28
"SECRETOS EN EL ESPECTÁCULO"
Hyusang acunó la nuca del azabache con su mano, casi inclinándose atrás a medida que el mismo se cernía sobre su cuerpo y le sostenía con firmeza las caderas. Le besó con pasión desenfrenada, con tal necesidad que hubo momentos en los que le costaba seguir el ritmo del beso; sus labios fueron acariciados y mordidos con posesividad, mientras las manos enguantadas del hombre de cabello negro se adentraron en su abrigo, haciendo que escalofríos recorrieran todo su cuerpo.
El rubio se apartó, sin aliento, mientras ambos intercambiaban una mirada aturdida. Sus rostros se sonrojaron al reconocer que un simple contacto los había llevado a perder el control, convirtiéndolos en un desastre visual. El rubio soltó una pequeña risa mientras se recuperaba y se deleitaba observando a Jinwoo, quien nerviosamente arregló su cabello.
—Vamos de regreso al hotel, hace demasiado frío —dijo Jinwoo, al ver de soslayo el reloj en la pantalla de su celular, dándose cuenta de que el tiempo había transcurrido como en un parpadeo. Siempre ocurría eso cuando estaban juntos, tal vez porque se sumergían en su propio universo y acababan perdiendo la noción del tiempo.
Jinwoo dio unos cuantos besos alrededor de su rostro antes de separarse y tomar su mano, listo para irse.
—La nevada estará a nuestro favor —Jinwoo mencionó asomándose por la ventana.
Su mirada estuvo demasiado perdida. Analizando la manera en la que los pequeños copos aterrizaban directamente sobre el suelo que ahora estaba pintado de blanco, a través del gran ventanal de aquella habitación exclusiva de hotel cerca de la pista. Sabía que los meses más fríos estaban acercándose, y que diciembre estaba a la vuelta de la esquina. El año había pasado volando, como si se hubiera esfumado en un abrir y cerrar de ojos, demasiado rápido para su gusto.
—De igual forma, no podemos arriesgarnos a conducir ahora —el contrario mencionó quitándose los guantes y el abrigo para dejarlos en la cama.
Pronto, Jinwoo se alejó nuevamente del marco del ventanal para mirar a su acompañante con una pequeña sonrisa.
—Hay que entrar en calor, hace mucho frío. —De inmediato jaló su mano, guiándole hasta el baño. Pronto, las luces del espacio se encendieron y Jinwoo observó de reojo las velas cuadradas de colores en el tocador, preguntándose si podrían encenderlas si quisieran—. He estado demasiado cansado estos meses, ni siquiera sé cómo, pero me siento sin energía, totalmente desgastado todavía si no hago nada.
—Eso no parecía en la pista de patinaje —se mofó el mayor, haciendo reír al mismo.
—Bueno, en eso tienes razón, quizás eso se deba a eso. —Ambos rieron—. Pero fue divertido, ¿no crees?
Hyusang asintió en respuesta.
—Al menos tuvimos la suerte de que la primera nevada no nos atrapara en el tráfico. De seguro se convertirá en un dolor de cabeza dentro de poco.
Jinwoo encendió el grifo, dejando que la tina se llenase. Fue que se retiró la camisa como si esta le estorbara. Cuando se percató de que terminó de llenarse, tiró de Hyusang, quien se había quedado viéndole ensimismado en sus pensamientos, hasta que notó el tirón del borde de su camisa, para terminar teniéndolo contra su pecho, y con sus propios brazos rodeando su cintura.
Incluso se había quedado en un breve silencio bastante cómodo, mientras analizaba su rostro con determinación.
Levantó la tela hasta que las puntas de sus dedos acariciaron la línea en su abdomen. Jinwoo no se cansaba de mantener contacto visual, ya que sentía que podían comunicarse en silencio, sin necesidad de utilizar palabras. En esta ocasión no fue diferente. La manera en que Lee Hyusang lo miraba siempre le ponía los vellos de punta. A pesar de todos sus esfuerzos por adaptarse a ella, le resultaba realmente complicado; era como si estuviera contemplando algo verdaderamente grandioso, algo que lo hacía elevar su autoestima.
