Capítulo 35| La realidad

La realidad, es que los dos, el creador y el glitch, mejor llamados como Ink y Error, estaban más que sorprendidos, no comprendían la razón por la cual tenían que enfrentarse a un nuevo destino por alguna causa completamente desconocida. Se suponía que eso no debía suceder, que dos fusiones suyas se crearan en forma de bebés.

Si al menos hubieran sido tan solo como adolescentes... Pero... ¡Que eran simplemente niños! ¿Cómo los cuidarían? Esa era la pregunta que rondaba en la mente de Ink, pues Error sentía unas ganas impresionantes de usar sus poderes sobre los pequeños, que reían al ver a sus 'padres'. 

—¿Quienes mierda se creen esos niños?—Preguntó enfadado Error, resaltando su enojo con notables glitchs en su cuerpo que no paraban de crearse, hasta el punto que el esqueleto de sudadera negra parecía estar a punto de estallar.

—Venga, Error, creo que debe haber una confusión. O sea, es imposible que ellos sean nuestras fusiones, pues, ¿cómo se han creado? ¿Qué ha sido la causa de este encuentro?—Se cuestionó Ink. Quizás su pincel había caído y eso le había hecho crear sin querer a esas criaturas. 

—¿Y quién dice eso? La ciencia dice que los bebés son como nuestros hijos, y no lo podéis negar a no ser que tengáis pruebas, cosa científicamente imposible o complicado, ya que acabáis de descubrir la verdad.—Intervino Alphys, mirando con una cara pícara a los dos esqueletos.

La puerta del laboratorio se abrió, mostrando un cuerpo metálico: era el Mettaton de ese universo, por lo que Alphys se apañó en sacar a los dos esqueletos de la sala con los dos pequeños bebés entre sus brazos. Mettaton, por suerte, no vio nada de lo que había pasado, así que la científica tenía una preocupación menos.

 —Lo siento, chicos, no os puedo ayudar, debo ayudar a Mettaton a intentar arreglarse para un concurso de Snowdin. ¿Podrían volver otro día?— Cuestionó seria, con una mirada penetrante, que tenía el intento de no ser descubierta por su mentira. En verdad, debía ayudar a Mettaton en una cita algo privada, y no podía ayudar a los chicos.

  — Te comprendemos, Alphys, no te preocupes.— Dijo afable Ink mientras acogía a los niños entre sus brazos, mirando de reojo a Error, que desde hacía un tiempo no hablaba. No se había enfadado con él y su descortesía por un pequeño motivo: él también estaba indignado por esas dos criaturas que ahora, quizás, deberían cuidar, pues no tenía en mente en dejar a los pequeños en Littletale u otro universo.

  — No me jodas, lagarto. Yo no quiero cuidar a estos malditos niños. ¡Ni siquiera tienen mi ADN! ¡Todo lo que ponía en la máquina seguro que era falso! ¡No pueden ser mis fusiones con Ink!— Estalló Error mientras miraba con furia a la lagartija. Alphys se quedó sorpresa al ver el enojo de Error, por lo que salió corriendo del lugar, dejando atrás a los dos esqueletos y a los dos infantes.

  — ¿Cuál es tu problema, Error? Que no quieras cuidar a los niños no significa que debas ser borde con Alphys, ella no te ha hecho nada.

— ¿Que no me ha hecho nada? ¡Me acaba de joder la vida contándome la realidad! ¡No puedo calmarme!— Error no se dio cuenta de que sus glitchs aumentaban hasta tal punto que sus ojos se quedaron en blanco y su cuerpo no se podía mover. Se estaba reiniciando, y no había remedio, aunque eso sería la mejor opción.

— ¿Error?— Preguntó asustado Ink. No sabía que estaba pasando, pero vagos recuerdos volvían a su mente, de los días en los que fue prisionero de Error y ellos todavía se odiaban. Ink suspiró, nostálgico. ¿Cómo las cosas podían haber cambiado tanto, tanto que ahora ellos dos eran pareja y tenían dos especies de fusiones entre ellos? Era increíble cómo las cosas habían cambiado tanto de un día para otro. Era tan extraño, pero Ink ya extrañaba eso de sentir el sentimiento de amor, aunque fuera a manos de un hombre. 

  — No pasa na...  — Error no pudo completar su frase pues cayó al suelo, colapsado, el reinicio le había afectado demasiado, hasta el punto de hacerle desmayar. Todo se volvió negro para él, e Ink volvió a suspirar, abriendo un portal con su pincel con destino al Anti-Void. El problema es que era imposible a tomar a Error y a los dos bebés, por lo que tiró con su pie a Error por el portal y después se tiró él. Después de todo, el destructor estaba dormido, no sentiría dolor, ¿no? 

 Al fin, en el Anti-Void, Ink decidió dejar a los pequeños en la habitación que sobraba, y después de ello fue a buscar a Error, que dormía en el suelo lleno de pasto, para llevarlo a su habitación, dejándolo en la cama. Ink, después, fue a la cocina a preparar dos vasos de leche para los pequeños, debía alimentarlos. No les podía dejar morir, eran, como decirlo, creaciones suyas, o eso era lo que pensaba, pues él no había hecho nada para crearlos. 

  — ¿Qué haré con ellos?— Se preguntó a si mismo mientras se sentaba en una de las sillas del salón, mientras miraba a un punto fijo de la pared. Ahora que sabía que esas dos criaturas eran como sus hijos no podía abandonarlos en otro universo, eso sería de muy mal padre.—Creo que me estoy tomando esto muy seriamente.

La realidad era esa, no lo podía negar, no podía tirar hacia atrás en el tiempo, por desgracia, no podía evitar tener que cuidar a esos niños, que quizás, podrían incluso acabar con su relación con Error, cosa que no deseaba para nada, aunque si no se apañaba en intentar buscar una solución acabaría pasando.

  — Necesito ayuda. No puedo seguir así, no es saludable ni para mí ni para Error.— Murmuró haciendo referencia al reinicio que tuvo que sufrir Error a causa de esos niños que no tenían ni nombre siquiera.

Ink, pasó de continuar pensando sobre eso, así que tomó los dos biberones y se fue hacia la habitación donde había dejado a los dos pequeños. Con sorpresa, observó como ellos estaban jugando entre ellos y eran un poco más grandes de lo que recordaba.

— ¿Qué? ¿Cómo pueden haber crecido tan rápido? ¿De qué narices están formados?— Preguntó como una ametralladora. No entendía nada de lo que estaba pasando, pero decidió pensar de que solo era producto de su imaginación, por lo que se les acercó para poder darles alimento.  Ese día iba a ser muy pero muy largo.— A ver, quédense quietos, renacuajos.— Se quejó mientras intentaba dar el biberón a uno de los pequeños, que tenía una pupila en forma de estrella.— Quizás, pequeño, te podría llamar Paper Jam.

Y ese, fue el primer nombre que Ink colocó en una de las dos criaturas que tanta molestia le provocarían en un futuro.

CONTINUARÁ

Al fin, por un milagro de los Dioses, la inspiración divina llegó hacia mí, y pude escribir este capítulo. Siento mucho haber cancelado esta historia hace tiempo, pero quizás, al final, la continúe :)


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top