiñarme el ojo sinónimo de aliento, seguido de un gesto de su barbilla tipo reverencia al señor Herónimo, cual también en su silencio perpetuo se lo devuelve, pero sin sacar su mirada glacial y seria de mí.
Y disimulo mis nervios por eso, acomodando mis hojas con preguntas como el grabador a mitad de nosotros.
Aclaro mi garganta y en el proceso, alisando mi corbata.
Porque.
Carajo.
El señor Mon me mira desde su lugar y por más que me acusa que corre sangre por sus venas el continuo golpecito de su índice en su taza ya vacía de café en la mesa que se le ofreció, mientras de piernas cruzadas y con su otra mano apoyando su brazo en el descanso de la silla, dos de los dedos en su mentón, frotan sus labios muy pensativo.
Analizándome.
Mierda.
Toso, enfrentándolo y por sobre la mesa, mi mano derecha extendida.
- Soy... - Me quiero presentar, pero me interrumpe la suya en alto abandonando la taza.
Seguido a girar algo y bajo el eje de las rueditas de la silla en que se encuentra, más a mi dirección.
Serio.
Muy serio.
Y acomodando mejor sus lentes en el puente de su perfecta nariz.
- ¿Conoces a Demian? - Su grave voz dice, mirando fugaz a Fresita para luego a mí.
- Sí. - Contesto, también observándolo y bajo la de Demian sonriente y aprobando a que primero el jefe de los jefes sacie sus dudas.
- ¿Amigos? - Prosigue, inalterable.
- Muy corto tiempo, pero sí. - También yo, determinante y cierta curva hacia arriba, dibuja mis labios por haber conocido este amigo en el trabajo.
- ¿Poco, que trabajas aquí? - No le pasa desapercibido.
- Sí, señor. - Sincera.
- ¿Y te agrada?
- El trabajo de mi sueños.
- ¿Estudiaste entonces, para esto?
- Sí.
- ¿Eres emo, muchacho?
- No. - Engroso más mi voz, para hacerla de hombre.
- ¿Gótico?
- No.
- ¿Gay?
- Tampoco, señor. - Me siento confundida, pero sigo contestando.
- ¿Te va la moda cosplay o como esa mierda se diga? - Continúa, observando mis prendas.
¿Qué?
- No. - Sacudo mi cabeza.
- ¿Te gustan los hombres?
- Sí.
- ¿ Los pantalones masculinos?
- No.
- ¿Eres mujer?
- Sí.
Y silencio.
Absoluto.
Y mi espalda cae por su propio peso y mi resignación con crudeza en el respaldo de mi silla al darme cuenta de lo que acaba de ocurrir.
Sin poder evitar, acompañado de un gemido frustrado que sale de mi garganta por más que tapo mi boca con ambas manos y la baja risita de Fresita como cortina de todo esto, haciéndose aire y a la vez, ocultándola detrás del abanico en negro y encaje que saca del interior de su largo saco oscuro.
Seguido y sin perder esa actitud inmutable sobre su silla, en extender uno de sus fuertes brazos sin dejar de mirarme, hacia su guardaespaldas pasos detrás de él.
- Collins, me debes cinco dólares. - Elevando una ceja por sobre sus lentes de armazón grueso. - Gané como siempre, obvio. - Recalca muy orgulloso.
El hombre ropero de nombre Collins, rompiendo su postura y hasta juraría sonriendo, saca de su bolsillo un billete y le entrega al magnate.
Cual ahora de pie, lo recibe con mucho orgullo y como si ese simple billete de poca denominación, fuera un galardón de la mismos premios Commers.
Y con ello, termino de entender todo.
Ya que, sabía de un principio que era mujer.
Y yo también me pongo de pie, pero para juntar mis manos y mirar suplicante al empresario.
- No fue mi intención engañar a nadie y menos a usted, señor Mon... - Le ruego, juntando más mis manos a él. - ...en realidad, nadie sabe de mi engaño más que Fresita que lo descubrió por cuenta propia...yo...
- Toma asiento, muchacha. - Su voz como semblante, me dice que lo haga y así, cumplo.
Quedándome en silencio por más que mi interior a gritos pide hablar y darle una explicación coherente.
