11
"INAUGURACIÓN DE LAS SALAS DANZANTES"
Después de repartir la primera paga del mes a sus bailarines, Hyusang decidió quedarse a observar las actualizaciones de las remodelaciones de lo que sería el sitio de ensayos. Habían pasado dos semanas desde que habían iniciado con ellas y contaba con el personal suficiente como para concluir un trabajo intenso a poco tiempo. Por lo que para ese punto, ya se notaba un gran avance. Las salas de ensayo más importantes estaban listas, donde una de las que ya se encontraba lista se trataba de la danza de telas, en que se encontraba el rubio en ese momento.
Alrededor de un amplio salón de techo alto y paredes con grandes espejos, colgaban telas especializadas de diversos colores en las que sus bailarines las empleaban, usándolas como estiramiento previo antes de poner en práctica sus funciones individuales, del mismo modo creando nuevas coreografías que eran instruidas por Lee Hyusang, quien con ojo analítico observaba los avances de cada una aportando ideas y mejorando movimientos en los que se implementaban en la coreografía si el bailarín terminaba aprobando las sugerencias.
Hyusang se dio de voluntario para asegurarse de que algunas de las telas tenían resistencia, siendo animado por las bailarinas a que improvisara algo, propuesta que el mayor rechazó de inmediato, ganándose varias bromas por parte de estos, y el rubio solía seguirles la corriente con amenazas de bajarles el sueldo.
—No bajes tanto, Choi Sooji. Un centímetro más y tendrás una rinoplastia gratis —Hyusang regañó, haciendo reír a las presentes. En especial, ante la mueca graciosa que se dibujó en la mencionada y que el rubio imitó.
—¿Eros me garantizará una nariz bonita? —La bailarina preguntó colgando de cabeza mientras enrollaba en su pierna derecha la tela.
Hyusang meditó mientras caminaba a su alrededor, tocándose la barbilla de forma pensativa.
—¿Si me niego vas a demandarme? —Se volvieron a escuchar risas alrededor.
—¿Podré ganar la demanda? —Hynsang se acercó y, aprovechando que la chica estaba a su altura, le pellizcó la mejilla, motivándola a quejarse—. ¡Hyusang-nim!
—No te hagas la listilla, eh. No quiero que te partas el cuello —le murmuró para continuar su recorrido por la sala.
Mientras jugueteaba con su collar, siguió observando la presentación hasta que sintió la presencia de Sunny a su lado, en el instante en que el flash de su teléfono se disparó a su rostro.
—Esto va para la página de Eros. Me impresiona, lo guapo que es nuestro jefe. —Hyusang rodó los ojos en respuesta.
—¿Practicaste tu rutina? —La chica abultó los labios.
—Tanto que seguramente tendré callos en mis manos. —Le enseñó estas.
El rubio pasó sus dedos por las áreas enrojecidas, algo que causó que la chica temblara al sentir el suave tacto del hombre.
La bailarina analizó las facciones suaves de su jefe y sus largas pestañas oscuras antes de fijarse en las prendas neutras holgadas que estaba usando. El olor avainillado le acarició la nariz cuando este le examinó las manos con atención, por lo que retuvo un suspiro de pesar. «¿Por qué es tan atento?» O más bien, «¿por qué un hombre tan educado es gay? Es una pena». El dueño del club lucía más joven cuando no usaba sus trajes de negocios y eso era notado por su personal.
—¿Qué pasó con el vendaje? —interrogó sin mirarla.
—Está desgastado. Compraré más antes de venir mañana.
—¿No hay en los suministros?
—No llegan aún, tal vez mañana lo hagan. —Hyusang frunció el ceño antes de apartarse.
—Está bien. Toma un descanso.
Para cuando salió de aquella sala y entró a la que se encontraba al final del pasillo, pudo notar la presencia de las cuatro estrellas principales de Eros acompañadas de los demás, pero por alguna razón, aquel cuarteto lograba resaltar entre los otros bailarines. El rubio, de forma inconsciente, buscó un rostro específico. Kim Jinwoo.
Han pasado varios días desde que se habían encontrado en el hotel. Gracias a Minho, estaba al tanto de que se trasladó a la chica a su entidad un día después de su llamado y que luego había iniciado con prontitud el tratamiento idóneo de realizarle nuevos estudios. Una buena noticia para Jinwoo, o al menos eso quiso creer.
