27
"REVELACIONES BAJO NIEVE"
«"¿Sabes patinar? Te quiero invitar"».
Fue más como la propuesta a una cita de la que no podía abstenerse. Jinwoo no entró en detalles sobre sus planes; prefería improvisar, ya que no se sentía cómodo siendo minucioso. Él era consciente de ello. Le pidió que estuviera listo antes de las diez de la noche en el hotel donde solían encontrarse, porque pasaría a recogerlo.
Cuando llegó el día, se dedicó con antelación a arreglarse, asegurándose de llevar una chaqueta que le protegiera del frío de Seúl. Además, se puso su gorro oscuro y, una vez satisfecho con su apariencia, se perfumó antes de dirigirse al lugar de encuentro.
Quién diría que estaba a punto de llevar a ese hombre, que hasta hace unos meses era una persona más para él, a una pista de patinaje, considerando que afuera la temperatura era baja y gélida, a pesar de que aún no había entrado oficialmente el invierno.
Durante el camino del departamento al hotel, Jinwoo no pudo evitar memorar todos los encuentros con Hyusang, donde cada conversación, cada revelación de sus personalidades y sombras seguía cohibiéndolo y alimentando aquellas emociones que por tanto tiempo quiso suprimir, no solo por temor a quebrantar el contrato y acabar con aquel acuerdo; sino, más bien, temía alejarlo con sus tontos sentimientos.
Jinwoo era joven y era consciente de que en muchas cosas todavía seguía siendo ingenuo, que, a pesar de las adversidades por las que había atravesado, sentía que en algunos aspectos aún él tenía mucho por aprender. Aunque en un comienzo creyó tenerlo bajo control, allí estaba, bajándose del taxi con una sonrisa en su rostro para atravesar la entrada principal de aquel lujoso hotel que tantos secretos guardaba consigo.
Observó de forma fugaz el recibidor y la gente presente, mientras intentaba conservar el calor de sus manos enguantadas en su chaqueta, algo que no duró mucho, ya que sacó una de ellas para mirar la hora en el reloj, reflejándose en la pantalla de su celular indicando que ya eran las diez de la noche y su nerviosismo se intensificó.
Jinwoo salió por la puerta de nuevo para dirigirse al punto de encuentro entre ambos, tal y como le había dicho en un principio. Ahí estaba siendo tan puntual, con los nervios que siempre lograban perjudicarle, pese a que ya se habían encontrado un sinnúmero de veces, como si no hubieran compartido ya tantas cosas juntos. Aun así, al verlo, continuaba poniéndole tan inquieto como antes, con su corazón latiendo, desbocado y sus manos jugueteando entre ellas.
Por su parte estaba Hyusang, quien ni siquiera se había percatado cómo el tiempo transcurrió frente a él. El lidiar con desacuerdos de los patrocinadores, discriminaciones e incluso acosos solo fue el pico del iceberg de lo que fueron sus últimas cuatro semanas, ya que otras situaciones incómodas referentes a personas de mente cerrada que intentaron causar incidentes fuera del club le recordaron que tenía que tomar cartas en el asunto.
Pese a todo eso, sumado a la situación con Jinwoo, ¿quién iba a pensar que estaba a punto de ir a patinar con el mismo hombre que estuvo evitándolo como si tuviera un tipo de maldición contagiosa que estaba a punto de suceder?
Estacionó su auto junto a la entrada del hotel cuando lo vio, luciendo como un niño desorientado hasta que lo vio llegar. Al bajar, Hyusang pudo presenciar lo que juró ser una de las sonrisas más bonitas que había visto en su vida y Jinwoo, por su parte, ante sus ojos, vio como la figura de su amante contratado lucía como un ángel a pesar de estar usando capas de prendas de lana y algodón.
Hyusang se aseguró que todo su cuerpo estuviera abrigado para cuando llegó delante de él. Su cabello rubio, algo oscurecido por su reciente cambio de look, caía sobre su frente mientras se cruzaba de brazos, en donde su respiración se convirtió en vapor visible.
—Hola —el mayor saludó con sus mejillas enrojecidas mientras se abrazaba a sí mismo.
—Hola, Hyung —Jinwoo extendió sus manos a los costados, recibiéndolo con los brazos abiertos y al notar que el ajeno no se movía debido a la sorpresa, se acercó y lo envolvió entre ellos cuando lo tuvo a su alcance, importándole poco si los estaban viendo o no.
