15
"UNA MENTE CONTRADICTORIA"
Jinwoo pretendió descansar, o eso fue lo que creía que iba a hacer. Sin embargo, una parte de él le exigió que debía ir a practicar a primeras horas en aquel club, al menos para continuar dando aquellas presentaciones impecables de siempre. Fue así, como se pone en marcha al club luego de vestirse con su ropa deportiva, toma el mismo camino a su destino y llega con prontitud al salón de ensayos.
Durante el camino, como también en el momento en que estiró sus músculos para calentar, paseó por la sala vacía mientras música sonaba de fondo en un vano intento de mantenerlo distraído, pero fue imposible porque había algo en que no pudo dejar de pensar, para ser más específico, en lo que sucedió esa última noche. Era evidente que no podía insistir donde no debía, y aunque persistió en encontrar otro empleo, al final, se había quedado de brazos cruzados, pues sabía que Hyusang no tardaría en notar que fue en contra de sus recomendaciones y una parte de él no quería decepcionarlo.
Se obligó a no pensar en ello, en el momento en que sus ojos fueron al amplio espejo frente a él, donde pudo observarse con el torso desnudo. Imágenes de aquella noche volvieron a su mente cuando se pasó los dedos por unos de sus pectorales, recordando la sensación de la boca del rubio sobre su dermis, aquel rostro sonrojado y sus pupilas dilatadas, mientras suspiraba su nombre o lo llamaba «conejito».
¿Por qué le llamaba de tal modo? Se acercó al espejo y evaluó su aspecto. ¿Un conejo? Sin duda, no lucía como uno, no tenía sentido. Examinó su cara con las cejas contraídas a la vez que la puerta se abrió, revelando al coreógrafo quien le dedicó una sonrisa al notar su presencia. Ambos compartieron una inclinación de cabeza.
—Kim Jinwoo, tan puntual como siempre —cantó Minjae dirigiéndose al área del equipo—. Te ves mucho mejor ahora. Estoy seguro de que cuidaste bien de ti esa semana que faltaste.
El mencionado sintió sus orejas calentarse ante sus palabras; por un segundo juró que Minjae sabía algo, sospecha absurda que descartó de inmediato.
—Sunbaenim... ¿Puedo hacerle una pregunta fuera de lugar? —El contrario asintió, mirándolo con una ceja levantada mientras dejaba sus pertenencias cerca del equipo de sonido—. ¿Usted... cree que luzco como un conejo?
—¿"Un conejo"? —Jinwoo asintió frunciendo la boca mientras ladeaba la cabeza—. ¿Te refieres a tus dientes?
—¿Mis dientes? —Jinwoo volvió a mirarse al espejo de cerca, abriendo la boca.
—Tus dientes delanteros son más grandes. Parecen de conejo. —Jinwoo examinó estos, para él no eran la gran cosa—. Aunque ahora que los mencionas, tus ojos son redondos y grandes, como los de un conejo, y sueles fruncir la nariz como uno, ¿quién te dijo que pareces conejo? ¿Tu novia? Es observadora, eh.
Jinwoo continuó sus calentamientos tratando de ignorar ese cosquilleo que empezó a nacer en su pecho. Ese era el asunto; su novia nunca lo había comparado con un animal, o al menos, nunca se había fijado tanto en esos detalles. El hecho de que fuera Hyusang, siendo de nuevo su primera vez, lo hizo preguntarse muchas cosas sobre su relación con Yuna y todo lo demás que los involucrara a ambos.
—¿Ya calentaste? —Jinwoo asintió, saliendo de sus pensamientos—. ¿Elegiste una canción?
—Sí. Poison Ivy de Hemi More.
Para las próximas horas, Minjae y Jinwoo se dedicaron a montar lo que sería la nueva coreografía. Se venían nuevos eventos en el club, por lo que había mucho trabajo por hacer, en especial con Minjae, quien sería no solamente el encargado de crear las coreografías individuales, sino también determinaría cuáles serían las siguientes colaboraciones.
