32
"INESPERADAS CIRCUNSTANCIAS"
El sonido de un chasquido de labios reverberó en la penumbra, mientras pasos vacilantes se adentraban en el apartamento sumido en la oscuridad, donde las bolsas de regalos se desplomaron cerca de la sala de estar. La risa suave de la mujer se escuchó antes de que Jinwoo decidiera bajar el zíper del vestido de su novia, dejándola en bragas. La luz que atravesaba las ventanas le permitió al tatuado apreciar la figura de su novia. Ambos intercambiaron una mirada cargada de significado antes de que la castaña se alzara de puntillas para quitarle la camisa, recibiendo algo de ayuda del tatuado.
—Has sido tan bueno conmigo, Oppa. —Su aliento le acarició el pecho, motivando a Jinwoo a suspirar.
El camino de besos fue descendiendo hasta su ombligo y cerró los ojos en el momento que Yuna sacó su miembro a través de la bragueta abierta; sus delgados dedos eran torpes, sus labios inexpertos y el rozar de sus dientes lo hicieron tensar varias ocasiones, y se concentró en lo bien que sus caricias lo hicieron sentir. Se enfocó en la respiración agitada de la chica y en sus ocasiones suspiros en su nombre. Sin embargo, maldijo en voz baja por no estar respondiendo a los estímulos de su novia, resistiéndose a experimentar siquiera la mitad de la excitación que sentía cuando estaba... con él.
Maldijo a Lee Hyusang por haber arruinado su vida sexual, pero se maldijo a sí mismo por arruinar su relación.
Intentó evocar los recuerdos de las caricias de su jefe, imitando sus movimientos precisos sobre su cuerpo. Sin embargo, el envolvente aroma a jazmín de Yuna lo distrajo, llevándolo a separarse y poniendo fin a otro intento fallido de acercamiento con ella.
La chica frente a él quedó con los labios entreabiertos, incrédula.
—¿Lo estoy haciendo mal, no es así? —Por más que intentó no sentirse culpable, sus ojos, prontamente con lágrimas, hicieron que Jinwoo se maldijera por ser el causante de ello.
—No es eso, princesa, es solo que estoy cansado...
—No estás cansado. No es solo eso, hay algo más —Yuna replicó, levantándose para tomar el vestido, mostrando una clara mueca de descontento en su rostro—. Lo hemos intentado tantas veces que he perdido la cuenta, ¿qué ocurre, Jinwoo? ¿Estás enfermo?
—No. Los entrenamientos y los acontecimientos de la última pelea han hecho que mi mente esté desordenada en estas últimas semanas. —Odiaba mentirle, detestaba tener que inventar una excusa para justificar el hecho de que ya no sentía atracción física por su persona, y eso solo aumentó su cargo de consciencia—. Quizás podría considerar tomar Viagra.
—No podemos acudir siempre al viagra, Jinwoo, por Dios. —El mencionado se pasó las manos por cabello, soltando un pesado suspiro.
Se intercambiaron una profunda mirada, en la cual el silencio pareció ofrecer las respuestas que habían buscado durante esos días, en los que evitaban discutir abiertamente el estado de su relación. En ese momento, Yuna lo miró intensamente durante varios largos segundos, haciendo que Jinwoo sintiera que estaba completamente expuesto, como si su novia pudiera leer sus pensamientos, lo cual lo aterraba.
—Ya no me deseas como antes, lo entiendo...
—Yuna... —interrumpió Jinwoo, tenso.
—Estoy enferma, lo sé. Jinwoo, el que me ames, no alterará mi capacidad de juicio —replicó la chica, con tristeza—; era consciente de que en algún momento esto sucedería y asumí que, cuando ese momento ocurriera, ni tú ni yo seríamos responsables.
—No voy a terminar contigo, Yuna. —La chica le miró con una sonrisa triste—. Podemos... No estoy seguro, quizás...
—Ser amigos, buenos amigos, ¿te parece? —Jinwoo quedó paralizado ante sus palabras—. Te estoy terminando, Kim Jinwoo.
—¿Qué...? ¿Qué estás...? —Jinwoo negó con la cabeza, pasmado—. No puedes terminarme, Yuna, esto es absurdo.
