Capítulo 39
HANNAH
Nunca en su vida había experimentado tanto miedo como ahora. Su corazón martilleaba en su pecho como si fuera una bomba que amenazaba con explotar en su interior. Ya no podía ver a Ernie. Hannah iba a necesitar arrastrarse hasta la parte más alta del techo para lograr encontrarlo, sin embargo, en su estado mental actual esa tarea le resultaba casi imposible.
Primero debía ocultarse. Sus manos temblorosas buscaron el dije con forma de salamandra de bronce que colgaba de su cuello. Debía ser fácil, después de todo, había visto a Ernie utilizar el poder del collar para volverse invisible muchas veces.
Hannah cerró los ojos. Temblaba igual que un perro mojado, pero recordó las últimas palabras que Ernie le había dicho y enfocó su mente en lo que deseaba que el collar hiciera.
No dejó de sentir en ningún momento el agobiante temor de que el collar no funcionara para ella, sin embargo, y en contra de todo lo que sentía, cuando Hannah volvió a abrir los ojos descubrió que su mano y el resto de su cuerpo eran completamente transparentes. Sucedió en un momento muy adecuado, ya que pocos segundos después, Hannah sintió que el collar y los aretes de bronce le advirtieron del peligro, y al siguiente segundo, comenzó a escuchar pisadas sobre el pasto, acompañadas de gruñidos espectrales.
La niebla alrededor de la choza se volvió más densa, pero Hannah pudo distinguir la delgada silueta del gytrash olfateando el suelo alrededor de la choza, y casi de inmediato, la mujer y el hombre que los persiguieron desde Honeydukes aparecieron en la parte delantera del lugar.
El corazón de Hannah dio un brinco cuando los vio tan cerca de donde ella se encontraba, pero se tapó la boca con las manos y controló la fuerza de su respiración lo mejor que pudo para no delatarse.
En algún momento antes de llegar ahí, la mujer se había retirado la capucha de la cabeza. Ahora Hannah podía distinguir que tenía la piel morena, cejas gruesas, y el cabello negro azabache y recogido en una larga trenza.
-Oye, Canek -Habló de pronto el hombre que cargaba una espada en su cinturón, con voz rasposa-. ¿No te parece que ya va siendo hora de que le pidamos a Yaak que traiga al otro feo perro para que ambos encuentren a los fugitivos?
Aunque Hannah no pudo verlo claramente, sintió como la mujer le lanzaba una mirada severa a su compañero, y también creyó ver que el gytrash gruñó por un segundo al humano como señal de advertencia.
-Déjate de nombres, ¿entiendes? -Dijo la mujer. Parecía que su voz siempre sonaba aterradora y fría. Hannah notó que ambos hablaban con un acento peculiar-. Y nuestro colega y el otro gytrash deben quedase en la dulcería para vigilarla. Los que buscamos seguramente deben querer algo de ahí.
-¿La dulcería no será su hogar? -Preguntó el hombre.
-Esa tienda es atendida por una pareja de viejitos, y no creo que alguno de ellos tenga la suficiente energía para escapar del gytrash -Contestó Canek, asomándose por la ventana para revisar el interior de la choza-. Hemos pasado bastante tiempo en este antiguo pueblo, en este punto, ya deberías ubicar a los dueños de las únicas tiendas de este lugar.
-Los asuntos de los demás no son de mi interés. Y lo único que yo sé con certeza es que, si no nos apuramos, vamos a terminar despertando a todos los habitantes de esta villita.
Canek soltó una corta risita.
-Las brujas y brujos de aquí son tan huraños y aburridos que no creo que nadie se tome la molestia de salir de su casa por un poco de alboroto -Respondió Canek-. Además, estoy segura de que antes de que salga el sol, ya habremos capturado a esos ladrones.
Y justo en el segundo exacto en que Canek terminó de hablar, el gytrash aulló escandalosamente a un lado de la parte de la valla que tenía las tablas rotas a la mitad. El mismo lugar por donde Ernie había irrumpido al patio de enseguida.
-Te lo dije -Le dijo Canek a su compañero, esbozando una sonrisa triunfante-. El chucho ya encontró el rastro de los fugitivos.
