!#03: La Promesa

Al principio, odiaba estar aquí. No me gustaba estar en las incómodas camillas, con el bipbipbip de las pantallas, sin nadie con quien hablar en todo el día. ¡Lo odiaba! Era tan aburrido estar todo el día viendo el techo, sin poder levantarme o caminar o jugar. Los cuidadores venían un par de veces al día a preguntarme cómo seguía, ¡pero yo quería salir con mis amigos al jardín! Además, he pensado en cómo vengarme del tonto de Anubis, que me lastimó la última vez.

Pero un día me desperté por los pasos. Las puertas se abrieron de golpe. Era como estar en medio de una estampida, todos corriendo y gritando palabras que no entendía. Me levanté tan rápido que el mundo dio vueltas a mi alrededor, puntitos de colores volaron y luego pude ver lo que pasaba. Un grupo de cuidadores empujaban una camilla, todos hablando al mismo tiempo, sin detenerse cerca de mí. Los vi desaparecer por las otras puertas, tan rápido como aparecieron. Mi cabeza comenzó a doler por los gritos y pensamientos, pero pensé que volver a dormir me ayudaría.

A los pocos minutos, la señora Katsaros vino. Supe que era ella por el sonido de sus zapatos al caminar. Me volví a sentar, con una sonrisa en mi rostro. Ella se sentó en mi cama, sonriendo, mientras pasaba sus dedos por mi cabello. Me gusta cuando hace eso. Soltó un bostezo. Se veía cansada, con ojeras y todo. La vi dejar una botella plateada en la mesita al lado de mi cama.

— ¿Por qué todos corren?— Recuerdo haberle preguntado— Usted siempre me regaña cuando yo lo hago, ¡no es justo!— Ella volvió a sonreír.

— Tuvimos un pequeño... accidente— Me dijo. Se quedó un momento viendo las puertas por las que los demás se fueron. Es cuando me di cuenta de las gotitas rojas en el piso— ¿Tú cómo sigues?— Llamó mi atención, volviendo a acariciar mi cabeza— El médico me dijo que has mejorado.

— ¡Sipi!— Salté en mi lugar, listo para mostrarle que ya estoy bien. Ella rio bajito y me felicitó— ¿Cuándo voy a volver a jugar con mis amigos?

La señora Katsaros no respondió. Volvió a ver la puerta, ya no estaba sonriendo. Se quedó así mucho tiempo, así que jalé su bata. Al verme, su sonrisa regresó, pero mucho más pequeña.

— No por el momento, Apep— Pasó su mano por mi cabello— La temporada de lluvias comenzó.

Esa noche no pude dormir bien, el constante paso de las personas me despertaba, a veces los escuchaba murmurar. No entendí la mitad de las cosas que decían, demasiado rápido, palabras demasiado complejas. Sorprendí a más de uno mirándome, tal vez pensaban que dormía.

Al día siguiente, Path ocupaba la camilla más alejada de mí.

Al principio me alegré. Path no era mi mejor amigo, pero era alguien. El primer niño de mi edad que veía desde que llegué aquí. Tal vez por fin podría jugar. Además, él se sentaba enfrente de mí en el comedor, hablábamos mucho. Cuando el doctor vino, respondí todas sus preguntas a la velocidad de la luz, hice todos los ejercicios de estiramiento también. Ya casi no duele moverme. Mis ojos iban de vuelta a Path, contando los segundos para hablar con él. Estaba feliz, o eso hasta que los cuidadores me dijeron que no podía acercarme.

— ¿Te acuerdas cuando llegaste?— Me dijo la cuidadora mientras levantaba las cosas de mi desayuno. Me ofreció una copita con un líquido violeta. Hice una mueca y ella sonrió— Apep— Tomé el jarabe de un trago, cerrando los ojos con fuerza. Ella rio.

— ¡Es amargo!— Me quejé, sacando la lengua.

— Es medicina— Me explicó, pasándome un vaso con jugo de manzana— Y ya casi acabas. Te decía, Path está... cansado. Dale un poco de tiempo.

— ¿Cansado? Necesita una siesta— Le solucioné— ¿Podemos jugar cuando despierte?— Ella me dedicó la misma sonrisa que la señora Katsaros, luego negó con la cabeza.

— Necesita como ocho siestas— Abrí los ojos muy grandes, sorprendido.

— ¡Muchas siestas!

— Es porque está muy cansado. Tú deber...— Quiso decir algo más, pero su caja negra comenzó a hacer ruidos, voces. Me miró preocupada, luego contestó y habló en otro idioma. Su sonrisa se fue de su cara— Apep, ya me tengo que ir, intenta dormir tú también, ¿ok?— Sus palabras estaban apresuradas, como los pasos de anoche.

