kidnapping.

NASH BECKER.

El momento se había vuelto bastante tenso.

Calvin, Jesse y Ryan presenciaban la escena con concentración mientras el rubio y yo nos enfrentábamos.

Fue rápido. Hizo piedra, yo papel, por ende gané y él perdió.

—Listo. —Calvin dio un aplauso que nos sobresaltó a todos—. Va Isaac.

Había una tarea que cumplir para poder seguir con nuestro trabajo. Estábamos estancados en cuanto a la investigación del asesinato de Knight, por lo que buscabamos con desesperación una pista, una pequeña ayuda que nos pudiera servir para avanzar aunque sea un solo paso, por corto que fuese.

Teníamos el dato de que Jeremy Chan, un ex amigo de Knight y uno de los cachorros más fieles de Jakob Jones, llevaba un tiempo fuera de su mafia tras una pelea. Eso nos daba a entender que el tipo podía estar desprotegido, pero a su vez podía tener mucha información sobre Knight y sobre Jones.

El plan era que uno de nosotros debía ir en busca de Chan para interrogarlo y sacar la mayor información posible. Como era algo peligroso, decidimos jugar piedra, papel o tijera, y el que perdiera debía exponerse a la "misión". Isaac fue el que perdió.

Parecía que no le importaba, era un chico valiente. Pero a mí sí me importaba, pues se trataba del más pequeño de nuestro grupo. No tenía nada que ver con subestimarlo, pero le tenía un cariño muy especial, y entre su vida y la mía, prefería mil veces la suya.

—Olvídalo —solté—, iré yo.

—¿Por qué? —protestó el rubio.

—Porque yo lo digo —respondí.

Calvin se encogió de hombros y me lanzó un pasamontañas en la cara. Lo atrapé al vuelo, dándole una fea mirada.

—Y más te vale que llegues con algo bueno —me espetó.

Le enseñé el dedo del medio y le di una vistazo a la foto de Jakob Jones colgada en la pared antes de salir del sótano.

Crucé el patio de la casa para llegar al estacionamiento. El cielo ya era un manto oscuro, el viento estaba bastante frío, tanto que cuando suspiré, el vapor de mi boca se arremolinaba en el aire. Me puse la capucha de mi chaqueta para proteger un poco mi rostro de la helada y, justo cuando llegaba a mi auto, Isaac me alcanzó.

—¡Nash! —llamó—. ¿Por qué no quieres que vaya yo?

Me detuve y me di la vuelta para mirarlo.

—Porque quiero salir un rato —mentí—. No me molesta, estoy aburrido.

—Vamos, hermano —se mofó, dándome un empujón en el hombro—. Admite que es porque me quieres.

—¿De qué hablas? —Dejé escapar una risa sarcástica—. No te conozco, atrás.

Frunció el ceño.

—¿Quién te crees? —soltó—. Dale, dime que soy tu amiguito favorito.

Negué con la cabeza y me di la vuelta para subirme a mi auto.

—Nunca saldrá algo así de mi boca.

Isaac se rio y se inclinó para asomarse por la ventana.

—¿No quieres que te acompañe al menos? —preguntó.

—No, quédate aquí —respondí.

—Ya, bueno, bueno —cedió finalmente, sonriendo con cierta picardía. Por más que se lo negara, era obvio que sabía la verdad de mi determinación—. ¿Te apetece cenar hoy? —cambió el tema—. ¿Te gustaría que te esperemos con algo de comer? Hoy no almorzaste.

Su preocupación me hizo sonreír inconscientemente, pero al mismo tiempo me avergonzó.

—Bueno —dije, suspirando y desviando la mirada—. Pizza.

—Pizza será —repuso, alborotando un poco mi cabello—. Si necesitas ayuda llama, ¿sí?

—Ya.

Encendí el motor del auto, conecté la música a la radio y salí de la casa.

Conocía las patentes de los vehículos de todos los trabajadores de Jones, pues una vez logré hackear las cámaras del estacionamiento de una de las casas que actuaban como sedes, donde realizaban las ventas de drogas y algunas juntas entre los miembros de la mafia.

