Capítulo 2
Justo en ese instante JungKook lamentaba que su cámara estuviera en un lugar tan lejano como la habitación de sus cuidadores. Adoraba tomar fotos de cosas (o en este caso, personas) dignas de admirar como lo era cierto adolescente con su concentración puesta en la película que pasaban.
Estaban sentados en el sofá de la sala de estar, con las luces apagadas y Tae luciendo tan hermoso, sonriendole a la pantalla, con el cabello rubio alborotado y los ojos brillando por la escena cliché que conocía de memoria, ya que un puchero era suficiente para convencerlo de ver el mismo filme una y otra vez.
Sabía que debía ser más sutil a la hora de ocultar su fascinación por él, pero la verdad es que no podía apartar la mirada de su rostro, su belleza era exuberante al punto de hacerlo parecer aterrador. JungKook no sabía en qué momento sucedió, a medida que fue creciendo notó que su amor por TaeHyung no era diferente al que YoonGi sentía por el hyung con olor a frambuesas.
A pesar de que la película le había aburrido hace tiempo, no le molestaba esperar a que la misma terminara, entreteniéndose al detallar al adolescente a su lado, sin embargo, su trasero entumecido pedía clemencia. Esta no era la primera vez que realizaba algo que le disgustaba por el mayor, de hecho, estaba acostumbrado a complacer sus caprichos, ¡no era su culpa! Todos sabían que era su punto débil.
Veinte minutos después, era imposible ocultar su impaciencia, resoplando en múltiples ocasiones hasta que no pudo mantenerse en un sólo sitio. Acabó recostandose en el regazo del rubio, dejando escapar bufidos en forma de queja.
—Estoy aburrido —dijo finalmente. Los orbes fulminantes de TaeHyung se desviaron a su direccion para escanear su rostro con indignación, esta no podía ser más que fingida— En serio estoy muy aburrido. Tan... tan aburrido... podría morir de aburrimiento.
—¿Qué?
—¡Por favor, TaeTae! Hemos visto esta película cientos de veces. Hagamos una cosa divertida —JungKook rogó con un puchero, su mano inquieta tirando hacia abajo la camisa del aludido.
Realmente quería salir de casa, habían inaugurado un nuevo Skatepark al que deseaba ir. Según las palabras de Nam, el lugar estaba "super ultra mega genial".
—Por esta vez dejaré que decidas lo que haremos, tómalo como uno de tus regalos —lo señaló en sentencia, sus ojos entrecerrandose. Tan pronto como habló, visualizó una sonrisa gigante en los labios del menor.
"Está en modo bebé", pensó TaeHyung.
—¡Gracias! ¡Eres el mejor! —dicho esto, corrió a la habitación para colocarse sus zapatos deportivos.
JungKook no cabía en sí mismo de la felicidad, estar encerrado en casa lo desanimaba, así que salir con TaeHyung siempre era emocionante. En su cabeza enamoradiza se grabó la palabra cita en ella. No debía hacerse ilusiones. Pero eso no evitó que tomara la loción nueva que YoonGi había puesto en su mesa de noche como obsequio.
Sus ojitos se arrugaron cuando volvió a la sala y el mayor le tendía su abrigo con una mirada cariñosa.
—¿Estás listo, JungKookie? —preguntó divertido al lobito. Estaba sonriendole.
—¡Nací listo! —JungKook acortó la distancia en un salto efusivo, poniéndose el abrigo que se le era extendido y entrelazando sus dedos suavemente con los de Tae.
No estaban sorprendidos por el clima frío ni las oscuras nubes en el cielo dado a que era el primer día de septiembre, se acercaba el invierno. TaeHyung era uno de los que disfrutaba de esa estación en general, le fascinaba ir con JungKook a realizar muñecos de nieve y ponerse grandes y calentitos suéteres de lana hechos por el hyung bueno (sí, tenía quince años y seguía llamando a su cuidador de esa forma, demandenlo). Además, era la época donde podía acurrucarse con el menor con el pretexto de que debían entrar en calor para no enfermarse.
A su lado, el susodicho dejaba caricias descuidadas en sus dedos, ya no sonreía, pero en sus orbes aun se apreciaba el brillo que brindaba calidez a su pecho.
—Nunca me dijiste a dónde vamos —dió un leve apretón a su mano, llamando su atención.
