V. Capítulo cuatro: "Miel y canela."
N/A:
No me acuerdo qué día era, pero él trope son feromonas.
CeCoCe (Certificado de Control de Celos) PedeCi (Permiso de Circulación) son documentos que deben llevar diariamente los Alfas, para mayor información pueden revisar el glosario, lo actualicé hoy.
Saludos!
***
Jayce podía admitir que sí sintió un poco de miedo ante la mención de la policía. Después de todo, su propia investigación no era del todo legal y Viktor lo estaba encubriendo. Eran igual de culpables que los dos vándalos escondidos en la cocina. La diferencia era que él era un Alfa, y siempre les iba peor cuando se trataba de justicia.
-¿Qué hacemos? -Powder susurró.
-Tenemos que escondernos -Ekko dijo-. Y el bolso.
-Si los descubren escondidos será como si estuviesen confesando que hicieron algo malo -Jayce negó, mirando a la puerta cuando volvieron a tocar-. No, no se pueden esconder.
-Pues que nos pillen con estas pintas y seguramente nos veremos menos culpables.
El pánico estaba volviéndose colectivo e histérico, y ninguna idea estaba siendo ni remotamente buena. Si Jayce debía ser sincero, cada una era peor que la anterior.
-Díganles que no estamos y nos vamos por el jardín
-Seguramente los vieron metiéndose en la casa -Viktor murmuró, frotando su mentón-. Tiene que parecer que no se han movido de acá.
-¿Cómo?
-Vayan a la habitación de Ekko y finjan que están dormidos -indicó-. Que no vean la ropa negra.
-¿Y el bolso? -Ekko cuestionó.
-Lo esconderé bajo mi cama -dijo, y entonces volteó hacia Jayce mientras tomaba el bolso-. ¿Puedes entretenerlos hasta que vuelva?
-¿Entrete-. . . -Jayce balbuceó-. ¿Cómo?
Ekko y Powder pasaron por su costado en un sigilo escalofriante, Viktor hizo una mueca descuidada.
-Da igual, hazles preguntas o ponte pesado -masculló, no se perdió la ligera arruga en uno de los costados de su cara cuando se colgó el bolso al hombro-. Improvisa.
-¿No quieres que lo lleve yo y tú les abres? -sugirió-. Se ve pesado.
-No hay espacio bajo tu cama -Viktor observó sin dejar de moverse-. Ahí metiste tus maletas.
-Pero la escondo bajo la tuya.
-No, yo lo hago.
Viktor negó después de pasar por su lado, cuando pisó con la pierna mala su dolor fue evidente. Jayce no demoró en levantar el bolso por una de las correas para ayudarlo a moverla. Era considerablemente pesada.
Más golpes en la puerta hicieron que ambos dieran un pequeño brinco. Su descuido consiguió que soltara la zona por la que había alzado el bolso, la mezcla entre el peso y la sorpresa tomó desprevenido a Viktor, que aún lo tenía sujeto. Una de las latas en el interior golpeó su pierna al balancearse y le sacó un siseo adolorido.
-Mierda -Jayce masculló, inclinándose para volver a hacerse con el peso. Viktor levantó una mano, deteniéndolo-. ¿Estás bien?
-Todo bien -él dijo.
-Es la policía -alguien anunció al otro lado-. Sabemos que están adentro.
-Viktor, mejor lo llevo y-. . .
-Te dije que no -Viktor espetó, cortando sus palabras de golpe-. ¿Le puedes abrir a la maldita policía o no?
Jayce no evitó una mueca de pleno disgusto ante la grosería, y Viktor lo notó porque lo miró de reojo al hablarle. Él pasó a su costado cojeando y entró en la habitación sin emitir otra palabra.
Solo le quedó acatar, y fue cuando se dirigió a la puerta y la abrió mientras la golpeaban por tercera vez.
Jayce se enfrentó a dos policías, ambos hombres Betas. Uno se notaba considerablemente más grande que el otro, quien no debía ser mucho mayor que Jayce. O quizás de su edad.
-Buenas noches -Jayce balbuceó.
-Buenas noches -dijo el más joven-. Lamentamos molestarlo a esta hora, pero seguimos a dos muchachos que vandalizaron una casa hasta acá.