Cuando lo vio con el torso al descubierto, sintió cómo sus dedos recorrían la suave piel de su espalda. Jinwoo realmente creyó que estaba tocando una auténtica nube. Hyusang se lamió los labios en respuesta ante su toque, soltando suspiros inconscientes. En ese momento, salió de su ensoñación y rápidamente se volvió para encender las velas aromáticas que había hallado en el lavamanos. Este detalle provocó una risa al rubio, quien sacudió la cabeza.
—Quítate la ropa y entra —exigió el mismo.
Hyusang no pudo evitar soltar una carcajada ante su demanda.
—Te has vuelto altanero, eh. ¿Desde cuándo me das órdenes? —Aun así, obedeció.
Jinwoo sonrió en respuesta antes de encogerse de hombros.
—Soy un hombre privilegiado. —El mayor levantó una ceja sin dejar de sonreír—. Tengo el privilegio de someter a Hyung a mi antojo.
El rubio le dio un golpe suave en la espalda, motivando al contrario a reír. Se deslizó lo que quedaba de su ropa para introducirse en la tina, una vez que le agregó unas cuantas esencias que había a un costado de aquel recipiente de porcelana blanco. Este era lo suficiente grande como para permitir que dos personas entraran, claro. Aunque tenían un tamaño promedio, el hombre que le acompañaba era notablemente más alto, lo que hacía que encontrar una posición cómoda con su cuerpo resultara todo un desafío.
Se sumergió en la bañera, permitiendo que el agua teñida de rosa acariciara su piel pálida como la leche. Descansó su nuca en el borde de la bañera y liberó un suspiro de placer mientras cerraba los ojos.
Disfrutó aquellas sensaciones que el olfato, el tacto y el oído le permitieron armonizar, creando un escenario relajante. Totalmente opuesto al frío paralizante que había sido sometido media hora antes. El rubio abrió los ojos al sentir la penetrante mirada del contrario en su persona.
—Intentar meterte en la bañera será un gran desafío, conejo gigante —se burló volviendo a cerrar los ojos—. Deberás esperar
Desde una esquina de la bañera, Jinwoo lo observó con gran atención, quedando inmediatamente perdido en aquella imagen tan irreal que su campo de visión capturaba incapaz de creer que era él quien tenía el derecho de ver a ese hombre en su estado más crudo y eso lo llenó de un orgullo que no pudo medir en palabras, casi se sintió el ganador del mayor premio.
No había momento en el que no estuviese consciente de lo irreal que solía verse aquel hombre cada vez más. Conforme pasaba el tiempo, Jinwoo se dio cuenta de que tal vez era una de las personas más atractivas que había conocido. No pasaron muchos meses antes de que se convenciera de que estaba destinado a ocupar el primer lugar para siempre. Hyusang era hermoso por dentro y por fuera.
Cada vez que le veía, sus pupilas se oscurecían, pues los rasgos andróginos de Hyusang lo dejaban perplejo, como si estuviera contemplando una creación de su propia imaginación. Cada vez que tenía la oportunidad de estar cerca de él, sentía como si estuviera acariciando algo tan suave como el algodón con sus dedos. Era una textura a la que se había vuelto adicto.
Se acercó lentamente, absorto en sus pensamientos, hasta que finalmente sus ojos se posaron en el contraste entre la espuma y su piel. No había siquiera una diferencia entre ambos y eso causó más estragos en su sistema. Enseguida se había terminado de quitar el resto de su ropa, quedando expuesto poco después. Sus manos arrojaron aquellas prendas al piso sin cortar el contacto visual. A penas había culminado con su tarea, causando que las pupilas del dueño de Eros se dilataran en un instante.
—Claro que cabemos, ven aquí.
Sumergiéndose en la agradable tibieza del agua, logró relajar sus músculos con rapidez. Sus manos se extendieron una vez se acostumbró a la nueva temperatura, colocando el cuerpo sobre él con sorprendente facilidad, como si la anatomía del rubio no pesara nada. Con una agilidad prácticamente innegable, lo acomodó sobre su regazo. Jinwoo se quedó sin palabras, estaba asimilando lo que estaba pasando entre los dos, dejando a Hyusang sorprendido por su audacia.