La castaña finalmente sollozó cubriéndose el pecho con el vestido. Jinwoo intentó acercarse, pero esta negó con la cabeza haciendo que se detuviera.
—Yuna, Estás asumiendo cosas que no son reales —Jinwoo dijo, pasándose las manos por el cabello—. Yo te quiero. No deseo que salgas de mi vida por algo tan absurdo como el sexo.
—¡No es solo sexo, Jinwoo! ¡No lo es! ¡Solo míranos! —la chica chilló, temblando, por lo que abrazó a su cuerpo—. Ya no es lo mismo. Has sacrificado tanto por mí en vano.
—No fue en vano, Yuna, yo...
—Con el tiempo comprendí que una parte de mí temía que dejaras de amarme, que me abandonaras en mis momentos de mayor necesidad, y reconozco que fui egoísta al permitir que esos pensamientos me dominaran. Al creer que nuestro amor era recíproco, porque Jinwoo, tú me amas, pero yo no sería capaz de hacer lo mismo por ti. —Jinwoo quedó paralizado—. Si tú estuvieras en mi lugar, no pensaba sacrificar mi futuro por una relación que necesitara tanto sacrificio.
Jinwoo se tensó, incapaz de darle mérito a lo que estaba escuchando. Esa no era la Kim Yuna de la que se había enamorado años atrás, ¿qué demonios le ocurría?
—Yuna, me estás diciendo cosas hirientes que de seguro te arrepentirás luego, basta. Ve a la cama, quizás estés cansada...
—No. No estoy fatigada de esto, estoy harta de sentirme cansada, de asumir el papel de víctima cuando jamás lo fui; tú eres quien realmente lo es —le cortó de inmediato sorbiéndose los mocos—. Estos dos años de tratamientos constantes me han llevado a reflexionar sobre las decisiones que hemos tomado y he llegado a la conclusión de que fuimos bastante ingenuos.
—Yuna, basta. Hablo putamente en serio —exigió Jinwoo entre dientes—. No creo nada de lo que me estás diciendo.
—¿Crees que sería capaz de hablar de esta forma con algo tan importante como nuestra relación? Hablo en serio, Jinwoo-ssi, muy en serio. Estoy agotada de ser siempre la que recibe; por favor, permíteme conservar mi dignidad y tomar decisiones por mí misma. Has decidido por mí durante mucho tiempo. —Yuna suspiró pesadamente—. No quiero esto. Te amé, Kim Jinwoo, eso no voy a negarlo. Pero ya no te amo como pareja, lo intenté. En serio lo hice, pero no puedo seguir así, no puedo seguir haciéndonos esto.
—Yuna...
—Mereces alguien digno. Tus padres tenían razón; debimos escucharlos cuando tuvimos la oportunidad. —Jinwoo apretó la mandíbula—. Lo siento.
—¿Entonces por qué intentas acostarme conmigo? ¿Por qué dejarme así? —La chica apretó la mandíbula.
—Quería asegurarme de que esta sensación de frialdad no solo la sentía yo —dijo finalmente dedicándole un vistazo—. Es el único sentimiento que tenemos en común esta noche.
Sin más, se encerró en la habitación, dejando a Jinwoo, paralizado en la mitad del pasillo.
Las temperaturas en la ciudad eran gélidas, a pesar de que los comercios contaban con sistemas de calefacción. La cafetería no era la excepción: poseía uno, pero Jinwoo seguía sintiendo el frío, incluso vestido con un doble abrigo y disfrutando de su segunda taza de café caliente. Mientras disfrutaba de su bebida con calma, esperó a la persona a la que había invitado, quien, de manera inesperada, había aceptado su propuesta.
Estaba nervioso, no iba a negarlo. Han pasado varios días desde que se encontraron cara a cara, y, de hecho, Jinwoo se había distanciado de los demás tras la ruptura de su relación. A pesar del impacto que generó esta situación, esperaba que el dolor de la pérdida finalmente lo alcanzara. Eso no ocurrió. Incluso cuando Yuna se marchó del apartamento al día siguiente llevándose consigo sus pertenencias, Kim, más allá de sentir tristeza, se sintió culpable, porque una parte de él no insistió por una nueva oportunidad. Incluso se sorprendió a sí mismo al darse cuenta de que estaba más preocupado por la ley de hielo que el rubio le imponía que por el trágico desenlace de la situación.
