[XIX]
Saludos cordiales.
¿Quién lo hubiera dicho? estamos a un epilogo de finalizar, y a mí me sigue tomando eones escribir algo para terminar. En fin, espero no tardar mucho en traer ese ultimo capítulo, mas que nada porque es el único que he querido escribir desde hace mucho tiempo.
Hay una amplia posibilidad de que el final no sea lo que se hayan imaginado, o que haya muchos cabos suelto por ahí, pero no pienso alargar mas la existencia de esta historia solo para solucionarlos. Ya hablaremos al respecto en su momento.
Por ahora, les pido que disfruten la lectura.
Algo cambio a medida que la fiesta avanzó; todo lo que siguió a la pequeña actuación de Nathaniel, y el beso que compartieron, solo les daba mas y mas miedo, como si la llegada del final de la noche no augurase nada positivo, para nadie. Sin embargo, no podía detener el paso el tiempo, al menos no para siempre, y la media noche trajo consigo ese momento que todos parecían querer evitar.
Poco a poco, los invitados dejaron la fiesta, llevándose consigo un ligero grado de ebriedad y deseos de continuar celebrando por su cuenta, sin saber muy bien en dónde. No pasó mucho para que el lugar se encontrase vacío, dejando allí a algunos empleados del hotel que recogían platos y limpiaban mesas, a un par de parejas y un rubio y un pelirrojo que no parecían tener el valor de entablar una conversación.
Adrien sabía perfectamente que, después de aquella noche, era cuestión de días antes de tener que marcharse, y eso le dolía, le frenaba, porque a esas alturas, lo único que quería era estar con Nathaniel por cuanto tiempo le fuese posible. El pelirrojo, por su lado, no había dejado de sentir que algo saldría mal, que alguien arruinaría todo o que un meteorito destruiría el mundo; sentía un nudo en la garganta, propio de un mal presentimiento, que le mantenía en silencio y a metros del chico rubio.
— Deberías dejar de pensar tanto, te vas a fundir el cerebro— Feuu parecía irritado, mas de lo normal, y sus palabras despectivas eran prueba de ello; Nathaniel no dejaba de observar cómo Adrien permanecía en compañía de Chloé y Marinette, hablando animadamente, ignorando por completo su solitaria presencia en aquella lejana mesa del lugar— Si te quedas mas idiota que ahora, no me pienso hacer cargo.
— Extrañaba este Feuu— confesó con una sonrisa, dejando de mirar al rubio, para centrarse en el pequeño zorro que le hablaba al oído, oculto tras su cabello— Llegue a pensar que me habían dado el Kwami equivocado. Aunque tampoco me quejo.
— Eres realmente un tonto— los regaños e insultos se detuvieron en cuanto el zorro se percató de la insistente mirada de Lila, que parecía querer acabar con Nathaniel en aquellos momentos— Hay un problema.
El pelirrojo paseó la mirada por la habitación, descubriendo lo mismo que su compañero. Lila no decía o hacia nada, estaba casi tan sola como él, lejos uno del otro, pero en el único punto que le permitía observarlo fijamente sin que pareciese que lo hacía apropósito. Bastó que sus miradas se cruzasen para que saliese disparada de su escondite a encarar al muchacho.
— Nathaniel, justo con quien quería hablar— celebró forzando una sonrisa, sentándose delante de él y apoyando los codos sobre la mesa, entrelazando los dedos sin borrar aquella extraña sonrisa de sus labios— Me alegra tanto ver que no estas muerto.
— ¿Qué es lo que quieres? — el pelirrojo no se molestó en ocultar la poca gracia que le hacia tener a aquella chica delante suyo. Agradecía no haber tenido que lidiar con ella por años, porque lo único que sabia era que era insufrible— No finjas Lila, las mentiras re brotan por los poros.
