Capítulo 9


ERNIE

Por los pasillos corrían rumores sobre un desastre relacionado con unos duendecillos que ocurrió durante la primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Zacharias Smith les había contado en el dormitorio que escuchó que Gilderoy Lockhart había soltado a un grupo de duendecillos en el aula, y les había ordenado a los estudiantes que volvieran a capturarlos debido a que él no podía hacerlo. Justin se enojó mucho al escuchar eso y defendió a Lockhart argumentando que lo que el mago pretendía era que los alumnos aprendieran a capturar duendecillos por medio de la práctica.

Ernie tuvo que sacar a Justin de la habitación antes de que empezara a pelear con Zacharias, pero afortunadamente se calmó durante el desayuno. En el Gran Comedor vio a su hermano Elber sentado junto a sus amigos de Ravenclaw. Elber también se percató de su presencia pocos minutos después, se levantó de la mesa y comenzó a caminar hacia él.

Ernie entró en pánico debido a que su hermano lo vería devorando la mitad de un pastel de calabaza. En vista de que Ernie había aumentado de peso durante las vacaciones, su padre le había prohibido comer en el desayuno galletas o cualquier tipo de pan dulce. Temía que Elber se lo fuera a contar a su padre en una carta, por lo que deslizó el plato por lo mesa hasta que quedara frente a Wayne, quien siempre tenía un espacio vacío para cualquier postre, y les dijo a sus amigos que se dirigieran al aula de transformaciones.

Ernie, Hannah y Justin habían salido del Gran Comedor en el preciso instante en que Elber acababa de llegar a la mesa de Hufflepuff. Afortunadamente la clase de transformaciones estaba a punto de comenzar. Ernie se había esforzado mucho en primer año para que la profesora McGonagall notara su dedicación a la clase, y este año no sería distinto.

En la primera clase de transformaciones les profesora les enseñó el hechizo para convertir a un escarabajo en un botón. Ernie logró transformar cinco botones, Justin dos, y Hannah solamente uno, pero se debió a que los escarabajos le producían escalofríos a la chica.

Después de una angustiante primera clase con Snape, el profesor de Pociones y el menos favorito de la mayoría de alumnos pertenecientes a Hufflepuff, Ravenclaw y Gryffindor, Susan acompañó a Justin a la lechucería para mandarle una carta a su familia.

Dos horas enteras de machacar ortigas secas y ojos de pez globo para elaborar una pócima agrandadora le habían quitado el apetito a Ernie y a Hannah, por lo que en lugar de dirigirse al Gran Comedor decidieron ir a dar un paseo por los campos del castillo.

Cuando estaban cerca del campo de Quidditch volvieron a toparse con Elber. Iba vestido con su uniforme azul del equipo de Quidditch de Ravenclaw y parecía tener prisa, sin embargo, se tomó la molestia de ir a hablar con ellos. Ernie ya no tenía razón para esconderse de su hermano, por lo que le dijo a Hannah que fueran a reunirse con él, y por algún extraño motivo, Hannah se acomodó su uniforme y revisó el estado de sus coletitas.

-Por fin tengo la oportunidad de hablar contigo, Ernie -Dijo Elber, apoyando su escoba contra el suelo.

-Todavía hay clases, ¿por qué estás vestido para jugar Quidditch? -Le preguntó Ernie.

-La clase de Encantamientos fue suspendida debido a que el profesor Flitwick tuvo una reacción alérgica en el desayuno, así que tengo un par de horas libres. El capitán de Ravenclaw quiere que regrese al equipo y necesito aprender unas cuantas jugadas antes del primer partido.

-Seguramente eso no será ningún problema para ti -Dijo Hannah en voz baja.

Los hermanos Macmillan se extrañaron por el comentario de la chica, pero después de un breve silencio siguieron cómo si nada hubiera pasado.

-En fin, quería hablar contigo respecto a un asunto -Continuó Elber.

-¿De qué se trata? -Preguntó Ernie.

-Bridget, nuestra vecina, ha tenido algunos problemas últimamente y su hermano me pidió que estuviera al pendiente de ella. El problema es que tengo muchas responsabilidades en mi último año y no he tenido oportunidad de pasar tiempo con Bridget -Elber no sonaba fastidiado como cuando se te olvida cumplir con alguna tarea escolar, sino mas bien sonaba como si realmente le preocupara el bienestar de la chica.

-Pero, ¿yo qué tengo que ver en ese asunto?