Después de eso, más y más fueron llegando.

El siguiente fue Isis. Lo trajeron en una silla de ruedas, un par de cuidadores que se veían muy preocupados, uno habló por su rectángulo negro. Yo me bajé de mi camilla con cuidado y caminé hacia ellos. ¡Quería ver qué hacían! Ninguno me prestó atención, uno miraba a Isis, la otra a la puerta. Halé de la bata de la cuidadora para llamar su atención. Ella dio un gritito que me hizo carcajearme. Al escucharme, Isis levantó la cabeza.

Se veía tan... enfermo. A veces, cuando nos acercábamos mucho a Isis y nos tocaba por accidente, éramos nosotros los enfermos, pero... Nunca lo había visto así. Nunca había visto a nadie así. Me intenté acercar, pero la cuidadora me tomó del brazo. Se agachó para quedar a mi altura, sonrió de la misma forma que todos los adultos.

— Isis no puede jugar ahora, peque— Me dijo.

— Me llamo Apep— Respondí, enojado. ¡No soy un peque! Yo soy un niño grande, con nombre de niño grande.

— Apep, Isis está enfermo— Habló el otro cuidador.

— ¿Tiene gripa?— Pregunté— A mí una vez me dio gripa y me sentía muy, muy mal; pero el doctor me dio un jarabe verde que sabía feo y me sentí mejor— Expliqué. La cuidadora rio bajito.

— Le voy a decir al doctor— Continuó el otro— Gracias por el consejo, Apep.

— Regresa a tu cama— Me ordenó la cuidadora. Su caja negra volvió a hablar— Sabes que tienes que mantener distancia de Isis— Fruncí el ceño de nuevo. ¡Estaba tan aburrido!— ¿Cuál es tu juguete favorito? Creo que puedo pedirle a mi amigo aquí que lo traiga— Me susurró.

— ¡Rosa!— Grité. Di un salto, feliz ante la perspectiva de tener a mi peluche aquí conmigo. Me acerqué a la cuidadora, para susurrarle— ¿Tal vez Isis se va a mejorar más rápido si tiene a...?— Pero no me acordaba del nombre de su peluche— A su gatito naranjoso.

— Jarabe verde y gatito naranjoso para curar la gripa— Repitió el cuidador.

En el camino de regreso, me acompañó hasta mi cama.

Éramos tres en el hospital. ¡Tres! Para mi mala suerte, no podía jugar con nadie aún. Path seguía muy cansado. ¡Ni siquiera había despertado de su siesta desde que llegó! A veces, los cuidadores se volvían a llevar su camilla al otro lado de las puertas al fondo, pero nunca me dejaban acompañarlos. Siempre regresaba, todavía dormido, y me decían que debía esperar un poco más. Esperaba que con Isis no fuera lo mismo. Para empezar, Isis no estaba dormido.

Tres nos volvimos cuatro, con la llegada de Horus. Y luego fuimos cinco, con Osiris. Todos llegaron en silencio, seguidos por un par de cuidadores, todos cansados o enfermos. Por suerte, Osiris estaba en condiciones de jugar.

— Entonces la princesa usó su largo cabello para ayudar a subir al príncipe a su torre— Continuó la cuidadora.

— Pero ¿no le dolió?— Interrumpí— A mí me duele cuando me jalan el cabello— Me acerqué a Osiris y tomé un mechón entre mis dedos.

— ¡Ay!— Se quejó. Intentó darme un golpe, pero aparté la mano más rápido, y ya no pudo hacer nada, gracias a las vendas que los cuidadores le pusieron en los ojos— ¡Lucas!

— ¿Ves? Duele. La princesa debió tener un dolor de cabeza muy, muy feo después.

— O se quedó calva— Completó Osiris. Yo me reí.

— ¿Quién está leyendo el libro aquí?— Todas las noches, uno de los cuidadores nos leía un cuento para dormir. Teníamos un par de bloques de construcción y nuestros peluches, pero no nos dejaban correr por el lugar y, aunque tuviéramos permiso, Osiris no podía ver. Los cuentos eran divertidos, imaginarme una princesa calva me hacía estallar de risa, y así ya no me sentía tan solito. La cuidadora siguió con la historia, pero en mi mente la princesa de largo cabello no tenía ni un pelo.