Chan usaba una motocicleta Ducati de color blanco con franjas rojas.

Sinceramente cuando salí de casa lo hice sin esperanzas, pero cuando di una vuelta por el centro de Carmel, lo encontré de una manera que me pareció ridículamente conveniente. La hora ya se acercaba a las diez de la noche y vi la moto estacionada en un casi vacío estacionamiento del centro comercial, entre cuatro autos.

Uno de ellos era un Ferrari rojo y brillante que llamó mi atención por lo lindo que era.

Me bajé rápidamente de mi auto y me escabullí por la entrada, recorriendo parte del centro comercial a gran velocidad, con las manos en los bolsillos y mirando alrededor.


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Agarré el cuello de su chaqueta y lo estampé contra la pared. Intentó golpearme, me dio en el estómago con tanta fuerza que casi me quedo sin aire, pero reaccioné rápido como para pegarle un puñetazo en la cabeza que lo aturdió y se deslizó por la pared del baño hasta caer al piso.

No voy a mentir, como me golpeó me sentí humillado y me enojé, así que aproveché para devolverle el golpe por siete, olvidando casi cuál era la razón por la que estaba ahí. Cuando lo vi sangrar me calmé, puesto que no pretendía dejarlo inconsciente, y apreté su cuello con una de mis manos.

—Te la voy a hacer fácil —susurré, inclinándome hacia él—. Por cada respuesta que me des, es un puñetazo menos en tu cara.

—Suéltame, hijo de puta...

Volví a golpearlo en el rostro y lo sacudí, jalando su cabello hacia atrás. Chan apretó los dientes de dolor.

—¿Qué sabes sobre Knight? —pregunté—. ¿Qué sabes sobre sus últimos días? ¿Fue Jones?

—No fue Jakob, idiota...

Otro puñetazo.

—A mí me respetas —gruñí—. ¿Qué sabes sobre Knight?

—¡Nada!

—¿Nada? Era tu amigo.

—Suéltame...

Otro puñetazo, y otro, y un tercero.

—Responde algo de utilidad o te mato —amenacé entre dientes.

—¡Joder! —gruñó, y su voz empezó a temblar—. Está bien, sí, sí era mi amigo. Pero no sé nada.

—No te creo. ¿Qué sabes? ¿Cuánto lo conocías?

Forcejeó un poco, me dio una patada en el muslo y tropecé hacia atrás. Me moví ágilmente antes de que se me lanzara encima y saqué la pistola de dentro de mi pantalón, golpeándolo fuertemente en la cabeza con ella.

Gritó de dolor y volvió a caer hacia atrás, así que aproveché para apuntarlo a la cabeza.

—Habla. —Le solté una patada.

—¡Mierda! Gre... Gregory era un buen amigo. Yo... yo lo conocí muy bien. Estuvo con otra mujer en otro lugar.

—¿Qué es lo que sabes de ella? —inquirí.

—Nada más, ya te lo dije... —balbuceó, y volví a golpearlo—. ¡Mierda! ¡Que no sé nada, joder! —Volví a golpearlo—. Basta, te lo suplico....

Medité un momento, pues lo que dijo ya me servía, nosotros no teníamos idea de que Knight tenía otra mujer. Tampoco pensaba matarlo, podía seguir usándolo en otra ocasión y no era muy conveniente realizar un asesinato en medio del centro comercial.

—Escúchame, idiota —gruñí, inclinándome hacia él, tratando de sonar creíble y amenazante—. Te dejaré ir porque te tengo un poquito de piedad, pero si te vuelvo a ver por aquí, te mato. Ahora sal de aquí antes de que lo haga ya mismo.

Chan se levantó y se fue corriendo tal como el puto cachorro cobarde que era.

Suspiré, guardé la pistola y traté de calmarme, pues no salió tan bien como esperaba. Mi plan era drogarlo y secuestrarlo para llevarlo a casa e interrogarlo con ayuda de los chicos, pero no resultó, pues él igual puso resistencia.

Al parecer había llevado el paño con droga solo para pasear.

