#10
Más tarde, después de haber impedido que Eros le arrancará la cabeza a Leiton, había llegado por fin la hora de comer.
En los pasillos me encontré con Camila y los demás, excepto con Eros, este al parecer no pertenece al llamativo grupo, por otro lado Emma parece no verse afectada por lo ocurrido ayer por la noche, o talvez ya esta acostumbrada.
Me separé de ellos para dirigirme al baño, no esperaba que la pelirroja me siguiera, pero así fué. Justo cuando salí del cúbiculo en dónde está el inodoro, Emma se encontraba mirándome a través del gran espejo situado sobre los lavamanos.
—¡Hola! —murmuro lavando mis manos—. Pensé que irías a la cafetería con Camila.
—Sí...bueno, me han dado ganas de venir al baño —responde mirándome con la barbilla alzada.
—¿Te espero? —pregunto secando mis manos con una servilleta.
—Dime Blair ¿Te gusta Eros? —interroga de golpe.
—¿Q-Qué? —pregunto desconcertada.
—¿O Ares? —continua.
De inmediato un malestar empieza a crecer en mi estómago, y conozco muy bien cuál es.
—¿Qué intentas, Emma? ¿Por qué me haces esas preguntas?
—Solo quiero saber cómo es la chica nueva en realidad, quiero ver si es lo que de verdad aparenta —se defiende.
Su lengua venenosa junto con sus palabras, me hacen saber que no le agrado del todo.
—Mira, Emma, no te conozco ni tú me conoces —le digo mirándola—, y además, no tengo el porque darle explicaciones a nadie de lo que aparento o no.
Sin dejarla hablar salgo del baño con la cólera por las nubes. Camino a paso rápido en dirección a la cafetería, necesito calmarme, no puedo empezar con problemas el segundo día de clases y menos por alguien que trata de provocarme de una forma tan sucia como lo a hecho Emma.
Empujó una de las puertas de la cafetería y el olor a comida llega a mis fosas nasales. Miró a mí alrededor, todos siguen en lo suyo, comen y ríen entre ellos.
Avanzo hasta llegar a la fila, esta avanza rápido. Tomo un emparedado de carne junto a una botella de jugo de naranja.
—Serían, cuatro dólares —la voz de una mujer llama mi atención
—Sí, claro —rápidamente saco la cartera de mi bolso y la abro sacando los cuatro dólares —aquí tiene, gracias.
La mujer me regala una sonrisa. Tomo mi comida y me hago camino entre los demás estudiantes. Las mesas se encuentran repletas y la única libre es ocupada por una única persona, no puedo ver de quién se trata, un libro cubre totalmente su rostro.
Me movilizó hacía ella, tratando de entender el porqué la mesa no es ocupada por nadie más. A unos cuántos metros de llegar a la mesa diviso la portada del libro "El guardián de los recuerdos". De inmediato la emoción crece dentro de mí, ahora se que no soy la única persona aquí, que lee ese tipo de libros.
—¡Hola! —saludo al dueño del libro.
—¿Acaso he hecho o dicho algo, como para que ahora creas que puedes hablarme? —su voz suena molesta, como creo lo está siempre.
—Solo saludo, no es como si quisiera hablar contigo —le aclaro tomado asiendo al otro lado de la mesa.
Mi respuesta hace que baje el libro de golpe y sus ojos me miren detenidamente.
—¿Qué? —pregunto mirándole de la misma forma que él lo hace.
Inconsciente muerdo mi labio inferior y los ojos de Eros bajan a ellos.
—¿Qué es lo que miras? —vuelvo a preguntar.
Mi voz llama su atención y rápidamente toma una postura recta en su asiento.
—¡Que te importa! —responde tomando su libro para continuar con su lectura.
En otro momento y con otra persona, su respuesta me habría divertido, pero con él, con Eros, la forma en que lo dice, es como si te estuviera dando una patada en el tracero.
—Me importa, porque es a mí a quien estás mirando —le reprochó.
Lo escuchó soltar un resoplido y aclararse la garganta.
—¡Hola, Eros! —una chica morena y pelinegra se encuentra de pie junto a la mesa.
Se sienta junto a mí, pero me ignora totalmente.
»Ya decía yo que se había acercado ha conversar conmigo.«
—Largo. —murmura Eros.
—Es un hermoso libro, yo también lo leí —dice la chica.
Me limito a comer y a observar el como es ignorada por el amigable ojiverde.
—No me interesa —le aclara Eros.