Acto seguido, ambos humanos se reunieron con el gytrash y cruzaron la valla.
Aunque ahora estaba sola y fuera de peligro, Hannah no sintió tranquilidad. Necesitaba saber que Ernie se encontrara a salvo. Con mucho cuidado, Hannah escaló lentamente hasta llegar a la parte más elevada del techo. Se sostuvo firmemente del viejo pararrayos y después se puso de pie. La altura le provocó un poco de vértigo, pero afortunadamente logró obtener una vista amplia de los patios de la casa alrededor.
Ernie no se veía por ninguna parte de la casa vecina, pero Canek, el hombre con la espada en su cinturón y el gytrash si estaban ahí. Aunque esa casa no estaba abandonada como la choza, el patio si se veía muy descuidado. Chatarra y basura regada por cualquier lado, césped y mala hierba sin cortar, y lo más sorprendente de todo, la cerca estaba tan vieja y rota que fácilmente se podía acceder a los patios de las casas de alrededor por varios puntos.
Sus asechadores también se percataron de esto, y con tan solo un intercambio de miradas, el hombre se separó del pequeño grupo y accedió por un enorme hueco en la cerca a los jardines de la casa a la derecha. Hannah lo perdió de vista.
Después, Canek y el gytrash caminaron por encima de un par de tablas astilladas que se habían desprendido de la cerca e irrumpieron en el patio de la casa a la izquierda. El animal rápidamente comenzó a olfatear el suelo, pero la mujer se detuvo un momento para examinar su nuevo entorno. Hannah también comenzó a revisar con angustia cada detalle de ese lugar.
Ese patio seguramente le debía pertenecer a una familia con varios ojos, ya que había juguetes regados por todas partes, un par de columpios, una resbaladilla, y un enorme roble con una casita del árbol a medio construir. Hannah sintió como su corazón se detuvo por un segundo cuando descubrió a Ernie oculto en una esquina de la casa del árbol.
A diferencia de la casa anterior, la cerca de ese patio si estaba en bueno estado y era mucho más alta y sólida que la del resto del vecindario. Seguramente Ernie no pudo encontrar una forma de salir de ese patio y no tuvo más opción que esconderse en la casita del árbol.
Ella podía verlo desde el techo gracias a que la pared que miraba hacia la choza abandonada tenía algunas tablas mal acomodadas que dejaban el suficiente espacio para distinguir a una pequeña figura negra encapuchada, pero tal vez la falta de altura impedía que Canek pudiera percatarse de que había alguien escondido en la casa del árbol, y aunque subiera la escalera de madera, Hannah confiaba que Ernie sería lo suficientemente listo como para que se le ocurriera empujar a Canek. Lo malo era que a esa casa del árbol le faltaba una pared por construir, sin embargo, Canek no podía notarlo, ya que desde donde ella estaba la casita se veía completa.
De repente, el gytrash comenzó a ladrar con desesperación. Hannah temió que el animal fuera directo hacia la casa del árbol, pero ocurrió todo lo contrario. Por alguna razón desconocida, el gytrash corrió hacia el lado de la cerca opuesto a la casita del árbol, y la atravesó como si fuera una nube de humo. Hannah supuso que los gytrash debían tener la habilidad de adoptar forma sólida a humo a voluntad
-¡¿A dónde vas?! -Le gritó Canek al animal, enfadada.
Pero el animal no la escuchó, simplemente se limitó a buscar algo en el terreno baldío que estaba en la esquina del vecindario.
-Animal traicionero -Escuchó Hannah murmurar a Canek-. Pero no importa, de cualquier forma, yo sé que están aquí.
Canek se adentró al patio y fue a revisar la zona de los columpios.
-Aún no descifro la razón por la que han decidido no utilizar magia para defenderse. Puedo suponer que no quieren llamar la atención -Siguió hablando Canek, utilizando un tono seguro y vacilador-. ¿Les gustaría saber por qué a mí no me interesa si todo este pueblo despierta y viene hacia aquí? ¿Ni siquiera la adorable familia con montones de mocosos que vive en esta casa?