Fui hacia los lavabos a limpiarme la sangre de las manos y salí del baño.

Entonces me quedé un poco aturdido por cosa de milisegundos, fue tiempo suficiente para que un montón de cosas pasaran por mi cabeza.

Su piel era pálida, una cortina de cabello rubio le caía tras la espalda, llegando hasta su cintura, enmarcando un rostro angelical de facciones delgadas junto a dos orbes plateados que miraban la dirección en la que se había ido Chan con susto y confusión. Llevaba un montón de bolsas en los brazos y vestía un largo abrigo rojo junto a un conjunto negro, corto y ajustado...

No era de fijarme mucho en el físico de las personas, pero esa vez fue diferente. Esa rubia con cuerpo de supermodelo poseía un atractivo de otro planeta.

Cintura pequeña. Caderas del mismo ancho de sus hombros. Piernas largas. Unos senos completamente proporcionales. Unas curvas increíbles. Era alta, aunque mucho más pequeña que yo. Y también era lo más lindo que...

Nah, qué estaba pensando.

Respiré hondo una vez.

Bueno, sí, la verdad es que fue lo más lindo que pude ver en mi vida.

Pensé en que, si no estuviéramos en una situación como en la que nos encontrábamos, me hubiera acercado para pedirle el número. Pero yo estaba con un pasamontañas y ella ya se había dado cuenta de que era el agresor de la situación. Si tan solo le dijera que era una broma y la invitaba a algo...

Me cachetee mentalemente y bajé del cielo al que me había transportado para pensar con realismo.

¿Qué hacía ahí? ¿Acaso estaba espiando?

En ese momento volteó a mirarme, notó mi presencia y vi el pánico y la tensión reflejados en cada centímetro de su precioso cuerpo.

Lo único que pude hacer, sin detenerme a meditarlo bien, fue lanzarme hacia ella y darle un uso al paño con droga que llevaba en el bolsillo.

Ahogué un grito que quería salir de su boca cuando la cubrí, y no tardó muchos segundos en desvanecerse en mis brazos.

—Joder —susurré, quitándome el pasamontañas.

¿Qué hacía ahora? No iba a dejarla ahí tirada, seguramente la encontraban los guardias y yo me metía en graves problemas. Además me daría mucha lástima.

Pero ¿y si estaba espiando al verme seguir a uno de los más fieles de Jones hasta ese baño? Tampoco debía arriesgarme, podía enterarse de muchas cosas.

Lo que iba a hacer era cargarla, llevarla hasta mi auto y llamar a los chicos para pedir ayuda.

Pasé un brazo bajo su cintura y otro bajo sus piernas, levantándola. No fue difícil, las pesas que ocupaba en el gimnasio seguro pesaban más del doble que ella. El tema fue acomodar sus compras en mis brazos y llevarme todo junto.

Ahora, ¿cómo cruzaba el centro comercial con una chica desmayada en brazos?

Puse mi mejor cara de angustia y aceleré el paso para salir. Creía que iba a lograrlo sin ser visto, pero en la salida que elegí justo había un guardia que parecía esperarme. Se acercó precipitadamente apenas me vio.

—¿Qué ocurre? —preguntó—. ¿Está bien?

Miró a la chica con cierta preocupación. Yo también la miré y solté la primera mentira que se me ocurrió sin despegar mis ojos de ese rostro bonito.

—Es mi.. Es mi novia. Tiene unos pocos meses de embarazo y acaba de desmayarse, necesito llevarla al hospital.

—¿Embarazo? —Alzó las cejas con cierta incredulidad, bajando la mirada por el cuerpo de la rubia—. No parece que estuviera embarazada.

—Los doctores dicen que en pocos meses no se nota —dije, nervioso—. Necesito llevarla.

—Ay, claro, claro. ¿Quieres que llame una ambulancia?

Me la creyó, no podía ser posible.

—No, gracias. —Negué rápidamente con la cabeza—. Déjeme pasar, por favor.

—Adelante, ojalá esté bien.

