#7

Termino el trabajo de contabilidad que a dejado el profesor Siles. Cierro mi cuaderno lentamente, preguntándome que rayos haré ahora.
No me queda mas que echarme en mi cama y pensar en un par de ojos verdes inigualables. Ni siquiera mantenimiento mi cabeza ocupada en trabajos de la universidad he podido sacarlos de mi cabeza, sin mencionar que sigo recordando el movimiento de sus  labios, soltando un lo siento como  disculpa a nuestro repentino tropiezo.

Distraídamente miro por la única ventana de mi habitación. Las lámparas se encuentran encendidas, lo que me hace saber que ya es tarde. Hay una gran cantidad de chicos y chicas afuera, unos salen a pasear y otros caminan hacia sus autos. Seguramente a una fiesta, a juzgar por los vestidos que llevan puestos las chicas.

Aparto mi vista de la ventana​ y la pongo en la puerta de entrada de mi habitación. Un par risas me han hecho posar mi atención en ella.

—Leo, ¿estás seguro que es el 7D? —escucho preguntar a una voz conocida.

—Si, es el 7D, Cam —responde este en tono cansado—. Apresúrate, que ya quiero embriagarme.

Varios pasos se escuchan, y por el sonido que de rápidos taconazos, adivinó que son chicas.

—Toca la puerta —susurra una chica.

El sonido de unos nudillos ser golpeados contra mi puerta me hacen quedar paralizada.

—Talvez no quiere ver a nadie —escucho la voz de Abby.

Tonterías, de que vendrá con nosotros lo hará —alega Camila en tono amenazante—. ¡Hey! Blair, soy yo Camila. Iris y yo queremos que nos acompañes a una fiesta.

Escucho​ sus gritos a través de mí puerta, así que sin más caminó hacia ella y la abro.

—Lo siento, estaba en el baño —miento.

—No hay problema Blair —dice Camila restando importancia—. Mira esta de aquí es Iris Dickerson y está encantada de conocerte.

Mi vista se posa en la nombrada y esta sin previo aviso se lanza sobre mí en un abrazo.

—¡Hola! Me da tanto gusto conocerte —chilla emocionada—. Si no es mucho pedir, quisiera que nos acompañarás a una fiesta privada. No es nada fuera de lo común, además ya conoces a Leo y Abby, ellos también irán.

—Yo, no lo sé —murmuro mirando a los cuatro chicos frente a mí.

—¡O vamos, Blair! Vente con nosotros  —pide Leo—. Mi chica necesita compañía mientras yo me voy a embriagar con mis amigos y a bailar sobre las mesas.

Rio por lo último, pero rápidamente recupero mi seriedad.

—Por favor, por favor —ruega Iris, mirándome con sus lindos ojos miel.

—Bien, iré —tras mi respuesta todos gritan de júbilo—, pero necesito cambiar mi blusa.

—Si, adelante. Nosotros te esperamos —dice Camila con emoción.

Yo asiento con mi cabeza mientras cierro la puerta y camino hacia mi closet en busca de una nueva blusa. Finalmente me decidí por una azúl oscuro, que lleva estampada una frase. Me la coloco rápidamente y sin dudar tomo una chaqueta negra de tela por si acaso. Suelto mi cabello y paso mis dedos tratando de darle una forma más decente.

Sin ni siquiera mirarme en un espejo tomo mi celular, las llaves de mi habitación y me encamino hacia la puerta para abrirla de golpe.

—Estás hermosa, vámonos —ordena Camila—, vendrás en nuestro auto.

Sonrio como respuesta y cierro con seguro la puerta de mi habitación.
Camino detrás de ellas, sujetando el borde de mi chaqueta, mientras miro por el pasillo.

—¡Hola! Chicos, ¿van a alguna fiesta? —pregunta una ojiazul que caminaba al igual que nosotras por el pasillo.

—Si, ya sabes —refuta Iris en tono obvio—, nos dirigimos a la fiesta privada de mi hermano.

La chica asiente soltando un suspiro de triste antes de pasar por nuestro lado. Iris, Cam, leo y Abby, retoman sus pasos sin prestar más atención.

En segundos nos encontramos a las afueras de la residencia, hay poco viento, pero aún así este logra penetrar por mi chaqueta.

—¿Qué esperas, Blair? Ven sube, se nos hace tarde —grita Iris desde su auto rojo—. No es mi auto, es de Daniel y me matara si no llego en diez minutos.

Suelto un suspiro y caminó hacia el auto, para luego subir en el.

—Listo —pregunta cam y yo asiento con mi cabeza—. Muy bien, vámonos.

Conforme avanza el auto por la carretera repleta de lámparas y los minutos pasan, me empiezo a cuestionar si he tomado la decisión correcta, es más, me pregunto, ¿si Eros estará en esa fiesta? Lo mas seguro es que si lo esté, después de todo escuché decir a Iris que la fiesta es de su hermano, aunque no se de cual.

—¿Pasa algo, Blair? —pregunta Iris mirándome por el retrovisor.

—No, es solo que no entiendo, ¿una fiesta entre semana? Es decir, mañana​ es jueves hay que ir a la universidad.

—No hay de que preocuparse, mañana ustedes dos —dice señalando a Camila y a mí con su mano derecha—, estarán tarde a clases y está más que claro que hay que celebrar antes del juego de los chicos el viernes—replica mirándome.