Sus cuerpos siempre se acoplaban a la perfección y se dejó llevar por el mar de sensaciones que, desde hace un tiempo, había estado sintiendo. El no haber podido verlo como lo hubiera deseado a causa de sus agendas apretadas fue un factor que influyó en su necesidad de mantenerlo cerca, en sentirlo y olerlo si lo admitía.
Se había convertido en un adicto y no sintió vergüenza de eso. Con un simple toque o roce por parte de aquel rubio, aunque fuera en lo más mínimo, era increíble la manera en la que su torrente sanguíneo se aceleraba y su mente llegaba a colapsar en cierta forma.
Jamás se acostumbraría a ello. Y se estaba aterrorizando al respecto; el ser incapaz de medir el límite en cómo su jefe lo afectaba lo dejaba abrumado. Hyusang rodeó su ancho torso, soltando un suspiro de gusto, porque por más indiferente que quisiera verse en ese instante, no podía negar lo inevitable: lo había extrañado demasiado; casi se vio a sí mismo rozar su mejilla contra su pecho, disfrutando de su calidez y su embriagante aroma.
—Espero que me compenses con una taza de chocolate caliente —Hyusang dijo cuando se apartaron, y el más alto asintió en respuesta a lo que había dicho, entrelazando sus dedos mientras caminaban hasta el auto del rubio—. Mierda, hace una helada impresionante.
Jinwoo esbozó una sonrisa de par en par, y una vez se adentraron al mismo, volvió su atención al mayor.
—Volveremos aquí y veremos qué podemos hacer para que entres en calor después. —Hyusang tomó lugar detrás del volante y se pusieron en marcha.
—Si para entonces hay servicio de habitación podemos hacerlo.
—No me refería a comida, Hyung. —Este rio al ver como el rostro del mayor adquiría un rojizo adorable.
—Atrevido.
—Aprendí del mejor. —Hyusang le dedicó una mirada burlona.
—Espero que terminemos siendo víctimas de hipotermia —Jinwoo dijo con cierta gracia, extendiéndole aquel par de patines mientras se sentaba a su lado. Algo que sorprendió a Hyusang, ya que no le había dicho su número de calzado, detalle que hizo reír al contrario cuando le calzó a la perfección—. No fue muy difícil averiguar tu talla; sé que eres un número más pequeño que Seojun, además tengo en mente el tamaño de tu pie.
—Eso sonó extraño —el contrario se mofó para verlo desatar sus zapatos, despojándose el calzado que llevaba puesto para reemplazarlo por los patines.
—¿Eso crees? —Una nueva sonrisa se dibujó en la cara del tatuado.
—Un poco.
—Tienes pies bonitos, kitten. —Se rio al recibir un golpe por parte del contrario.
Jinwoo aprendió a patinar hace muchos años, mucho antes que se mudara a Seúl. Podría decirse que ya tenía experiencia y realmente no le parecía algo complicado de hacer, aunque quizá pudo haber perdido un poco la práctica, puesto que no había tenido oportunidad de volver a hacerlo una vez que su carrera artística despegó.
Hyusang notó que la pista de patinaje se encontraba medio vacía, bueno, en realidad, solo se encontraban ellos dos, y tuvo la corazonada de que el bailarín tenía algo que ver con ello. Se le había parecido que rentar el establecimiento un par de horas después de la hora de su cierre era una idea bastante factible para proteger la privacidad de ambos e intentaran llevar una salida «normal».
—¿Si sabes patinar, verdad? —Enarcó una ceja mirándolo de reojo al terminar de colocarse los patines. Sin mucha dificultad pudo ponerse de pie, teniendo un buen equilibrio hasta llegar a la entrada de la pista, tan simple—. ¿O tendré que cargarte? —cuestionó sonando burlón y carcajeó al ver la reacción del rubio.
—Es un acto de caballerosidad muy admirable de tu parte, Kim, pero sí sé patinar.
Las cuchillas lograron deslizarse sobre el hielo de manera suave cuando Jinwoo estuvo dentro, cayendo en cuenta de que aún no había perdido el toque y podía mantenerse de pie sobre aquella superficie congelada sin perder estabilidad o siquiera caerse, a diferencia de Hyusang, quien no pareció muy confiado de sus habilidades. Tanto así, que casi juró tener nuevamente una lesión prometedora en su brazo.