El cuerpo de Jinwoo se movió con destreza, marcando y repitiendo los pasos que Park incluía en la canción mientras era observado con ojo analítico. Solo cuando el sudor empezó a hacer del aspecto de Jinwoo todo un espectáculo, Minjae decidió darle un descanso.
Había pasado una semana desde que enfermó y aunque a simple vista se veía más sano y mucho más animado, su coreógrafo no pensaba echar a perder la suerte de explotar al bailarín principal. Moriría en manos de Hyusang si el tatuado terminaba más cansado de lo habitual. Pensamiento que solo hizo sonreír al mismo, quien se dejó caer en el suelo antes de empinarse su botella de agua.
—Oye, Kim. Aprovecharé que saldrás. Dile a Sunny que me prepare un cóctel sin alcohol —pidió el contrario.
Quizás sería una buena excusa para echar una ojeada a lo que estaba pasando en el club, por lo que asintió antes de marcharse. Tras cruzar unos cuantos pasillos, se dirigió hacia la puerta recién construida que unía a Eros de su estudio de danza, por lo que no tardó en acceder al salón principal después de dirigirse hacia otros pasillos más.
Había algunos colegas en la barra, sobre todo chicas, las bailarinas de Hyusang y otros cuatro chicos más. Se acercó a la barra y saludó como costumbre para darle el mensaje a Sunny, quien ya se encontraba detrás de esta. Mientras observó cómo la chica se ponía manos a la obra, tomó lugar en una silla cercana, apoyando los codos en el mesón de la misma.
Ignoró la conversación que se estaba llevando a cabo del grupo de sus compañeras; a pesar de que no se encontraba de mal humor, tampoco se sentía animado como para unirse. Aunque la mención de Hyusang llamó su atención, por lo que puso más cuidado en el tema a tratar, mientras jugueteaba con su teléfono.
—Míralos... ¿Crees siquiera que podría haber muerto algo allí? —Sooji mencionó levantando la mirada.
Jinwoo, frunciendo el ceño, le siguió, dando con el mencionado en la segunda planta. Hyusang yacía hablando con el DJ mientras este se mantenía a una distancia bastante cerca como para considerarse una relación simplemente laboral; ¿se había perdido de algo? El pelinegro frunció las cejas.
—Ellos estuvieron saliendo hace cuatro años, tengo entendido —Seoyeon murmuró al lado de la otra luego de beber lo que parecía ser limonada.
¿Hyusang había salido con Park Jihoon?
Jinwoo presionó la lengua en el interior de su mejilla mientras escrutaba aquel par con su nariz contraída. Le pidió a Sunny una bebida en su nombre y solo cuando la tuvo a su alcance le dio un largo trago hasta casi acabársela. Una vez que la bebió por completo, agradeció antes de llevarse la bebida de Minjae consigo para la sala de ensayo bajo la atenta mirada de la chica.
A medida que recorrió los mismos pasillos con anterioridad, la escena anterior del rubio con el contrario volvió a su mente, dejando una sensación extraña en su cuerpo. ¿Por qué aquella imagen del mayor con Jihoon le había afectado? Era estúpido, y peor aún, los comentarios de las féminas también tuvieron que ver con la amargura en su paladar.
Jinwoo sabía que no era gay, ni tenía nada que ver de forma sentimental con el rubio. Pero... ¿por qué deseaba su atención de nuevo?
Tal vez la necesidad de sentirse deseado o de intimar le ponía mal de la cabeza. Había pasado mucho tiempo desde que lo habían tocado de forma que Hyusang lo hizo. El pudor de su novia había vuelto junto a su enfermedad meses atrás. Quiso darle su espacio y no hacerla sentirse presionada. Deseó no sentirse frustrado al no estar satisfecho después del acto.
Jinwoo sentía que Yuna y su persona siempre tuvieron buena química fuera y dentro de la intimidad. Pero desde que enfermó, la mujer perdió el deseo o se encontraba demasiado débil como para siquiera intentarlo. Kim jamás le reclamó algo. No sería un idiota con ella como para hacer tal aberración.
