#4


Miró a Jordan apilar uno sobre otro, todos los libros que ocuparé estos próximos meses. Descuidadamente pongo sobre el mostrador el libro que he tomado de la estantería.

—¡Buena elección! —exclama Jordan tomando el libro —. El retrato de Dorian Gray es uno de los mejores escritos de Óscar Wilde.

Lo miró con una sonrisa mientras tomo todos los libros.

—¡Gracias!

—De nada, estoy a tu servicio.

Lo miró por última vez antes de girarme y salir de la biblioteca en busca de mi casillero.

Camino por los pasillos en busca de la sección de casilleros a la que pertenece el mío.
En unos cuantos segundos más, lo ubicó en la sección diez. Camino hacia ella a paso rápido. Busco en uno de mis bolsillos la llave que lo abre y la inserto en el pequeño candado.

Con dificultad consigo abrirlo, pero al final logro ordenar todos los libros dentro de el. Rápidamente termino por cerrar mi casillero y le pongo seguro.

De pronto unos gritos femeninos me sobresaltan, de inmediato me giro asustada. Me sorprendo al ver un chico correr, al parecer hacía mí dirección​. Se mueve a toda velocidad y se detiene frente a mí con la respiración agitada.

Este posee cabello rubio, fracciones finas, sus ojos son café miel y extrañamente también tiene pecas en su nariz, que solo son visibles dependiendo del ángulo correcto de luz.

—¡Hola!...Escucha —dice rápidamente—, si ella te pregunta por donde fuí, tú no me haz visto —sin decir más se aleja corriendo, pero esta vez diviso que en una de sus manos trae un bolso color rosa.

—¡Malditacea! —maldice una chica castaña, caminando a paso rápido—. ¡Oriel, si algo le pasa a mí bolso lo lamentarás!

Al percatarse de mi presencia, me regala una sonrisa y se acerca.

—¡Hola! —saluda—. Eres nueva, nadie a ocupado ese casillero en años.

—Sí, soy Blair —le extiendo una mano la cual ella no tarda en estrechar.

—Soy Camila, pero puedes decirme Cam —informa mirando por el pasillo—. ¡Oye! Por alguna razón, ¿no has visto un chico rubio, alto, pasar por aquí con un bolso rosa?

—Bueno...Yo...No... —Camila arquea una ceja, mientas me mira detenidamente.

—Te ha dicho que no me lo dijeras —concluye ella al verme incapaz de darle una respuesta—. ¡Dios! Mi novio es un idiota, pero esta no se la paso.

Rio junto a ella al escuchar un grito masculino por algún lugar.

—Blair ha sido un placer, pero debo ir por mi bolso antes de que termine en algún inodoro de Bagusth —dice en tomo cansado—, espero verte mañana.

—Claro, nos vemos —me despido sonriendo.

Camila se aleja gritando al chico lo mal que lo parara si le sucede algo a su bolso. Sin nada más que hacer ahí, empiezo a caminar en busca de la salida.

Cuando salgo de Bagusth una corriente de aire golpea suavemente mi rostro, removiendo mi cabello. Paso mi vista alrededor y por tercera vez en la tarde me sorprendo.

Veo a Anastasia bajar de un auto negro dando un puertaso. El mismo hombre mayor de la biblioteca también sale y mientras Ana camina alejándose, este grita enfurecido, para luego regresar a su auto y arrancar.

Sigo con la mirada los pasos de Anastasia, esta gira su cabeza en dirección en donde se encontraba el auto negro y al no verlo toma rumbo hacia una camioneta plateada de donde sale Jordan y la recibe con un abrazo.

Suelto una risilla al darme cuenta de que aunque traten de separarlos siempre buscan la forma de estar juntos.

Aparto mi vista de ellos dejándolos en paz y me preparo para mi rápida caminata hacía la residencia. Esta vez mantengo mi vista al frente hasta llegar a la entrada del edificio crema que será mi hogar durante el próximo año y medio.

Avanzo por las escaleras, topándome con algunos estudiantes que bajan y otros que suben a sus habitaciones.

—¿Haz visto que alguien a ocupado el casillero de Aria? Llevaba vacío años, al parecer se a roto la maldición —escucho decir a un voz masculina tras de mí.

—Leo, no digas tonterías —le reprime una voz femenina—, sabes muy bien que no existe ninguna maldición.

—Ya era hora de que alguien llegara a Bagusth —continua el chico.

—¡Ah! Leo —dice la chica con tono cansado.

—En cuanto​ lleguemos a nuestra habitación, prometo darte un masaje —asegura este.

—No gracias, se cuales​ son tus intenciones con ese masaje —le informa la chica riendo.

Continuo subiendo escalones mientras ellos siguen hablando a mis espaldas. Suelto un suspiro cansado en cuanto llego a mi piso y automáticamente me movilizó en dirección a mi habitación.