Cuando sus ojos se encontraron con la fornida figura de espaldas del bailarín, su boca empezó a salivar. Traía puesto una camisilla sin mangas que dejaban a la vista sus brazos. Las venas bajo su piel resaltaban de forma maravillosa y podían ser apreciadas desde la distancia en la que el rubio se encontraba. Tenía el cabello mojado y vestía unos joggers grises en conjunto con unas high-tops negras.
Hyusang apreció el perfil sudoroso de este a través del espejo, la forma en que su manzana de Adán se movía al tragar saliva mientras se limpiaba el sudor por el dorso de su brazo, mientras permanecía atento a lo que su compañero le estaba diciendo.
—Tomemos un descanso. —Escuchó a Minjae decir.
El cuarteto se dispersó, donde el rubio siguió con la mirada a Jinwoo, quien se dejó caer de culo al suelo luego de que agarró su teléfono. Observó su rostro estoico de forma pensativa antes de que Minjae apareciera en su campo de visión, interrumpiendo su análisis. Al igual que los bailarines, Minjae lucía acalorado.
—¿Qué tal van las coreografías de tu lado? —interrogó este.
—Bien. Las chicas están haciéndolo increíble —respondió, cruzándose de brazos contra su pecho—. ¿Qué hay de ti?
—Haremos una colaboración especial con los principales. —Hyusang levantó las cejas.
—¿En serio? Eso suena interesante.
—¿Quieres echarle un vistazo? Apenas la empezamos hoy. —Se hizo a un lado, permitiéndole el paso—. ¡Chicos, saluden, tenemos visita!—. El diseño me ha encantado; definitivamente debiste estudiar algo relacionado con arquitectura, Lee. Es espacioso y la música suena de maravilla. Fue una increíble idea que incorporaras los altavoces en el techo.
—Te lo dije. —Hyusang sonrió complacido.
Todos los ojos se fijaron en el rubio, a quien saludó con una ligera inclinación de cabeza. A diferencia de las demás que lucieron más pronunciadas, estas fueron acompañadas de saludos entusiastas. Sus ojos se encontraron con los de Jinwoo por un segundo antes de apartarlos y clavarlos en su colega, quien seguía hablando de forma general, en donde de modo ocasional involucraba al rubio en la conversación, donde se tocaron más que todos los temas de las remodelaciones.
Después de compartir una última charla superficial con el coreógrafo, luego de que logró convencerlo en mostrarle la coreografía al terminarla. Hyusang abandonó la sala para volver a su lugar, donde inició de forma oficial lo que serían los duetos que se llevarían a cabo para las funciones del mes próximo. Su voz se escuchó con firmeza a medida que fue dictando los pasos desde su ubicación.
—Muy bien. Ahora empecemos de nuevo. Cinco, seis, siete y ocho. —Con suaves palmadas fue marcando los pasos en que las bailarinas se enrollaban en las telas desde las alturas—. Se dejan caer... Ahora. Uno, dos, uno, dos. ¡Paren! ¡Muy bien! Aguanteeen... aguanteeen... Sonrisa. Chicas, sonrían. Y continúen.
Siguió contabilizando, usando los aplausos, mientras observaba en varios ángulos cómo esta se llevaba a cabo, usando como referencia los espejos.
—Enrolla con más firmeza la tela en la pierna, Sunny —el rubio demandó.
Por otro lado, ahí se encontraba Jinwoo una vez más, encontrándose confundido, sin saber por qué era que cada vez que tenía aquel rostro de frente, empezaba a sentirse mareado, dándose cuenta de que lo que hacía estaba irremediablemente mal. Tanto que se vio incapaz de ver a su novia una semana completa, encontrando excusas vagas para justificar su ausencia, hasta que al final no pudo justificarse. Quiso creer que al tenerla de nuevo frente a él, el remordimiento aminoraría al recordarse dónde se hallaba su chica, los cuidados que recibía y el alto precio que iba a recibir si el tratamiento seguía siendo un éxito.
Sin embargo, eso no ocurrió.
Se sintió más confundido, en especial cuando el contacto físico de Yuna llegó a un punto a ser comparado con el tacto de Hyusang contra su piel, cuando le daba espacio a sus pensamientos intrusivos a ocasionar desastres en su mente. Comparación que lo escandalizó. Lo llenó de molestia y decepción a sí mismo y quiso borrarlo de su cabeza a como diera lugar. Si necesitaba arrancarse la piel para olvidar aquel encuentro que lo dejó en la deriva de aquella profunda confusión, lo haría.
