CAPITULO 16
BEATRIZ
- Señor...de los cielos... - La exclamación de Sar, me recupera de mi ensoñación erecta y dura que tengo bajo mío y me mantuvo en estado anestésico por segundos, sintiendo.
Me incorporo sobre el piso con velocidad e intentando no parecer atolondrada, mientras sobre mis pies y manos, me arrastro tomando distancia de Cael que sigue aún tirado en paño menores y en ese intento, obligando a mi mano a no descender y palpar mi bajo vientre que todavía siente su calor.
Ese dulce calor.
En mi zona gracias a la suya, por demás apoyándome.
Toso para poder aclarar mi garganta, seguido de engrosar mi voz bien macho y rogando que no salga algo así como una especie de chillido y que lo acuse del estado de nerviosismo que me encuentro por ese lindo contacto de segunda base.
- Lo siento, jefe... - Murmuro con éxito, ya de pie y tratando de no dilatar más la situación.
Pero la curiosidad me supera tras sacudir mi ropa y extendiendo mi mano frente a él, para ayudarlo a ponerse de pie.
- ...pero, necesitaba algo? - Curiosa pregunto por toda esta situación.
Sar, ni habla.
Se limita a comerlo con la mirada entre divertida y sorprendida en estado estático al igual que las bolsas que nunca abandonan sus manos.
Y el gladiador otro tema con su inmovilidad.
Aún permanece en el suelo, pero ahora sentado.
Silencioso e invariable y como si no le importara en la situación que se encuentra.
Desnudito y solo protegido por una toalla cubriendo su intimidad.
Mirándonos a ambas, dudoso.
¿O curioso?
- No... - Al fin dice, rechazando con disimulo mi mano extendida mientras al fin se pone de pie, acomodando esa pornográfica toalla blanca que gracias a su estrechez torneando el sexy cuerpo de Cael, nos deja poco a la imaginación.
- ¿No, qué? - Decimos con mi amiga al mismo tiempo y sin entender.
Cael sacude su cabeza como si eso colocara sus pensamientos en orden.
Ni idea cuales, sincera.
Pero, señala su puerta de entrada y golpea su madera.
- Se abrió sin querer... - Justifica.
Elevo una ceja y yo ahora, la que la señalo.
- ¿Estando con llave?
- Mala cerradura... - Responde de inmediato, apoyándose tranquilo y muy convencido por la respuesta que da.
Y con Sar nos miramos fugazmente, para luego a él.
- Ohh...ok... - Ni sé, que decir.
- ¿Cena íntima? - Su conversación cambia, notando las bolsas de compras y sin poder evitar advertir que su nota de voz, también.
Algo así, como molesta sin dejar su mirada gris de observarnos.
¿Molesto?
Y entonces entiendo.
Está avergonzado por toda esta situación que acotación aparte, solo en toalla por la reciente ducha que se dio y se siente incómodo.
Pero no quiere ser grosero y por tal, una leve charla antes de irse.
- Sí. - Toma la delantera Sar. - Con sus chicas. - Afirma, acorralándome de un hombro a modo por demás cariñoso y se sonríe.
Mi mirada va a la de ella.
Una, que es de complicidad y travesura.
Cual, yo absolutamente odio cuando lo hace, por no saber bien qué, se trae entre manos.
¿Se está divirtiendo por algo, con toda esta situación?
- ¿Sus chicas? - Repite Cael extrañado, sin entender y como si esa palabra la tuviera que sostener con palita y guantes de goma.
Lo cinco dedos de una mano en alto de mi amiga, le explican.
- Somos cinco mujeres... - Me aprieta en su abrazo más contra ella. - ...las chicas de Beto...
Las lágrimas nublan mi visión de la risa que me estoy conteniendo al captar su broma y ver como Cael rasca un lado de su mejilla confuso.
Pero esa confusión dura poco, porque la reemplaza con una seria y desaprobatoria mientras ajusta más la toalla que rodea su cintura con fuerza.
- Es día de semana Alberto y mañana madrugamos para aprovechar la buena luz del sol para hacer los exteriores de la campaña de café. - La mano fuera de la toalla, me señala. - Te quiero levantado, despejado y desayunado en mi puerta para irnos juntos a las 5AM. - Y sin más, se introduce en su departamento.
Y yo, pestañeo sobre mi lugar por no entender nada.