—¡Vamos, Hyung! ¡El tiempo apremia, no seré joven toda la vida! —Soltó una carcajada dirigiéndole aquella mirada llena de diversión; sintiéndose algo impaciente, comenzó a deslizarse con suma facilidad moviendo los pies sobre el hielo.
Jinwoo todavía puede recordar sus primeros años de adolescencia en aquel mismo sitio. Había crecido muy rápido; probablemente su madre le recordó lo mismo, pero en ese momento podía sentirse como un niño cuando podía ver la nieve otra vez. Los meses de invierno seguían siendo sus favoritos, y no puede evitar recalcarlo cada vez que puede. Un cúmulo de recuerdos llegaron a su memoria cuando observó de forma detenida aquella pista de patinaje.
Por su parte, Hyusang reconoció que estar en un sitio como ese solo trajo recuerdos de las tres ocasiones en que su padre le había convivido a esos sitios: la primera vez, fue en un cumpleaños después de que su madre los abandonara; tenía tan solo cuatro años para ese entonces. Aún recuerda como su padre solía compararlo con un "Pingüino bebé" ante sus intentos fallidos de mantener el equilibrio en aquella superficie resbalosa. La segunda ocasión fue cuando cumplió quince años, y la tercera cuando terminó la preparatoria.
Desde entonces no tuvieron oportunidad para contar una ocasión más. Por lo que no pudo evitar mirar sus patines con cierta nostalgia, Hyusang trató de aplacar sus sentimientos melancólicos para centrarse en la forma tan elegante que aquel hombre frente a él se desplazaba en el hielo como si se tratara de algo a lo que estaba acostumbrado hacer. ¿Acaso ese chico hacía algo mal? ¿Había algo que él fuera malo?
«Cuidar de sí mismo, es un joven descuidado», su mente le recordó, haciendo sonreír al mayor.
Entró a la pista donde perdió varias veces el equilibrio debido a la poca práctica. Por lo tanto, usó el mismo método cuando tenían tan solo cuatro años. Extendiendo sus manos a los costados, dio pequeños pasos para acostumbrar a sus pies a cómo debería desplazarse a partir de aquel momento, mientras apretaba los labios con concentración.
Una vez que logró hacerlo, pudo finalmente desplazarse hasta llegar a la par con el tatuado mientras metía las manos en sus bolsillos, quien le miraba con una pequeña sonrisa desde hace un buen rato.
Jinwoo no pasó la oportunidad de entrelazar su mano con la ajena mientras iniciaron una caminata alrededor de la pista, donde ambos se pusieron al día de lo que había pasado en la vida del otro desde la última vez que se había visto. Kim quiso aparentar que el hecho de que su jefe la estuviera pasando mal y nadie pareciera ser consciente de ello le sentó como una patada en el pecho, porque, rayos, Hyusang era ese tipo de sujeto que estaba para todos, pero prefería guardarse sus cosas por no ser una "molestia", algo que terminaba sacándolo de sus casillas.
—Escuché que pronto iniciarás una gira deportiva. Enhorabuena —Hyusang mencionó, rompiendo el silencio, sacando a Jinwoo de sus pensamientos—. ¿Estás preparado para eso? Las dietas son estrictas, así que tendrás que acostumbrarte a cuidar de ti mismo. Después de todo, necesitarás del cuerpo para ganar.
Le miró de reojo con una pequeña sonrisa, adelantándose un poco para poder girarse y mirarle de frente. Sus ojos analizaron las facciones de aquel hombre con su cabeza ligeramente inclinada a un costado.
—Lo sé, aún estoy trabajando en eso.
—Aún no entiendo, ¿por qué sigues yendo al club, Jinwoo? —Soltó un pesado suspiro. Hyusang lo miró con seriedad; se detuvo finalmente tratando de mantener sus emociones a raya—. Sé que estoy siendo egoísta en estos momentos y como te lo he dicho antes, debes enfocar tu atención en tu carrera deportiva. El club no va a irse a la ruina si te vas, si bien has sido una pieza fundamental en mi negocio. No pienso retener tus sueños con fines egoístas. Quiero que prosperes; tú eres más que un simple bailarín, tienes mucho potencial y no vas a conseguirlo si no te enfocas a tiempo completo en ello.
Hyusang sabía que necesitaba ser la voz de la razón en esa situación y esa oportunidad no podía desperdiciarse.