Trató de engañarse al creer que el calor que Yuna le causaba en su cuerpo por tantos años seguía tan presente como su amor incondicional. En verdad, se esforzó por intentar convencerse de que no significaba nada la forma en que Hyusang lo miraba, lo tocaba, lo besaba hasta hacerlo sentirse venerado, como en realidad había querido, pero sabía que sus esfuerzos nuevamente eran en vano porque el rubio de algún modo estaba trayéndole una satisfacción que no podría poner nombre o intensidad.
A los ojos de Hyusang se sentía deseado.
Después de un par de horas de ensayo, dieron por concluir aquello hasta el siguiente día. Por lo que Jinwoo se dirigió a las regaderas individuales, entró en una de ellas y se echó una ducha rápida, tratando de que el agua a temperatura ambiente intentara aclarar sus pensamientos, pero a medida que los segundos pasaron, más complejos fueron los intentos en cambiarlos.
—Maldita sea, Kim Jinwoo. Solo piensa en otra cosa —pensó en voz alta mientras cerraba los ojos con una mueca en su rostro—. Maldito seas, Lee Hyusang...
De nuevo, los recuerdos de la noche que compartieron juntos volvieron a sus pensamientos, y aquello despertó una llama que corrió por todo su cuerpo.
Mientras se enjabonaba, imaginó que aquel toque era del rubio, de nadie más, y casi juró volver a escuchar los gemidos entrecortados de su jefe mientras le tiraba el cabello hacia atrás. La forma en que su espalda se encorvaba con elegancia era una maldita locura que incluso en sus pensamientos seguía afectándolo.
Todo lo que viniera de Lee Hyusang destilaba una peculiar tentación en la que hacía ver el infierno un simple campo de atracciones. Mordió su labio mientras apoyaba su puño tenso contra la pared, sintiendo cómo una erección comenzaba a tomar vida.
Jinwoo no pudo creer lo que estaba a punto de hacer. Agarró su miembro, comenzando a masturbarse, mientras recargó su espalda en la pared de la ducha, al mismo tiempo que echaba su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, soltando entrecortados bufidos a la vez que su cuerpo se estremecía.
—¡M-maldición...! —gimió por lo alto.
Para cuando bajó al backstage con el vestuario puesto, aún no era su turno. Faltaban casi diez minutos para su función, pero se hallaba muy aburrido, como para siquiera considerar quedarse en su camerino a la espera de su llamado.
Sus ojos recorrieron el personal que se encontraba en esa área y no pudo evitar sorprenderse al reconocer la cabellera rubia de su jefe. Se hallaba de espaldas hablando con uno de sus trabajadores. Su cuerpo inconsciente le llevó hacia él, donde se plantó a su lado.
Hyusang le recorrió con la mirada el cuerpo cuando notó la presencia del bailarín a su lado, acción que provocó aquel calor infernal en Jinwoo de nuevo. Quien gruñó algo molesto, pero con qué o con quién exactamente.
Una vez que el trabajador se marchó, pudo encararse al contrario.
—¿Tu función no es en diez minutos? —Hyusang preguntó. Sus manos fueron al short de látex de Jinwoo para acomodarlo; luego pasó sus dedos por la piel brillante de su torso desnudo.
Jinwoo retuvo un suspiro.
—Estaba aburrido —admitió; Hyusang le tomó la mandíbula para observar el rostro de este—. Seoyeon me ayudó con el maquillaje hoy.
—Te ves encantador. —Jinwoo sonrió ligeramente. Pero al recordar la escena aquella tarde, la borró de inmediato.
—¿Qué haces aquí? Le vi bastante cómodo en el área de Jihoon-nim —Jinwoo mencionó en tono tosco.
Hyusang levantó las cejas en respuesta.
—¿De qué hablas, Jinwoo-ssi?
El mencionado se insultó para sus adentros, tensándose.
—Olvida lo que dije, joder. No sé por qué eso abandonó mis labios... Solo, olvídalo —el tatuado le interrumpió arrugando las cejas.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Hyusang antes de morder su labio inferior, detalle que no pasó por alto Jinwoo, quien tragó saliva.