¿Pero qué mierda pasó, para que se enoje tanto?
Una hora con treinta y cinco minutos después, tras cenar pizzas caseras que Mariana y Caro hicieron, mientras el resto preparábamos la mesa.
Ya sobre la alfombra de mi pequeña sala y apoyadas en la baja mesa con copas de vino en manos y robando cucharadas del pote de helado de chocolate.
Todas.
Absolutamente, todas.
Ríen de lo sucedido y contado por Sar, con mi jefe y vecino en paño menores.
- Está loco. - Dice, bajo un sorbo de su espumante, Gaby.
- Pero es lindo. - Digo yo, lamiendo mi cuchara de helado antes de hundirla de vuelta.
- ¿No entiendo que quiso hacer? - Murmura Yaritza desde la pantalla del celular de Mariana que apoyada en una de las botellas vacías, tiene la vista de todas para charlar con nosotras, pese a la diferencia horaria.
- Yo tampoco. - Le respondo. - Pero, es lindo. - Vuelvo a decir, chupando un dedo con dejo de chocolate.
- Yo creo que les gustas... - Caro habla, provocando que casi me trague mi pulgar por tenerlo en mis labios al escucharla, seguido de toser violentamente.
- ¿Qué? ¡No! - Afirmo y niego, tomando algo de vino que me ofrece Gaby, mientras golpea mi espalda por el sofoco.
Respiro fuerte para poder hablar con claridad, dando otro trago a la copa.
Y niego.
- Imposible... - Les murmuro a todas que en silencio me quedaron mirando.
Y gracias a Dios sin las jodidas vendas que tengo que tener cubriendo mis chicas, ahora desabotono parte de la blusa que llevo para que mis pechos sin sujetador, respiren en libertad tras mi tosida.
- A mí, no resulta imposible. - Me dice Yari, desde el otro lado de la pantalla sobre la afirmación de las cuatro. - Yo creo que realmente le gustas, Beti...
- ...es lo que dio a entender. - Prosigue Sar, robando el pote de helado de la mesa. - Yo fui testigo de eso...
Gaby nos mira curiosa y eleva sus manos.
- ¿Entonces, es gay? - Nos pregunta con esa conclusión.
Una que, por trabajar gracias a esta gran mentira de ser hombre en la editorial, podría avalarlo.
Pero mi conversación en la cocina del piso, sumado al altercado de mi tampón siendo sorprendida por Fresita, para luego en nuestra íntima charla con mi confesión y diciendo que su mejor amigo no le es.
Me hace dudar.
Y vuelvo a sacudir mi cabeza en desacuerdo con mis amigas.
- No chicas, no lo es... - Les relato mi altercado con el gótico pintor. - ...Demian me dijo que no es gay...
Mariana se encoje de hombros, rellenado todas las copas con vino.
- Entonces es bisexual. - Formula como si nada, llenando la mía último.
Me señala con la botella vacía.
- ...y creo que contigo, es su primera vez?
- ¿Primera vez? - Repito extrañada.
- Totalmente puede ser. - Mis ojos van a Sar, que ahora habla. - ¡Santo Dios! ¡Mírate! Eres algo así, como un dulce y guapo muchachito...
- Y muy tierno... - Dice el resto a coro.
- ...eres muy lindo, Beatriz. - Ríe. - Si hasta a mí, me hace dudar de mi sexualidad y dar ganas de abrazarte con amor y a la vez guerra, por más que no tengas un pene entre tus pantalones. - Decreta, bajo la risa de todas.
Las odio.
Pero río a carcajadas con ellas.
Ya que, la verdad.
Las amo pese a que me dieron a entender que soy un tierno pero lindo marimacho.
Y el choque de las cinco copas con más vino espumante y por más que, uno es a través de la pantalla de un móvil a cientos de kilómetros.
Sonrío de plena felicidad.
Sella más nuestra amistad y me afirma con el corazón que siempre van a estar a mi lado, termine como termine mi locura.
CAEL
Cerca de las tres de la madrugada se fueron todas.
¿Cómo, lo sé?
Porque jodidamente, no pude pegar un ojo.
Y gracias a las seis tazas de café puro que me obligué a tomar para que mis putos ojos no se cerraran.
Porque los celos me comían.
Sí.
Jodidos y condenados celos en solo pensar al dulce Beto.
Mi Elvis.
