Capítulo 1

20 de Diciembre

Estábamos a unos días de navidad, revisando el ático en busca de los últimos adornos que colocaríamos en la casa.

La verdad mi hermana y yo solo queríamos que todo acabará. Las festividades no eran lo nuestro pero aun así lo hacíamos por ella. Por mamá.

Nuestra madre nos había enseñado muchas cosas y entre ellas que la familia se reunía siempre en este tipo de fiestas. Fiestas como los cumpleaños, año nuevo, celebraciones, entre muchas otras cosas.

Y ahora que mamá no estaba nos correspondía llevar acabo las cosas a nosotras.

Moví varias cajas para poder buscar mejor. Había visto a mamá subir los adornos del año pasado al ático así que debían estar aquí. Por algún lado.

- Mira esto - escuche a mi hermana. Ella era más joven. Aunque fuera solo por dos años.

- ¿Qué es? - pregunté cuando llegue a su lado y solo vi un baúl.

- Mmm parece el baúl de mamá - me dijo. Reviso uno de los laterales - Si, aquí están sus iniciales.

Vi hacia el lugar señalado para comprobarlo. Cierto, a un costado se podían ver claramente tres letras hermosamente labradas en lo que parecía ser plata.

El baúl mediría unos treinta centímetros de alto, cincuenta de largo y veinticinco de ancho. No era muy grande básicamente la mitad de un baúl normal.
Parecía que tenía bastante tiempo que estaba en el ático por el polvo acumulado.

- ¿Necesita llave? - pregunté. Tengo que admitirlo mi curiosidad es enorme.

- Estas de suerte - me dijo riendo.

- ¿De qué hablas? - dije volteando un poco la cabeza.

- La llave es el dije que te dejo mamá - me dijo Lidia, vi cómo señalaba el espacio para la llave. Tenía la forma extraña, como si fuera la punta de una pluma fuente. Exactamente como mi dije.

Agarre el dije que tenía alrededor del cuello y lo puse en el espacio correspondiente en el baúl. Presione hacia abajo y se escuchó un click. Vimos la tapa del baúl abrirse.

Dentro había un montón de cosas. Algunos libros que tenían una flor dentro, varios retazos de tela, algunas joyas que sabíamos papá había regalado a mamá en sus aniversarios.

Pero lo que llamo nuestra atención o por lo menos la mía, fue el manojo de cartas al fondo del baúl. Una en específico, al parecer la más reciente, estaba en un sobre negro con labrados en dorado. En el centro estaba escrito Lilian mi nombre, era claramente la letra de mi madre.

Tome la carta y quite el sello que tenía. Saqué la hoja y comencé a leer en voz alta.

Mi pequeña Lily

De generación en generación mis antepasados crearon una tradición. Es algo extraña y muy poco ortodoxa pero es algo que siempre he hecho con gusto.

Es algo que tengo que pedirte también hagas. Mi abuela lo hacía, mi madre lo hizo y ahora será tu turno.

Cada hija mayor lo ha hecho y espero tu hija mayor lo haga.

Escribimos una carta todos los años. El día de Navidad debe estar terminada. En ella escribimos todo lo bueno y todo lo malo que hemos pasado ese año. Las cartas en el baúl son una por cada año que he escrito.

Las cartas están dirigidas a un miembro de la familia. En mi caso mi niña fue a tu tío Marcus, en tu caso cariño quiero que las dirijas a tu hermano Eilan, sé que también lo extrañas era tu hermano mayor después de todo, así que será perfecto.

No te pido entiendas lo que hacemos, yo no lo entendí en mi momento, tuvieron que pasar bastantes años antes de entender el propósito de esto.

Solo pido mi querida niña hagas lo que se ha hecho hasta ahora. Por favor mi querida niña no dejes que esta tradición muera.

Te quiere mamá.

Alcé mi vista a Lidia. Ella me miraba con los ojos bien abiertos.

- Eso es extraño - me dijo sólo pude asentir a su comentario. Sabíamos que mamá había quedado un poco trastornada por la trágica muerte de Eilan pero jamás creímos que tanto.

- Entonces... ¿lo harás? - me pregunto Lidia después de unos minutos en silencio.

- ¿Hacer qué? - pregunté algo desconcertada.

- Esto - me señaló al baúl aún abierto y con las cartas encima de toda la pila de cosas.

- ¿Para qué lo haría? - pregunte, reanudando mi búsqueda de los adornos.

- Es una tradición - me vio a la ojos, su mirada claramente decía que estaba loca si no lo hacía.