-¿Hasta esta casa? -curoseó, obligándose a sonar sorprendido-. ¿Tienen una descripción?
-Ambos iban cubiertos de negro y cargaban bolsos con pintura -uno de los policías señaló-. Los vieron pasar por este patio. Ambos usan pasamontañas, así que sus géneros son desconocidos.
Pensó en Powder y Ekko riendo en el suelo de la cocina. El bolso negro tirado a su costado. En sus ropas oscuras y pasamontañas. Y guantes. Y zapatos deportivos. Y "vamos a visitar a un amigo".
Y, Santo Dios, Jayce no era un buen mentiroso.
Podía sentir la piel de su cuello calentándose y pequeñas partículas de sudor humedeciendo sus palmas mientras se balanceaba sobre sus talones. Apretó los labios e hizo un gesto sutil de desconcierto.
-Por aquí no ha pasado nadie con esa descripción -dijo, frotando su nuca-. Los habría visto.
-Quizás estaba durmiendo y no los vio.
Malditamente cierto.
Jayce esbozó una sonrisita nerviosa y negó.
-Tengo el sueño ligero, me habría despertado con el ruido.
-¿Podemos entrar? Para cerciorarnos.
El pánico fue una cosa corrosiva en su tráquea que secó su garganta y lo hizo tontamente tartamudo en ese segundo de duda. ¿Podía siquiera decirle que no a la policía? No quería irse preso. Pero no quería delatar a Powder y Ekko. Abrió la boca, luego la cerró. El policía más viejo arqueó una ceja, y Jayce notó la evidente inquisición en sus ojos.
-¿De qué? -balbuceó.
-De que no hay nadie sospechoso.
Jayce estaba por farfullar alguna excusa tonta cuando, de pronto, el espacio a su costado se vio sustituido por la figura de Viktor. Fue silencioso en su llegada, casi como una aparición fantasmagorica.
-¿Qué sospechoso? -Viktor preguntó.
La policía le repitió lo que le habían dicho a él, y Jayce se perdió en la conversación para concentrarse, inconscientemente, en la cercanía física de Viktor.
Ignoró el hormigueo que provocó su cabello revuelto en la piel de su barbilla cuando bajó un poco la mirada para verlo. De pronto Viktor estaba muy cerca, y su cabello olía demasiado a canela. Estaba respirando a consciencia incluso antes de darse cuenta, llenando sus pulmones de ese aroma sutil y tibio. Era demasiado suave, Jayce necesitaba más para entender qué había ahí que lo ponía tan insospechadamente nervioso.
Sus ojos apreciaron la nuca expuesta y pálida de Viktor; su piel limpia y tersa, fue solo un reflejo por su movimiento, pero no demoró en sentir el roce de sus colmillos contra su labio inferior.
Jayce mordió su mejilla para que el dolor disipara sus pensamientos. Mostrarle los colmillos a la policía sería una obvia muestra de poco autocontrol que podría costarle días con bozal.
-Es tarde -Viktor dijo, y su tono fue una cosa gélida y áspera, con el acento marcado y evidente-. Estábamos durmiendo.
Los dos policías lo miraron a él, y después a Viktor. Jayce hizo lo mismo, alzando las cejas a su perfil impasible.
Entre los dos, podía entender que Jayce se veía considerablemente más amenazante que el chico de baja estatura y aspecto escuálido. Dudaba que alguno de ellos esperara que fuera él el que les plantara cara.
Pudo verlo cambiando el peso de una pierna a otra. Permanecer todo el día de pie ayudándolo a lavar y ordenar debió pasarle factura ahora porque su dolor era evidente, además de haberse sobreesforzado para llevar ese bolso, y el golpe que se llevó de paso. Jayce le extendió su antebrazo y Viktor lo tomó en silencio, usándolo como apoyo.
Se sintió bien poder ayudarlo un poco de vuelta.
-Entendemos eso -inició uno, manteniendo un ritmo parejo y prudente-. Pero nos dijeron que vieron a los sospechosos entrar en esta casa.
-¿Qué sospechosos?