—Tendré una pelea importante antes de fin de año; deberías venir —sugirió aquello con gracia, una ligera sonrisa asomándose en su rostro.
Sus brazos le rodearon, pudiendo palpar el contacto entre ambas pieles enseguida. Cuando sus piernas se enredaron con las de él, su mirada se perdió en la oscuridad al cerrar los ojos, sintiéndose mucho menos estresado que horas atrás.
Hyusang se acomodó sobre aquella dureza en que consistían las piernas del tatuado; solo entonces se permitió apoyar su cabeza en el hombro ajeno, soltando un suspiro de gusto. En ese preciso instante, se detuvo y comenzó a reflexionar sobre la invitación del bailarín. A la vez de que deslizó sus dedos sobre las venas prominentes de su brazo, sumergiéndose en pensamientos profundos. Sentir el latido del corazón de Jinwoo en su espalda era una sensación indescriptible, pero absolutamente maravillosa. Era un recordatorio palpable de que aquel joven estaba vivo, sano y realmente existía.
Jinwoo deslizó sus dedos mojados sobre la suave piel de otro, explorando hábilmente las caderas y el abdomen. Sintió cómo sus dedos se aferraban a la piel de su pelvis, liberando una tensión diez mil veces menor en sus músculos. Se había entregado al trabajo tanto que se había olvidado de sí mismo las últimas semanas, así que en ese momento podía relajarse lo suficiente, y que pudiera hacerlo junto a él era más gratificante para él.
—Quieres que vaya a ver como te golpean, ¿acaso has perdido la cabeza, Kim? —murmuró por lo bajo removiéndose para encontrar una mejor posición, pero eso solo ocasionó sentir que "algo" se clavaba en su espalda baja, algo que hizo que sus mejillas adquirieran color.
—No dejaré que me golpeen, te lo prometo —Jinwoo empezó a repartir cortos besos en su hombro—, Confía en mí.
—¿Dónde será? —Hyusang entrelazó ambas manos para acariciar sus nudillos de forma suave.
—Jamsil Arena —respondió por lo bajo, sin siquiera ocultar su decepción ante la negatividad del rubio—. Hyung, realmente quisiera que vinieras a verme, sería... Genial que me dieras tu apoyo.
—¡Hyaaa! ¡Yo te apoyo! ¡En serio lo hago! Pero ese tipo de eventos no me llaman la atención —refutó frunciendo el ceño—. ¿Qué te parece? Si ganas, te daré un regalo. Pide lo que quieras, lo intentaré conseguir...
Este gruñó en respuesta.
—No quiero nada material, Hyung. —Su tono entristecido motivó al mayor a abrir los ojos que hace poco los tenía cerrados—. Pero si no quieres, está bien, entiendo. Pensaré en algo.
Jinwoo se había encerrado en su trabajo y ese había sido su método de escape para evadir la cruda realidad. Lo cierto era que estaba un poco mejor, mucho en realidad, porque no había vuelto a pisar aquel mismo terreno en el que siempre estaba, pero no negaba que temía que todo volviese a desmoronarse. Pero aun cuando estaba insistiendo en que todo podía mejorar si se mantenían juntos. Era consciente de que no eran del todo estables, pero a pesar de que eran un caos juntos, Kim confió en que ese caos terminaría siendo su salvación.
—Me aterra que salgas lastimado. No podría soportar ver cómo te golpean sin hacer nada —Hyusang confesó, y el contrario sonrió, apenas escuchó aquellas palabras.
En ese instante, su mente se desconectó por completo, concentrándose exclusivamente en la increíble sensación que le invadía al estar cerca de él. Recordaba vívidamente cómo sus cuerpos solían rozarse, generando una intensa conexión que la transportaba a un lugar de éxtasis absoluto. Finalmente, abrió los ojos, sus pupilas oscuras, fijándose en su espalda, en sus hebras mojadas, en su piel pálida. Era un espectáculo demasiado etéreo.