Que resulta ser, bajo ese pequeño envase encantador.
Gruño ajustando por demás mi corbata en el cuello, mientras me visto frente al espejo.
En un muchachito mujeriego y que le gusta la parranda masiva con mujeres.
¿Orgía?
Me cacheteo mental ante esa idea y exhalo un duro aire, tirando mi pelo hacia atrás.
No.
No, eso no.
Dudo.
Pero vuelvo a negarlo.
Porque no hubo desenfreno en su departamento con ellas dentro.
Por lo menos no lo escuché.
Solo risas y charla.
¿Qué, cómo sé, eso?
Gracias al método infalible y confiable y que, avergonzado recurrí pegado a la pared vecina a su departamento en la madrugada.
Sí.
Un vaso en mi oreja para escuchar, mientras llenaba mi sistema más de cafeína.
- Dios... - Gimo, pasando pesadamente mis manos por mi rostro y frente a mi imagen en el espejo, ya listo para salir al trabajo.
Estoy hecho un marica por sentir algo por este muchacho.
Pero unos pequeños golpes discretos en mi puerta, cinco minutos antes de la cinco de la mañana me sacan de mis enamorados y confusos pensamientos de Elvis, tocando y cumpliendo como le dije anoche.
Y mi desconcierto de dudas se transforma ahora en alboroto, pero por latidos de mi corazón acelerado por él y la alegría que me da ello y que vamos a estar juntos todo el día.
Y hasta con la esperanza en alguna pausa quizás y en el detrás de escena de la campaña.
Corro a la puerta.
Tal vez.
Decirle de una puta vez, que me pasa con él y que sea mío.
BEATRIZ
Tras abrir su puerta me recibe, fuera de su enojo de anoche.
Enfurecimiento que ya no tiene, pero fue debate de risas, muchas copitas de vino dulce y conjeturas por las chicas y mía, hasta que nos despedimos en la madrugada y con la promesa de que las mantuviera al tanto si era gay mi gladiador o no.
Y lo que llevaba a ello, esa emoción.
Me escaneó con mis jeans masculinos y camisa de vestir, cargando mi mochila en los hombros.
Si sentía siendo un hombre, algo por mí.
Cosa por tal motivo y por más dudas que rondaran en mi cabeza e insostenible corazón, latiendo por el sexy jefe.
En mantener cierta distancia a pesar de tocar su puerta a temprana horas de la mañana, para cumplir con mi deber laboral e ir juntos como me ordenó ayer.
No tomamos un transporte.
Al ser en exteriores la producción, me limito a seguirlo a distancia y en un cómodo silencio después de saludarnos hasta el estacionamiento del edificio.
El titilar de las luces de su coche por su alarma desactivándose, me indica que es el suyo mientras abre la puerta del conductor y yo la del acompañante.
- El cinturón. - Dice poniendo la llave en el contacto.
- ¿Disculpe? - Digo algo nerviosa por sentirlo tan cerca.
Y a pocos centímetros colmándome por eso, su perfume masculino, amaderado y rico.
- Cinturón de seguridad, Elvis. - Me explica.
¿Por qué, me dice así?
Ya que no es la primera vez que se lo escucho.
Pero me niego a preguntar cuando me nombra con ese apodo.
Carajo.
Porque lo dice de esa forma tan linda y de mierda que me hace dudar más de la charla de anoche con mis amigas.
Y lo más jodido.
Respira hondo Beatriz, me obligo sacando pensamientos impuros mientras me abrocho el cinturón y salimos fuera del estacionamiento rumbo a la calle.
Que siga con esta puta idea.
Desabotonar mi camisa de hombre, seguido de mis vendas presionando mis chicas.
Mostrárselas en su nariz en su desnudez total.
Para luego, abalanzarme sobre él, comerlo a besos y sin importarme que jodidamente esté manejando, como la gran estafa que soy siendo hombre.
Pero mis ganas locas de someterme a sus brazos como dedos explorándome se dispersan cuando estaciona sin previo aviso.
Me guiña un ojo, bajando de su auto.
Camina hasta una tienda de café y aparece minutos después con vasos en mano y una bolsa con masas dulces dentro.
- No desayunaste como te pedí, Elvis. - Me dice, tomando asiento nuevamente y ofreciéndome uno.
El aroma a café tostado con algo de leche y azúcar, impregna el interior y abre mi estómago por degustar y hambre.
