!#12: Primera Regla

Estaba aterrado. Después de pasar la noche con las alarmas, nos encerraron en nuestras alcobas. Nadie nos dijo nada. Nadie nos dio explicaciones o respuestas a nuestras preguntas. Vimos cómo permitían a los menores continuar con la rutina como si nada hubiese pasado. ¿Nosotros? A nosotros nos cerraron la puerta y nos dejaron con nuestros pensamientos. Los adultos son unos genios cuando se refiere a jugar con nuestras mentes.

He tenido demasiado tiempo, toda una vida, para intentar adivinar cuál será su siguiente movimiento. ¿Qué mejor que dejarnos en la oscuridad sobre los acontecimientos de anoche? ¿Qué mejor movimiento que sentarse y dejar a nuestras imaginaciones hacer lo suyo? Zorro no ha dejado de hablar, a pesar de que Serpiente ya lo amenazó con usar la violencia si seguía así. A decir verdad, yo también estoy en mi límite. Entre la migraña que las alarmas nocturnas me provocaron y ver al rubio caminar en círculos por el reducidísimo espacio de la alcoba, puedo entender un poco a Jaguar.

Supe que algo iría mal cuando vi que faltaba Ardilla anoche. De mis tres compañeros de cuarto, Ardilla es el único que no es mi amigo. Él se mantiene con Pavo Real y, por razones que ya no me importan, nuestra generación tiene dos grupos que no se mezclan: Por un lado, Búho y nosotros; por el otro están Pavo Real y el resto. Ardilla no era mi amigo, pero gracias a la asignación de alcobas, se vio obligado a pasar sus noches aquí.

No sé si al asignar los dormitorios se equivocaron o si ellos se hicieron así porque compartían dormitorio, pero Pavo Real y sus amigos eran todos iguales. Impulsivos, parlanchines, de actuar rápido y pensar lento. Ardilla solía pasar la mayor parte de su tiempo en el B13, con los demás, casi siempre siendo regañado por algún pasante porque se quedó más tiempo del permitido y ya debería estar en su cama. Anoche fue la excepción.

No sabría decir por qué nadie de nosotros dijo que Ardilla faltaba cuando las puertas se cerraron. Tampoco sabría decir si ya me veía venir algo como esto. ¿Cómo qué? Ni idea aún, pero no puede ser bueno. ¿Verdad? Si ellos estuvieron implicados, y claro que lo estuvieron, sólo podría esperar alguna tontería tan irresponsable como estúpida.

— ¿Puedes sentarte de una buena vez?— Gritó Serpiente.

De no haber sido Serpiente, quizá Zorro hubiese seguido su bucle de pasos. Pero era Serpiente, el que nunca perdía la compostura, el que siempre estaba con una sonrisa que te hacía sentir que sabía más que tú, el que, en definitiva, sabía más que tú. Zorro se detuvo en seco, librando una batalla de miradas con el moreno. Al final, el rubio fue el que se rindió.

Le dediqué una mirada a Serpiente, aunque no podría decir que no estaba a punto de hacer eso mismo. Él se limitó a encogerse de hombros. Se acostó de nuevo en su cama, cubriendo sus ojos con sus brazos. Siempre he considerado a Serpiente como uno de mis grandes amigos. Y eso sólo lo hacía cuando algo era demasiado difícil para descifrar en ese instante.

— ¿Cuándo crees que nos digan qué pasó?— Solté al aire.

El impacto de una almohada fue todo lo que sentí. La almohada cayó con un puff y no me molesté en levantarla, ni siquiera para devolver el golpe. Serpiente me lanzó una almohada y yo le saqué la lengua en respuesta. ¿Cómo es que el ciego de la generación tiene tan buena puntería?

Esto no tardó en tornarse tan aburrido...

El dolor de cabeza no me permitía dormir y no había nada que hacer dentro de estas cuatro paredes blancas. Serpiente no quería ruido y yo tenía miedo de que, de empezar una conversación con Zorro, este volviera a andar en círculos. ¿Si le hablara a algún pasante y le comentara sobre mi migraña, me darían algo para mitigarlo? ¿Podría aprovechar para preguntar sobre lo que pasó?

De ser una mañana normal, ahora mismo estaría en fila para la revisión de la mañana. Ser el último de mi generación siempre ha sido una ventaja y desventaja en partes casi iguales. En las mañanas, cuando la mayoría ya se está llenando la boca, yo sigo esperando. Pero también me permitía un par de minutos más de sueño. Ahora, mi estómago comenzaba a hacer ruido, protestando por comida. ¿Nos van a alimentar?

— Yo digo que tiene que ver con la conversación que tuvo Búho con ellos— Soltó Zorro de la nada. Pero, como ya me la había lanzado a mí, se quedó sin su bien merecido almohadazo por parte de Serpiente.