Su vista recorrió los rostros presentes de la cafetería: había algunas personas mayores y un par de parejas. Las vísperas de Navidad habían concluido, por lo que las personas habían retomado sus obligaciones. Solo entonces su atención se centró en la canción que sonaba de fondo, que curiosamente era "I Don't Mind" de Zayn. Volvió su vista a la taza que sostenía en las manos, soltando un pesado suspiro.
A finales de diciembre se avecinaba una nueva pelea y se suponía que él debería estar preparándose para ello. Sin embargo, se encontraba sumido en una maraña de confusiones y dudas acerca de lo que sucedía en su vida. Las personas que le importaban se habían distanciado de él, como si hubiera adquirido una especie de maleficio contagioso. Solo el pensamiento de ello provocó en él una sonrisa sarcástica.
La campanilla de la entrada principal se abrió seguido del saludo de bienvenida de la chica detrás del mostrador. El corazón de Jinwoo dio un vuelco al ver de quien se trataba, Lee Hyusang. Llevaba un abrigo doble en suaves tonos grises, con la capucha oculta su melena rubia, ahora en un matiz más oscuro de lo que lograba recordar; ¿habría cambiado el color de su cabello nuevamente? Sus miradas se cruzaron y Jinwoo contuvo la respiración al ver cómo él le sonreía sin mostrar los dientes mientras se acercaba para ocupar finalmente la silla que estaba frente a él.
—Hola, Hyung —Jinwoo fue el primero en romper el silencio, logrando que la otra persona sonriera de nuevo.
—¿Has estado bien, conejito? —Jinwoo se estremeció al escuchar ese apodo, mientras Hyusang se puso nervioso por su error, especialmente por usarlo en público—. L-Lo siento, yo...
—Lo extraño mucho, Hyung —Jinwoo le interrumpió, volviendo su vista a la taza medio vacía en sus manos—. Extraño nuestros encuentros dentro y fuera del hotel. Una parte de mí siente que es responsable de tu distanciamiento.
—La culpa no fue tuya, fue mía. —Hyusang fue quien interrumpió esta vez—. Lamento profundamente mi decisión; fue una acción egoísta e inmadura. Tenía muchas cosas en mente y no quería ser un impedimento en tu carrera ni en tu relación con Yuna-ssi.
—Jamás será un obstáculo para mí, Hyung, no piense eso. —El rubio sonrió en respuesta.
Una joven se presentó junto al mayor, quien, en lugar de recoger la carta, dirigió su mirada a la chica y le sonrió mostrando sus dientes.
—Quiero chocolate con doble crema y malvaviscos, por favor. —La chica asintió, sonrojándose, un detalle que hizo que Jinwoo se tensara y la mirara con desdén.
—De acuerdo, en un momento lo traigo. —Una vez que esta se marchó, Hyusang regresó su atención a Jinwoo, quien aún mantenía su vista en la chica.
—¿Cómo estás? —preguntó atrayendo la oscura mirada del tatuado.
—Bien. Tengo una pelea a finales de mes —mencionó.
—No luces muy emocionado. —Jinwoo se encogió de hombros, llevándose la taza a la boca para terminársela—. ¿Ha ocurrido algo? ¿Tuviste otra discusión con tu mánager?
—No. —Hyusang ladeó la cabeza, mirándolo con curiosidad—. Estas últimas semanas, he estado sintiéndome realmente... solo.
—¿Te sientes "solo"? —Jinwoo asintió lentamente, dedicándole una mirada—. ¿Por qué? ¿Discutiste con Yuna?
—No quiero hablar de eso ahora, Hyung. —Hyusang le miró por un largo momento antes de asentir.
—Entiendo. —La acción de Hyusang al frotarse las manos enguantadas no pasó inadvertida para el menor, quien, al darse cuenta, se quitó el abrigo y lo colocó sobre estas. Pasó las suyas debajo de esta y puso su mano sobre las suyas, sorprendiendo al mismo quien levantó las cejas.
—¿Qué tal has estado?