- Demian me contó tu historia, porque le pregunté ante mi duda... - Al fin habla, tras caminar sobre el lugar abriendo su exquisito saco de vestir para poder descansar ambas manos en su cintura, mientras delibera algo que no puede creer.
Dos dedos van al puente de su nariz para apretarlo, para luego mirarme.
¿Aneurisma?
¿Angina?
- ¿Nadie se dio cuenta, que eres mujer como yo desde el principio? - Sigue, sin aceptarlo.
Y con Fresita negamos.
Busca al tal Collins, pero recordando que perdió la apuesta, se gira a mí.
Y solo me limito a suspirar largamente, seguido a presentarme con mi verdadero nombre y relatar como llegué a esto para cumplir mi sueño de trabajar en una editorial.
Y para mi sorpresa, escucha atento cada una de mis palabras sobre una siempre sonrisa de Demian en sus labios y desde su lugar.
En detalle.
Y muy concentrado, cuando finalizo.
- ¿Saben en lo que están metidos? - Pregunta, recolocando sus lentes.
- Sabemos como empezó, pero solo puedo deducir como va a terminar, Herónimo... - Responde Demian muy convencido por mí y pese a su respuesta inconclusa.
Y no entendí a donde quiso llegar.
Pero creo que el señor Mon, sí, porque vuelve a tomar asiento.
Y esa mirada absorta y muy reflexiva que por sus lentes o lo que sea, no puedo identificar bien su color.
Ahora marcan una comisura por la huella de una media sonrisa, mientras me alienta con un gesto de una mano a que abra la carpeta con las preguntas del reportaje.
Niega divertido.
- Maldita sea... - Blasfema muy natural. - ...creo que por primera vez, voy a asistir con ganas a una fiesta por más aglomeración de gente que haya... - Le dice al tal Collins, provocando que su mano derecha se sonría.
- ¿Por eso me eligió? - Le pregunto el motivo de su elección.
- Te vi y supe que eras mujer. - Suelta, acomodándose mejor sobre su asiento. - ¿No entiendo, cómo, no se han dado cuenta de ello? Pero como la duda estaba y aburrido como solito, porque mi mujer no quiso acompañarme, hice una apuesta con Collins... - Indica a su guardaespaldas. - ...Y yo, nunca pierdo. - Esto último, perfila su voz muy grave. - ¿Qué lo importante es competir? - La pregunta la hace como rememorando otras épocas, porque hace una mueca divertida. - Mi culo muchacha, porque ganar es ganar... - Se me escapa una risa con Demian desde su lugar al mostrarnos orgulloso el billete de cinco dólares ganado. - Por eso le pregunté de ti a Fresita tras elegirte y como dice mi mujer y la Santa Biblia, hay que dar para recibir y toda esa mierda ¿no? - Concluye natural.
Y no puedo evitar yo, como el resto de los que estamos en la habitación sonreír.
- ¡Gracias! ¡Muchas gracias! - Agradecida y permitiéndome hablar como mujer.
Lo que realmente soy.
- No es algo que esté orgullosa, pero solo será hasta la noche de la fiesta de la editorial... - Prometo. - ...yo no tengo intenciones de seguir engañando... - Miro a Fresita con cariño como todo lo que me rodea. - ...encontré gente excepcional y amigos también... - Le murmuro. - ...y me iré como vine...sin hacer notar mi presencia... - Le sonrío triste.
No responde el empresario ante eso, pero su reflexión silenciosa al escucharme, me dice que lo entiende o intenta comprender.
Y yo ante eso, me limito a encender la grabadora y elevando las hojas tras otro largo suspiro, le vuelvo a sonreír agradecida por permitirme continuar el reportaje, como mantener mi verdadera identidad.
- Antes que todo. - Mi voz se graba, imitando nuevamente una masculina. - Muchas gracias por aceptar una entrevista para la revista Féminan, señor Mon.
- Un placer. - Solo responde, aclarando su garganta y volviendo a ser el serio y autoritario jefe de los jefes.
- Como sabrá. - Prosigo con mi vista en las hojas para familiarizarme con las preguntas que, jamás tuve tiempo de chequear y notando al leerlas.
Y sonrío más, por eso.
- Muchas que le voy hacer, son de parte de las fanáticas que a lo largo de estos años lo acompañan como fieles seguidoras y aprecian mucho.
