Extra

Había una pequeña sonrisa en los labios de Jungkook mientras su omega repartía varios besos por todo su rostro, un hormigueo familiar se enroscaba en su estómago. En este punto, ya sabía que era imposible recibir atención de Taehyung sin sentir emociones interminables.

Lo observó por un momento, con ojos pequeños por haberse despertado recientemente. La cara de Taehyung se notaba brillante debido a los rayos del sol que se deslizaban a través de los grandes ventanales, el color blanco del lugar lo hacía más espacioso. Era cálido, agradeciendo internamente la calma en la atmósfera, era maravilloso simplemente por el hecho de que los momentos así eran contados. No se quejaban de nada, después de todo, escogieron esa vida y estaban felices, sin embargo, era agotador estar en constante movimiento y ocupados.

Taehyung estaba encima de su cuerpo, sin espacio entre ellos, besos aquí y allá... Jungkook reforzó su agarre en las caderas opuestas, moviendo los pies ligeramente contra los de su pareja para recibir caricias constantes.

¿Había algo mejor que eso? ¿Podría alguien tener más suerte que él de ser plenamente bendecido con su vida? Jungkook se lo preguntaba a menudo. Se respondió a sí mismo, no creía que otro alfa fuera tan dichoso.

La noche anterior, aprovechando que se habían desocupado de sus obligaciones temprano, decidieron tener una velada romántica improvisada, no tenían ni idea de lo que había ocurrido, pero de pronto, ambos se quedaron dormidos en el sofá, entrelazanados. Se despertaron un poco desorientados, pero luego cayeron en cuenta.

—¿TaeTae? —Jungkook murmuró con una voz ligeramente ronca, pero aún así sin perder el toque dulce. Recibió un "¿Hmm?" casi inaudible—. Estaba pensando en pedir mis vacaciones pronto, me gustaría que hiciéramos un viaje.

—¿Es por él? —no pudo evitar sonreír, dando una caricia sutil a la mejilla tersa del contrario. Su corazón se sentía caliente.

—Le dimos lo que querían en sus cumpleaños, pero Minsoo solo pidió el viaje y tuvimos que posponerlo debido a mi trabajo, no creo que sea justo...

Era comprensible que su lobo tuviera remordimientos, también se había sentido mal a pesar de que el pequeño fingió no tener problemas con él.

—Él estará muy feliz, y...

De pronto, Taehyung se vio interrumpido por el sonido de varias voces y pisadas que venían de las habitaciones.

—Se han despertado... rápido, finge estar dormidos —susurró apresurado el alfa, quien enseguida escondió el rostro en el cuello del mayor, riéndose en el proceso. Taehyung lo abrazó, divertido, pensando en lo tramposo que había sido Jungkook por esconderse.

Los revoltosos psos se escuchaban cada vez más cerca, hasta que estuvieron en la misma habitación. Cuatro personitas caminaron hacia el sofá, sorprendidos al verlos durmiendo todavía.

—¿Por qué están durmiendo en los muebles? —cuestionó una voz infantil, era Namhee.

—Nammie, no seas tonto —dijo Sunhye entonces, sonando obvia—. No te van a responder, están dormidos.

Otro chico irrumpió en la conversación, esta vez era Haneul, quejándose.

—Ya, diles que despierten, ¡tengo hambre!

La única chica puso los ojos en blanco y subió al sofá, montándose encima de sus padres.

Comenzó a sacudirlos sin compasión, tratando de despertarlos (aunque seamos honestos, no era mucha la fuerza que empleaba), mientras que Jungkook se aferró aún más al cuello de Taehyung para que no vieran la sonrisa que tenía en su cara. El omega, por otro lado, quería reírse.

—¡Despierten! ¡Nos estamos muriendo de hambre!

—Sunhye, no está funcionando, dame un lado —Namhee usó sus piernas cortas para saltar al lado de su hermana, para sacudir a sus padres con el ceño fruncido.

Pero era inútil, los cachorros se decían, sus padres estaban en un sueño profundo y sentían sus pancitas sonar del hambre. De pronto, estaban tres niños saltando sobre los adultos.