-Necesito que me ayudes a cuidarla cuando yo no pueda hacerlo. Si la ves rondando sola por el castillo, trata de hablar con ella. Pregúntale cualquier cosa, o simplemente intenta convertirte en su amigo. Su familia está muy preocupada por ella, y yo también lo estoy. ¿Lo harías como un favor para tu hermano?

Ernie realmente no quería involucrarse en ese asunto. No le tenía ningún tipo de rencor a Bridget, pero tampoco había convivido lo suficiente con ella como para formar una amistad. Sin embargo, por muy incómodo que resultara, era difícil para él negarse ante una petición de su hermano mayor, ya que lo veía como una figura de autoridad y desde pequeño le habían enseñado a obedecer a cualquier figura autoritaria.

-De acuerdo, trataré de hacerme amigo de Bridget -Respondió en voz baja.

-¡Los dos lo intentaremos! -Se apresuró a decir Hannah mientras sus mejillas se sonrojaban.

Elbler les agradeció a los dos, y acto seguido, tuvo que retirarse al campo de Quidditch debido a que varios miembros de su equipo le gritaban desde las gradas que fuera a reunirse con ellos.

De la nada, Hannah se separó de Ernie y comenzó a caminar apresuradamente hacia el castillo, mientras se frotaba la cara con frustración y murmuraba un montón de cosas que Ernie no pudo entender. El muchacho trató de averiguar lo que le pasaba a su amiga, pero esta se rehusó a dirigirle una sola palabra a cualquier persona durante toda la tarde.

***

El viernes en la mañana encontraron a la profesora Sprout en la sala común de Hufflepuff. Quería hablar con Ernie, Hannah y Justin para saber si estaban interesados en continuar dentro de la Patrulla Tejón en su segundo año. La profesora les informó que aún no había nuevos miembros en la patrulla, y sin ellos tres tendrían que cancelarla por todo el año escolar.

A Ernie y a sus amigos les daba lastima rechazar la idea de no formar parte de la Patrulla Tejón. Hannah y Justin habían revivido el club para ayudar a Ernie en primer año, y muy en el fondo, los tres disfrutaban ayudar al colegio y a sus profesores con trabajos que después serían recompensados.

Los tres amigos aceptaron la oferta, y la profesora Sprout les informó alegremente sobre su primera tarea del año. Después de que las clases terminaran, debían dirigirse a la cabaña de Hagrid para ayudarlo en su huerta. Faltaba poco tiempo para la fiesta de Halloween y la escuela iba a necesitar un montón de calabazas para la decoración.

Ernie no quería ensuciar el collar de salamandra con la tierra húmeda de la huerta, por lo que se demoraron un rato en ir a la cabaña de Hagrid ya que Ernie tenía que regresar al dormitorio a dejar el collar.

El guardabosques los recibió con tres tasas humeantes de té y una bolsa llena de botas y guantes para trabajar en la huerta. En lo que terminaban de beber su té, Hagrid les explicó que había sufrido una infestación de babosas carnívoras en su jardín, por lo que se había retrasado en la siembra de calabazas y aún no habían alcanzado un tamaño ideal.

-¿Por qué no pruebas con algún fertilizante? -Le preguntó Justin, terminando de colocarse un par de botas de trabajo azules.

-No se puede comprar en cualquier mercado un fertilizante lo suficientemente potente como para que las calabazas estén listas para la fiesta de Halloween -Respondió el enorme hombre.

De repente, Hannah abrió mucho los ojos, emitió un gritito agudo y comenzó a buscar en el interior de su mochila.

-Recuerdo haber leído sobre un hechizo fertilizante en uno de los libros de Herbología que saqué de la biblioteca -Explicó Hannah, sacando de su mochila un libro azul con el lomo arrugado, las hojas amarillas y las esquinas de la cubierta dobladas-. No es muy complicado de hacer. Magos que se dedican a la agricultura lo utilizan todo el tiempo.

Hagrid se removió incómodo en su asiento y comenzó a rascar su espesa barba con nerviosismo.

-En realidad, no creo que usar magia sea buena idea.

-¿Cuál es el problema, Hagrid? -Dijo Ernie, colocando sobre la mesa su tasa de té-. Hannah dice que no es un hechizo complicado, seguramente los cuatro podremos realizarlo sin problemas.

Hagrid se levantó de su asiento y se dirigió hacia el sillón junto a la chimenea. Ahí reposaba un viejo paraguas rosado encima de un esponjoso cojín. Hagrid se inclinó ligeramente y sus gigantescas manos agarraron el paraguas con delicadeza.