-Dos chicos que vandalizaron una casa en Beacon Hill -Jayce contó-. Aparentemente se escondieron acá.
-Siempre vandalizan estos sectores y la policía nunca escucha los llamados -Viktor dijo, cruzándose de brazos-. Pero le tocan la casa a un tipo rico e inmediatamente corren a investigar.
Jayce apreció el gesto cansino del policía más alto. Lo vio llevar una mano hasta su cara y frotar sus ojos antes de asentir sin ganas.
-Miren, solo digannos si vieron o escucharon algo y nos iremos.
-No vimos ni escuchamos nada.
-Pues eso es difícil de creer porque los seguimos hasta acá -su compañero dijo.
-Esta una casa residencial de becados de Ingeniería Mecánica del MIT -Viktor señaló-. Dudo que alguno de nosotros tenga tiempo siquiera para pensar en cometer un crimen. Si hubiera un sospechoso acá, lo sabríamos.
-Quizás estaban ocupados -el otro sugirió, paseando la mirada entre ambos-, y no escucharon.
Ocupados.
No había que ser un genio para entender la implicación en sus palabras.
Jayce ni siquiera se había planteado la posibilidad de que la policía podría hacerse una idea errada sobre ellos. No eran tan cercanos. Quizás lo confundieron al verlos tan juntos, pero eso solo era así para que Viktor pudiese apoyarse en él.
Aún así Jayce no pudo evitar imaginarse alguna escena. Solo fue una imagen fugaz y sorpresiva de Viktor sentado sobre sus piernas. Jayce tendría una mano sobre su cintura, con la cual repartiría caricias amenas. La restante estaría hundida su agradable cabello castaño, despeinado y enredado entre sus dedos. Viktor estaría desnudo de torso hacia arriba, y se abrazaría a él mientras exponía su bonito cuello pálido a sus colmillos, y pedía que lo mordiera. Y Jayce lo mordería. Y Viktor pediría más, más, más.
Un corrientazo de calor azotó su columna y erizó el cabello corto de su nuca.
Santo Dios, ¿qué demonios estaba pensando?
Jayce debió frotar su cuello para deshacer un calorcillo delator, y la culpa por sus propios pensamientos revolvió su estómago. Tendría que revisar su calendario, quizás su celo estaba cerca y eso generalmente lo llevaba a pensar cosas subidas de tono.
Carraspeó mientras Viktor negaba. Jayce no se perdió el ligero rastro rojizo pintando su nuca.
-No estábamos ocupados, estábamos durmiendo -Viktor insistió.
Jayce bostezó para hacerlo más creíble. Se merecía un Oscar.
-Entonces no les importará que investiguemos un poco.
Viktor negó alzándose de hombros.
-En absoluto -él policía dio un paso y Viktor se interpuso-. Con una orden firmada por el juez.
-Viktor -Jayce masculló.
Viktor no se inmutó, simplemente se cruzó de brazos de una manera tosuda. Jayce se encontró ciertamente sorprendido de esa actitud desagradable hacia la policía, considerando la rectitud en el semblante de Viktor, esperaba que fuese el primero en abrirles la puerta y dejarlos pasar.
-Son las tres de la madrugada y mañana las clases comienzan temprano -Viktor dijo-. Si no tienen una orden y están viendo que los dos estamos sanos, entonces no hay nada más que investigar. Además, pintar una casa no es razón suficiente para entrar por la fuerza, ¿qué les harían? Una multa y listo.
-Esa renuencia a que entremos solo causa sospechas -uno señaló. Viktor arrugó la nariz-. ¿Cuántos estudiantes viven acá?
-Cuatro.
-¿Y los otros dos?
-Duermen, supongo -Viktor obvió-. Es tarde, ya le dije.
Los dos policías compartieron una mirada breve. Jayce estaba cada vez más seguro de que los iban a descubrir. O que, al menos, tendrían que interferir para que no pillaran a Ekko y Powder. Esperaba que la cantidad de tiempo que Viktor les estaba ganando les sirviera para esconder todo y cambiarse de ropa.
-Hagamos algo -uno dijo-. Déjenos verlos dormir y dejaremos el asunto hasta acá.