—Estoy bien, algo ocupado por asuntos de trabajo, pero eso ya lo sabes. —Jinwoo asintió con una ligera mueca.
—¿Los patrocinadores se han portado bien contigo? Suelen ser... groseros a veces.
—Es verdad.
—¿Lo fueron? —Hyusang negó con la cabeza con una pequeña sonrisa. ¿Realmente fue así?
Hyusang entrelazo su meñique con el del mayor, mirando aquel rostro pálido pero siempre luciendo tan malditamente guapo. La orden del rubio llegó más rápido de lo que el tatuado había anticipado, conteniendo un gruñido cuando una de las manos de Hyusang se apartó de su contacto para recoger la taza tras agradecer a la empleada. En ese momento, se apartó, quitándose el abrigo para mayor comodidad de ambos.
—¿Qué hiciste en Navidad? —El pelinegro quiso saber.
—Aparte de reunirme con ustedes, visité a mi padre. —Jinwoo levantó las cejas, sorprendido—. Suelo visitarlo en temporadas de Navidad.
—¿Por qué te distanciaste de mí, Hyusang-nim? ¿Qué hice? ¿Cometí algún error? —Jinwoo insistió.
—Temí que ya estaba cruzando los límites morales. Hemos quebrantado numerosas normas, Jinwoo-ssi, pero en ese instante, sentí que era necesario poner un alto. —Un peso invisible se instaló en el pecho de Jinwoo.
—Encontraste un reemplazo. —Fue más una afirmación que una pregunta.
—¿Qué? ¡No! ¡Por supuesto que no! —Aun así, Jinwoo se sintió intranquilo.
—¿Ya no me deseas, Hyusang-nim? —Hyusang abrió los ojos con sorpresa y miró a su alrededor con evidente nerviosismo, lo que llevó a Jinwoo a tomar su mano libre—. Hyung, ¿ya no le gusto? ¿Puedes ser honesto conmigo? Yo...
—Me gustas, Kim Jinwoo —el rubio murmuró por lo bajo, con sus mejillas adquiriendo color.
Por primera vez en muchos días, Jinwoo sonrió de manera auténtica; su rostro brilló con tal intensidad que sus ojos parecieron desvanecerse en una sonrisa deslumbrante, dejando atónitos a Hyusang y a las chicas que lo habían estado observando desde lejos. El rubio se aclaró la garganta, sintiendo su cara adquirir un tenue calor.
—Hyung... —Jinwoo le acarició el dorso de la mano; en ese momento no le importaba si los veían—. Yo no me arrepiento de absolutamente nada de lo que he vivido contigo.
No podía evitar pensar en Yuna, quien había sido el amor de su vida. Se encontró nuevamente atrapado en una lucha interna: ¿realmente anhelaba rescatar aquella relación? Una mejor pregunta sería ¿podía ser salvada? Yuna había sido honesta aquella noche y no había mejor persona que la conociera como él mismo. La chica podía tener un cuerpo débil, pero tenía una mente fuerte que no dudaba de la toma de sus decisiones. Cada una de ellas eran tomadas con mucho tiempo de anticipación, en las que la vio por años replantearse las consecuencias que podría traer en su vida a causa de ellas. Por lo que por un momento se preguntó, ¿en qué momento empezó a considerar terminarle? ¿Desde aquel día que le mencionó que podía fijarse en alguien más? No lo sabía, pero lo que no le cabía duda era que Yuna fuera dar marcha atrás.
Sin embargo, no podía hacerse la vista gorda ni convertirse en la víctima, especialmente después de haberle sido infiel con su propio jefe, a pesar de sus buenas intenciones. Un engaño era un engaño por cualquier lado que lo viera. Era cierto que deseaba resolver los conflictos entre ellos y continuar apoyándola en su tratamiento, manteniendo una relación de amistad, tal como ella había sugerido. Era lo menos que podía hacer después de haberle causado ese daño, o al menos tener el valor de reconocerlo cuando se presentara la oportunidad.
—Aún nos quedan cinco días de nuestro acuerdo; quiero quedarme contigo lo que nos quede, Hyusang-nim. —Jinwoo tragó saliva sintiendo sus orejas calentarse—. Yo deseo estar contigo siempre, no importa el día o las circunstancias, porque ya no hay obstáculo que no nos pueda permitir esto. Hyung, ya no estoy con Yuna.
