5-Misión

Allí estaba ella, mirándome a la cara con aquellos ojos tan bonitos que tenía. Desvié la mirada ya que aún me sujetaba el mentón. El silencio era demasiado incómodo.

—¿Qué...qué quieres?—pregunté sin mirarla.

—Quiero que me cuentes la verdad sobre tu mano—me contestó.

—Ya lo he dicho...me he caído y hecho daño—me defendí.

—¿Es eso cierto?.

—Si.

Ella me soltó y tomó mi mano, no llevaba puesta la armadura por lo que noté el tacto. Estaba tan nervioso cuando me agarró el mentón que no pude admirar lo fina que era su piel y lo suave que eran sus dedos. Entonces saco las vendas y las colocó a un lado. Luego, me quitó los vendajes manchados por la sangre y con un algodón y agua me limpió bien las heridas.

—Debes tener cuidado, no quiero que te lastimes—me dijo en un tono preocupada.

—Estas heridas no son nada comparadas con la de mi corazón—quise decir, pero no me atreví.

Apenas me di cuenta cuando terminó de curarme.

—Gracias—dije examinando el vendaje.

—¿Por qué te fuiste del teatro sin mi?—parecía preocupada.

—Tenía...cosas que hacer. Además, son los actores los que tenían que hacer el saludo al público en forma de agradecimiento y yo no era actor.

—Pero aún así, esperaba que regresáramos juntos al gremio—me dijo.

—Lo siento, tenía cosas que hacer—me levanté del asiento dispuesto a irme—además, estabas con Jerall—dije tratando de que no se me quebrase el tono.

—Estuvimos un rato charlando ya que teníamos que ponernos al día con todo. Ha derrotado a unos cuantos gremios oscuros, realmente ha demostrado que ha cambiado—el escuchar sobre aquella persona me ponía enfermo y hacia que apretase los dientes ya que mi mano si lo hubiera hecho se abriría la herida de nuevo.

—Ya veo...bueno, debo irme a casa, descansaré antes de hacer una misión—dije.

—¡Espera!—me agarró del brazo—¿estás...estás enfadado conmigo?—esa pregunta me dolió.

—No.

—Ya veo...es un alivio—abrí los ojos—no quiero que mis amigos se enfaden conmigo—ahora puso de nuevo esa sonrisa.

Ahí quedo la cosa, estuve en casa unos días ordenando todo y asegurándome que aquel lugar se convirtiera en un lugar acogedor. 

Ya todo listo, fue al gremio al cabo de unos pocos días para hacer una misión sencilla. Encontré una de buscar unas piedras preciosas en una montaña, entre ellas había unos rubís de color negro que eran muy especiales y que formaban parte de una colección de joyas antiguas.

—Bien, haré esta—pensé con una sonrisa.

—¿Vas de misión?—me preguntó una voz.

—Si—conteste.

Al darme cuenta, vi que era Erza.

—¿Qué haces aquí?—pregunté un poco seco.

—Esperaba ir de misión pero Natsu, Lucy y compañía se han ido a una sin mi—respondió algo molesta.

—Ah, ya veo. Bueno, debo ir a esa montaña—dije arrancando la hoja,

—Espera, voy contigo, así podemos conocernos un poco mejor.

—¿No sería mejor si fueras con Jerall?—aquella pregunta pareció doler a la joven, tal vez vio mi mirada molesta.

—Ara ara, veo que van a hacer una misión—intervino Mirajane.

—Esto...

—Me alegro, venga, vayan antes de que les roben esos rubís—dijo metiendo prisa.

Y así, cuando quise darme cuenta, estaba en el metro camino al poblado más cercano a la montaña. Estaba mirando por la ventana y de vez en cuando miraba de reojo a la pelirroja que se encontraba leyendo un libro.

—Gracias por acompañarme—dije casi en un susurro.

—No es nada, es bueno ir acompañado, nunca se sabe que puede pasar—dijo.

—Supongo que echarás de menos a tu novio Jerall—ni yo se como pude decir ambas palabras juntas.

Ella se sonrojó un poco.

—No, no hay nada entre nosotros. Hubo un tiempo en que si pero...ahora es feliz junto a otra mujer—dijo.

No sé como pude mantener la calma y no ponerme a bailar de alegría, aunque por dentro estaba feliz y eso me alivió, casi tanto que solté un pequeño suspiro que seguramente Erza se diera cuenta aunque fingiese que no.

—¿Sabes algo más de la montaña?—me preguntó.

—Habrá algunos animales salvajes pero yo creo que no será tan difícil. De hecho lo más complicado será encontrarlas.

Cuando llegamos al poblado, salimos del tren y nos dimos cuenta de algo, hacía demasiado frío. La nieve caía y así iba a ser el resto de los dos siguientes meses. Pero Erza no se iba a dar por vencida así que emprendimos el sendero hasta la montaña.

—¿Seguro que no es mejor hacerlo en otra época?—pregunté cubriendo mi rostro.

—No podemos esperar a que nos lo quiten, seguro que solo nosotros dos estamos aquí.

—Solo dos idiotas...—murmuré.

Ya era prácticamente de noche y buscamos refugio en una pequeña cueva al pie de la montaña.

—Que suerte, de haber tardado una hora más en llegar, estaríamos en mitad de la nieve—puse una gran manta en la entrada clavada a la pared para evitar que el viento entrase. Gracias al grosor de esta, hacia menos frío.

—Has tenido una buena idea—dijo prendiendo un farolillo pequeño para alumbrar.

—Sin embargo no podemos hacer fuego o se llenará de humo—dije algo helado.

La maga extendió una especie de alfombra para que no tuviéramos que dormir en el suelo que estaba muy frío. Nos tumbamos y notaba el calor de la alfombra.

—¿Tienes frío?—saco una manta y me la puso.

—¿Qué hay de ti?—pregunté preocupado.

—No te preocupes.

Entonces, la tome del brazo y la acerque a mi mientras nos cubría a ambos.

—Así estaremos mejor—dije.

Ahora nos mirábamos a la cara, ella desviaba la mirada mientras se colocaba un mechón. Tuve el coraje suficiente para abrazarla y poner su cara en mi pecho.

—Así ninguno pasará frío—susurre.

—Si—dijo ella en el mismo tono.

Poco a poco, el sueño nos fue venciendo hasta quedar dormidos en aquella postura.


Continuara...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top