Era bastante claro, de los cuatrillizos, Haneul, quien tenía cabellos rubios, ojos grandes como su padre Taehyung; Sunhye, la castaña con pecas adorables, un hermoso lunar en la punta de su nariz e instintos de alfa; y Namhee, con el cabello azabache y sonrisa cuadrada, eran los rebeldes, en comparación con el pequeño Minsoo, un tierno lobezno castaño con ojos pequeños y labios delgados, que era todo tímido y callado, el cual estaba observando mientras sus hermanos gritaban. A los cinco años eran muy inteligentes y desastrosos por su propio bien.

Al darse cuenta de que ya estaban agotados, Jungkook aprovechó la oportunidad y atrapó a Haneul en sus brazos, haciendole cosquillas.

—¡Voy a comerte! —gritó, riendo cuando se dio cuenta de la risa de sus hijos, porque Taehyung había encarcelado a Sunhye y a Namhee, imitando la acción de su alfa.

—¡Papá, no! ¡Voy a morir, voy a morir!

No podían dejar de reírse, la escena no era lo más divertida y hogareña posible. Minutos después, estaban tranquilos, bueno... "calma" era una palabra que realmente no conocían.

—Ven con papá, Minsoo —Taehyung extendió su brazo libre a su pequeño bebé que había mantenido su distancia.

No esperó dos llamados, el cachorro corrió a los brazos de su papi Tae, quien no perdió tiempo y repartió dulces besos en las mejillas de Minsoo.

—Papi, tengo hambre —mencionó, sacudiendo un poco el brazo de su padre para que pudiera escucharlo entre los gritos de sus hermanos.

—Está bien, vamos a la cocina, cariño —se puso de pie el omega, tomándolo entre sus brazos. No habían entrado en la cocina siquiera cuando se escuchó un ruido seco detrás de ellos, junto con una risa— ¿Qué ra-

—...¡Auch!

—No lo puedo creer.

Jungkook estaba en el suelo, había sido abordado por Sunhye, la lobita le mordía la oreja mientras Namhee y Haneul se reían en voz alta.

—¡No puedes contra mí! ¡Soy la mejor!

—Huyamos de aquí, Minnie —susurró el mayor, riéndose cuando lo último que escuchó fue un: ¡traidor! De parte de su alfa.

Minsoo estaba sentado en la encimera, sus pies colgaban a la par que ayudaba a papi Tae a revolver una ensalada de frutas con granola (aunque secretamente se comía los pequeños trozos de fresa, su boca estaba manchada de rojo), cuando los otros tres revoltosos entraron con Jungkook.

Haneul estaba en la espalda del alfa, Sunhye colgando de su cuello y pues... Namhee era un tema aparte, él estaba aferrando a su pierna.

—Amor, he sido brutalmente atacado por tres lobos feroces —se quejó el pelinegro. Una vez que los niños estaban en el suelo, fue directamente a abrazar su omega, fingiendo llorar en su cuello.

Está bien, Taehyung no quería decirlo en voz alta, pero sintió su corazón derretirse de amor. La forma en que Jungkook afectaba sus sentidos era inexplicable, lo amaba tanto que, al envolver sus brazos alrededor de su cuerpo, sintió relajarse.

—A veces debes aceptar tus derrotas, mi alfa —dijo de forma divertida, dejando un beso en la nariz del mencionado y otro en sus labios cuando salió de su escondite.

El azabache lo miró, dándole una sonrisa brillante y otro beso más en sus labios.

—No puedo conseguir derrotas contigo a mi lado.

—Buagh, ¡qué asco!

Oh, sí... por un momento olvidaron ese pequeñísimo detalle, no estaban solos.

—¿Qué pasa, mocosos? ¿También quieren besos?

Y sí, cuando Jungkook les decía eso era porque sabían cómo iban a terminar.

La mañana había culminado bien, tomando sus desayunos después de que el pelinegro les hubiese babeado las mejillas de los cuatrillizos mientras pedían clemencia. Algo que Taehyung adoraba de su pareja y sus hijos era la forma en que se llevaban, tenían una hermosa conexión como familia y estaba agradecido, Jungkook realmente amaba a sus hijos, se notaba con facilidad por sus acciones y su forma de tratarlos. Recordaba el impacto que recibieron cuando se les dio la noticia de que tendrían cuatro cachorros al mismo tiempo, ellos todavía eran jóvenes, además de que serían padres primerizos y no tenían idea de cómo actuar.