-Sé que ustedes tres son buenos muchachos, así que tengo que contarles algo importante -Dijo con seriedad, volteándolos a ver-. Yo tuve algunos problemas en mi tercer año de estudiante en Hogwarts, lo que resultó en mi expulsión y nunca pude terminar mi educación mágica. El profesor Dumbledore se apiadó de mí y me otorgó este paraguas para utilizarlo como varita sin que nadie se diera cuenta.

Ernie se sorprendió mucho al escuchar las palabras del guardabosques. El año pasado, Ernie había descubierto que Hagrid ocultaba un huevo de dragón en su cabaña, algo que era completamente ilegal. No se lo había contado a alguien más porque sabía que Hagrid era una persona amable y trabajadora, y seguramente debía tener una buena razón para ocultar el huevo de una criatura tan peligrosa. Además, nunca pasó nada realmente malo y no parecía haber alguna señal del dragón en la cabaña, lo que significaba que Hagrid ya había resuelto ese asunto.

-Les juro que nunca lastimé a otra persona, todo se trató de un complot para hundirme, pero solamente el director Dumbledore me creyó. Por favor les pido que me comprendan y guarden el secreto -Continuó Hagrid.

Ernie contempló sorprendido lo rápido que Justin y Hannah aceptaron la palabra de Hagrid y prometieron no decir nada. Ernie no era tan fácil de convencer, tal vez se debía al descubrimiento del huevo o al hecho de que Hagrid parecía tener una vida mucho más turbia de lo que había imaginado. Sin embargo, Ernie comprendía que cualquier persona podía vivir momentos oscuros y eso no significaba necesariamente que fueran malas personas.

Durante su corta vida había visto como su padre trataba con criminales crueles y sanguinarios, gente que subestimaba la gravedad de sus acciones, personas que simplemente no habían tomado las mejores decisiones en sus vidas, o que ni siquiera habían tenido la oportunidad de elegir un camino justo. Ahora su hermano mayor tendría que pasar por lo mismo, y ya comenzaba a mostrar las consecuencias de una vida como auror. Ernie notaba que la expresión de conflicto y amargura en el rostro de Edrick era cada vez más común.

Tal vez Hagrid se vio en vuelto en una situación que se escapaba de sus manos y fue el único que salió perdiendo. Además, si un hombre honorable y recto como Dumbledore había confiado en Hagrid, él también podía hacerlo.

-No se lo contaremos a nadie -Dijo después de un rato de guardar silencio.

Hagrid les agradeció a los tres por guardar el secreto y los ofreció más té, el cual los muchachos rechazaron porque se hacía tarde y no quería caminar de vuelta al castillo en tinieblas, además, ninguno soportaba otro pastel duro que Hagrid les ofrecía.

Se dirigieron a la pequeña huerta detrás de la cabaña, y Hannah les hizo una demostración sobre cómo utilizar el hechizo fertilizante. Entre los cuatro tardaron menos de una hora en hechizar a todas las calabazas, incluso, Justin se tomó diez minutos para enseñarle a Hagrid unas técnicas de cultivo muggle que utilizaba en su granja y le anotó en un pedazo de pergamino una lista de productos que podía comprar la próxima vez que visitara Londres.

Para el atardecer, las calabazas habían alcanzado el tamaño de enormes rocas y Ernie se había cubierto de tierra hasta las orejas, cosa rara dado que no habían hecho tanto trabajo con la tierra húmeda. Hagrid volvió a agradecerles por su ayuda y les informó que le comentaría a la profesora Sprout que le diera veinte puntos a Hufflepuff.

-No logro comprender porque siempre que trabajamos con Hagrid termino lleno de tierra, mientras que ustedes permanecen impecables -Les comentaba Ernie a sus amigos durante el camino de regreso al castillo.

Justin y Hannah se dedicaban a reír y a compartir miraditas cómplices.

-No es un gran misterio, Ernie -Respondió Justin, tratando de dejar de reír-. Hannah y yo estamos acostumbrados a trabajar con tierra y a cargar cosas pesadas. Tú eres un niño rico, se nota en tu manera de hablar y en como te mueves. No estás acostumbrado al trabajo duro, es normal que te ensucies mucho si te mandan a trabajar al campo.

Ernie no se molestó por la respuesta de su amigo, pero aún así intento defenderse para eliminar la vergüenza que lo invadía.

-¿En serio?, pues tal vez mi familia tenga algunos recursos, pero les aseguro que tener a Elric Macmillan como padre no garantiza una vida libre de trabajo duro. Tenemos una elfina doméstica y aún así aprendí a utilizar un trapo y una escoba justo después de aprender a caminar.