-¿Y si nos negamos? -Viktor curoseó.
-Entonces volveremos con una orden -el policía comentó, sus ojos fijos en Viktor-. Y si llegamos a descubrir hasta la mínima cosa extraña, los cuatro van a tener muchos problemas.
Jayce no quería problemas, y cuando vio a Viktor volteando en su dirección, supo que él tampoco. Compartieron una mirada larga y significativa en la que, de alguna forma, casi pudo saber lo que Viktor pensaba. Lo vio abrir la boca, y entonces Jayce se adelantó situando una mano en su hombro.
-Adelante -dijo-. No hay problema.
Viktor volteó hacia él con un gesto mortal al que Jayce respondió mirando de reojo al par de uniformados antes de tirarlo más cerca para poder mantener un tono confidencial.
-Deja de pelear con la policía, hombre -masculló, bajando la cabeza para ponerse un poco más a su altura e interrumpiendo cualquier posible queja-. No tenemos nada que esconder.
Pero definitivamente sí tenían bastante que esconder, partiendo por el par de pequeñas bestias criminales que debían estarse cambiando de ropa o viendo cómo evadir a la policía mientras hablaban. Y también su investigación ilegal, a la que había agregado bastantes avances los últimos meses con ayuda de Viktor.
Y algunos archivos y herramientas que logró robarse de su antigua habitación mientras la tenían cerrada para reconstruirla.
Viktor abrió la boca dispuesto a alegar y luego la cerró. Lo vio pensar, casi pudo escuchar el testamento de posibilidades que paseaban por su mente en esa fracción de segundo. Él alzó la mirada otra vez y Jayce la sostuvo. Jayce no se perdió como, por un corto y austero microsegundo, los ojos de Viktor pasaban de los suyos y bajaban. Solo un poco. Solo unos centímetros.
Hasta su boca.
Alguien más distraído no lo habría notado, porque fue veloz y casi automático. Tan pronto como bajaron volvieron a subir y al mirarlo Viktor debió saber que no había pasado desapercibido. Jayce observó, congelado, tono rojizo de sus orejas. Viktor seguramente fue igual de consciente porque no volvió a mirarlo.
Lo dejó pasar y no le dio más vueltas.
Él asintió y volteó hacia el par de policías.
-Por acá -dijo.
Ambos policías entraron finalmente. Viktor abrió la marcha, caminando sin prisa. Les permitió ver el patio de la cocina, en donde no notaron ninguna anomalía además de algunas plantas rotas. No había ni rastros del desastre que causó Ekko al entrar, y Jayce supuso que todas las cosas caídas debían estar escondido entre las gavetas.
Luego pasaron por la puerta cerrada de su habitación hasta la de Ekko.
Jayce sudaba frío, no por la habitación, sino que porque la puerta de Powder estaba escondida tras el pasillo, pintada de arriba a abajo de un inconfundible tono azul neón. Los policías verían eso e inmediatamente sabrían que se trataba de sospechoso. Necesitaban mantenerlos solo en la habitación de Ekko. Podrían mentir y decir que Powder había salido y aún no llegaba.
-Ese perfume que usas -el más joven comentó, ganándose la atención de Viktor-. ¿Cómo se llama?
-¿Por qué?
-Mi novia estaba buscando uno con aroma flores hace bastante, pero todos le parecen muy empalagosos -dijo-. El tuyo huele bien, ¿es unisex?
Jayce observó de reojo su semblante cuando negó. Le fue imposible no fruncir el ceño y respirar a consciencia -cuidó de no hacer ruido para no llamar la atención-. Nada. No obtuvo ni el menor atisbo a flores. Solo ese deje dulzón a miel que lo envolvió y acarició por un momento antes de desaparecer en el aire.
-Es una edición descontinuada -Viktor dijo, tocando la puerta de Ekko-. En verdad están dormidos, podrían molestarse si los despierto.
-Correremos el riesgo.
Los dos policías se adelantaron cuando Viktor abrió la puerta. Jayce quedó atrás, pero podía ver todo adecuadamente gracias a su estatura.
