Ya ha pasado cierto tiempo desde que ella moraba en los territorios dominados por aquel famoso titiritero destructor. Y fue agobiante para ella estar en aquel lugar carente de color, forma o textura alguna, sin tener una noción del tiempo ni del espacio.

No estaba para nada consciente del pasar de los días, semanas, meses o inclusos años. De lo que si estaba al tanto, es como poco a poco su cuerpo se iba corrompiendo. Por pequeños y molestos Glichs. Que se desplazaban ya sea por los pliegues de su ropaje o amintonados en su cabello e incluso sus ojos y extremidades.

Esos eran realmente dolorosos para ella, por lo tanto no era de extrañarse que al estar envuelta en dichas circunstancias se empezara a alarmar y no hiciera más que pedir ayuda al esqueleto de colores negativos que la tenía retenida en aquel vacío. Que no hacía más que traerle comida... y observarla de vez en cuando.

Fue sorprendente para ella de forma inconsciente cuando basto tres palabras articuladas por el destructor para calmar la agitación de su alma y de su ser.

-Tranquila... -

Como si supiese exactamente qué decir.