Capítulo 1. Jugador Nº009

La mente de Josemi estaba nublada. Lo único que podía percibir era un zumbido que no hacía más que aumentar su ya considerable dolor de cabeza. Estaba cansado, como si acabase de despertarse de una larga siesta, de esas en las que cuando uno despierta no sabe ni qué día es. Estaba oscuro, y no sabía si era por la falta de luz o porque su vista estaba nublada. Sus redondas gafas se le habían caído y yacían tiradas a unos palmos de él sobre la mullida cama en la que se encontraba, contribuyendo a su falta de visión.

Tras mover un poco la cabeza tratando de reconocer su entorno y apretar sus ojos con el fin de acostumbrarlos a la oscuridad, logró recuperar un poco la compostura de manera que comenzó a visualizar una pequeña habitación muy ordenada y bien amueblada, pero que no le era familiar. Lo primero que sí que reconoció fue su maleta, desbloqueando así lo que parecían ser sus últimos recuerdos.

Josemi se había ido de viaje a Formentera con sus amigos para participar en un supuesto concurso de acertijos y pruebas sociales, así como un reality show. Una semana de desafíos divertidos no sonaba mal después del estrés que supuso terminar dos ingenierías, pero en ningún lado del contrato venía lo del secuestro.

Esa era otra, ¿dónde estaban sus amigos? Con tanta duda su mente terminó de despejarse y se dignó a ponerse en pie. En cuanto lo hizo, una luz LED se encendió sobre él iluminando la sala todo lo que las persianas bajadas no lo permitían. Gracias a la luz se dio cuenta de que la puerta de salida contaba con una pantalla, la cual se encendió automáticamente para revelar un temporizador de 10 minutos y un apartado para ingresar lo que parecía una contraseña. No solo eso, sino que un papel con una especie de partitura bastante simple yacía pegado en la misma puerta: en dichas anotaciones, cada nota musical tenía un número debajo, lo cual era extraño. Josemi estaba seguro de que era un acertijo: si ya estaba en aquel extraño concurso, no le extrañaría que para salir de la habitación tuviese que resolver alguna prueba. Efectivamente, lo confirmó cuando descubrió que la puerta de salida estaba bloqueada. Era hora de inspeccionar el resto de la sala en busca de otras pistas, siendo entonces cuando se vio al espejo. Nada había cambiado en su cuerpo: no había muestras de que se hubiese ejercido violencia sobre él —no sentía ningún dolor, pero nunca estaba de más asegurarse—, pero sí que tenía algo que no había visto en su vida: la ropa, un uniforme negro y morado, compuesto por una camiseta de manga corta y unos pantalones de chandal largos que definitivamente no eran suyos. Tenía un "009" grabado tanto en el pecho como en la espalda, confirmando así que, efectivamente, todo aquello era parte del dichoso concurso. No solo eso, sino que su cuello estaba rodeado por un fino collar de metal, y su muñeca contaba con una pulsera similar a un reloj inteligente. ¿Cómo cojones no se había dado cuenta antes?

Algo le llevaba oliendo mal desde que Jaime llegó con aquel folleto a la facultad.

— —— —

—¿Vosotros no decíais que deberíamos irnos de viaje este verano?

Jaime puso sobre la mesa un extravagante folleto con un QR sobre la mesa de la cafetería de la facultad. Josemi apartó el café de su vista para poder prestarle atención.

—¿Un concurso de acertijos?

—Algo así.

—Por favor, Jaime, allí solo vamos a encontrarnos críos y padres frustrados —dijo Celia, ignorando por completo el papel.

—Que no, cojones, si la edad mínima es de 16. Y si tienes menos de 18 tienes que ir acompañado de algún adulto autorizado, o sea que...

—Aun así... no le veo la gracia.

—A ver, puede ser divertido —mencionó Isa mientras leía la información de la página web que había conseguido a través del QR— ¡Es en Formentera y le pagan la estancia a los jugadores!

—Pero para eso tendrían que escogernos, digo yo... —Josemi no terminaba de verlo claro. Era como dejar unas vacaciones en manos de un boleto de lotería— Y somos cuatro, si nos cogen solo a dos yo rechazaría.