JungKook lo miró travieso, con la cabeza ligeramente ladeada, como si supiera de antemano su reacción.
—Iremos a un Skatepark.
—¿Un Skatepark? —repitió TaeHyung, sus cejas se fruncieron en incredulidad. JungKook rió por lo bajo— ¿Qué rayos haremos en un parque de Skates si ninguno de los dos patina?
El menor rodó los ojos, tirando de su mano para retomar la caminata que fue detenida innecesariamente. Un resoplido salió de sus labios.
—No tenemos que saber patinar para ir a un Skatepark, ¿sabías? Además, venden helados y camisetas geniales —JungKook pareció estar de acuerdo con sus propias palabras, luego agregó— Me gustan los helados y las camisetas geniales.
—Por supuesto que lo haces, Kookie —le dió la razón, no tenía caso llevarle la contraria. El azabache era un verdadero tonto.
Al final no tuvo más opción que aferrarse con la mano disponible al brazo de JungKook, caminando lo más juntos que podían. De vez en cuando admiraba sus manos entrelazadas o su perfil distraído, aunque no lo pareciera, el menor había crecido bastante, lo único que seguía ahí eran sus ojos expresivos y aquel oscuro cabello rebelde, de resto no quedaba nada -físicamente- del pequeño cachorro llorón que llegó a su vida siete años atrás.
El Skatepark no era como lo pintó en su mente, TaeHyung era conocido por sus allegados por ser una persona imaginativa, así que sí, le sorprendió mucho que el parque no estuviera repleto de alfas rebeldes fumando, omegas fáciles buscando lanzarse al primer macho que se les atravesara y betas en las mismas condiciones. Era más bien... agradable, todos eran jóvenes, la mayoría en las rampas portaba un skateboard (como era de esperarse) en sus manos o bajo sus pies, de resto, los otros los adulaban, comían algo o simplemente pasaban el rato charlando entre ellos.
—¿Y bien? —habló JungKook a su lado, con un "te lo dije" escondido en sus palabras burlonas. TaeHyung rodó los ojos.
Odiaba que le dijeran "te lo dije".
—No está mal —se encogió de hombros. El menor ensanchó un poco más su sonrisa— Ugh, tú eres un cachorro irritante cuando te lo propones.
—¡Esto es asombroso! Admitelo, TaeTae. Y no me llames cachorro, deja de tratarme de esa forma —se quejó.
El rubio ignoró el berrinche, acostumbrado a su molestia cada vez que lo nombraba así. Lo consideraba tonto porque su cuidador alfa les llamaba de esa forma a ambos y le parecía bastante tierno. No es como si considerase a Jungkook un cachorro. Para nada. No podría verlo de esa manera ni aunque pusiera todo de sí.
—Vamos por esas camisetas, alfa feroz —murmuró sarcasticamente mientras tiraba de la mano contraria hacia una de las tiendas. El gruñido del azabache le hizo reír.
Al final fue TaeHyung el único que se terminó comprando una sudadera celeste con el logotipo del lugar, Jungkook eligió nada más una nieve de piña, entregándole una también al mayor. Ellos definitivamente comían algo frío cuando el clima estaba helado, pero, ¿importaba acaso? No podía estar más feliz, compartiendo su día especial con su persona especial.
El adolescente rubio estaba satisfecho por ver en el rostro del menor una sonrisa sincera, sus ojos rebosaban de emoción, la cual, asumía, era por las personas geniales usando sus skateboards y haciendo trucos que podría realizar en sus sueños únicamente, pues de sus labios salieron varios "¡TaeTae, mira eso! Oh, oh, ¡daebak! ¡daebak!", sin saber que todo el afecto que demostraba el lobito se debía a su compañía.
Todo estaba de maravilla, creyó que ni siquiera su nariz congestionada por el frío podría arruinarlo.
Ah... como la gente se equivocaba...
Ocurrió muy rápido, JungKook le avisó que iría al baño antes de continuar mirando. Estaba bien. Lo esperaba sentado en una banca de dos puestos cuando alguien llegó a su lado carraspeando; era un chico de su escuela llamado MinJae, muy amigo de HoSeok. Un sentimiento de incomodidad cruzó en él al sentirlo cerca, no quería que fuese así porque TaeHyung no disfrutaba en absoluto ignorar a una persona o tratarlo mal, pero no sabía reaccionar si hablamos de un alfa recién presentado que insistía diariamente para que le diera un beso. Su primer beso, había que aclarar.