Acomodo mi pelito corto a un lado, mientras le recibo mi desayuno.
- No tuve mucho tiempo. - Murmuro, comiendo una galleta. - Solo algo de jugo de frutas.
- ¿Por la reunión con tus chicas? - Dice como masticando esa pregunta, aunque lleno de curiosidad percibiendo que la disimula, bebiendo de su café caliente y mordiendo una masa dulce también.
Juego con el borde de mi vaso y mirando este, pensando en su pregunta.
Y lo miro luego, sincera.
- Ellas son mi todo, jefe... - Sonrío ante las amistad de años juntas y acompañándome en esta locura por cumplir mi sueño.
En sus ojos grises destella algo que, parece no comprender al escucharme silencioso, pero cavilando mucho.
¿O sí?
No tengo idea.
Pero parece una lucha interna de algo, cual lo camufla al igual que yo, bebiendo nuevamente del vaso casi ya vacío.
- Entonces ¿estás enamorado? - Al fin habla.
Y oh, mierda, con su pregunta.
Una que me hace, lleno de sinceridad y de saber de mí.
Lo miro profundamente, aunque no se de cuenta de mis sentimiento por él.
- Cada día más... - Respondo con franqueza, porque yo amo a mis amigas.
Pocos segundos pasan bajo mi respuesta, mientras termino mi desayuno y el sonido del motor encendido por Cael, se interpone entre nosotros.
- Es tarde. Debemos retomar la marcha. - Su voz pese a ser dura, masculina y con cierto destello contrariado, me somete bajo su última mirada también profunda invadiendo parte de mí, haciendo hasta que llegamos al lugar donde se va hacer los exteriores de la campaña publicitaria y cafetera, otro silencio absoluto por parte de los dos.
Y ahora sí, uno incómodo.
Por suerte a nuestra llegada y agradecida por ello bajando de su coche, todos los chicos están esperándonos.
Siendo mi primera vez ante una movida así, todo me resulta mágico y en la cual.
Alejándome todo lo posible del gladiador.
Sumergida en este mundo de la moda y el famoso behing stage de una producción de magazine.
Operarios de la mano de Matías levantando parte de la estructura de decoración, sobre lo que es este inmenso espacio verde.
Maquilladoras y un grupo de personas a cargo de los peinados, por firmas de gran escala en cosmético y peluquerías cual patrocinan esta portada, conversan de ello con los gemelos y a la espera de la llegada de las modelos seleccionadas.
Técnicos de alto nivel sacando estadísticas y controlando con aparatos de mano, la luz del sol ya casi en su mayor esplendor, en puntos estratégicos y donde ya, un fotógrafo profesional y con aire francés está poniendo a punto, su gran cámara de última generación fotográfica.
Charly dando detalles precisos a los vestuaristas.
Y yo.
Yendo y viniendo en toda esta linda magia, ayudando a ellos y sus directivas para que todo salga como quieren los clientes.
Unos, acompañado por Cael que sentados en sillas plegables y bajo a sombrilla grande para contrarrestar el sol que de pleno dará en minutos con su calor, conversan animados con él y a la espera también, que toda esta glamorosa producción con su sello se inicie una vez que lleguen las modelos.
Tales que, con el correr de los minutos.
Unos muy valorados y preciados, para una puesta fotográfica en exteriores.
Al pasar estos, empieza a sentirse cierta incomodidad ya en todos nosotros que, no paramos de chequear nuestro reloj por la demora.
Tanto, los clientes como el mismo Cael y toda la producción que encabezan los chicos.
Y con un sol ya apuntando en el firmamento despejado.
- ¿Por qué se demoran tanto las modelos? - Charly a mi lado, escudriña entredientes a Matías y haciéndose aire por el calor con una carpeta.
Este se encoje de hombros sin entender, pero me mira.
- Beto ¿Podrías llamar de vuelta a sus agentes y preguntar, por qué, diablos están retrasados? - Sus ojos van al cielo, suspirando. - Si no aprovechamos lo que queda de iluminación para los lentes, el aplazo y frente a los clientes... - Señala estos con el gladiador todavía, cual nos mira a todos como ellos mismos impacientes. - ...será perdida de miles... - Nos dice.
Solo asiento desinflada tomando mi celular para llamar a los agentes.
Cuales al atenderme, me confirman nuestro mayor pánico.