¡Idiota! Vista al frente, vista al frente —le grita alterada Camila—. ¡Acaso quieres​ matarnos!

Iris suelta una risa mientras empieza a disminuir la velocidad del auto. 
Miró a través de la ventana una cabaña rodeada de árboles. De esta sale música a volumen considerable y las luces se encuentran casi todas apagadas.

—Baja, Blair —ordena Camila—, es aquí.

Sin dar respuesta bajo del auto junto a ella, quien cierra la puerta del auto riendo.

—Ven, Iris irá a aparcar el auto —murmura en mi oído tomando mi mano.

Camila me arrastra hasta la puerta de la cabaña, para luego abrirla. El repugnante olor a alcohol golpea mis fosas nasales, haciéndome formar una mueca de desagrado.

—Iremos  a la sala, ahí es el único lugar en donde hay luz y no hay chicos teniendo sexo con ropa en cada esquina, de todas formas Eros los echaría a patadas si los viera —habla Camila, dirigiéndose hasta la sala.

—¿Es de Eros, la cabaña? —pregunto esquivando a una pareja, que se besa exageradamente.

—No, es de Ares —responde tratando de esquivar a la pareja también—. ¡Hey! ¡Tú tío! Deja de comerte a tu novia aquí, ve y busca una habitación.

El chico ríe y se aparta dándonos pasó. Finalmente diviso la sala y mi corazón empieza a latir desbocado. Eros se encuentra sentado en un sillón negro, reclinable, con una botella de vidrio en su mano. Su mirada está perdida en la botella, sin importar que hayan personas hablándole.

—¡Ya llegamos! —grita Camila, lanzándose sobre su novio.

Los únicos que se encuentran ahí son  los tres hermanos Dickerson​ junto sus novias, menos Eros por supuesto y el chico que me abrió la puerta la primera vez que fuí a Bagusth.

—Ares, a la cocina, ahora —la profunda voz de Eros calla a las demás.

—Te sigo, hermano —responde Ares—. Siéntete en mi lugar Blair, no hay problema.

—¡Gracias! —digo tomando su lugar.

Todos los presentes se me quedan mirando​ atónitos.

—¡Oye! Blair ¿Por qué nos vas a la cocina por un refresco? —propone Emma mirándome con una sonrisa.

—Emma, no —amenaza Oriel.

—Emma, nada —niega—. Blair debe de tener sed, ¿verdad? —habla mirándome.

—Basta, Emma —dice Oriel en tono molesto.

—No hay problema, iré —aviso poniendo de pie.

—Blair no creo que...—Oriel es interrumpido por Emma.

—¡Chissst! —la peliroja produce el sonido, llevando el índice a sus labios.

Lentamente comienzo a avanzar por el pequeño pasillo, esquivando algunos chicos, hasta llegar a la entrada de la cocina, justo cuando voy a entrar a esta, unos fuertes murmullos me detienen y de inmediato me escondo tras la pared.

—¡¿Qué mierdas hace ella aquí?! —alega Eros con molestia.

—Yo la invite, además te recuerdo que es mi cabaña —contra ataca Ares.

—Se que haces esto solo para enrrollarla Ares —enfatiza Eros.

—Métete en tu vida de mierda y dejame la mí, si me la quiero follar lo haré —expresa Ares.

—Eres un hijo de puta —suelta sin más Eros.

Todo queda en silencio y justo cuando voy a dar un paso para regresar a la sala, Eros se interpone en mi camino.

Sus ojos verdes y sombríos me miran fija e intensamente, como si quisiera grabar mis trazos en su memoria. De pronto frunce el ceño y su boca se crispa, me pregunto ¿qué pensara en este instante​?

Una leve sonrisa me pilla desprevenida y mis piernas se echan a temblar de manera incontrolable.

—Alejate de Ares —aconseja, borrando su sonrisa y perdiéndose por el pasillo.

Me quedo ahí de pie inmóvil, no se si por su espontánea sonrisa o por su consejo.

—¡Oh! Blair, aquí tengo tu refresco —habla Ares pasándome un vaso rojo—, es solo Coca-Cola, nada de alcohol.

—¡Gracias! —agradezco.

—¿Haz estado mucho tiempo aquí, cerca de la cocina? —pregunta pasando un brazo sobre mis hombros, haciendo que la manga de su chaqueta se recoja y mire por primera vez su tatuaje.

—No, acabo de llegar —respondo—. ¡Lindo tatuaje!

—Gracias, esa rosa y sus números son muy especiales —explica con voz melancólica ya dentro de la sala.

—Ya están aquí —informa Emma con disgusto.

Todos ignoran su comentario y continúan con su charla, a la que se integra Ares. Este me sede nuevamente su lugar y para mi sorpresa este se encuentra frente al cómodo sillón de Eros.
Sus ojos siguen mostrando la misma frialdad de siempre. Me renuevo en mi lugar incómoda sin apartar mi vista de él. Su maldita mirada es tan magnética, que siento como si me estuviera hablando a través de ella.

Pero el problema aquí, es que no logro entender lo que me dice y tampoco  puedo dejar de mirarle.

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¡Hola! Otro capítulo más.

Espero lo disfruten y no olviden votar (★) ni comentar. Nos vemos en el próximo capítulo.

Los amo.

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