—MinJae hyung... hola —sonrió sin mostrar los dientes. El susodicho sonrió también, alegre.
—TaeHyung, ¿qué tal? Estaba por allá con DongHae y de pronto te vi aquí solo. No sabía que te gustaba este tipo de lugares.
—De hecho no vine solo, estoy esperando aquí —TaeHyung tuvo la necesidad de decir, no quería que MinJae se quedase mucho tiempo. ¿Dónde estaba JungKook cuando más lo necesitaba?— No te preocupes por mí, puedes ir con DongHae, él debe sentirse abandonado.
El alfa rió divertido, dando un pequeño toque a su hombro como si acabase de contarle un chiste. Alguien ayúdelo. Por favor, quién sea.
—Está bien, prefiero estar con un chico lindo como tú a pasarla con el tonto de mi hermanastro —dijo insinuante. Las mejillas de TaeHyung se tiñeron de vergúenza.
—Ya...
—¿Pensaste en mi propuesta?
Ahí estaba de nuevo, jamás faltaba esa pregunta de la que tanto huía. No quería. No iba a besar a MinJae ni en un millón de años porque no estaba atraído a él y su problema era que no podía dar una respuesta negativa ya que terminaba muriendo del remordimiento. Odiaba ser tan blando, ¡ya se parecía a JiMin hyung!
—Verás, MinJae hyung, no creo que sea buena idea —comenzó— No estoy listo para...
—Por favor, sólo será un pequeño roce de labios. Es vergonzoso para mí ser un alfa y no haber dado mi primer beso aun.
—Hyung...
—¡TaeHyung-ah! Un beso nada más, ¿sí? Al menos dime que lo pensarás —rogó MinJae.
El aludido hizo silencio, sus dientes aprisionando su labio inferior hasta ponerlo blanco, pensando en una respuesta para sacarlo del apuro por los momentos. Abrió la boca para hablar al atento pelirrojo, cuando un sonido se escuchó a su espalda.
No sabe si fue por instinto, corazonada o porque quiso voltear, pero lo hizo, entonces visualizó a JungKook darle una dura mirada antes de girar en sus talones para caminar hacia la salida.
El terror recorrió su cuerpo de la misma manera en la que el viento frío lo hacia. JungKook escuchó a MinJae. Él de verdad pensaba que iba a besarlo. Oh por Dios.
—¿TaeHyung? —llamó el alfa, más no pudo darse el tiempo de alargar la conversación. Se levantó de un salto, corriendo en dirección al pelinegro. Creyó murmurar una despedida apurada, no estaba muy seguro.
Encontró al menor a unos metros del Skatepark, dirigiéndose a su hogar. No dudó en echarse a correr a su dirección (no estaba tan lejos, pero su paso apresurado podría dejarlo del todo atrás).
—¡JungKookie! —vociferó en un intento fallido. Algo en su pecho, una cosa molesta le exigía que fuera y le explicara lo que sucedió dentro del parque sin razón aparente— ¡JungKook, detente!
No entendía la reacción del contrario, más cuando se imaginó estando en su lugar, dolió. Si estaban juntos en una fecha memorable no debían llegar terceros, mucho menos a pedirle un beso. Sus virginales labios se negaban rotundamente.
Llegaron a casa, recargó las manos en sus rodillas para recuperar aire cinco segundos.
—JungKook, escúchame —TaeHyung pidió sin aliento. El mencionado hizo oídos sordos a sus palabras, siguiendo a su habitación compartida (cabía mencionar que dió un portazo que resonó en toda la casa).
Fue tras él, indispuesto a que se enfadara por una estupidez. El malestar estaba llegando a hacerse más notorio en su cuerpo, si no arreglaban el problema culminaría llorando y sus cuidadores lo encontrarían mal.
—Deja de ignorarme —dijo. La respiración de JungKook enseguida tembló y gruñó, regalando una mirada pesada de cejas fruncidas.
—No me hables ahora —sus palabras carecían de emoción, mientras que a la vista de TaeHyung se alcanzaba a ver su espalda tensa nada más.
—En el Skatepark simplemente huiste, me dejaste solo y ya no quieres hablarme. ¿Cuál es tu problema?
Aquella pregunta pareció ser el detonante para que JungKook explotase cual bomba de tiempo.