- No creo - dije realmente mi madre no podía estar pidiéndome algo así, en primera jamás había escrito una carta menos a alguien que ya estaba muerto.

- Vamos todas lo han hecho - me dijo, ella parecía muy animada.

- Yo no soy todas. - tenía a la familia más loca, no podía creer que mi hermana lo considerara.

- Ja claro, ¿pero lo harás? - parecía ser una broma entre nosotras, para mi mala suerte mamá siempre pasaba su tiempo comparándome con las demás chicas del vecindario, diciendo que fuera más como ellas, claro ellas ahora eran madres de mínimo dos hijos y yo con veintidós años estaba acabando una carrera y tenía un buen empleo, pero claro mamá nunca vio eso.

- No, eso era algo de madre no mío. - dije dejándole a mi hermana en claro que no insistiera.

- De acuerdo entonces. - cerramos el baúl y seguimos buscando los adornos, los encontramos unos veinte minutos después, bajamos y comenzamos a colocar los adornos.

22 de Diciembre

20 de Diciembre

Estábamos a unos días de navidad, revisando el ático en busca de los últimos adornos que colocaríamos en la casa.

La verdad mi hermana y yo solo queríamos que todo acabará. Las festividades no eran lo nuestro pero aun así lo hacíamos por ella. Por mamá.

Nuestra madre nos había enseñado muchas cosas y entre ellas que la familia se reunía siempre en este tipo de fiestas. Fiestas como los cumpleaños, año nuevo, celebraciones, entre muchas otras cosas.

Y ahora que mamá no estaba nos correspondía llevar acabo las cosas a nosotras.

Moví varias cajas para poder buscar mejor. Había visto a mamá subir los adornos del año pasado al ático así que debían estar aquí. Por algún lado.

- Mira esto - escuche a mi hermana. Ella era más joven. Aunque fuera solo por dos años.

- ¿Qué es? - pregunté cuando llegue a su lado y solo vi un baúl.

- Mmm parece el baúl de mamá - me dijo. Reviso uno de los laterales - Si, aquí están sus iniciales.

Vi hacia el lugar señalado para comprobarlo. Cierto, a un costado se podían ver claramente tres letras hermosamente labradas en lo que parecía ser plata.

El baúl mediría unos treinta centímetros de alto, cincuenta de largo y veinticinco de ancho. No era muy grande básicamente la mitad de un baúl normal.

Parecía que tenía bastante tiempo que estaba en el ático por el polvo acumulado.

- ¿Necesita llave? - pregunté. Tengo que admitirlo mi curiosidad es enorme.

- Estas de suerte - me dijo riendo.

- ¿De qué hablas? - dije volteando un poco la cabeza.

- La llave es el dije que te dejo mamá - me dijo Lidia, vi cómo señalaba el espacio para la llave. Tenía la forma extraña, como si fuera la punta de una pluma fuente. Exactamente como mi dije.

Agarre el dije que tenía alrededor del cuello y lo puse en el espacio correspondiente en el baúl. Presione hacia abajo y se escuchó un click. Vimos la tapa del baúl abrirse.

Dentro había un montón de cosas. Algunos libros que tenían una flor dentro, varios retazos de tela, algunas joyas que sabíamos papá había regalado a mamá en sus aniversarios.

Pero lo que llamo nuestra atención o por lo menos la mía, fue el manojo de cartas al fondo del baúl. Una en específico, al parecer la más reciente, estaba en un sobre negro con labrados en dorado. En el centro estaba escrito Lilian mi nombre, era claramente la letra de mi madre.

Tome la carta y quite el sello que tenía. Saqué la hoja y comencé a leer en voz alta.

Mi pequeña Lily

De generación en generación mis antepasados crearon una tradición. Es algo extraña y muy poco ortodoxa pero es algo que siempre he hecho con gusto.

Es algo que tengo que pedirte también hagas. Mi abuela lo hacía, mi madre lo hizo y ahora será tu turno.

Cada hija mayor lo ha hecho y espero tu hija mayor lo haga.

Escribimos una carta todos los años. El día de Navidad debe estar terminada. En ella escribimos todo lo bueno y todo lo malo que hemos pasado ese año. Las cartas en el baúl son una por cada año que he escrito.

Las cartas están dirigidas a un miembro de la familia. En mi caso mi niña fue a tu tío Marcus, en tu caso cariño quiero que las dirijas a tu hermano Eilan, sé que también lo extrañas era tu hermano mayor después de todo, así que será perfecto.