—¿Qué? ¿Por qué sonríe así?
—Nada, conejito. —Jinwoo sintió vértigo al escuchar ese apodo, de nuevo, su rostro se relajó y se vio a sí mismo reteniendo una sonrisa.
Hyusang entró al apartamento del tatuado con cierta incertidumbre dibujada en su semblante, se quitó los zapatos luego de anunciar su llegada mientras apoyaba una de sus manos en la pared para mantener el equilibrio.
Sus ojos fueron por el estrecho pasillo en el que consistía el recibidor del angosto departamento. Olía a aromatizantes de naranja. Hace unos días empezaron a compartir textos. Nunca se fijó quién fue quien tomó la iniciativa, pero no le dio mucha importancia a eso. Sin embargo, en poco tiempo se acostumbró a tener mensajes de Jinwoo apenas despertaba y antes de irse a dormir, sin mencionar las divertidas y ocurrentes fotos que le enviaba de vez en cuando. Por lo que estuvo al tanto de que el menor había hecho una limpieza de su hogar y que le invitaba a cenar aprovechando que tenía el refrigerador lleno gracias a él.
El aroma al queso y verduras hizo su estómago gruñir, por lo que se guio de su olfato.
—¿Encontraste todos los ingredientes? —El rubio asomó la cabeza antes de levantar la caja de vino que había traído consigo, un Élite Rouge Grand Cru—. Compré lo que deduje que podría ser de ayuda.
—Ya casi está listo, aguarda un momento —un enérgico Jinwoo respondió mientras se movía por la cocina llevando y trayendo cosas de los mesones a la pequeña isla.
—¿Necesitas ayuda?
—¡No! —el tatuado chilló—. ¡Solo, espere, jefe!
Arrugando la nariz, Hyusang obedeció. Se sentó frente a este en la isla de la cocina, soltando un amplio bostezo para tronarse el cuello ruidosamente.
Jinwoo le había visto muy cansado esa tarde que hicieron videollamada, tanto que quizá simpatizó de cierta manera con él, de modo que se puso en marcha para completar aquello que hacía falta al prepararle una cena decente; sacó algunas cosas del refrigerador, acercándose a la encimera para partir legumbres y verduras, mientras en la estufa dejó que la carne que el mismo hombre había comprado se hicieran de forma adecuada.
Esperaba que no hiciera un desastre ahí mismo. Pasaba pocas horas en el apartamento, así que en escasas ocasiones había cocinado para él, pero aun así, viendo la pinta que tenía todo aquello, supuso que quedaría bien.
Mientras hacía todo eso, revisó los mensajes sin leer; sin embargo, dejó eso para luego, y se apresuró a terminar. Al menos debía asegurarse de que ambos tuviesen la energía necesaria que habían perdido en esos días. Jinwoo así lo consideraba.
—No acostumbro mucho a cocinar, así que una disculpa si esto no es lo que espera —informó con brevedad, señalando un bowl con arroz cocinado.
Enseguida regresó su atención hacia los sartenes.
—No tienes que disculparte, estoy seguro de que quedará delicioso.
Jinwoo soltó una risita.
—Por cierto... Es algo tarde, ¿se quedará a dormir de nuevo? —Jinwoo sonrió en demasía, en tanto servía todo aquello, de forma lenta. Cuidando de que al servirlo no se viese mal.
Hyusang revisó el reloj de su muñeca; en respuesta, su nariz se arrugó.
Sí, había pasado todo el día firmando documentos hasta aquel momento sin mencionar las horas en las que estuvo en llamadas. Por lo que el cansancio era notorio.
—Estoy seguro de que no me dejarás ir si me opusiera a una invitación indirecta de pasar la noche, Kim —bromeó. Jinwoo rio, porque, después de todo, tenía razón.
—Pruébalo —exigió el tatuado, Hyusang tomó los palillos para hacerlo bajo la atenta mirada ajena y solo cuando tragó se animó a preguntar—: ¿Qué tal está?
—Está delicioso. Muy, muy rico —mencionó soltando ruidos ocasionales de gusto.