>>Todo se debe a que, durante un largo tiempo, he recorrido un camino tormentoso y lleno de obstáculos. He hecho más cosas de las que me creía capaz, incluso envié a un traficante de animales mágicos a la cárcel solo para desquitarme. Y después de tanto tiempo y esfuerzo, estoy convencida de que un pequeño pueblo como este no va a detenerme de conseguir mi objetivo.
>>No sé quiénes son, o cuáles son sus intenciones. De lo que sí estoy segura es que ustedes tienen algo que nos pertenece, y si tengo que despellejarlos mientras están vivos para recuperarlo, no duden ni por un segundo que lo haré. Llevo mucho tiempo siguiéndoles la pista, desde Inglaterra hasta Escocia, y después de meses eternos de sufrir frio y monotonía en esta villa, finalmente han decidido traer las reliquias de bronce a este lugar. Hoy es la noche en que termina todo.
Después de escuchar a Canek hablar, Hannah no tenía palabras para describir el miedo y la confusión que experimentaba. Todo lo que la mujer había dicho le resultaba completamente ajeno, menos la parte de las reliquias de bronce. Tampoco entendía porque Canek los acusaba de ser ladrones cuando Hannah jamás la había visto en toda su corta vida, pero eso no era lo que importaba en ese momento.
Hannah apartó su vista de Canek y la dirigió hacia donde Ernie se ocultaba, desafortunadamente, lo que vio la horrorizó por completo. Había una gran nube de humo gris detrás de Ernie, justo en el mismo sitio en el que faltaba una pared en la casita a medio construir. Ernie no había notado la nube porque toda su atención estaba completamente enfocada en Canek.
Primero temió que fuera el gytrash que había encontrado a Ernie, pero Hannah logró distinguir a través de la ventana de la casita de madera como un largo brazo humano surgió de la nube de humo y ahora se extendía lentamente hacia Ernie. Hannah había escuchado historias sobre brujas y magos que podían adoptar forma de humo, y de esa manera lograban moverse con gran sigilo y rapidez como si fueran fantasmas. Seguramente la persona en la nube de humo era el hombre que cargaba una espada en su cinturón, quien había descubierto a Ernie y ahora estaba a punto de capturarlo. Lo peor era que Ernie estaba tan concentrado en Canek, que no estaba ni cerca de notar la presencia del hombre.
Hannah deseó con desesperación que Ernie se diera la vuelta y lograra escabullirse a tiempo. Pero eso no iba a ocurrir salvo que alguien se lo advirtiera. Y Hannah no podía hacerlo, ya que gritar sería suficiente para que Canek descubriera su escondite, y si ella sabía la existencia de las reliquias y lo que hacían, ser invisible no iba a ayudarle de nuevo.
<<¡Mira detrás de ti, Ernie!>> Pensó Hannah, con una profunda desesperación.
Si ella no hubiera sido invisible en ese momento, cualquier persona en la zona vería a una pequeña chica parada sobre el techo de una vieja choza. Y por encima de todo, se hubieran fijado en que los aretes que usaba la chica brillaban como si se tratara de dos pequeñas estrellas.
De repente, algo sorprendente sucedió.
Hannah no pudo ver con claridad lo que ocurrió dentro de la casita del árbol, pero si logró ver cuando Ernie miró hacia atrás en el último momento y pudo evadir por los pelos el brazo que se disponía a capturarlo.
Después, la casita y el árbol entero se sacudieron. Proviniendo de alguna parte del árbol, se escuchó el canto alarmado de un ave. El interior de la casita se llenó de humo, y aunque había evadido a su asechador, Ernie terminó resbalando por el borde de la casita y cayó encima de unos arbustos rectangulares.
Una luz se encendió en la casa de la familia, no obstante, eso era lo menos preocupante de toda la situación. Ahora Canek tenía el camino libre para acabar con la figura encapuchada que había caído sobre los arbustos, y rápidamente se dirigió hacia ella con aire amenazante y la varita encendida.
No conocía ningún hechizo que pudiera noquear a Canek, y aunque bajara del techo y corriera hacia el otro patio, no lograría salvar a Ernie a tiempo. Desesperada, Hannah comenzó a buscar por todas partes con la mirada otra forma de ayudar a Ernie. De pronto, sus ojos se toparon con el ave en el árbol que había sido perturbada momentos antes. Era un halcón, cuyas plumas eran de color azul y su pico amarillo.