—Estaré bien, Hyung, soy más hábil de lo que piensas —declaró aquello, cuando sus manos lo apresaron contra su anatomía. No quería dejarlo ir. Rendido ante sus pensamientos, no tuvo más opción que ignorarlos y enfocarse en el contacto con el otro, sintiéndose aturdido cada vez que podía experimentarlo de esa manera, lo suficientemente cerca como para perder la compostura—. Quizá podamos planear algo y salir juntos luego.
Jinwoo supo que también el rubio había estado perdido al igual que él. Quizá, y si lo pensaba a fondo, ambos se estaban condenando juntos.
—Jinwoo...
—Solo con que estés, es todo. Honestamente, me duele todo ahora; deberíamos solo quedarnos un momento aquí y luego ir a la cama —le interrumpió el mencionado.
Aún tenían mucho por delante; quizá debían enfrentar muchas más cosas, pero confiando en lo que su mente anhelaba, y en la persona que tenía enfrente. Jinwoo hizo caso omiso a aquellas advertencias que sonaban como un eco en él. Había soñado tanto tiempo con tantas cosas, pero pronto supo que en aquel instante su mayor sueño estaba justo enfrente suyo, y no podía dejarlo ir como si nada.
Solo cuando el agua se tornó fría y sus dedos arrugados. Hyusang se encargó de vaciar la tina y usar la pequeña regadera que tenía incorporada para deshacerse de los restos de espuma que pudo haber quedado en ambos cuerpos. Sobre todo, lavó y mimó al tatuado antes de casi arrastrarlo a la cama, donde secó su cabello con la ayuda de la secadora bajo la atenta mirada del mismo. Una vez estuvo seguro de que estaba listo para acostarse, fue su turno de secarse para ir a su lado.
Aunque tenía muchas interrogantes sobre la vida ajena, sobre cómo estaba Yuna, su asunto familiar e, incluso, cómo estaba lidiando con sus entrenadores y representantes sobre trabajar en el club. Supo que esos temas solo lo estresaban, por lo que se reprimió para aquel día.
Aunque sabía que Jinwoo lo utilizaba para evadirse de la realidad, sumergiéndose en la burbuja que habían construido en los últimos cuatro meses y medio, faltando solo dos semanas para comenzar el quinto. Quiso convencerse de que su estrés no estaba relacionado con eso, que se sentiría aliviado de no sentirse obligado a tener relaciones sexuales y que podrían mantener una verdadera amistad después, si el menor lo permitiera. Sin embargo, en el fondo, esta idea le dejaba una sensación amarga en la garganta.
—Descansa, conejito —le susurró cerca del oído antes de apagar las luces mediante su teléfono.
—Igual tú, Kitten —le respondió el mismo envolviéndolo con sus brazos.
Desde que tenía uso de memoria, Jinwoo había sido incitado por sus padres a insistir y perseguir lo que anhelaba. Las reglas siempre estaban en juego, y aunque él solía ser un niño muy curioso, jamás entendió por qué le recordaban tanto aquello.
Hasta aquel momento. Al tener al rubio a su lado, no pudo apartar la mirada de su rostro, concentrándose en el lunar con forma de corazón al lado de su ojo izquierdo y sus pómulos. Fue cuando Jinwoo entendió qué era lo que habían querido inculcarle desde aquel momento: si quería obtener lo que quería, debía insistir con ello.
Cuando lo vio por primera vez, se sorprendió por lo increíblemente joven que parecía. Con el paso de los meses, no pude ignorar lo absolutamente atractivo que era. Sin embargo, en ese día tan especial, experimentó una aceleración inigualable de su corazón al oír su voz, solo para descubrir que había estado desorientado todo ese tiempo.
Ha llegado a un punto en el que ha perdido por completo el dominio sobre sus emociones. Aunque intentó reprimirlas, se dio cuenta de que no era capaz de controlarlas y finalmente decidió aceptarlas. El asunto era... ¿Hyusang los aceptaría también? Le había admitido que le gustaba, pero ¿hasta qué punto? Habían roto una regla: No besos, ¿acaso eso era una luz verde para él? ¿Debía tomar eso como una buena señal?
Jinwoo rodeó el cuerpo ajeno con total disposición, acercándose hasta que ambos quedaron completamente envueltos el uno en el otro. Sus labios se posaron delicadamente en su frente, mientras absorbía la sensación de la cálida respiración de Hyusang cosquilleando su piel y su mágico aroma a vainilla impregnando sus pulmones.