- Mis chicas. - Dice orgulloso.
Y guau.
Porque y aunque no entendí su respuesta, noto mucho cariño de su parte.
Me encojo de hombros y decidida como firme, comienzo ante una última mirada a Fresita también muy satisfecho de mí.
- ¿Listo? - Le digo.
- Siempre. - Acaricia esa palabra haciéndome dar cuenta que, mucha coraza es en realidad este hombre de acero.
- Con solo contar con la edad de 17 años y heredando de su padre, TINERCA ¿Siente con orgullo que cumplió sus metas, fundando con el tiempo las T8P y convirtiéndose con el periodo de los años en una potencia mundial? - Inicio con la primer pregunta.
- Fue un objetivo de temprana edad que tenía con mi padre y lo cumplí en su nombre y el mío por tales causas. - Responde serio como complacido, para luego distender sus rasgos glaciales a una sonrisa de felicidad. - Pero mi sueño, siempre fue una familia. - Sin más.
Y le sonrío feliz por eso, dándome pie a la siguiente.
- ¿ Se considera entonces, igual a cuando era un niño, tal felicidad?
Hace una mueca divertida con ese tic que descubro de recolocar sus lentes en el puente de su nariz.
- Volví a recuperar ese niño alegre dentro de esa seriedad que era.
- ¿ Por cumplir ese sueño? - Digo. - ¿Una familia?
- Mucho.
Y mierda.
Tengo que usar de toda mi fuerza para no hiperventilarme con las hojas llenas de preguntas que sostienen mis manos.
Porque imposible no sentir, lo que todo este hombre emana con su presencia.
Descaro infantil, sensualidad alfa, roto en el pasado, pero ahora lleno de felicidad y todo ese dominio que su mole de cuerpo como la perfecta simetría de su rostro te colma, mirándote y esperando la siguiente pregunta.
- Aunque no se sabe en con exactitud, se comenta la leyenda que se regía ante de cumplir su sueño, por cuatro reglas. - Asiente, sin nombrarlas y dándola por correcta a esa información. - ¿Protección?
- Sí.
- ¿Emocional?
- Efectivamente.
- ¿Cómo surgieron? - Curiosa.
- Porque todo referente a esa emoción estaba erradicado en mí, ya que sentía que daba pérdidas. - Formula. - Era un jodido para el sentimentalismo, donde ese impulso negativo con mi mal genio, lo cree para protegerme de esa maldición que sentí que vivía y caminaba a la par mía.
- Y sin ellas, ahora ¿al fin es feliz? - Pienso lo siguiente a decir. - ¿Qué liberó esos demonios?
- Mucho. - Vuelve a repetir esa palabra que parece que la acaricia y con tan poco a su vez, dice tanto.
Señalo uno de sus brazos.
- ¿Por eso, uno de los tatuajes?
Asiente mirándolo, pese a estar cubierto por las mangas de su camisa como saco de vestir.
- Yo solo respiro... - Recita lo que dice.
- ¿ Y los otros? - Prosigo, siguiendo las preguntas de sus fans.
- Si gustas de la vida. - Hace honor a las flores que tapizan gran parte de él. - Tienes que soportar un camino de espinas... - Menciona estas, también con su tinta. - Y como el Yin y el Yan... - Por una geisha que cubre una porción de su otro brazo. - Dentro de todo lo hermoso de algo, también hay malo. - Me explica. - El dragón es el tiempo y lo terrenal, protección a una buena fortuna a lo largo de tu vida, guiándote siempre a la benevolencia y sabiduría como fuerza, cuando lo necesites...
- ¿Y las alas?
Se sonríe.
- Solo, libertad ansiada.
Afirmo, porque entendí.
Y no puedo evitar, reír al leer la siguiente pregunta por mujeres.
Ya que y momentos antes, también me lo hice.
- ¿De qué color son sus ojos, señor Mon? - Le digo, provocando que Fresita como el hombre de mirada rapaz se miren y rían bajito desde su lugar.
Cambia de posición en su asiento para poder apoyar su brazo en el descanso y frotar su labio inferior otra vez, cavilando ello con humor.
- Rosa. - Y oculta su sonrisa con un puño.
No tengo idea por qué lo divertido, supongo alguna anécdota alegre y por eso, prosigo ahora yo acomodándome mejor para continuar.