Después del cuento, debía tomar un poco más de ese amargo jarabe y me cepillaba los dientes, luego iba a dormir con Rosa, mi monstruo rosita violetos de brazos largos y cabeza peludita. Osiris tenía su panda verde y blanco, con su moñito rojo; y Horus tenía su ratoncito morado, de gigantescas orejas. Eso también me gustaba, tener a Rosa aquí conmigo. Era un secreto, pero a veces, por las noches, cuando todo estaba oscuro, me daba un poquitito de miedo. Abrazar a mi peluche siempre me calmaba. ¡Yo sé que ya no soy un bebé! Pero también es mi amigo. Y este lugar es un poco tenebroso. Hay muchas camillas vacías y las pantallas hacen bipbipbip todo el tiempo. Y creo que Isis tiene pesadillas, porque a veces se queja bajito entre sueños.

Esa fue la noche que todo cambió.

Recuerdo la manta sobre mi cara, sólo así puedo dormir, como un capullo. Rosa bajo mi brazo, el bipbipbip, la respiración de Osiris en la cama de al lado. Lo que me despertó fue el cambió del sonido, como una alarma, el bipbipbip dejó de ser normal, casi se parecía a un grito, como si la pantalla quisiera alertar a alguien. Luego fueron las puertas abriéndose de golpe. Un millón de pasos llegaron, muchas voces, la voz de Osiris preguntando qué pasaba. Yo me aferré a mi peluche, no quería salir de mi capullo. Las luces se encendieron, las pude ver por debajo de la sábana, mientras un par de cuidadores gritaban algo. Las ruedas de una camilla al ser arrastrada. También oí los tacones de la señora Katsaros, a toda prisa, acercándose.

Su respiración agitada, como la que tenía cuando salía al jardín con mis amigos y corría a toda velocidad para que no me atraparan, era todo lo que se oía. Osiris le preguntó qué pasaba y ella le dijo que volviera a dormir. Sus tacones sonaron contra el piso de nuevo, quizá porque se acercó a la cama del otro, quizá para acariciar su cabello. Luego se sumaron otros pasos, ya no apresurados. Yo tenía los ojos cerrados con fuerza, con miedo a que descubrieran que no dormía, mientras hacía mi mejor esfuerzo por escuchar lo que los adultos murmuraban a lo lejos. Pude descifrar una palabra de cada cinco, pero no las conocía. ¡Es tan frustruante!

— Es demasiado poder para cuerpos tan pequeños, Eudor. Apoptosis generalizada. Cataclísmica— ¿Esas eran palabras? Fruncí el ceño, si tan solo pudiera concentrarme más...

— ¿Señora Katsaros?— Volvió a hablar Osiris. La mencionada dio un pequeño gritito, que me hizo levantarme. Recuerdo lo suave de la manta al deslizarse por mi rostro, lo mucho que me dolieron los ojos por la luz.

No recuerdo si grité o no. Creo que sí lo hice. Recuerdo que el bipbipbip de mi pantalla se aceleró, a mi corazón latiendo como loco en mi pecho, las ganas de salir corriendo de ahí. Vi a Osiris, las vendas que los cuidadores le pusieron sobre los ojos, ahora manchadas de rojo. De sangre.

Oí los pasos del cuidador que hablaba con palabras confusas, cómo sus manos temblaban al tomar el tubo que se conectaba a mi brazo, al sacar una jeringa de uno de los cajones e inyectar un líquido blanco como la leche. De ahí no recuerdo nada.

Lo primero que escuché al día siguiente fue la voz de las cuidadoras platicar en murmuros. Mi cabeza dolía un mucho, como la de la princesa calva, y no quería abrir los ojos por miedo a lo que podría encontrar. No. Eso había sido una pesadilla. ¿Verdad?

— ¿Crees que los puedan salvar?— Dice una— Son tan... bebés...

— Es lo que pasa al moverle a la cadena: Un maldito efecto dominó. No podemos detenerlo.

— ¿Hoy vamos a jugar dominó?— Me levanto tan rápido que veo estrellitas. Las dos cuidadoras saltan en su lugar y sonríen. Miro a la cama de al lado, Osiris duerme abrazado a Sandía. Entonces veo hacia donde Isis dormía anoche— ¿Dónde está Isis?

— ¿Sabes cómo ustedes son especiales?— Habla una de las cuidadoras, acercándose a mi cama. Se sienta en el colchón y toma a Rosa en sus manos, moviendo sus largos brazos de un lado al otro. Yo asiento, en clase nos explicaron todo sobre nuestras habilidades y que debemos aprender a usarlas— Bueno, Isis logró dominar su habilidad y pudo irse con sus papás— Abro la boca en grande, luego sonrío hasta que mis mejillas duelen.

— ¿En serio?— La cuidadora me pasa el peluche y lo abrazo con fuerza.

Irme con mis papás.


FIN DE LA PRIMERA PARTE

----------------------------------N.A:

So, en definitiva no estoy bien, como siempre en agosto, la historia se va a hiatus hasta el 31 de diciembre. Quisiera acabar esto con algo mejor, pero es lo que hay.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top