—¡Vas a besarlo! —exclamó en un grito, el color rojo en sus orejas más la lengua presionandose en el interior de su mejilla le indicaban al mayor lo enfurecido que estaba— ¡Ese es mi problema! ¡Vas a besar a ese chico!
—No besaré a nadie.
—¡Estabas pensándolo!
Tae contó hasta diez en su cabeza, respirando profundo para deshacer el nudo en su garganta. Pedía que sus orbes no se cristalizaran porque rompería a llorar y no iba a permitirlo.
—Deja de gritarme, JungKook —murmuró, sus puños apretándose alrededor de su sudadera— Yo no besaría a MinJae ni aunque me pagasen.
—¡Entonces pruebalo! —volvió a alzar la voz, acercándose rápidamente a su cuerpo.
—¡No tengo que probar nada! ¡¿Y por qué estás así de todas maneras?! ¡No es como si tuvieras motivos!
Eso pareció afectar al chico menor de una manera instantánea; sus ojos se pusieron oscuros y su mandíbula se apretó. TaeHyung tragó pesado.
—Bien, tienes razón —asintió— Déjame en paz, TaeHyung —habló lento, alejándose como si de repente su cercanía le quemaba.
—No es... ¡JungKook! ¡Que no voy a besarlo! —suplicó con voz quebradiza.
—Pruebalo.
—¡¿Cómo?!
—¡Bésame a mí! —gritó JungKook desde su lugar, ocasionando que los ojos de TaeHyung se abrieran desmesurados.
—¿Qué? —cuestionó en un hilo de voz.
El azabache luciendo débil, negó levemente con la cabeza.
—Olvídalo... puedes besarte con quien quieras, pero ahora debo estar a solas —fue lo último que dijo, después intentó salir de la habitación, esa acción causó el desespero en el pecho de TaeHyung.
JungKook marchándose.
JungKook marchándose y enojado con nosotros.
Aquella voz. Aquella fuerza en su interior. Aquél pesar en él provocó que TaeHyung corriese hacia JungKook sin pensar, girandolo de golpe y uniendo con torpeza sus labios.
No hubo movimiento alguno, su respiración contenida era lo que indicaba que era real. Los labios de JungKook estaban suaves y cálidos, pese a que yacían estáticos en los suyos, éstos encajaban a la perfección.
Unas manos ajenas se posaron en sus caderas, una serie de preguntas llegaron de golpe a su mente; ¿Era normal esa cosa en su pecho? ¿Las mariposas en su estómago? ¿El tiempo detenido? Besar a JungKook... ¿Eso estaba bien?
Sí, lo estaba para él.
Primero de septiembre... le probó que no haría nada con MinJae. Y estuvo aterrado, extrañado, un poco enamorado. JungKook cumplía trece años, y TaeHyung estaba dándole su primer beso.
Uno que aclaró varias dudas, bueno, al menos para TaeHyung, porque JungKook sólo reafirmó por décima vez lo que ya sabía; su enamoramiento por el mayor. Mientras que este mismo sintió despertar del sueño en el que estaba trapado. Le gustaba JungKook. Le gustaba el chico que una vez quiso robarle a sus hyungs. Le gustaba el chico que mordió al mismo alfa que los mantenía para defenderlo cuando se escapó con HoSeok para jugar en la lluvia y pescar un resfriado. A él... le gustaba su compañero.
Sus labios no volvieron a encontrarse, pero sus manos decididas se entrelazaban de forma inconsciente, las palabras que añoraban con salir de sus bocas donde revelaban sus sentimientos quedaron atrapadas en sus gargantas, más las caricias sutiles llenaban momentáneamente ese gran espacio. No tenía idea. TaeHyung siendo el mayor mantenía su cabeza vuelta un nudo, incluyendo la voz que se tornaba más clara y persistente en su pecho.
Voz que le exigía estar cerca de JungKook y le extrañaba, la cual comprendió que era del lobo en su interior. Es algo que jamás se atrevió a preguntar a JiMin, pero supo que el revoltijo de emociones, sensaciones y confusiones en su mente era gracias a su desarrollo adelantado.
Cuando presentó como omega habían pasado cinco meses desde que aceptó su gusto-gusto por el menor de cabellos azabache, recordaba estar llorando en sincronía con su lobo, todo su cuerpo dolía, necesitaba una cosa. Una cosa desconocida que lo haría sentir bien.