— Uhg, eres tan desagradable como Marinette— masculló, cambiando su sonrisa por una mueca de fastidio, llevando una de sus manos a su cabello, organizándolo como si fuese mas importante que la conversación— Aléjate de Adrien.
— ¿Te lo dices a ti, a ver si te convences de finalmente dejar de ser tan despreciable? — había algo gratificante en la mirada de sorpresa de la chica; no estaba seguro de como describir esa sensación, pero era fantástica— ¿O simplemente le dices eso a cada persona que se acerca a él, esperando que finalmente te haga caso?
el eco de la bofetada que la chica decidió soltarle al pelirrojo acallo por completo cualquier murmullo que quedase rebotando en el lugar. Nathaniel podía sentir el escozor apoderarse de la zona, acompañado por el calor y el cosquilleo de la sangre fluyendo por su mejilla, bajo su piel. No podía moverse, no porque no quisiera, sino porque las fuerzas que tenía parecían haberle abandonado; estaba aturdido, sentía que el mundo daba vueltas y apenas era capaz de procesar lo que acababa de pasar.
— ¡¿Pero qué mierda está mal contigo?! — la voz de Chloé fue la primera en entrar en sus oídos, chillando y maldiciendo a Lila como si lo que acabase de hacer fuese, tal vez, demasiado para tolerar— La única razón por la que te invité fue porque estudiamos juntos, pero no debí perder mi tiempo contigo.
— En verdad, no debiste— secundó Marinette, tomando con cuidado el rostro de Nathaniel, examinando el golpe con cuidado— Deberías agradecer que no está inconsciente o algo parecido, Lila.
Dejó salir un suave quejido de dolor cuando Marinette, por accidente, pasó su mano cerca de la zona afectada, haciéndole sentir que la piel le ardía en llamas. Detestaba la sensación de un golpe, pero aquel era diferente a todos los que había sentido alguna vez, era mucho mas intensa.
— Déjala— susurró a medida que la consciencia volvía y recuperaba el control de su ser— Le dolió que alguien le dijese la verdad en la cara, es todo. No debes darle tu tiempo a alguien así.
— Nath tiene razón— sentir sus brazos ayudándole a levantarse de la silla, rodeándole en una suerte de abrazo que pretendía protegerlo, le hizo sentir tan indefenso, pero a la vez tan protegido, que deseó que aquello no llegase nunca a su fin— Lila ya ha hecho suficiente daño en nuestras vidas, ya no vale la pena perder el tiempo con ella.
Adrien se llevó al pelirrojo hasta el ascensor, ignorando por completo la continuación de una discusión que probablemente terminaría mal. No tenia deseos de lidiar aquella noche con Akumas, ni con los celos de las chicas o un odio irracional. Esa noche, ya por si sola, era pesada para él, sumarle problemas era el ultimo de sus planes.
— Estoy bien— afirmó con dificultad el pelirrojo, recargando su cabeza en el hombro de su acompañante, cerrando los ojos mientras el ascensor decencia hasta el lobby— No ha sido el peor golpe de mi vida, aunque si dolió bastante más.
— Bueno, creo que se escuchó en todo París, normal que te duela— bromeó con una suave sonrisa, acariciando el cabello del pelirrojo, que se había desacomodado después del golpe— ¿Quieres que los lleve a casa? Estoy seguro que no será ningún problema
Un fuerte sonroso invadió sus mejillas ante la oferta, contribuyendo al enrojecimiento de la bofetada— Bueno... a decir verdad, no me molestaría...
El pequeño auto gris, escoltado por Nathalie, aguardaba frente a la entrada principal, conducido por el guardaespaldas de Adrien y rompiendo el sepulcral silencio que se había apoderado de las calles. Nathaniel pudo ver que a la mujer no le hizo mucha gracia la idea de tener que llevarlo a su departamento, porque sabia que el rubio se rehusaría a marcharse, sin embargo, aceptó. Después de todo, había sido su cumpleaños, tenia derecho a un par de caprichos.