La pieza estaba a oscuras, por lo que Viktor encendió la luz, y les permitio la entrada a los policías. Pronto la imagen de los dos inquilinos más jóvenes de la casa estuvo frente a sus ojos. Jayce podía admitir que si no los hubiese visto llegar por la ventana hace cinco minutos, él definitivamente se creería el cuento de que dormían.
El único tema era que estaban desnudos. Abrazados. El largo cabello de Powder suelto y desperdigado por la cama, era lo único que cubría su pecho y espalda, y los brazos de Ekko se encontraban rodeándola con bastante afinidad.
Fue solo un segundo de silencio apreciativo, entonces Powder "despertó" primero. Los cinco brincaron cuando ella gritó y se escondió con las manos. Jayce y Viktor voltearon, Jayce porque no deseaba invadir su privacidad, Viktor porque tuvo que esconder la sonrisa creciente en su boca.
-¡¿Qué demonios?! -Ekko cuestionó también, levantando las sábanas para cubrir a Powder-. ¿No saben tocar la puerta?
Entre los dos policías se miraron y negaron. Fue cómico.
-Una disculpa por la intromisión -dijo uno, esforzándose por mantener un tono cordial-. Buscamos a dos sospechosos. . .
-¿Somos sospechosos? -Powder balbuceó-. ¿De qué?
Dios con esa chica, era una mentirosa espeluznante.
-No, no lo son -el policía dijo-. Perdón por despertarlos.
-Hombre, pues perdonados -Ekko soltó, viéndose igual de ofendido. El frotó su cara para quitarse el sueño-. Solo nos arruinaron el sueño, mañana tengo clases a las ocho, ¿saben?
-Yo les dije -Viktor señaló, ganándose una mirada de reojo de los dos policías-. Pero dijeron que se metió gente por el patio.
-¿Por nuestro patio? -los policías asintieron-. No escuchamos nada, estábamos ocupados.
Jayce frotó su cara para disimular su sonrisa, y carraspeó.
Los policías ojearon la habitación por algunos segundos más. Uno pareció detenerse a mirar con algo de detenimiento un guante negro de cuero tirado en el suelo.
-¿Y eso? -cuestionó, señalándolo con el pie.
-Uso patineta -Ekko dijo, señalando el objeto apoyado en una silla junto al escritorio-. Tengo que protegerme las manos.
-Ya vieron lo que querían -Jayce comentó-. ¿Eso sería todo? Tenemos que levantarnos temprano.
-Por ahora -uno dijo.
Cerraron la puerta, dejando a Powder y Ekko compartiendo cuchicheos molestos, entonces voltearon hacia él y Viktor.
-¿Es la única habitación? -uno cuestionó.
No, también estaba la de Powder, pero mostrárselas no era opción.
-Es la única que tiene gente -Jayce dijo-. Querían ver a los otros dos arrendatarios, ¿no?
Ambos tuvieron que asentir, y los acompañaron a la puerta sin agregar mucho más. Antes de que salieran, uno volteó hacia él.
-No sabía que habían tantos Alfas en este sector -comentó.
-¿Es un delito? -Viktor curoseó.
-Es curioso -negó, lo miró de arriba hacia abajo con un evidente desdén antes de agregar-. Supongo que tienes tus papeles al día, ¿no? ¿Identificación? ¿PedeCi*? ¿CeCoCe*?
Jayce saboreó la amargura cuando asintió.
-Todo al día -masculló-. Y los tengo todos.
-¿Los podemos ver?
Jayce estaba por asentir y voltear a buscarlos cuando Viktor tomó su antebrazo, deteniéndolo, y ladeó la cabeza hacia los policías.
-Está en su hogar designado, y ustedes no vinieron a fiscalizarlo -él espetó-. No debe mostrarles nada, y menos a esta hora, es una falta de respeto. Ya están excediendo límites al seguir acá después de haber revisado todo, ni siquiera es su sector de turno si vienen de Beacon Hill. ¿No se considera acoso policial?
Jayce no iba admitir su propio pánico al observarlo desafiar así a la policía. Aunque, claro, a Viktor realmente no le afectaba demasiado. Eran más brutales e inflexibles con los Alfas, y Viktor era un "Beta". Además de que era bonito.