Le paralizaba del miedo, estaba mal que por primera vez en sus quince años quería mandar lejos al omega que lo rescató de ese hombre malvado, quería maldecir mientras se retorcía de dolor en aquella cama.
—Kookie —lloriqueó en cuanto la puerta se abrió y mostró al chico con una mueca de preocupación.
JungKook recién llegaba de la escuela, en la entrada lo recibió un potente olor a gardenias frescas, provocando una punzada trepandose a su pecho. Su mente se sacudió al momento en que escuchó las palabras de JiMin: "TaeHyung presentó como omega, la está pasando muy mal." Ignorando los llamados de este mismo cuando corrió a su habitación de inmediato.
Las feromonas liberadas indicaban el sufrimiento que estaba pasando su Tae, lo comprobó al analizar su rostro sonrojado, su expresión de malestar y las lágrimas corriendo por sus mejillas.
—TaeTae —se acercó en pasos rápidos, apresando el cuerpo caliente del contrario— ¿Te sientes muy mal? ¿Necesitas que busque algo? ¿Vamos al doctor?
—No me gusta estar así —hipó, restregando su nariz en el pecho de JungKook. El menor se mantuvo acariciando su cuello suavemente— Me duele el vientre y... yo... —los sollozos se pronunciaron, haciéndole imposible seguir hablando.
—No llores, por favor. Te haré cariñitos, ¿sí? Y le diré a JiMin hyung que traiga un poco de helado —propuso en voz baja, ganas incontrolables de proteger a TaeHyung llegaron a sí.
—¡No, no! No llames a hyung, nada más cariñitos —pidió con el ceño fruncido y un puchero, aferrando sus manos en la camisa del contrario.
—Está bien —JungKook aceptó sin complicaciones.
Sin separarse mucho se metió bajo las sábanas, una de sus manos masajeado con cuidado la zona adolorida de Tae mientras este se mantenía oculto en su cuello.
Los sollozos se calmaban a medida que corría el tiempo, el nuevo aroma del rubio cambió a uno satisfecho y estaba enloqueciendolo, era primera vez que un omega alteraba sus sentidos de tal manera.
Lo cuidó como si fuera lo más preciado; cantó un par de canciones, le arrulló cuando el malestar regresaba e incluso se permitió ser posesivo con él. Porque TaeTae era suyo y lo necesitaba.
—Es extraño que ya seas un omega —dijo el chico de catorce años, pegando su nariz a la mejilla del mayor y tomando una respiración profunda.
—¿Por qué lo dices? —TaeHyung sonrió al notar lo que estaba tratando de hacer. Unos brazos se apretaron más a su cintura— JungKookie, ¿me estás olfateando?
El cachorro se tensó, pero cuando una risa se hizo oír, su cuerpo se relajó gradualmente.
—¿Y qué si lo hago? Me gusta como hueles —JungKook admitió sin más.
—Ya, sinvergüenza —pellizcó su nariz— ¿Por qué es extraño que sea omega?
JungKook se quedó en silencio, tal vez pensando seriamente en la pregunta. No era malo, en absoluto, si TaeHyung hubiese presentado como alfa o si era un simple beta continuaría queriéndolo igual, lo difícil era aceptar que el niño que le enseñó a contar, a alejar a los monstruos y a ser valiente ya no era más eso, un niño, mientras él...
—No lo es, TaeTae —Kook suspiró, negando con la cabeza— Te estás convirtiendo en un adulto, y eso me pone tonto, porque tú... no por eso me vas dejar de lado, ¿cierto? No me alejarías porque sigo siendo un niño...
—Yo... una vez hice una promesa a cierto lobito llorón dos años menor —empezó TaeHyung— Yo no soy de romper promesas, JungKook, así que no me puedo alejar porque seré el omega de ese alfa cuando venga el momento.
Su corazón se agitó en su pecho, incrédulo. ¿TaeHyung realmente recordaba eso? ¿Estaba aceptando ser su omega en cuanto presentara?
—¿Cómo estás tan seguro de que será un alfa? —la pregunta salió distorsionada por los nervios.
—Porque él me lo dijo —TaeHyung sonrió, luego añadió— Y yo creo en ti.
Una promesa renovada.
Un beso renovado.
Un comienzo renovado.
•••
Gracias por leer, x
avamochi
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