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— Perdona el desorden— se excusó en cuanto traspasaron la puerta, revelándole al rubio un salo apenas mas presentable que la última vez que había estado allí— La ultima semana fue un desastre.
— Puedo verlo— comentó sin animo de ofender, dejando que Plagg saliese de su saco, directo a la cocina a buscar algo de queso, seguido por Feuu— Pero, a estas alturas, creo que hace parte de quien eres.
Nathaniel dejó salir una suave risita, invitándolo a tomar asiento en algún lugar de la sala, mientras él iba por una bolsa con hielo para calmar el eco de la bofetada que había recibido. Verle sentado en el lugar que él solía ocupar durante los últimos ensayos de la canción le dio una idea un tanto atrevida. Sin preocuparse por su reacción, o la posibilidad de que Nathalie entrase por la puerta para llevárselo a casa, se dejó caer sobre el regazo de Adrien, mirándole divertido.
— Me esperaba todo menos esto— rio el rubio, abrazándole por la cintura y juntando mas sus cuerpos— Tienes una mirada muy tentadora ahora mismo ¿A caso bebiste?
— En lo absoluto— aseguró con firmeza, pasando una de sus manos por el cuello del otro, sujetando con la otra la bolsa de hielo contra su mejilla, aguantando las ganas de dejar caer esa misma bolsa por la espalda de su pareja— Tuve bastante con la otra noche, si puedo evitarlo, entonces le huiré a la resaca el resto de mi vida.
— Esa es una noble resolución— Nathaniel vio cómo, de la nada, la enorme sonrisa que iluminaba su rostro se apagaba, dejando una mueca de tristeza y una sombra nublando sus brillantes ojos verdes— Ojalá pudiese estar así para siempre... solo contigo, juntos para siempre.
— Pero...— no quería preguntar porque no podían, sabia que había mil razones, sin embargo, quería conservar la esperanza de que había mil y una razones que les permitiese estar juntos para siempre— Vamos, se que algo va a pasar. ¿Crees que no note como todos se despedían hoy?
— Me voy a Nueva York— finalmente admitió, jugando con el cabello del pelirrojo, acariciándolo con la intención de tranquilizarse un poco— Mi padre va a enviarme como representante de su marca a América, quiere que me quede y me haga cargo de todo lo que haga falta para mantener su posición como el mejor del mundo.
Nathaniel escuchaba con un nudo en la garanta, imaginando que aquello había sido lo que Adrien había sentido cuando fue él quien le dijo que debía marcharse. Era extraño sentir que las cosas volvían a irse abajo después de haber encontrado la estabilidad que tanto necesitaba, sin embargo, por alguna razón, no sentía que aquello fuese un final, más bien, sentía que era un inicio.
— Sé que es duro, especialmente porque finalmente volvemos a estar juntos, pero...— la voz se le quebró finalmente, dejando salir aquellas traidoras lagrimas que había estado luchando por retener, mostrando ese lado vulnerable que no muchos conocían— De verdad lo siento...
— No— susurró con calma, tomando su rostro y besándole suavemente, ayudándole a calmar el llanto— No lo sientas, si es lo que debes hacer, hazlo. Pero esta vez no vamos a dejar todo atrás simplemente por un viaje.
— ¿Nath, de qué hablas? — Adrien agradecía los dulces gesto y el optimismo, pero ambos sabían que una relación a distancia sería demasiado complicada, y no quería abandonarse a la esperando de poder volver en poco tiempo— No creo que...
— Ya sé que no vas a volver en menos de dos años, o de seis, eso no importa— el pelirrojo se levantó y, olvidándose por completo del dolor en su mejilla, alzó los brazos en el aire y anuncio— Iré contigo. No importa cuanto tiempo sea, quiero ir contigo, quiero que vivamos juntos, que formemos una familia juntos. Si no es aquí, que sea en América, o donde quiera el destino que sea.
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