— Pero yo le dije que se quedara callado...— Murmuró Serpiente. Por primera vez en el día participando en una conversación y no sólo agrediéndonos— Le pedí mil veces que no les confiara nada a ellos. Le dije que era mala idea— Tomó el papel de ser quien balbuceaba cosas para sí mismo.

Búho era el que tomaba las decisiones en el grupo, pero siempre lo consultaba con el resto. Siempre había escuchado y considerado nuestras opiniones, hasta que decidió unánimemente que le compartiría quizá la pieza de información más sensible de la historia al grupo de Pavo Real. Luego, las alarmas sonaron.

Sin haber estado en la reunión, no tenía ni idea de qué se dijo, así que no me sentía con la confianza de recriminarle algo. Pero Serpiente estaba tan enojado que casi me hacía dudar si seguían siendo mejores amigos. Podía comprender de dónde venía el enfado. Después de todo, no era de todos los días que un viajero en el tiempo nos decía la verdad sobre toda nuestra existencia, era algo importante. Y Búho lo había divulgado por ahí como si fuera cualquier cosa.

Cuando me lo dijeron, lo creí casi al instante. Hacía muchísimo más sentido que las cosas que los cuidadores nos venían contando desde que tenemos uso de razón. ¿Nos tenían aquí sólo en lo que aprendemos a controlar nuestras habilidades y después seríamos libres para vivir en el mundo exterior? ¿Unos científicos locos nos habían creado en una caja Petri para quién-sabe-qué-cosa y por eso no podíamos salir? Quizá la vida que he llevado no ha sido la más normal. Quizá por eso pude aceptar una locura a cambio de otra.

— Ya quiero verlo, para decirle te lo dije en toda su tonta cara— Continuó Serpiente.

Mientras pensaba en qué responderle, un sonido mecánico me hizo saltar en mi lugar. Zorro volteó con una velocidad peligrosa hacía la puerta, Serpiente no movió sus brazos de su lugar. Yo me levanté de la cama, casi perdiendo el equilibrio en el proceso. Para cuando la puerta se terminó de abrir, Zorro y yo estábamos listos para cualquier cosa.

Un cuidador nos esperaba del otro lado. Nos dijo que debíamos seguirlo. Serpiente se levantó en el último segundo posible, antes de que el pasante tuviera oportunidad de enojarse, pero con el retraso necesario para hacerlo cambiar de expresión. A pesar de que le gritó antes, Zorro esperó por Serpiente y le tendió la mano para ayudarlo a salir de la cama. Así era Zorro, no podía evitarlo. Yo fui el primero en salir. El adulto y yo hicimos contacto visual, pero antes de que pudiera decir algo, él me giró la cara.

En el pasillo, los del salón B12 nos esperaban. Dos pasantes más, uno al inicio de la formación y otro entre nosotros. Pasé lista mental: Murciélago, Venado, Búho, inclusive Escorpión. Nadie del B13, sin embargo. Al verme, Búho quiso dar un paso hacia mí, pero el muro humano se movió, bloqueándonos. Por un segundo, el rostro de Búho fue de pura molestia, pero es más inteligente que eso. Me sonrió, una clave para «Hablamos luego». Cuando me volteé, Zorro me miraba con la misma confusión que todos.

Los adultos nos guiaron por los mismos blancos pasillos de siempre. Inclusive llegué a pensar que empezaríamos la rutina un poco más tarde y haríamos como si nada hubiera pasado la noche anterior. En este lugar, eventualmente te volvías un experto en pretender que las cosas no habían pasado. Por un par de metros, mientras nos acercábamos a las duchas, pensé que en nada de tiempo podría hablar con Búho y los demás y que todo estaría bien.

Pero pasamos de largo el A04. Escuché la voz de Venado intentar preguntarle a uno de los pasantes si no se habían equivocado, sólo para ser ignorado. A10. La ansiedad se podía sentir en el ambiente. Al principio era sólo Venado, pero pronto más de nosotros empezábamos a mirar alrededor. A18. Eran los mismos corredores de toda la vida. Pero, al mismo tiempo, no lo eran. Habíamos crecido con una rutina estricta e invariable y ahora que nos querían alejar de eso se sentía incorrecto. A24. En este punto, todos nos mostrábamos renuentes a movernos. Las expresiones de hastío de los adultos no ayudaban. Nunca nos explicaron a dónde íbamos. Parte de lo que sea que era este juego, era dejarnos agonizar en nuestra propia ansiedad. A36.

— ¿Vamos al A40?— Preguntó Búho. Chispas saliendo de la punta de sus dedos desde el inicio— ¿Por qué vamos al A40?— La comitiva se detuvo de golpe.

El pasante del inicio barrió con la mirada al pelinegro y tomó su radio. Dijo unas palabras que nadie entendió, siendo respondido en el mismo idioma. Búho volteó para vernos, sonrisa en su rostro. Había dado en el blanco con su pregunta: Por lo menos sabíamos a dónde nos dirigíamos. El muro humano no intentó disimular su trabajo esta vez, interponiéndose de manera más cortante que la anterior. Luego seguimos avanzando.