- ¿Cuál es su mayor orgullo y la mayor decepción?
- Mi familia y decepción no la siento como tal, ya que por esa desilusión tuve la honra de lo que tengo y amo. - Medita. - Mi familia. - Lo repite.
- ¿Considera eso su mayor creación, entonces? - Me permito esa pregunta.
- Totalmente... - Lo dice suave y feliz.
- ¿ Con su mujer? - No me aguanto y me concedo otra.
- Mi rayo de sol. - No duda.
Y tengo ganas de llevar a mis manos a mi pecho con hojas y todo, seguido a suspirar por lo bonito que lo dice y lo hace sentir.
Pero lo reprimo, porque sigue siendo una entrevista y nos lleva a lo siguiente.
- ¿Puede describirme a su rayo de sol y por qué, es la mujer perfecta? ¿Qué le atrajo de ella y saber que fue la elegida?
Se cruza de brazos y se carcajea, dejando a la vista una perfecta y blanca dentadura a excepción, de un diente levemente más inclinado y gastado que su gemelo.
- Ella es ingenua, no sabe como caminar con tacones de 10cm, no tiene idea lo que es llevar un peinado correcto y lo sostiene siempre con mi pluma que hasta ahora inclusive, no sabe su valor de miles de dólares... - Me enumera, reflexionando y al mismo tiempo corroborando sus palabras por el tal Collins como Fresita, afirmándome. - ...adora las estampas con flores más feas del mundo en las ropas y lo lleva puesto con orgullo. - Se sonríe con descaro. - En la cocina no sabe hacer mucho, es algo torpe por tomar decisiones muy apresuradas y por ello, mis anginas de pecho y una úlcera del tamaño de Brasil... - Continúa algo serio. - ...pero... - Y una felicidad refleja ahora su rostro. - ...ella es alegre y toda luz, por eso es mi rayo de sol y la amo. Haciéndome con cada día y año que pasa, mejor persona con su espíritu, porque mi mujer no teme ser sincera y contradecirme como mandarme a la mismísima mierda y quererme como aceptarme, tal cual soy. - Finaliza.
Y otra vez, detengo el impulso de suspirar románticamente y arrugar las hojas contra mi pechito.
- ¿Una fan pregunta, si no tiene pensado una novena fuerza en México? ¿Y si la tomaría, como activa? - Me río y él también.
- En futuro, tal vez... - Es enigmático como esperanzador.
Guau.
- En el apasionamiento por usted, hay gran fanatismo tanto en el público femenino como masculino, por ese prontuario de luchas clandestinas de temprana edad? - Lo miro tras leer. - ¿Motivación y por qué? - Muy curiosa, también a esta pregunta.
- Porque soy bueno en ello y en acción. - Se eleva una ceja con autosuficiencia.
La que le atraviesa una cicatriz y motivo de la última que tuvo por el título, siendo aún y pese a los años, debate de programas deportivos todavía.
Una contienda contra su adversario en potencia y arriba de un ring, Gaspar Mendoza en esa época.
- De adolescente me gustaba esa adrenalina... - Relata. - ...de ingresar a las luchas clandestinas y del tipo callejeras como universitarias. Siendo citado en horarios y lugares a hora de antelación previa por móviles y ante la posible infiltración de la policía. - Me dice, mientras acomodo mejor la grabadora para que grabe bien. - En una de ellas y como espectador callejero, se encontraba el que fue mi entrenador y exluchador de la MMA ofreciéndome hacerlo a lo grande y lo que fundé a la par de otros después, el Círculo. Gente que se compone por los Chacales, los Latrans y los Dingo, las categorías. Se canaliza fuerza y se gana siempre. - Explica. - El resto dinero y yo, liberación... - Específica y sonrío cuando termina, bajando mi mirada para leer la siguiente hoja.
Y pestañeo.
Pestañeo mucho por las siguientes escritas.
Sofocada y por la vergüenza de lo que preguntan las fan.
- Tocan las hot. - Anuncia Fresita al notar que no reacciono, cual el empresario como si nada y lo más natural con un gesto, me dice que continúe.
Dios querido.
¿Cómo le pregunto esto, sin parecer tonta y no morir en el intento?