Recogiendo en un bus mediano de la revista a todas las modelos, quedaron congestionados en una autopista por un gran accidente de tránsito.
Siendo imposible llegar a tiempo para la sesión de fotos.
Sumando.
Que dichas modelos piden indemnización por encontrarse encerradas y sin poder moverse en plena ruta encerradas con el transporte de la editorial.
Mierda...
CAEL
Mi cara es un poema cuando me excuso de los clientes por un momento para ir hasta los chicos y saber que mierda pasa, que no llegan las modelos en nuestra camioneta y me entero del motivo.
El sol está en la cúspide justa para la iluminación y si jodidamente no arrancamos en breve, toda esta movida se va a la basura.
Acarreando no solo, un día perdido levantando todo y siendo una pérdida de tiempo como movilidad.
Sino, también.
Incumplimiento del contrato por no efectuarlo hoy a la producción y la pérdida de miles de dólares de la editorial.
Miro a todos con mis manos en la cintura, trabajando mi cabeza horas extras de que rayos hacer para encontrarle una solución, sobre otro llamado de Elvis a los agentes y estos diciendo.
Maldición.
Que siguen varados en la autopista.
BEATRIZ
Uno de los socios y clientes, se acerca hasta donde estamos y Cael como jefe a cargo de todo esto, le explica la situación.
- Si no lo hacen hoy, no llegarán a tiempo su compromiso con la portada nueva publicitaria de nuestra marca para la próxima tirada que es en días. - Dice contrariado y desconforme. - Y ante ello, tendremos como la cláusula del contrato estipula, prescindir de su firma y sin la renovación anual. - Es determinante.
Como la cara de los chicos, incluso la del gladiador que acusa y hasta, yo sé.
Que sin ello es una gran pérdida millonaria y anual en publicidad para la editorial.
Me desinflo viendo a todos preocupados.
Y tengo ganas hasta de llorar, notando como Cael por más que busca una solución mientras intenta convencer al cliente que espere unos momentos, tampoco le surge ninguna idea.
Y hago lo impensado desde mi rincón por solo ser un novato en todo esto y sabiendo que, yo no debería meterme, dejando a mis superiores.
Miro a cada uno de los chicos.
A Matías, Charly y los gemelos.
Tan devastados como el jefe.
Mis amigos.
Porque lo son en este corto periodo de tiempo, ya que aprendí a quererlos mucho.
Y por darme la bienvenida sin preámbulos, siendo pacientes conmigo enseñándome y sobre todo, por regalarme un compañerismo verdadero lejos de toda competencia en el piso.
- Yo tengo la solución. - Digo serio y muy convencido, dando un paso al frente de los clientes cafeteros.
- Beto... - Dicen mi nombre los chicos sin entender, pero les sonrío confiada.
Confiado en realidad.
Al igual que a Cael que no musita una palabra, pero su mirada aunque es llena de curiosidad, me dice y da fuerza a que continúe.
Y por eso y con respeto me adelanto más a los clientes, cuales me miran atentos.
Les señalo el cielo despejado con ese sol pretencioso para nuestras cámaras y la sesión de fotos.
- Tengo el lugar indicado para su portada publicitaria, sin necesidad del sol... - Les digo eficiente y ocultando todo el pánico que me da sus miradas por escucharme atentos. - ...como también, tengo otras hermosas modelos que harán de su marca, algo registrado para toda la vida en mano de los lectores de nuestra revista, como consumidores de su producto. - Garantizo totalmente optimista.
Porque lo estoy.
Mi espíritu en lo que amo, me lo dice.
Ser parte de un magazine.
Mi pasión.
Y creo que contagio mis ganas a los clientes, porque bajo sus miradas estrechándose llenas de debate entre ellos.
Me la regresan muy conformes, asintiendo y dándome el ok.
Agradezco feliz como los chicos y un Cael, que solo se limita a torcer su boca con un gesto que lo hace lindo y divertido dándome también su confianza.
Y yo le devuelvo con otra sonrisa de júbilo a su sonrisa y ya poniéndonos en marcha con los chicos y toda la producción en las camionetas de la editorial, mientras les indico la dirección y busco mi celular nuevamente ante la mirada curiosa del gladiador a mi lado, mientras retomamos la caminata a su coche para llamar a Fresita.
Sonrío feliz.
Porque, lo voy a necesitar...
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