Como dijo Búho, llegamos al A40 y nos pidieron que entráramos. En el interior, la señora Katsaros nos esperaba. Su eterna sonrisa no estaba: Primera señal de que algo malo había pasado. En su mano derecha, un termo color plata lleno de café humeaba. Su cabello rojo estaba mal peinado y, detrás de sus lentes, oscuras ojeras delataban una noche sin sueño. Inclusive su bata blanca estaba arrugada. ¿Qué había pasado para tenerla así?

Nos ordenaron que nos sentáramos en el piso. Venado y Búho más apartados del resto debido a sus habilidades. La única silla en el salón de prácticas de los C estaba ocupada por la señora Katsaros. Ella tomó un gran sorbo de su termo. En sus ojos, una mezcla de cansancio y enfado. Los pasantes se colocaron en la salida.

— De seguro se preguntarán qué hacen aquí y dónde está el resto de su generación— Adivinó la mitad. Nuestra generación no era para nada unida— Bueno, anoche tuvimos un... incidente— Continuó al no recibir respuesta.

Búho y Serpiente nos habían dicho que era la mejor manera de jugar contra ella: No darle nada. La señora Katsaros era la terapeuta del laboratorio, encargada de hablar con nosotros sobre nuestros sentimientos y cómo sobrellevábamos las cosas. Ella usaba nuestras emociones como municiones y nosotros estábamos cansados de darle más poder. Así que jugábamos la carta de no responder. La dejaríamos hablar.

— Sus compañeros de generación decidieron que querían abandonarnos antes de tiempo. ¿Pueden creerlo? Anoche, los ocupantes del dormitorio 2 esperaron hasta después del apagado de luces y se intentaron escabullir por el jardín. Por supuesto, los cuidadores en turno se dieron cuenta de su pequeño complot y los trajeron de regreso a las instalaciones.

— ¿Dónde están?— Habló Búho. Todos lo volteamos a ver, confundidos. ¿A dónde se fue eso de «no darle nada»? La señora Katsaros se inclinó hacia nosotros, su sonrisa volviendo a su cara— Si los regresaron, ¿Dónde están?

— Gracias por tocar el tema, Búho— Contestó la mujer— Verán, no podíamos dejar que regresaran sin afrontar las consecuencias de sus acciones, ¿saben? Lo que hicieron es muy grave.

«Las consecuencias» eufemismo para el Agujero Negro. Noté por el rabillo del ojo la expresión aterrada de Zorro. No importaba que no fuéramos cercanos a ellos, ese lugar era una condena que no se le deseaba a nadie. Inclusive Escorpión se removió incómodo en su lugar. Tragué saliva, intentando no parecer tan ansioso como me sentía. Que la pura mención de ese lugar tuviera el poder de ponernos así lo decía todo. Así que eso habían hecho...

— Y queríamos saber si ustedes tenían algún tipo de información sobre su pequeña idea.

— Si nos hubieran dicho, ¿no cree que le habríamos dicho a alguien?— Respondió Serpiente— ¿O que nos hubieran incluido en su plan? ¿O que no estaríamos preguntando a todos sobre qué pasó anoche sin tener respuesta?— El castaño no podía ver la expresión de la señora Katsaros, así que yo me estremecí en su lugar. No estaba contenta.

— En ese caso— De pronto, su expresión cambió a su sonrisa de siempre. Un sorbo más a su café— ¿Qué les parece un desayuno aquí? Deben estar hambrientos— Al decir esas palabras, los pasantes dejaron entrar a más personas, que cargaban nuestras bandejas de desayuno— Nosotros nos vamos, disfruten su comida— Y, con esas palabras, los adultos se salieron.

Pasamos los platos en silencio, mirándonos, intentando descifrar qué fue ese cambio en la actitud de la mujer. Búho tomó uno de los vasos, algo que por lo general haría un pasante por él, tomando un trago de agua. Con sus ojos señaló a una esquina de la habitación, donde una minúscula cámara nos espiaba. Así que dejarían que nos sintiéramos libres de hablar mientras ellos escuchaban en la sala de seguridad ¿Ese era su plan?

— No entiendo por qué nos preguntan a nosotros— Habló Serpiente— Si somos la generación menos unida de la historia. ¿Qué clase de información nos pueden sacar? Única ventaja de que no nos importe qué les pasa a esos idiotas. Ojalá las siguientes generaciones puedan ser como nosotros, se ahorrarían tantos problemas.

Lo miré, incrédulo de sus palabras. Entonces lo entendí: Clave para nosotros. Si nos dejaron en un cuarto con cámaras, eso sólo significaba que era una amenaza. Un «a partir de ahora les respiraremos en la nuca» dicho sin palabras. Y, en respuesta, Serpiente nos decía cómo hacer para que las siguientes generaciones no pasaran por lo mismo. Nuestro primer error.

Primera regla: Loslíderes de la generación debían ser de ambos grupos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top