Jinwoo se aparta de la boca de Hyusang sin aliento y con sus labios hinchados. Aunque trataba de convencerse de que no podía enamorarse tan rápido, pronto se encontró contradiciéndose tras haberlo besado a él, al hombre que brillaba cada vez que entraba en su campo de visión.
—Suficiente, no más —Hyusang refutó y al mirarse en el espejo soltó un jadeo al ver las condiciones en que había quedado su boca, lo que motivó a Jinwoo a sonreír con más amplitud.
Sin duda, la situación de encontrar rincones secretos en el club para encontrarse y besarse cada vez que tenían la oportunidad estaba escapándose de las manos, especialmente cuando Hyusang empezó a sentir que había perdido el control. El miedo de levantar sospechas y de que resurgieran antiguos rumores lo perturbó en los primeros días.
—Solo un más —Jinwoo ronroneó tirando de las caderas ajenas mientras estiraba los labios; Hyusang lo miró mal.
—No. No más, contigo nunca hay uno solo.
—Kitten.
—Nada de Kitten ni Hyung, es suficiente —regañó dándole un suave golpe en la frente, motivando al más alto a gruñir de forma desaprobatoria—. Deberías volver a tu ensayo; Minjae no dudará en venirte a buscar.
—Lo sé, mierda, lo sé. —Soltó un bufido—. A veces es un dolor de culo.
—Vocabulario, Kim —reprochó y el mencionado le dio una fuerte nalgada, haciéndolo respingar con los ojos muy abiertos; incluso él se sorprendió cuando se le fue la mano con la fuerza—. Hyaaa, ¿Acaso quieres morir?
Jinwoo retrocedió al notar cómo una mueca de enojo transformaba el rostro de su jefe; tragó saliva y huyó de su mirada asesina, disculpándose con desesperación. Sin embargo, su jefe lo siguió sin importarle quién más lo notara, con su molestia claramente visible.
—¡Hyaaa, Kim Jinwoo! —ladró desde el pasillo, llamando la atención de los que estaban presentes, en especial, sus bailarinas.
—¡Lo siento, Hyung, perdón! ¡No volverá a ocurrir! —chilló mientras se apresuraba hacia su sala de ensayo, buscando refugio detrás del primer bailarín que encontró, Sungmin. Este último lo miró con confusión, pero al ver la ira en el rostro de Hyusang, quedó paralizado.
Todos lo estuvieron, incluyendo al mismo Minjae.
—¿Qué ocurre...? —Minjae preguntó luego de dejar su botella de agua en el suelo.
—¡Kim Jinwoo, cabrón cobarde! —Hyusang ladró, la vena de su cuello comenzando a resaltar.
—¡Lo siento!
—¡Sal de ahí!
—¡No!
—¡Jinwoo-ssi!
—¡No está! —Algunos rieron ante sus palabras.
—¡Oficialmente estás fuera! ¡Estás despedido! —Algunos abrieron los ojos con sorpresa.
—¡Renuncio a ese despido! —Este asomó esos enormes ojos, usando aquella mirada que Jinwoo sabía que bajaba el enojo del contrario—. ¡En serio, lo siento mucho!
—¿Pero qué ocurre, Lee? —Minjae insistió, dispuesto a intervenir si era necesario.
Hyusang señaló al pelinegro, quien no tardó en volver a ocultarse.
—Acaba de faltarme al respecto usando la fuerza bruta —lo expuso.
—¡Lo siento! —El coreógrafo frunció el ceño.
—¿Qué?
—¿Qué hizo? —Seojun quiso saber, intercambiando su vista entre el jefe y el bailarín principal.
—Me golpeó el culo —el rubio reveló después de soltar aire de forma dramática.
—¡Hyusang-nim! —Jinwoo chilló.
Minutos después, Jinwoo estaba de rodillas, con sus brazos levantados como castigo directo del mismo Hyusang, mientras los bailarines lo miraban divertidos, algo que motivó a Jinwoo a mandar malas miradas en dirección a ellos.
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