-Tranquilo -uno tarareó-. Ya nos vamos, era una pregunta.
-La puerta está abierta -Viktor dijo, siguiéndolos con la mirada cuando los dos pasaron por el umbral.
-Estaremos en contacto -él comentó-. Volveremos si descubrimos algo más, o recibimos otro informe.
Viktor cerró.
No compartieron muchas palabras cuando los dos volvieron a su habitación. Powder y Ekko se asomaron por la puerta, pero Viktor les lanzó una única mirada huraña y los dos susurraron "gracias" cuando Jayce los miró, les regaló una sonrisita amena y luego cerró la puerta de su habitación.
Viktor se dejó caer sobre su cama, Jayce hizo lo mismo. Apagaron las luces. El sueño lo había abandonado completamente después de todo ese intercambio.
Emitió un suspiro bajo y observó el techo, esperando a que el sueño volviese a tomar lugar en su anatomía. Por la ventana, las luces azules se pasearon un par de veces más por la cuadra, Jayce supuso que siguieron buscando entre los patios o por los alrededores, realmente le dio igual.
-Perdón por lo de hace rato -la voz de Viktor fue un susurro ameno en medio de la oscuridad, Jayce parpadeó sin moverse-. Fui grosero y te traté mal cuando querías ayudar, no fue un comportamiento adecuado.
Una sonrisa sutil curvó su propia boca antes de girarse en su cama para mirar a la de Viktor. La de él estaba frente a la suya, pero sin luz Jayce apenas podía apreciar una pequeña parte de su rostro recortando la pared. No le fue difícil imaginarlo boca arriba, especialmente porque podía ver vagamente la forma recta de su nariz.
-Esa fue una disculpa muy cortés -observó. Viktor no dijo nada, por lo que agregó-. Respóndeme algo y te perdono.
-Innecesario -Viktor masculló, Jayce contó internamente hasta tres y entonces Viktor volvió a hablar-. Dime.
-Ese perfume que dijiste antes, el de flores -Jayce no tenía idea de cómo formular la pregunta adecuadamente-, ¿es para Betas? ¿Siempre lo usas?
-Esas son dos preguntas.
-Me trataste mal. . .
Recibió un suspiro agotado que le sacó una risita entre dientes.
-No es un perfume -dijo-. Los Betas lo sienten así porque su olfato es menos desarrollado.
-Ya veo. . .
-Y lo uso desde que llegué acá -Jayce escuchó el susurro de las sábanas de la cama de Viktor cuando se movió-. No te esfuerces en tratar de diferenciarlo, está hecho para que los Alfas no huelan mis feromonas.
Su voz esta vez llegó un poco más directa, y Jayce lo atribuyó a la posición de Viktor. Seguramente estaba de costado mirándolo, justo como Jayce lo hacía. Era curioso escucharlo hablar sin verlo, podía concentrarse más en la connotación cálida que adquiría su voz cada vez que susurraba, y la forma simpática que tenía para pronunciar algunas palabras por su acento. No se equivocaba o tartamudeaba, pero siempre era evidente que el inglés no era su primer idioma.
-¿Por eso no huelo las flores? -murmuró.
-Es por eso -Viktor asintió, y Jayce fue consciente de que él también estaba bajando considerablemente el volumen. Pronto su intercambio se volvió poco menos que un traspaso de susurros confidenciales que provocaban hormigueos en sus oídos-. Así nadie sospecha nada.
El sueño comenzó a abordarlo mientras lo escuchaba, y no porque le pareciera aburrido Viktor, sino que por la suave entonación al murmurar. Podía sentir cada palabra, y casi imaginarlas levitando por la oscuridad hasta él. Jayce no olía las flores, pero ese suave cosquilleo dulce que dejaba la miel era definitivamente mejor. Más cálido. Más agradable.
Jayce quiso poder respirar mejor ese aroma, y no solo dejos mezquinos.
-¿Por qué esconderlas? -curoseó-. Yo creo que hueles muy bien.
-¿Es así? -Viktor musitó de vuelta-. ¿A qué huelo, según tú?
-Miel -dijo-. Y canela.