Pero sabía que eso sería absurdo. Su contrato establecería que habría nuevos encuentros, que su piel le quedaría corta para borrar aquellas sensaciones. Seis meses. Medio año que empezó a contabilidad desde el día siguiente del primer encuentro y buscó excusas para odiar a Hyusang y su homosexualidad; quería odiarlo por haberle hecho sentir de tal modo, aunque lo que más quiso reprimir fue tener que reproducir esos recuerdos en su mente cuando se iba a la cama.
Y en cierto modo lo había logrado; mantuvo su cordura y sus pensamientos en sus límites, pero todo se iba al diablo cuando lo veía de nuevo, como cada que tuvo oportunidad.
Se dio cuenta de que no podía hacerse el ciego. A él, Hyusang le parecía una persona atractiva, quizá una de las más que había visto en muchos años; pero, con el pasar del tiempo y a medida que se dejaba arrastrar por sus pensamientos en debates profundos, notó que había algo más que le estaba obligando a querer volver al mismo sitio solo por su dinero.
Ni siquiera había podido terminar bien aquella práctica. Con él martirizándose, pensando en cómo había caído tan fácil por su ambición, su concentración era nula, haciendo a sus compañeros de danza frustrarse por las ocasiones en que debían repetir una y otra vez partes de la coreografía que se suponía ya estaban perfeccionadas.
Algo que solo motivó a Jinwoo a molestarse consigo mismo. Su ego perfeccionista se sentía insultado ante el desastre que estaba siendo aquel día y se negó a creer que la causa era una persona en concreto. Pensaba que se trataban de sus necesidades cada microsegundo, pero eso era un gran problema.
Jinwoo creía que había llegado al punto en el que ya no le importa nada. Incluso la idea de estar con un hombre, una que repudiaba... Hasta hace poco, ya no era un problema para él, sabiendo que lo que obtenía a cambio no era tan detestable como pensaba.
Se encontró yendo a través de los pasillos. Observando con detenimiento su entorno en un vano intento de encontrar un escondite en lo que sería oficialmente el taller de práctica de Eros. Su necesidad por descubrir su propio espacio y cerrar los ojos lo motivó a merodear por las áreas remodeladas casi por completo.
Pero la fatiga física le recordó que estaba cansado.
Después de haber atado su cabello en una pequeña coleta, Jinwoo escuchó una voz que reconoció al instante: Hyusang. Esta provenía de una de aquellas salas de práctica. Sus pasos lo dirigieron allá sin siquiera darse cuenta.
Sus ojos vagaron en aquellas compañeras. En lo suyo también, la forma en la que se movían al ritmo de la música era admirable. Su garganta se secó de repente, ansiando hidratarse. Sus labios se entreabrieron en un instante en que a penas pudo verlo vigilando la actividad que todas llevan a cabo; él también la hacía. Todo se ve bastante moderno, ostentoso, de hecho.
¿Por qué se sorprendía de eso? Era Eros Club.
—Sí. Ahora es mejor de ese modo —mencionó Hyusang al ver de nuevo la presentación de Sooji con una sonrisa satisfecha.
Jinwoo siguió con la mirada al rubio y lo vio sostener las caderas en forma que Seoyeon suelta un chillido de sorpresa al ser levantada por el mismo mientras se aferraba a las telas.
—¡Hyusang-nim!
—Intenta subir un poco más, no fuerces mucho las muñecas —aconsejó el mencionado señalando las áreas—. ¿Hiciste el calentamiento antes de subir? No quiero que tengas un calambre.
—Sí, Sunbaenim. —El rubio asintió.
—Muy bien, entonces trepa —le animó.
Jinwoo ni siquiera entendía el porqué lo hacía. Solo entró al salón, llamando la atención de las bailarinas, quienes le saludaron de forma animada. Algunas intentaron arreglar su aspecto físico, mientras que otras se limitaron a seguirlo con la mirada con el rostro sonrojado.
El azabache se dejó caer cerca del espejo delantero junto al control del equipo de sonido; reconoció las pertenencias de Hyusang junto al equipo cuando agarró la toalla que estaba sobre la mochila y examinó su textura antes de llevársela a la nariz.
«Huele a él.» Pensó el azabache.
Volvió a dejarla en su sitio y un minuto más tarde apareció Hyusang de frente, quien lo observó por un largo rato. La forma en que sus tatuajes brillaban por el sudor y la camisa se pegaba a su piel, casi trasparentándose, dejando a la vista su torso era digno de ser admirado. El mayor se lamió su labio inferior, cruzándose de brazos contra su pecho, donde su contacto visual fue correspondido por el pelinegro.
—¿Terminaron las prácticas? —Lee interrogó finalmente.