El halcón estaba completamente inmóvil sobre una rama, con sus ojos negros fijos en Ernie y Canek. Tal vez se debió a su estado tan grave de estrés y alteración, pero Hannah sintió el fuerte impulso de gritarle al halcón que hiciera algo para salvar a su amigo de la amenazadora mujer vestida de negro.
<<¡Haz algo para impedir que la mujer lastime a mi amigo, pajarraco tonto!>> Exclamó Hannah en su mente.
Y aún más sorprendente, justo cuando Canek sujetó a Ernie del suéter y vio claramente su rostro por primera vez, el halcón saltó de la rama y voló velozmente en picada hacia la mujer.
Canek nunca imaginó que una enorme ave volaría directo hacia su cabeza y le dejaría un largo rasguño a un lado de la cara. La mujer soltó un gruñido de dolor y se separó varios pasos de Ernie. Confundida, miró hacia el cielo y descubrió que el halcón volaba de nuevo hacia ella. Canek se agachó y esquivó el ataque en el último momento, pero el ave no iba a dejarla en paz.
Canek tampoco iba a permitir que el halcón la tratara como su siguiente presa. El halcón volvió a elevarse en el cielo y Canek apuntó su varita hacia el ave. Murmuró algo que Hannah no pudo distinguir, y un mortífero rayo rojo emanó de su varita. El halcón logró esquivarlo haciendo un veloz giro en el aire. Aquello solo fue el comienzo de una intensa batalla entre Canek y el halcón.
-¡Cabrera! -Gritó Canek, después de esquivar nuevamente las afiladas garras del halcón-. ¡Deja de estar perdiendo el tiempo en esa casita y ven a ayudar!
El hombre que cargaba una espada en su cinturón se asomó por la puerta de la casita del árbol. Tenía su mano izquierda apoyada en su frente como si hubiera sufrido un golpe.
-Dame un minuto -Respondió el hombre, con voz rasposa y cansada-. Me cara se estrelló contra una de las paredes y ahora todo me da vueltas.
-¡Eres un inútil, Cabrera! -Exclamó Canek.
-Y tú una problemática -Contestó Cabrera.
Después, Canek apuntó su varita hacia el suelo, murmuró unas palabras, y del césped surgió un escudo hecho con raíces y musgo, el cual se veía tan sólido como uno fabricado con metal.
Ahora, en lugar de lanzar rayos mortales, Canek bloqueaba hábilmente los ataques del halcón con el escudo.
Con Canek ocupada con el halcón, y el hombre de nombre Cabrera aturdido, Ernie tenía una oportunidad para escapar. Se levantó de los arbustos, esquivó a Canek, quien había intentado agarrarlo de la túnica, y comenzó a correr hacia el espacio en la cerca por donde había entrado, sin embargo, no pudo salir del patio.
A tan solo pocos metros de alcanzar la libertad, el gytrash, que minutos atrás había atravesado la cerca para ir al terreno baldío, regresó para acorralar a Ernie. Esta vez llevaba en su hocico un zapato negro que mordía con furia.
El muchacho retrocedió con cautela, aunque de nada sirvió, ya que el gytrash escupió el zapato y comenzó a correr hacía él, dispuesto a derribarlo y a encajar su espectral dentadura en una de las piernas de Ernie.
-¡Cuidado! -Gritó Hannah, sin poder evitarlo.
Y en ese preciso momento, algo parecido a un rayo blanco descendió del cielo y se estrelló en el reducido espacio entre Ernie y el gytrash. Una nube de humo blanca se levantó e inundó el patio. Durante varios angustiantes segundos, que más bien se sintieron como horas, Hannah no pudo ver nada de lo que pasaba en aquel lugar, nada salvo fugaces relámpagos que se percibían ocasionalmente. Escuchó al gytrash aullar de dolor y un par de exclamaciones que le pertenecían a Canek.
Afortunadamente, el humo comenzó a disiparse, y poco a poco, Hannah distinguió a Ernie tirado en el suelo. No parecía herido, más bien daba la impresión de que el impacto del rayo lo había hecho caer de espaldas. Hannah se percató de que había alguien más junto a Ernie, alguien nuevo y desconocido.