No era cuestión de un día, por supuesto, fueron meses en los que no podían dormir bien debido al llanto constante de los más pequeños cuando se despertaban, e incluso cuando se enfermaban era una tortura, tenían a un Taehyung nervioso a punto de llorar y a Jungkook desesperado por no saber cómo apaciguar la incomodidad de todos los miembros de su manada, por fortuna Jimin y Yoongi estaban allí para ayudarlos a lidiar con la situación, luego pudieron tomar las riendas del asunto por su cuenta.

Como estaba enpezando el fin de semana, no tenían un plan para ellos, Jungkook había propuesto ir al supermercado a comprar las cosas que necesitaban para su alacena, los lobitos no solo eran inquietos solamente, sino que también comían mucho. Eran como nuevas versiones de ellos, pero en miniatura, les sorprendía un poco que con la edad que tenían eran independientes, cada uno había moldeado su personalidad, bastante distintas pero resplandecían a su manera.

—¿Ya están listo? —Jungkook preguntó, sin tener idea de que, cuando entrara en la habitación, encontraría una escena hermosa. Allí estaban sus cuatro cachorros vestidos con pijamas enterizas. Minsoo de Totoro, Namhee de Stitch, Haneul de unicornio y Sunhye de Tigger.

—Um, necesito ayuda —dijo Namhee, señalando los cordones de sus zapatos desatados.

El alfa se acercó para ayudarlo, notando que su omega estaba ocupado con Haneul, llevándole menos de un minuto con sus agujetas.

—Cuando volvamos, te enseñaré —prometió.

Jungkook no pudo aguantarse, así que tanto él como Taehyung salieron con sus pijamas enterizas también porque era divertido y se veían geniales. Todo el camino hasta el supermercado estuvieron escuchando canciones infantiles, los seis gritando al unísono sin poder contener la risa.

El viaje fue relativamente corto y gracioso, pues la gente los veía con ternura por sus atuendos cuando estaban comprando las cosas necesarias, no pasó nada fuera de lo común, en realidad Jungkook estaba preparado para salir con uno u otro juguete a petición de los revoltosos, lo cual fue así.

Los días en familia no eran decepcionantes, no había nada más reconfortante que un abrazo de sus pequeños para olvidar lo cansados que a veces podían estar por tenerlos entretenidos. La gente solía preguntar a menudo cómo eran capaces de hacerlo, pero no tenían una respuesta concreta, Sunhye, Minsoo, Namhee y Haneul eran la adoración de sus ojos, harían cualquier cosa por ellos y, en definitivo, no eran una carga.

Lo volvieron a comprobar esa noche, al verlos durmiendo plácidamente en sus camas, con sus respectivos animales de felpa apresados en sus brazos y sus mejillas presionadas contra las almohadas.

Eran perfectos.

—Dios, no puedo creer el buen trabajo que hicimos —susurró Taehyung, maravillados por sus cachorros. Jungkook hizo un sonido de aprobación, abrazándolo por la espalda con la barbilla apoyada en el hombro.

—No me sorprende, si tienen tus genes, por supuesto que son hermosos.

—Oh, cállate —sonrió el omega, girando en sus talones— Eres incluso más atractivo.

—¿De casualidad no quieres hacer otro, TaeTae? —Jungkook preguntó, tan pícaro como se podía ser. Taehyung intentó con todas sus fuerzas no reírse para no despertar a los niños.

—Estás demente, no vamos a tener otro cachorro.

El alfa menor se acercó a la oreja de su omega, dando una pequeña lamida al lóbulo de la oreja.

—Podría tener cincuenta cachorros más contigo y sería feliz —susurró—. Pero me conformaré con ponerlo en práctica y fallar en el proceso a propósito.

—Te amo, idiota —respondió Taehyung, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Jungkook mientras unía sus labios en un beso.

—Soy tu idiota, te marqué y no puedes escapar de mí —dijo—. Y tú eres mío.

Y solo había verdad en sus palabras.

Taehyung era suyo, su omega.

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