—Abby, preciosa —le llama el chico en tono dulce—, ¿sacas tus llaves o saco las mías?

—Traes mi bolso, mejor saca las tuyas —le dice la chica.

—Muy bien. Dame unos segundos —responde el chico.

Cuanto llego al frente de mi puerta no pierdo tiempo y saco mis llaves para abrirme paso hacía mí habitación, pero como es costumbre la curiosidad me gana y antes de entrar a mi cuarto giro mi rostro en dirección a la pareja de chicos que venía tras de mí.

Me quedo estupefacta al verlos. Cualquiera e incluyéndome diría que son totalmente incompatibles. Hay una chica rubia, bajita, de tez blanca quien carga un par de libros en sus brazos. Mientras que el chico es totalmente lo contrario a ella, él es extremadamente alto a su lado, su cabello es negro azabache y al contrario de su novia, su piel se encuentra cubierta por algunos tatuajes de tinta negra.

Los miró unos segundos más hasta que el chico se percata de mi mirada sobre él y levanta su vista hacia mí. Inesperadamente una sonrisa se forma en sus labios y levanta una de sus manos en forma de saludo en mi dirección.

—¡Hey! ¡Hola! ¿Eres tú acaso la chica nueva que a ocupado el casillero número trece? —mi boca se abre y se cierra.

—Leo, no tienes que ser tan atrevido —le regaña la chica.

El chico voltea a ver a su novia y luego su vista regresa a mí.

—Lo siento —se disculpa—. Soy Leo y ella es Abby mi novia. Vivimos o Abby vive en el apartamento 6D, bueno el que está a tu lado izquierdo.

Mis labios se curvan lentamente al darme cuenta de que él chico es totalmente lo contrario a lo que pensaba. Párese ser muy amigable y alegré.

—Sí, soy la chica del castillo número trece —respondo—. Mi nombre es Blair.

—Un gusto Blair —habla la chica por primera vez—. Soy Addy.

—El gusto es mío.

—Disculpa si vamos a ser descortés, pero bebemos entrar —informa la chica.

Yo solo asiento con mi cabeza y me despido con una de mis manos para terminar por entrar a mi habitación, pero antes de cerrar la puerta escucho como Leo, el chico tatuado comienza a hablar.

—¿Abby? ¿Tendremos un masaje verdad? —interroga hacía su novia.

—No —niega Abby.

—¡¿Qué?!! Pero lo prometiste en clase —protesta alarmado.

—No tendremos sexo, lo dije solo para que me dejaras en paz —le informa la chica.

—¿Quién dijo que tendremos sexo? —sigue diciendo asustado.

Suelto una risilla al escuchar lo último y termino por cerrar mi puerta.
Suelto un suspiro mirando mi cama, sin pensarlo me lanzo sobre ella y mis ojos se empiezan a cerrar sumiéndome en un profundo sueño.

Bajo las escaleras junto con mi oso rosado, en uno de mis brazos. Camino en dirección hacía la sala de estar, ahí en uno de los sofás maron oscuro encuentro a mi madre con una botella de alcohol mientras llora desesperadamente.

—¿Mami? —le llamo asustada.

Regresa a tu cama, Blair —responde con​ la mirada perdida—. Mamá está ocupada.

De pronto la sala de estar, junto a mamá se desvanecen y ahora me encuentro en mi habitación jugando con mis muñecas, hasta que escucho la puerta abrirse junto con unos pasos pesados, lo que me hace pensar que papá ya regreso.

Papá se fue hace muchos días y puede ser que haya regresado, talvez por eso mami lloraba tanto. Extrañaba a papá.

Yo sigo jugando con mis muñecas hasta que alguien se inclina a mi altura.

¿Blair?¿Nena?

Levanto mi rostro y me encuentro con un hombre idéntico a papá, pero sus ojos ya no son cafés como los míos, ahora son verdes. Lo miro extrañada.

¿Papi? —pregunto dudosa.

Sí, Blair —confirma—. Soy papá.

Nuevamente todo se empieza a desaparecer y quedó en un espacio totalmente negro. Una brisa helada me eriza la piel y otra vez escucho esa voz.

Blair, mi hermosa princesa —susurra la voz ronca en mi oído—, no olvides a papá, él te ama mucho.

Mis párpados se abren repentinamente. Otro sueño más y esa voz que me hace sentir nostálgica, se oye desconsolada y desvanecida.

Mi frente tiene pequeñas gotas de sudor y mis manos se encuentran frías. Busco en uno de mis bolsillos mi celular y miro la hora, son casi las siete. Con la poca voluntad que me queda en el cuerpo, decido ponerme de pie.

De todas formas tengo que prepararme para un día de nuevas experiencias, solo espero que estas sean buenas.

---------------------------------------------------------
NO OLVIDEN VOTAR Y COMENTAR.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top