El caos reina y se proclama vencedor,

Un triunfo sangriento

A expensas del conocimiento,

Que fragmentado se encuentra,

Como el cielo de medianoche,

Donde el lucero no guía su camino

Y la luna se oculta bajo el auxilio del cielo

Que espeso y ennegrecido

Como la mente misma que lo observa,

Pidiendo ayuda a voces desfiguradas

Y entrecortadas por el llanto,

Mas ningún sonido se emite,

Queda encapsulado,

Atrapado dentro de un cuerpo que autónomo se levanta,

Limpia sus heridas y tan solo continua

Siendo la única solución encontrada,

Que se halla como respuesta

Pero se niega como ocurrencia.

Porque el cansancio es la medicina

Que recubre sus heridas,

Los desgarros cometidos a un alma quebrantada,

Sin esperanza alguna,

Porque los desniveles del camino

Le han sacado de su senda y travesía,

Ha caído y llegado al fondo del abismo,

Una vez más,

Ha regresado al lugar del cual emergió,

Sin contemplarlo se halla atrapada entre las corroídas paredes

En compañía de los destrozos

De una batalla anterior,

De la cual victoriosa se levantó

Y regreso imparable y resplandeciente.

Aunque ahora los días dorados se han perdido,

Se ven como un recuerdo lejano y foráneo,

Tan inalcanzable e irreal,

El ser se mofa de su ilusión

Que se arraigaba en aquellos días

Donde la vida adquiría valentía

Y no destrozos de una miseria reconocida.