—Lo sé. Sé que no es necesario, pero tengo razones —Jinwoo respondió enseguida. Aquel momento se sentía tan ajeno a todo, que hablar de eso con él no estaba en sus planes.
El asunto era, ¿Por qué se quedaba en Eros?
Lo que tenía por seguro era que en un comienzo era su necesidad; después se convirtió en la excusa perfecta para despejar su mente; más tarde todo giró en algo que lo incitaba a clavarse allí, o más bien, a alguien. Nunca supo cuando fue el momento exacto en el que cayó por él y tan fuerte. Había sucedido de manera tan espontánea, primero siendo lejanos, luego amigos cercanos, pero, ahí estaba, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los suyos, sin saber si decirle o no. El porqué aún seguía quedándose.
Sí, quizás Jinwoo sí era todo un tonto.
Tan pronto como lo tuvo al frente, esbozó una diminuta sonrisa, llevando sus brazos a los costados de su torso para atraerlo a su cuerpo. Se sentía tan correcto, aunque en teoría no lo era. Siempre había sido así.
Se mantuvo cerca cuando vio la oportunidad; posteriormente se separó tan solo unos centímetros, dirigiendo sus manos a las mejillas adversas que yacían levemente enrojecidas por el frío y que encontraba muy adorables; sostuvo su rostro entre sus manos y se encogió de hombros.
—Me gusta el sitio y lo que hago, estoy acostumbrado a estar y trabajar ahí, pero, lejos de solo quedarme por ello, en realidad, esa es mi excusa para verte a diario —musitó con esa pizca de gracia. Soltándolo para patinar a su alrededor, Hyusang se tensó.
—¿A qué te refieres con eso exactamente? —preguntó siguiéndolo con la mirada.
—No te pongas demasiado tenso o te caerás —advirtió el contrario sin dejar de sonreír—. Y separa un poco las piernas, Hyung.
—Jinwoo, estamos hablando —refutó.
Ignorando su reclamo, el tatuado se colocó justo a su lado, tomando su mano con firmeza para que el mayor tuviera soporte y no perdiera el equilibrio, hasta lograr separarse por completo, moviéndose y motivando al contrario a hacerlo; al final decidió emprender una carrera en la que dejó al rubio atrás.
—¡Jinwoo!
Sus cabellos oscuros comenzaron a despeinarse cuando su gorra terminó en el suelo hasta llegar a tomar ese aspecto desprolijo; mientras seguía patinando alrededor de la pista, llegó a completar una vuelta entera.
Pronto se encaminó hacia él, disminuyendo la velocidad en la que iba para no llegar a chocar contra su cuerpo; apenas sus manos se afianzaron a su cadera, sintiendo como él se había desestabilizado por un momento, Jinwoo le tomó con fuerza para que no llegara a caer.
Tal como le prometió, lo sostuvo.
—¿No piensas responderme? —Su ceño se encontraba fruncido.
Las manos del tatuado se colaron por su cintura y lo atrajo hacia él, causando que Hyusang retuviera el aliento. El rubio se sostuvo de los brazos ajenos; el cabello caía en la cara al bailarín, por lo que le apartó aquellos mechones de ella con suma delicadeza.
—Si me quedé es porque es la forma más viable de tenerte cerca, ¿lo sabes? —dijo sin rechistar. Con voz grave y con la respiración agitada por la reciente actividad física a la que estuvo sometido, Jinwoo paseó sus dedos a lo largo de sus costados cubiertos de su cintura y le observó con aquellos orbes oscurecidos y sus pupilas dilatadas.
—Jinwoo-ssi.
"No enamorarse"
Era una regla que desde un inicio Hyusang consideró fácil, e incluso ridícula, ya que había logrado desapegar sus sentimientos de sus deseos físicos, por lo que los encuentros con sus antiguos amantes al concluirlos no le dieron gran efecto luego de salir de una relación tormentosa en la que entregó una parte de él que tal vez jamás volvería a recuperar.
Cada instante que recordaba aquella regla después del acuerdo final, llegaba a una conclusión: «"Es absurdo. Jamás me enamoraría de un hombre como él. Solo estoy usando este tonto acuerdo para darle un apoyo monetario"». Pero conforme el tiempo trascurrió, pudo adentrarse entre las gruesas capas de humo de protección que Kim Jinwoo había creado en torno a su vida.