Aclaro con fuerza mi garganta y aflojando algo mi corbata.
- ¿Cuánto mide? - Susurro.
- ¿Perdón? - No me escucha, cambiando su pose en la silla más en mi dirección por eso.
Mierda...
- ¿Que, cuánto mide? - Intento elevar el tono, pero mis mejillas arden y mi voz se quedó atrapado a mitad de mi garganta.
- 1,96m - Responde a pesar de eso.
Y sacudo mi cabeza.
Tierra trágame y escúpeme lejos.
- Se refieren... - Toso. - ...a lo otro... - Rasco mi nuca avergonzada y mi voz es un hilo por más que quiero ser profesional.
- ¿Pero qué, mierda? - Y se queda nulo con el codo sobre la mesa y su mano en la barbilla analizando la profundidad de esa pregunta.
Silencio.
Y del mucho y por los cuatro que estamos en la oficina.
Hasta que de golpe, suelta una carcajada.
Una alegre y muy sonora, causando que Cael abra la puerta dudoso y Demian con un gesto, lo obligue a cerrarla nuevamente con señas de su abanico.
Quiero seguir mirando al gladiador que cumple a regañadientes, pero es imposible.
Ya que la risa del magnate es risueña y tan espontánea, mostrando nuevamente esos dientes blancos y perfectos a excepción de ese canino milímetro más gastado que el otro.
Demás decir a nosotros también, contagiándonos con ella y yo más aliviada, exhalo aire tranquila por el nivel de pregunta.
- Menos de lo que te diría, pero mucho más de lo que pueden pensar... - Toda su respuesta a eso porno.
Y mi sonrojo, vuelve.
- Otra fan pregunta ¿Cuál es su posición favorita en el sexo y su récord?
Niega divertido, cruzándose de brazo.
Enarca esa ceja de la cicatriz.
- Pared, obvio y 8 en una noche con su mañana siguiente. - Tan natural, simple. - Duro. - Aclara y como si me respondiera, a una tierna clase de corte y confección.
Y creo que mi mandíbula se desencaja, porque eleva algo sus lentes para mirarme mejor.
- ¿Muy sincero? - Se excusa. - Pido disculpas.
Y niego, acomodando más las hojas sobre la mesa.
Río.
- Es lo que lo que esperan las lectoras y seguidoras. - Le sonrío, volviendo a mi postura y leyendo la última pregunta. - ¿Cree en la magia, señor Mon?
Desliza su silla tras chequear la hora de su reloj pulsera, seguido a ponerse de pie y abotonar un botón de su saco de vestir sabiendo que ya concluimos.
Y obligando a elevar mucho mi vista por permanecer aún en mi silla, contra su elevada y mole altura.
- Totalmente y la que viene de acá... - Señala su pecho.
Para ser precisa.
Del lado del corazón, mientras deja que el tal Collins abra la puerta por él.
Pero se detiene y me mira por sobre un hombro.
En realidad a mi exterior.
Lo que llevo puesto.
- ...es asombrosa esta magia. - Me dice, subiendo más sus lentes en el puente de su nariz. - Todo lo sana y lo perdona. - Me regala una última sonrisa.
Me pongo de pie y lo despido desde mi distancia, también sonriente.
- Lo sé y se lo prometo. - Le digo, porque entendí sus palabras.
Y saludando con último gesto a Fresita se retira.
Dejando el ambiente y a solas con Demian ahora.
Miro todo.
Cargado de emociones.
- Él, es mágico... - Saco mi conclusión y grabando esto último en la grabadora, para luego apretar stop.
Y Fresita solo se limita a revolver mi pelo a modo asentimiento por lo que dije y dándome la razón sobre la magia que rodea a este hombre 10% exageraciones de los tabloídes y blogs, y 90% corazón rojo.
Miro a mi amigo gótico, respirando fuertemente y muy decidida tomando asiento nuevamente.
- Creo que ya es hora que le diga a Cael mi verdadero yo... - Sentencio y Fresita sentado sobre el borde de la mesa y al lado mío no me vuelve a responder, pero lo hace otra vez, apoyando su mano ahora cariñosamente sobre mi cabeza, afirmando en silencio.
Le sonrío.
Sí.
Decidida y era un hecho.
Le tengo que decir al gladiador, que soy mujer...
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