—¿Hablas en serio?
—¡Por supuesto! ¿Qué gano con mentirte, Jinwoo-ssi? —Tenía un buen punto—. Tú cocinaste; lavaré los platos antes de irme, me parece justo.
Jinwoo observó cómo su rostro cambió drásticamente cuando su teléfono sonó cerca. No era un número agendado, por lo que no pudo inducir quién podría ser. De modo que aguardó mientras se servía a sí mismo. Hyusang tenía el hábito de responder las llamadas en altavoz en el tiempo que era solicitado en horas de comer, por lo que lo hizo sin siquiera considerarlo, aun cuando era consciente de que la relación con aquel remitente no estaba en las mejores condiciones.
—Hasta que finalmente respondes, maldito homosexual. —Hyusang soltó un pesado suspiro para continuar comiendo. Jinwoo se tensó—. Necesito dinero.
—Te envié diez mil wons la semana pasada, ¿qué demonios estás haciendo con lo que te doy? —el rubio gruñó mientras agarraba un trozo de carne haciendo gestos de gusto.
Jinwoo jugueteó con el arroz tratando de mantener su atención en otro lado, pero era difícil cuando la voz de aquel sujeto resonaba en toda la cocina. Sus ataques le molestaron, a diferencia de Hyusang que parecía tranquilo, algo que lo desconcertó. ¿Hasta qué punto una persona podía acostumbrarse a la violencia verbal como para no reaccionar ante ella? La idea solo lo molestó más.
—Tienes una maldita deuda de por vida conmigo, Lee. Si quiero, soy capaz de quitarte todo el maldito dinero que tienes. Puedo hacerte quebrar. Tengo más poder de lo que crees. —Hyusang rodó los ojos mientras cortaba la carne con paciencia antes de llevarse un pequeño trozo a la boca—. Tu padre destruyó mi familia. Es tu deber pagar sus daños, bastardo.
Jinwoo le echó un nuevo vistazo, ¿Hyusang tenía una deuda? ¿Qué clase de deuda se alargaba de por vida? ¿Qué tenía que ver su padre con ello? Muchas interrogantes invadieron al tatuado mientras jugueteaba con sus palillos.
—¿No tienes otra forma de chantajearme, Song? —se burló del contrario, ganándose más insultos por parte del contrario, algo que motivó a Jinwoo a agarrar los palillos con más fuerza. El tipo lo estaba cabreando; casi se sentía ofendido cuando claramente el enojo no iba a él—. ¿Cuánto necesitas?
—15 millones de wons... —Jinwoo abrió muchos los ojos—. Hazlo rápido o joderé tu club de enfermos mentales.
Hyusang golpeó su puño contra la mesa, soltando un gruñido, sobresaltando a Jinwoo a quien se le cayeron los palillos al plato.
El rostro contraído en una mueca de crudo enojo lo dejó atónito; jamás había visto a Lee Hyusang molesto, hasta aquel momento. Después de todo, no era algo que sucediera con facilidad. El rubio podría soportar insultos a su persona, pero nunca toleraría una falta de respeto a sus trabajadores.
—Sigue con tu mierda y seré yo quien te demande. Jódete. —Hyusang colgó la llamada para acariciarse el puente de la nariz y continuó comiendo como si nada.
Jinwoo, dudoso, permaneció estático en su sitio, sin querer irrumpir. Sus labios se habían acercado al borde de aquella taza humeante, mientras agitaba su cabeza en asentimiento ante el debate interno que estaba teniendo.
—Lo siento —susurró el mayor.
Jinwoo negó con la cabeza de forma enérgica.
—No tiene que disculparse, Hyusang-ssi. —Jinwoo mordisqueó su labio inferior, tratando de ahogar su curiosidad. No quería verse imprudente, no después de aquella discusión—. Hyung, quisiera preguntarle algo un poco extraño.
Hyusang levantó la mirada del plato aún con el ceño fruncido.
—Claro, dime. —Jinwoo dudó.