El silencio fue su respuesta, y se extendió por varios segundos. Se extendió y se extendió, y Jayce notó que él mismo estaba cayendo dormido mientras esperaba que Viktor hablara. Pensó que quizás Viktor se había dormido también, pero entonces respondió.
-Curioso -él comentó.
-¿Por qué curioso? -cuestionó-. ¿Hueles a eso?
-Solo era una pregunta -Viktor murmuró-. Te regalé dos, no seas codicioso.
Jayce bufó por lo bajo y deslizó una mano bajo la almohada, acomodándose sin dejar de mirar la silueta de Viktor.
-Con tus respuestas necesitaré veinte para poder saber algo -se quejó.
-Pero no hoy -Viktor era increíblemente robótico en algunos momentos-. Descansa, Jayce.
-Mh. . . ¿No me darás un besito de buenas noches en la frente?
Recibió una risa ligera y armoniosa que le sacó una sonrisa de vuelta.
Volvió a escuchar el susurro de las mantas, su corazón se detuvo por una fracción de segundo al percatarse de que Viktor se movía, entonces retomó la marcha a una velocidad triplicada, obligándolo a pensar cómo reaccionar si Viktor realmente le daba un beso de buenas noches. ¿Era así? ¿Se estaba acercando a él? No debía ponerse nervioso, ya había dado besos antes, no era la gran cosa.
Pero no tenían tanta cercanía, podría ser incómodo, aunque Jayce no iba a negarse o algo, y supuso que no era tan descabellado pensarlo considerando que Viktor había mirado su boca hace un rato.
-Innecesario -Viktor dijo, cortando sus pensamientos de golpe-. Buenas noches.
Parpadeó al techo y procesó sus palabras. Después consideró su propio ejercicio mental.
Botó el aire que no sabía que había contenido y llevó una mano hasta su cara para tratar de aliviar un poco el calor no tan sutil que asedió su cara. Una risa nerviosa, baja y ligera fue todo lo que escapó de su boca.
Que idiota. . .
-Buenas noches. . . Vi -musitó de vuelta.
Jesús con su cabeza.
Se durmió después de eso, y por fortuna no soñó con nada. Su alarma sonó tres horas después -Jayce se regaló una más para poder descansar todo lo que interrumpieron durante la noche-, y cuando se levantó, notó que la cama de Viktor ya estaba vacía. Los cuchichceos de la cocina le permitieron saber que aún había gente en la casa, así que no era el único atrasado.
Se vistió, se peinó y afeitó. Usó un poco de perfume y se colgó su mochila, entonces salió de la habitación. Cuando ojeó la hora, recayó en que eran las ocho y media, y su clase era a las nueve y media. Caminando solo se tardaba diez minutos, así que alcanzaba a tomar desayuno.
En la mesa estaban Viktor y Powder tomando café. Los saludó, y ambos saludaron de vuelta.
-Hay panqueques sobre el mesón -Powder anunció-. Son para ti.
-¿Para mí?
-Y para Viktor, por lo de anoche, nos salvaron en grande -dijo-. Hice muchos porque no sé cuánto comes, Ekko hará el almuerzo así que pueden dormir cuando lleguen.
-Vaya. . . Gracias.
-También queda café en la cafetera -Viktor dijo, juntando su loza sucia y poniéndose de pie-. Ya me tengo que ir.
-¿A qué hora tienes clases? -curoseó, acompañándolo a la cocina para poder servirse.
-A las nueve -contó dejando los platos sucios en el fregadero. Observó su reloj antes de enderezarse-. Voy tarde.
-Falta media hora.
-Pero camino lento.
Correcto, a veces olvidaba que Viktor tenía una pierna mala.
-Me voy -dijo.
-Ten un buen día.
Pasó a su lado después de despedirse, e instintivamente Jayce respiró.
Todo su sistema pareció paralizarse por una fracción de segundo cuando, en lugar de los suaves dejes a miel habituales, no distinguió nada. Nada. Ni miel, ni canela, no había esa suave calidez o la extraña sensación agradable al inhalar. Simplemente aire frío cargado con aroma a café, y una extraña sensación de malestar cuando tragó.
Viktor ya no olía a nada.
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