—Son 100 jugadores —recordó Jaime—, y para poder echar una solicitud hay que resolver un acertijo bastante complicado. Malo será que no nos cojan.

—A la gente no le suele gustar este tipo de cosas, eso es cierto —añadió Isa—. Podemos intentarlo.

Celia agarró el folleto y abrió la cámara de su móvil.

—Solo porque es gratis.

Josemi estaba de acuerdo con todo lo que decían, al menos en gran parte, pero había algo en todo el asunto del concurso que no le encajaba. "El Reto Imposible", se hacían llamar. Había algo extraño en ellos, algo que le sonaba de muchos años atrás. Algo peligroso.

—Mira, lo hablamos en otro momento —el joven ingeniero dio un sorbo a su café—, que mi única preocupación ahora es entregar a tiempo el TFG.

— —— —

Al final le convencieron y, como consecuencia, estaba encerrado en una habitación, con un collar que no podía quitarse, y con un contador que descendía peligrosamente.

—Tengo que salir de aquí... —murmuró mientras ponía patas arriba la habitación en busca de algo.

No encontró nada que pudiese servirle, más que nada porque la habitación estaba vacía. No había cajas, candados o cualquier tipo de cosa propia de una Escape Room en condiciones. Lo único que destacaba más allá de los cuatro muebles esenciales de la sala era una pequeña melodía que sonaba de manera sincronizada con el temporizador. Cada segundo, una nota resonaba en la sala. No era siempre la misma, sino que se iban alternando, y una vez terminaba la secuencia, comenzaba de nuevo. Entonces Josemi se dio cuenta de lo que tenía que hacer.

Afinó el oído y se dispuso a averiguar cada una de las notas. Josemi nunca había tenido precisamente oído musical, así que sabía que podía estar en problemas. Si estaba en lo cierto, solo debería convertir en un número cada nota musical siendo 1 "Do" y 7 "Si".

Conforme lo hacía sus dudas sobre si aquel método era el correcto iban en aumento, pero todas ellas se disiparon cuando, tras cuatro intentos de descubrir la entonación de cada nota, finalmente pudo oír un click proveniente de la puerta. El temporizador se detuvo y la salida se reveló ante sus ojos, permitiendo a Josemi acceder a un silencioso pasillo que parecía reunir la entrada a otras nueve habitaciones como aquella, todas numeradas del 001 al 010.

En cuanto puso un pie en la nueva zona, la puerta de su habitación se cerró detrás de él, provocándole un sobresalto: ahora estaba atrapado fuera de su habitación. El lugar contaba con una serie de carteles con flechas que apuntaban hacia la izquierda, concretamente en dirección a una puerta diferente a las demás y con una pequeña ventana de la cual salía luz.

—¿Hay alguien? —Josemi se atrevió a preguntar, lo suficientemente alto como para que cualquier persona que estuviese por la zona se enterase. Nadie respondió, lógicamente.

Antes de comenzar su investigación por el resto del edificio, Josemi le hizo caso a los carteles y se dirigió a la habitación iluminada. En cuanto puso la mano en el pomo pudo ver como alguien hacía lo mismo al otro lado de la puerta, abriéndola sin darse cuenta de que él estaba en el pasillo. En cuanto aquel corpulento hombre con un uniforme similar al de Josemi —a excepción de un 007 en su pecho— levantó la mirada y le vio, dio un respingo y se le quedó mirando fijamente por un par de segundos.

—Oh, buenas.

Sin decir nada más el señor esquivó a Josemi, quien de la sorpresa de encontrarse a otra persona en aquel lugar no supo reaccionar, y se dirigió a una de las habitaciones numeradas, posiblemente la correspondiente a su uniforme.

Josemi echó un vistazo al interior de la habitación antes de entrar para toparse con alguien vestido de negro y con una máscara blanca que le ocultaba el rostro. El joven no sabía si aquella persona había notado su presencia, porque su mirada estaba fija en la pared que tenía al frente.

—¿Se puede? —preguntó, nervioso.

—Adelante —respondió, aún sin reaccionar físicamente ante su presencia—. Cierre al entrar.