Supo que algo estuvo cambiando en su forma de verlo, en cómo su vulnerabilidad lo estaba atando a volverse cada vez más pendiente de su persona. Como cada rasgo característico de aquel hombre lo hizo convertirse en el estándar de lo que estuvo buscando por años, y que después de él, nada volvió hacer lo mismo.
Los encuentros sexuales con otros hombres fueron haciéndose menos frecuentes, hasta casi dedicar completamente su sexualidad a Jinwoo. Se encargó de que su camerino siempre estuviera equipado con lo que necesitaría después de sus entrenamientos y sus funciones. Ni siquiera supo cuando ese tipo de cosas se convirtieron en un hábito. Los mensajes de buenos días, los deseos de buena suerte. Las conversaciones sugerentes en los días en que no podían verse.
¿Cuándo hizo de lado toda aquella vida planeada que tuvo para convertirse en un desastre hormonal por un chico menor que él?
Sus ojos color avellana escrutaron las facciones de aquel espécimen; lo bonito que se veía su cabello hecho un desastre, el ligero sonrojo por el frío y la rojez de sus labios, esos labios que tanto tiempo se sorprendió admirando cuando pasaban juntos, por lo que volvió a levantar la mirada a los ojos oscuros del contrario.
«"No se permiten besos en este acuerdo. Somos compañeros sexuales, no amantes y los besos son algo exclusivo."» ¿Realmente eran solo eso para ese punto?
Su vista bajó aquellos belfos, sintiendo como si su corazón quisiera salirse de su pecho a medida que su cara fue acercándose a la ajena. Jinwoo se quedó muy quieto en su lugar al notar aquello. Dejó de respirar; incluso se negó a parpadear.
«"Somos compañeros sexuales, no amantes y los besos son algo exclusivo."» Hyusang se repitió una y otra vez mientras tragaba saliva, tratando de ignorar como su pulso se había descontrolado ante lo cerca que se encontraba de Jinwoo.
—Pensé que era tu ambición por el dinero lo que te motivaba a mantenerte en mi territorio —murmuró sin dejar de mirar aquella tentativa boca.
«"No somos amantes..."»
—Pensaste mal, Hyung, te necesito más de lo que podría el dinero brindarme en cantidades —susurró el contrario bajando la vista a los labios ajenos. Por supuesto que se había percatado de la mirada casi hambrienta del rubio; sin embargo, permaneció quieto, porque temía arruinar el momento.
Hyusang puso el peso de su cuerpo en la punta de sus patines para alcanzar su boca. Sus labios entreabiertos colisionaron con los ajenos y el contacto hizo que todo su cuerpo reaccionara en cadena.
Miles de descargas eléctricas recorrieron sus extremidades y sintió un apretón en su vientre bajo; casi juró que pequeños fuegos artificiales hicieron explosión en su mente en el instante que al ladear la cabeza lamió el labio inferior de Jinwoo con suavidad para apartarse con el rostro enrojecido, dejando al ajeno en peores condiciones. Quien yacía aferrándose a la tela de su propio pantalón; sus ojos dilatados se abrieron con sorpresa antes de saborearse la boca sin ningún tipo de vergüenza.
—Creo que deberíamos ir por un chocolate caliente, muerto de frío. —Hyusang se apresuró a huir de allí al notar que había empezado a nevar.
Jinwoo levantó su cabeza por mera inercia para asegurarse de que en realidad no era producto de su imaginación y, efectivamente, notó los copos de nieve comenzando a caer. Sus labios formaron una ligera sonrisa. Retuvo el impulso de solo gritar ante la ola abrumadora de emoción que lo golpeó en ese instante. Sin embargo, no lo hizo; en cambio, volvió a enfocar toda su atención en la persona que intentaba huir de sus actos, sus ojos volvieron a encontrarse y Jinwoo fue testigo de la avalancha de emociones que arremetieron contra su ser cuando este le sonrió con amplitud, dejando a la vista aquella sonrisa gatuna que tanto lo caracterizaba, detalle que caló en lo más profundo de su ser.
Se apresuró a atraparlo y al tenerlo a su alcance lo tomó por las caderas antes de que pudiese escapar por completo, causando que el rubio jadeara con fuerza. Le acercó, plantando un nuevo beso sobre sus labios.
Jinwoo sabía que aquello era inconcebible desde cierto punto, pero lo olvidó cuando pudo saborear los labios ajenos, tan dulces, por lo que no tardó en ser sumergido en los besos que produjeron suaves chasquidos.
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