Asentí y corrí hacia mi auto. No ver la moto de Chan en el estacionamiento me confirmó que había huído.

Abrí el maletero, ahí metí rápidamente las compras de la rubia y luego abrí las puertas del asiento trasero para recostarla con cuidado. Parecía que dormía apaciblemente, su pecho subía y bajaba con suavidad. No pude evitar fijarme en sus gruesos labios entreabiertos, pintados de rojo, que se veían tan lindos.

Empecé a enojarme conmigo mismo por pensar de esa forma sobre alguien que estaba inconsciente en mi auto, que no conocía y que seguramente me odiaría.

Me quedé sentado a su lado y saqué el viejo teléfono de emergencias para llamar a Ryan.

—¿Estás bien? —fue lo primero que preguntó mi amigo cuando contestó.

—Sí, encontré a Jeremy, pero había una chica espiando y la situación se me escapó de las manos —contesté, nervioso.

—No me digas que la mataste.

—No, no. Tuve que dormirla porque espiaba y no sé qué tan confiable o peligrosa es. Está inconsciente aquí en mi auto.

Sentí un ruido del otro lado y oí la voz de Calvin.

—Tendrás que traerla —me dijo él—. Es mejor que la interroguemos para estar tranquilos.

—¿No es muy peligroso?

—No lo creo —respondió—. Y quizá nos sirva como fuente de información.

—Está bien, la llevaré —contesté.

—¿No andaba en auto? —inquirió.

—No sé, voy a revisar.

Dejé el teléfono sobre mi regazo y palpé con cuidado los bolsillos de la rubia; no quería tocar de más. Como no había nada, busqué en una pequeña cartera que traía y vi las llaves de un Ferrari.

El auto que había llamado mi atención cuando llegué era de ella, qué irónico.

—Sí —respondí, volviendo a tomar el teléfono—, anda en un auto.

—Ya —volvió la voz de Ryan—, yo iré a buscarlo, espérame ahí.

Me quedé sentado esperando, intentando relajarme de la tensión, pendiente a que la rubia no llegara a despertarse. Para mi suerte, Ryan no tardó más de diez minutos en llegar.

—¿Es famosa? —preguntó en cuanto vio a la chica.

—No, tonto.

—Pues lo parece. Es super linda.

—Y te recuerdo que la tenemos secuestrada —contesté, entregándole las llaves del auto—. Es el Ferrari rojo, nos vemos en casa.

—Bien, cuando llegues llévala al sótano de juegos —me ordenó antes de alejarse.


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Cuando estuvimos en casa y la rubia despertó, todo lo embobado que había estado con ella en un principio cayó por tierra.

Pensé en que, Dios mío, no podía existir un ser humano tan insoportable como ella.

Me cayó mal apenas empezó a abrir la linda boquita que tenía. La encontraba una persona superficial, testaruda, caprichosa, egocéntrica e infantil.

Pero cuando la conocí más, me di cuenta de que eso solo se trataba de un escudo de frialdad, que por dentro tenía sus miedos, sus lados buenos, su inocencia, su ternura...

Me empezó a gustar, no solo por su belleza de otro planeta, ni por su cinturita, ni por sus bellos atributos. Sino también por su risa, por sus chistes malos, por la forma en que sus ojos se iluminaban cuando hablaba, sus manchas por el vitiligo, sus pecas, su cara de concentración cuando leía, la seguridad que tenía en sí misma...

Cuando la secuestré a las afueras de ese baño, jamás pensé en lo que pasaríamos, en que íbamos a cumplir nuestros sueños juntos, que nos íbamos a casar y mucho menos en que esa chica se iba a convertir en la madre de mis dos hijos.

Amaba a Brielle Monroe, y lo hacía con locura.

¡HOLA A TODOS!

Hoy se cumple un año desde que publiqué el primer capítulo de este libro, así que hice un extra que me pareció muy divertido. Espero que les haya gustado mucho y les doy infinitas gracias por el apoyo que le han dado al librito en estos 365 días <3

PD: síganme en instagram como julesisred y en tiktok como julesrbooks, besitoss 💋

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