Justin y Hannah siguieron mofándose de Ernie hasta que llegaron al puente cubierto. Fue ahí donde se toparon con una diminuta figura con pelo naranja. Al principio creyeron que se trataba de uno de los hermanos Weasley, pero conforme se iban acercando descubrieron que se trataba de la hermana menor de los Weasley, Ginny.

Lucía pálida y nerviosa, como si estuviera buscando algo. A los tres les pareció extraño que una niña de primer año anduviera deambulando por los jardines del castillo en una hora tan tarde, por lo que se detuvieron a hablar con ella y le preguntaron si necesitaba algún tipo de ayuda.

-No se preocupen, solo vengo a buscar a mi hermano Ron. Creo que está en el campo con sus amigos o pasando el rato en la cabaña de Hagrid. Mi madre quiere que lo vigile para que no se meta en mas problemas -Les respondió la chica en voz baja.

Ginny se fue antes de que pudieran decirle que acababan de estar en casa de Hagrid y que Ron no se encontraba ahí, pero decidieron que era mejor seguir su camino y que Ginny se diera cuenta cuando llegara a la cabaña, incluso, era posible que Hagrid la ayudara a encontrar a su hermano.

Una vez dentro del castillo decidieron que, a pesar del enorme cansancio que sentían, era mejor ir al Gran Comedor o el estómago no les permitiría dormir en toda la noche. Pero antes debían pasar al baño de niños en la planta baja para que Ernie pudiera limpiarse un poco.

Los corredores estaban prácticamente desiertos, lo cual era normal ya que la cena había empezado desde hacía un rato y todos debían estar reunidos en el Gran Comedor. Sin embargo, cuando se encontraban cerca de los baños comenzaron a escuchar gritos.

Alarmados, se acercaron sigilosamente hacia la fuente de los gritos y descubrieron que se trataba de una niña de primer año. Se trataba de Brina Zabini, la reconocieron fácilmente debido a que ella fue la única niña de primer año que tenía la piel negra, era robusta y tenía el pelo ondulado.

La razón de sus gritos se debía a dos duendecillos voladores que no paraban de perseguirla y jalarle los rizos. Eran pequeños, delgados y de un color azul eléctrico. Tenían orejas puntiagudas, ojos negros y un par de antenitas.

Ernie sabía que a esas criaturas se les llamaba duendecillos de Cornualles, y se caracterizaban por tener vocecitas agudas y una fascinación por hacerle bromas a los humanos y dejarlos colgados de árboles. También sabía que el profesor Lockhart había dejado escapar unos cuantos durante la primera clase de Defensas Contra las Artes Oscuras y ahora estaban por todo el colegio.

Brina trataba de espantarlos dando manotazos al aire, pero los duendecillos los esquivaban hábilmente y seguían tirando de su cabello marrón. Ernie estaba listo para tomar su varita y ayudar a la chica, pero Justin se le había adelantado.

Flipendo! -Gritó Justin, y una luz azul emanó de su varita, golpeando al duendecillo más cercano.

La criatura salió disparada hacia un muro y se desplomó inconsciente hasta el suelo. Antes de que el segundo duendecillo terminara de procesar lo que estaba sucediendo, Justin repitió el maleficio y se deshizo de él. Desde primer año se habían dado cuenta de que Justin tenía cierta habilidad para los encantamientos.

Brina se había espantado por los maleficios y se había tirado al suelo con las manos protegiendo su cabeza. Hannah se acercó a ella y la ayudó a ponerse de pie.

-Tranquila, ya no pueden hacerte daño -Le decía Hannah con voz amable.

-Llevo toda la semana escapándome de ellos -Se quejó Brina, limpiando el polvo de su uniforme de Slytherin-. Les gusta molestarme por mi cabello. Le dije a mi amigo Berto que iría el baño de niñas, y esos molestos duendecillos se pusieron a perseguirme en cuanto abandoné el Gran Comedor.

-No te preocupes, Justin puede enseñarte el maleficio que utilizó para que puedas defenderte de ellos -Sugirió Ernie, mientras su amigo asentía ligeramente.

Brina se comportaba un poco desconfiada, pero aún así les agradeció por su ayuda, en especial a Justin, y dejó que el muchacho le enseñara como realizar el maleficio.

-Yo se lo enseño de camino al baño de niñas, puede que nos topemos con otro par de duendecillos -Se ofreció Hannah, encaminando a Brina hacia el baño de niñas.

Justin y Ernie vieron que los duendecillos empezaban a despertarse y a ponerse de pie, y se metieron al baño de niños antes de que las criaturas se desquitaran con ellos. 


🦝🦝🦝

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