Había tantas dudas que cruzaban por la mente de Jinwoo con respecto a Hyusang, que ni siquiera pudo cómo acomodar las ideas, desde su relación con Jihoon como con aquel hombre de la llamada. Quería saber de qué se trataban los rumores que circulaban en su nombre en Eros, sin embargo...
—¿Cómo descubrió su... orientación sexual? —En aquel momento se encontró pensando en voz alta, mientras continuaba con su tarea de alimentarse. Le ve de reojo, considerando que en si ha hecho una pregunta bastante fuera de lugar.
Hyusang parpadeó con aturdimiento. Su rostro se relajó con notoriedad, donde el atisbo de una sonrisa se formó en su cara mientras ladeaba la cabeza, al parecer intentando recordar algo.
—Desde que tengo uso de razón. Nunca me gustaron las mujeres. Mi padre estaba cansado de escucharme, de quejarme cada vez que venía de la escuela de lo apestosas que eran las niñas. —Soltó una risita al recordar las expresiones de su padre—. Esos comentarios fueron poco frecuentes cuando pasé a la preparatoria. Mi círculo social, en su mayoría, fueron chicas; eso, en cierto modo, extrañó a mi padre, ¿puedes creerlo? Solo entonces empezaron las intimidaciones, el acoso, los golpes y finalmente todo explotó cuando se lo confesé a mi padre, la razón por la que iba a casa con moretones cada semana.
»Fue el único momento que pude llorar. Lloré mucho, muchas horas sin parar. Aún recuerdo que mi padre estuvo allí en todo momento; pensé que me rechazaría, me echaría de la casa. Pero solo dijo: «"Sang, Ya lo sé. No tienes que disculparte, eres un chico inteligente y has logrado muchas cosas. Tus preferencias jamás me harán sentir menos orgulloso de ti"» Solo entonces, su club incluyó el tema LGBTQ+ meses más tarde. Mi padre quiso de algún modo hacerme saber que estaba bien con eso. Por lo que me apoyó en cualquier cosa que me involucrara. Hice baile contemporáneo, pero tuve una lesión en el hombro y no pude continuar. Así que traté de seguir su legado, incluyendo lo que tanto me gusta. No es una historia de superación como piensas que salen en la televisión, pero sí la tuve difícil —Hyusang relató con una pequeña sonrisa bajo la atenta mirada de Jinwoo, quien intenta imaginar una versión mucho más joven de su jefe—. Jamás me sentí avergonzado de lo que soy. Soy feliz. Y nada va a cambiar eso.
De alguna manera, Jinwoo sintió que hubiese querido tener padres similares, aunque ha sido todo lo contrario para él. No solía hablar de temas familiares en voz alta, pero ese asunto era la llaga más profunda en él, y la que no ha dejado de doler desde que se había mudado.
Apartó sus pensamientos intrusivos una vez más para verlo directamente. Reparó en su perfil y en lo perfilada y definida que era su mandíbula y su nariz, lo claros que eran sus ojos y lo brillantes que se veían cuando sonreía y aquel peculiar lunar al costado de su ojo izquierdo.
—Tal vez no, pero sigue siendo bastante inquietante. Al menos es un alivio que su padre haya sido de ayuda. Es muy destructivo cuando algunos padres solo hacen todo lo contrario. Ya sabe... —Jinwoo mordisqueó su labio inferior con insistencia; era una manía frecuente; tal vez a eso se daban los pequeños cortes en el mismo espacio, aunque intentaba disimular con el bálsamo labial que solía usar siempre.
Terminó con su plato, y lo llevó al lavavajillas, dándole la espalda al contrario. Mientras lavó aquel utensilio, ignorando las quejas del rubio de que él iba a hacerlo, se inclinó, soltando un suave suspiro, quedándose con las últimas palabras clavadas de Hyusang en su mente, sus largos mechones oscuros cayendo por su frente, mientras pensaba en ello mientras se estira cuando acaba con su tarea.
Se quedó de pie luego de darse la vuelta. Su espalda se afianza contra la isla, haciendo breve contacto visual con el hombre, quien le fulmina con la mirada, quien se levanta para acercarse con sus platos.
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