El rubio abrió mucho los ojos ante ese dato, ¿acaso había escuchado mal? ¿Realmente había terminado la relación con su novia por... él? La culpa no tardó en apretarle el pecho; su necesidad por disculparse lo motivó a abrir la boca.
—Jinwoo-ssi... —Hyusang se removió en su silla.
—Sin embargo, primero necesitaré un tiempo para solucionar algunos asuntos. Quiero seguir ayudando a Yuna. Nadie puede saberlo por el momento, ¿podrías esperar un poco más, por favor? Claro que siempre haré espacio para ti, pero no como ahora mismo. —Subió su caricia a su muñeca y a su antebrazo sin dejar de mirarlo a los ojos. Mordió su labio de manera divertida al ver como el hombre frente a él se estremeció ante su toque.
Gesto que lo hizo sentir poderoso.
—Jinwoo, yo...
—Te di el chocolate que te debía en nuestro primer beso —El mencionado le interrumpió—. Ahora me debes mis recuerdos, Kitten.
Hyusang frunció el ceño, casi regañándolo con la mirada por llamarlo así en un lugar público. Le echó un vistazo a las mesas vecinas con disimulo para asentir lentamente. No tanto por él mismo, sino por el menor. No quería que él enfrentara aquel desprecio y discriminación en ese momento.
—Me parece un trato justo. —Sonrió satisfecho, tomando con la cuchara un malvavisco para ponerlo en el vaso ajeno, soltando una risita.
En ese momento, se dio cuenta de que, en realidad, había dos vasos frente a él; Hyusang había ordenado chocolate para él. ¿Estuvo tan absorto en sus pensamientos que pasó por alto ese pequeño, pero significativo detalle? Miró el malvavisco y sonrió, terminándose de tomar el chocolate. Después de terminar su bebida, Jinwoo decidió pagar la cuenta a pesar de las reprimendas del mayor, y juntos abandonaron el lugar.
—Supongo que viniste en tu auto, pero estaba pensando que podemos caminar un poco. Después podremos regresar por él. —Jinwoo se situó frente a Hyusang y ajustó la capucha de su abrigo, asegurándose de que sus orejas estuvieran bien cubiertas.
—¿Estás hablando en serio, Kim? ¡Está helado aquí afuera!
Jinwoo sonrió mostrando todos sus dientes y extendió su mano.
—¿Confías en mí? —Los ojos de Hyusang fueron desde el rostro ajeno a su mano extendida para mirar a su alrededor. Volvió su vista al tatuado, exhalando un suspiro para poner su pequeña mano enguantada en la contraria.
—Si morimos de hipotermia, será tu responsabilidad, Kim —se quejó mientras avanzaba, tropezando de vez en cuando con el asfalto resbaladizo por el hielo, así que apretó con fuerza la mano del menor.
De sus labios salían constantes bufidos cada vez que sus pies patinaban, haciendo sonreír al contrario al verlo sonrojado.
—Te ves increíblemente adorable, Hyung. —El mayor lo miró mal en respuesta. Cerró la capucha de su abrigo para solo tener a la vista sus ojos.
Se detuvieron en el semáforo peatonal al final de la calle, donde Hyusang se hundió las manos en los bolsillos, sintiendo cómo el frío se filtraba a través de su abrigo. Casi estaba tiritando. Solo entonces un pensamiento pasó por la cabeza del de cabello claro.
—¿Qué hay de tus padres, Jinwoo-ssi? —El mencionado se detuvo a su lado, volviendo su vista al mismo.
—Ellos no...
—¿Jinwoo? —Una voz femenina se escuchó a su costado; el mencionado también miró a esa dirección, quedando paralizado en el acto.
Al girar vio una pareja algo madura, pero pudo reconocer ciertas facciones en ambos. Los ojos de la mujer se parecían a los del tatuado y el hombre a su lado tenía la misma altura en conjunto con la misma nariz y el mismo porte serio.
—¿Kim Jinwoo? —insistió la mujer.
—Madre —respondió el mismo con sorpresa—. Padre.
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