—Las chicas y yo....Iremos una fiesta ¿queríamos saber si tú y tus hermanos vendrían con nosotras?
Un gruñido junto a una maldición me hacen reír por lo bajo.
—¿Quién eres? No podrías irte a comer a otra parte, Eros y yo tratamos de hablar en privado —me habla la pelinegra.
—Si no cierras la boca yo mismo la cerraré y no lo haré de buena forma
—le advierte Eros—. No me interesa tu puta fiesta y tampoco quiero hablar contigo, así que te puedes largar por dónde llegaste y dejarnos en paz.
Dejo de mascar al escuchar como Eros acaba por defenderme.
—¿Qué tiene ella de especial? —le pregunta las chica, mirándome con una ceja arqueada.
—Sabe cerrar la boca —le responde Eros cerrando su libro para después mirarme.
—¿Es todo? Muy bien me quedaré en silencio —avisa la chica sonriéndole.
—¡Que estupidez! —soltamos los dos al mismo tiempo.
No me tomo la molestia de mirar a Eros, rápidamente tomo mi bolso y me levanto de la mesa.
—¿Eros? —se escucha la voz de la chica.
—Vete a al diablo, Mía —la voz de Eros se escucha tras de mí.
Camino en busca de la salida lo más rápido posible. Desechó las sobras de mi almuerzo y salgo por unas de las puertas de la cafetería.
—Esto no puede ser —murmuro al ver a Leiton caminar hacia mí.
Sin pensarlo me giro y una superficie cálida me recibe. El golpe seco de algo caer al suelo me sobresaltar y sin pensarlo me apego más contra esta.
—Esta bien, a sido solo mi libro —por primera vez lo escucho soltar palabras cálidas.
Sus brazos me envuelven y siento su respiración en mi cabello.
—¿Qué sucede? ¿Estás bien, Blair? —la voz de Leiton se escucha alterada.
—Lárgate —le ordena Eros.
—Claro, olvidé que era tu puta —dice este riendo.
—Hasta aquí llegaste —le informa Eros.
Este me empuja a un lado y antes de que pueda reaccionar Eros ya le ha dado un puñetazo a Leiton.
—¡Que mierdas! —le grita mientras sujeta su nariz.
—Respeta a una mujer —la voz de Eros es fuerte y hostil.
Eros se gira hacia mi dirección con la respiración agitada y me escanea de arriba a abajo, y al ver que me encuentro bien, solo recoje su libro y camina pasando a un lado de Leiton.
—¡Oh Dios! —de inmediato reconozco la voz de la chica pelinegra—. Leiton, amor, ¿te encuentras bien?
—Estoy bien, Mía —responde Leiton alejándose de ella.
—Tu estupidez no tiene límites, Leiton —Camila llega a mi lado—. Espero que ahora aprendas.
—Tu también era una maldita pu...
—Alto ahí idiota, ten cuidado de como llamas a mi chica, no me molestaría partirte la cara —Oriel sale en defensa a su novia.
—No hace falta amor, idiotas como Leiton creen que sus falsas palabras pueden dañar a personas que son mejores que ellos —Camila toma la mano de Oriel y me anima a caminar junto a ellos.
—¿Estás bien?
—Sí, vamos a clases —respondo.
Caminamos por los pasillos, me dejó dirigir por Camila hasta que nos detenemos frente a la puerta de un salón.
—Llegamos, la peor clase de esta carrera —murmura Camila.
—Derecho de empresas —suelta Oriel por ella.
No agrego nada a su comentario, solo me dispongo a abrirme paso hacía el salón.
Durante toda la clase me encontraba en otro mundo, los recuerdos de mi madre lanzando los libros favoritos de padre al suelo y desgarrando sus páginas. Los golpes secos que emitían contra el suelo, el mismo sonido que genero el libro de Eros.
—¿Señorita Cullen? ¿Se encuentra usted bién? —escucho la voz de la profesora, pero soy incapaz de responder.
—¿Blair? —la voz de Eros hace eco en el salón y los murmullos no se hacen esperar.
»Claro, ¿por qué, qué haría Eros Dickerson pronunciando el nombre de la chica nueva?«
Llevando mi vista al frente y la profesora Derry me mira con preocupación.
—Yo...solo...no quiero estar aquí —sin esperar respuesta recojo mis cosas y salgo de ahí.
Nuevamente, me doy cuenta que aún no lo he superado, que esos recursos siguen hay, tan frescos como si hubieran sucedido ayer.
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