No solo era cosa de su vestimenta: el aura de aquel hombre era extraña, como si en el interior de aquel traje no hubiese nada humano. No movió un dedo desde que Josemi entró, ni siquiera para girar la cabeza y poder mirarle a los ojos. La situación solo se ponía más y más extraña.

El enmascarado agarró una pequeña grabadora sobre la mesa y le dio al play sin dudarlo un segundo.

—Hola, jugador 009 —dijo con frialdad—. Esta conversación está siendo grabada. ¿Le importaría respondernos algunas preguntas?

Josemi le miró por un par de segundos antes de responder.

—¿Puedo hacer yo un par primero?

—Me temo que no.

Era de esperar, pero tampoco perdía nada intentándolo.

—Pues adelante, pregunta.

No era más que un entrevistador, uno muy extraño. Posiblemente solo era parte del concurso, ya que al fin y al cabo grabar a los concursantes durante su paso por el evento era algo normal, pero Josemi estaba muy incómodo con su presencia. Todo se notaba... falso. Solo hizo preguntas sobre datos personales y su vida laboral y estudiantil. Nada que un libro abierto como Josemi no pudiese responder. Aunque, si no recordaba mal, todo eso ya lo puso en el formulario de inscripción.

—Josemi, ¿espera ganar El Reto Imposible?

El joven notó como su entrevistador hacía aquella pregunta con un tono distinto al resto de preguntas.

—A ver... —Josemi se pensó su respuesta, no sabía si por educación o por seguridad— No sé. Lo del secuestro me ha cogido por sorpresa, la verdad, así que ni siquiera sé qué esperar de vosotros ya.

—¿Espera ganar o no?

—No voy a responder —dijo con firmeza, simple y llanamente porque no sabía qué decir—. Por cierto, ¿hay máquinas expendedoras en este edificio? ¿O un restaurante?

—La entrevista ha acabado —respondió el hombre—. Puede volver al pasillo.

El entrevistador dejó sobre la mesa una tarjeta con un "009" escrito. No le indicó a Josemi ni que podía cogerla ni cuál era su función, pero el muchacho sobreentendió que era para él, y que era la llave de su habitación. Y si en realidad no se la podía llevar, que hubiesen contratado a una persona más decente.

Josemi salió de la sala de entrevistas y, efectivamente, confirmó que había conseguido la llave de su habitación. Antes de refugiarse en ella como una persona normal haría en esa situación, el joven se dispuso definitivamente a investigar el resto de la zona. No por cotilla —que también—, sino porque necesitaba beber algo. Tenía la boca seca y su cabeza aún pesaba como si hubiese pasado la peor noche de su vida. Si no se metía un café en el cuerpo, podría morirse ahí en medio.

El edificio no era mucho más grande, contando tan solo con una especie de sala común al otro lado del pasillo donde se repartían tres mesas con cuatro sillones cada una, un sofá largo y un par de estanterías repletas de juegos de lógica: desde cubos de Rubik hasta cajas secretas de todo tipo. Al otro lado de la única puerta de la habitación, hecha de cristal, podía verse lo que parecía el exterior.

Si sus secuestradores no querían que saliese afuera no hubiesen hecho la puerta de cristal, ¿verdad? Josemi, sin pensarlo demasiado, giró el pomo de la puerta y se dispuso a respirar aire fresco por primera vez desde que despertó.

Al otro lado no solo encontró una pequeña villa compuesta por una serie de edificios iguales, sino que también pudo ver como no era el único que había tenido la idea de salir a explorar el exterior. No, no estaba solo: tenía pinta de que los cien jugadores que fueron elegidos para participar estaban allí dentro, y no sabía si esa respuesta le generaba tranquilidad o preocupación.

Todo aquello era tan... ¿Irreal? ¿Familiar? Josemi no encontraba las palabras concretas con las que expresarlo, pero sabía que algo andaba mal. El ingeniero miró una vez más a su alrededor: decenas de personas vestidas con el mismo uniforme, catalogadas como si fuesen meros números para los que estaban por encima de ellos, esperando instrucciones en un entorno desconocido.

Josemi ya se conocía esta historia y no le estaba gustando nada. Porque sabía que, si sus corazonada era cierta, podría estar en peligro de muerte.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top