—Estamos tomando un descanso. Aproveché para echarle un vistazo a las salas terminadas.
Hyusang asiente con lentitud, volviendo a examinarlo.
Jinwoo, en cierto modo, escuchaba las palabras de Hyusang demasiado lejos, y tampoco pudo concentrarse en lo que está sucediendo a su alrededor. Lo más probable era que necesitaba dormir, casi estaba convencido de que al pasar varias noches en vela, esto empezó a mostrarle las consecuencias de los hábitos tan poco sanos que tenía. El no lograr descansar lo suficiente, estaba dejando secuelas en él.
Detalle que no fue desapercibido por el mayor, quien se puso de cuclillas hasta quedar a su altura. Solo entonces se permitió fruncir el ceño al verlo tan demacrado. Jinwoo lucía como un enfermo terminal y eso aumentó sus alertas.
—Si sigues así, no vas a llegar vivo a fin de mes, ¿lo sabías? —murmuró para que el tatuado escuchara a la vez que le extendía la toalla que hace poco Jinwoo había agarrado—. Minho-nim me escribió; dijo que has pagado el traslado y parte inicial del tratamiento. ¿Por qué hiciste eso? Se supone que solo te encargarías del traslado. El dinero está guardado en la cuenta de mi amigo. Lo usará para los tratamientos futuros y me avisará cuando debas hacer el próximo pago. Por lo que vete a casa a descansar. No pienso dar la impresión a mis clientes de que estoy explotando a mis bailarines.
Jinwoo negó con la cabeza mientras se limpiaba el sudor con la tela de algodón que Hyusang le había ofrecido.
—Estoy bien —el contrario dijo.
—Hablo en serio, Kim Jinwoo —el rubio riñó entre dientes, apoyando las manos en las rodillas del mencionado para usarlas como impulso para levantarse—. En cuanto al otro asunto, reanudaremos el negocio cuando te recuperes. No estás en condiciones para pagarme en ningún aspecto. Así que vete de una vez.
—Hyusang-nim...
—Si en quince minutos te sigo viendo aquí, Kim, voy a suspenderte —le interrumpió con seriedad.
Jinwoo resopló con resignación. Se levantó con pesadez y asintió. Hyusang le siguió hasta su sala de ensayo y lo vio agarrar sus pertenencias, observó cómo este se despedía de sus compañeros y finalmente se marchó. Un minuto más tarde, Minjae apareció poco después y se acercó a Hyusang.
—¿A dónde va Kim Jinwoo-ssi? —este interrogó—. El descanso terminó. Debemos continuar.
Hyusang soltó un pesado suspiro.
—No vas a regresar durante unos días. Se marchó. —Minjae frunció el ceño con confusión.
—«"Se marchó"» —replicó—. ¿Le ocurrió algo?
—No se siente bien. Lo mandé a casa. —El coreógrafo asintió, comprendiendo finalmente su situación.
—Eso explica por qué ha estado tan distraído. —Hyusang apretó los labios.
—No vuelvas a permitir que esta situación se repita. Si un bailarín está enfermo, no le permitas ensayar; si se niega a obedecer, llámame. —Minjae soltó una risita.
—Aigooo, mírate Lee Hyusang siendo un hombre estricto con su gente. —El mencionado le miró con seriedad—. Está bien, lo haré. No me mires de ese modo. Te ves aterrador cuando te enojas.
Eso motivó a Hyusang a sonreír.
—Muéstrame el avance después. Seguramente estarás grabando todo. —Minjae asintió con una pequeña sonrisa.
—Tienes razón. Haz lo mismo cuando termines las tuyas.
—Deberás aguardar a su función; mis coreografías no son rebeladas antes de ello. —Hyusang se ganó una mirada cargada de reproche.
—¿Y tienes la osadía de exigirme que te muestre?
—Sí. Soy el jefe.
—Abusas de tu poder, ¿lo sabías? —le señaló.
—¿Eso hago? —Lo miró con falsa inocencia.
—Esa cara de cordero no funciona conmigo, Lee. ¡Olvídalo! —Hyusang soltó una carcajada.
—Solo vete. Tus chicos te necesitan.
—¿Ahora me echas, Lee Hyusang? —Su colega aumentó su dramatismo.
—¡Vete, ahora! —Minjae le miró mal antes de reunirse con sus bailarines.
Solo entonces pudo volver a su sala y concentrarse en sus bailarinas. Quienes no dudaron en quejarse cuando el rubio les pidió iniciar la coreografía desde el principio.
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