No te pido entiendas lo que hacemos, yo no lo entendí en mi momento, tuvieron que pasar bastantes años antes de entender el propósito de esto.

Solo pido mi querida niña hagas lo que se ha hecho hasta ahora. Por favor mi querida niña no dejes que esta tradición muera.

Te quiere mamá.

Alcé mi vista a Lidia. Ella me miraba con los ojos bien abiertos.

- Eso es extraño - me dijo sólo pude asentir a su comentario. Sabíamos que mamá había quedado un poco trastornada por la trágica muerte de Eilan pero jamás creímos que tanto.

- Entonces... ¿lo harás? - me pregunto Lidia después de unos minutos en silencio.

- ¿Hacer qué? - pregunté algo desconcertada.

- Esto - me señaló al baúl aún abierto y con las cartas encima de toda la pila de cosas.

- ¿Para qué lo haría? - pregunte, reanudando mi búsqueda de los adornos.

- Es una tradición - me vio a la ojos, su mirada claramente decía que estaba loca si no lo hacía.

- No creo - dije realmente mi madre no podía estar pidiéndome algo así, en primera jamás había escrito una carta menos a alguien que ya estaba muerto.

- Vamos todas lo han hecho - me dijo, ella parecía muy animada.

- Yo no soy todas. - tenía a la familia más loca, no podía creer que mi hermana lo considerara.

- Ja claro, ¿pero lo harás? - parecía ser una broma entre nosotras, para mi mala suerte mamá siempre pasaba su tiempo comparándome con las demás chicas del vecindario, diciendo que fuera más como ellas, claro ellas ahora eran madres de mínimo dos hijos y yo con veintidós años estaba acabando una carrera y tenía un bien empleo, pero claro mamá nunca vio eso.

- No, eso era algo de madre no mío. - dije dejándole a mi hermana en claro que no insistiera.

- De acuerdo entonces. - cerramos el baúl y seguimos buscando los adornos, los encontramos unos veinte minutos después, bajamos y comenzamos a colocar los adornos.

22 de Diciembre

No pude evitar que mi curiosidad me llevara de regreso al ático, mamá había sido muy insistente con respecto a la tradición, había investigado un poco de las cosas pero no podía encontrar nada consistente, solo tres baúles más en mis manos.

Mis tías me habían dejado algunos baúles que tenían guardados, los tres tenían como llave el dije, abrí cada uno y vi que había cartas, entre otras cosas como libros, joyas, algunas fotografías.

Cada uno tenía un sobre negro dirigido a la hija en turno. Los sobres restantes estaban todos atados y seguían sellados. Al fondo del baúl de mamá había un sello de metal y cera color morado.

Leí cada una de las cartas de los sobres negros. Básicamente decían lo mismo.

No entendía nada, ¿Qué pasaría si no lo hacía? ¿Qué habría de malo si ignoraba lo que mi mamá había pedido?

El sonido del timbre me distrajo. Camine hacia la puerta. Mamá había dejado la casa para mí. No era sorpresa, mi hermana aún estaba en la universidad y vivía en el campus. Papá sólo estaba en las noches cuando su amigo Jonás lo corría de su casa.

Abrí la puerta y vi a un chico con un enorme paquete.

- Buenos días, busco a la señorita Lilian Kirchner - dijo el chico.

- Soy yo

- Este paquete es para usted - me dijo, acercó la tablilla que tenía en la mano para que firmará.

Una vez hecho me entregó el paquete y se dio la vuelta para irse. Solo lo vi subir a la camioneta y emprender su regreso.

Cerré la puerta mirando con curiosidad el paquete. Lo desenvolví y pude ver un baúl como los otros que estaban en la mesita de centro.

A un costado del baúl estaban mis iniciales.

Tome de inmediato el dije para abrir el baúl.

Dentro no había mucho. Estaba forrado de satinado rojo. Tenía pequeñas bolsas a los lados para poder meter cosas. Vi varios sobres de color beige y hojas blancas. También había tres varas de cera roja. También vi al final de todo otro sobre este de color beige como los otros pero con un sello color morado.

Al abrirlo sólo había escrito una oración.

Con esto iniciará todo.

Seguía confundida. No sabía qué hacer. Cerré todo y subí al sótano a dejar las cuatro cajas.

Lleve la que sería mía a mi habitación. Por el momento me olvidaría de todo. Necesitaba hacer unas compras y pensar en esto no me ayudaría.

Tome un saco y mi cartera dispuesta a salir por el día de hoy.



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