Se trataba de una figura que estaba cubierta de pies a cabeza por una túnica azul. En la mano derecha llevaba una varita encendida. Hannah no podía ver si el rostro de la figura estaba descubierto, pero eso no era lo importante. A los pies de la misteriosa figura, yacía el inconsciente cuerpo del gytrash. Un par de metros a la derecha, estaba Canek, arrodillada sobre una pierna y sujetando el escudo con firmeza; lucía muy similar al dibujo de un caballero medieval que Hannah veía en los cuentos de hadas que leía de pequeña. El halcón ya no atacaba a Canek, en su lugar, estaba apoyado en el hombro de la figura de azul. Sin embargo, Canek aún necesitaba su escudo para protegerse de la figura, ya que, en algún momento durante la confusión y el humo espeso, su compañero Cabrera fue víctima de un hechizo aturdidor y ahora su cuerpo estaba tirado sobre el suelo de la casita del árbol.
Después de un breve rato en el que nadie movió ni un músculo, la figura extendió su brazo izquierdo hacia Ernie y lo tomó por el cuello del suéter. Hannah se paralizó al creer que aquel desconocido atacaría a Ernie, pero de pronto se escuchó un estruendoso <<¡crac!>>, y los cuerpos del desconocido, el muchacho y el halcón se deformaron a una velocidad inimaginable, adoptando la forma de una cambiante espiral que fue rápidamente disminuyendo hasta fundirse con la nada.
Todo ocurrió en tan solo un par de segundos, y Hannah aún no acababa de comprender lo que había sucedido.
-¡No! -Gritó Canek, arrojando el escudo de raíces hacia el lugar en donde momentos antes se encontraban Ernie y la misteriosa figura.
Mientras Canek se desquitaba con el escudo de madera, Hannah se percató de que ahora estaba completamente sola. Aunque ya no había tanto alboroto como antes, Hannah seguía igual de asustada. Y lo peor de todo, no se había percatado hasta ese momento de que llevaba varios minutos siendo completamente visible.
Hannah supuso que, en el momento en que intentó advertirle a Ernie del peligro, el deseo de ayudar a su amigo fue más fuerte que el desear ocultarse, y el collar simplemente interpretó que ya no quería estar escondida.
Con manos temblorosas, Hannah sujetó el collar y estuvo apunto de pedirle que volviera a hacerla invisible, sin embargo, se escuchó otro ruidoso <<¡crac!>>, y de repente, Hannah ya no se encontraba sola en el techo de la choza.
La figura misteriosa estaba parada a un lado de ella. Ahora Hannah podía observarla mucho mejor. La túnica azul se ajustaba al cuerpo de la persona en algunas partes, y revelaba una silueta femenina. Hannah miró directo al rostro de la mujer, y descubrió un antifaz azul, el cual había sido fabricado de un material desconocido, que ocultaba la mitad superior del rostro de la mujer y solo dejaba ver sus ojos turquesa. No parecía que le afectara la altura en absoluto.
Hannah no sabía que intenciones tenía aquella mujer, y no iba a confiar en ella tan fácilmente. Hannah se sostuvo fuerte del pararrayos y retrocedió unos pasos. Sin previo aviso, ocurrió una explosión a pocos centímetros de en donde se encontraba Hannah, y varias tejas volaron en pedacitos. Si Hannah no se hubiera sujetado del pararrayos, sin duda habría caído al suelo. Pero el techo de la vieja choza se sacudió por unos segundos, y sumándole la fuerza con la que la Hannah se aferraba al para rayos, el objeto metálico no pudo soportarlo más y se desprendió.
La chica soltó un grito agudo mientras su cuerpo se deslizaba por el tejado. Parecía que todo había acabado para ella, pero afortunadamente, Hannah logró sujetarse del borde del techo en el último segundo. Ahora su cuerpo estaba suspendido en el aire, y ella se aferraba con todas sus fuerzas a la orilla.
En medio de todo el terror y caos que estaba viviendo, la mente de Hannah logró averiguar de inmediato que esa explosión era el resultado de algún hechizo lanzado por Canek, quien había descubierto su escondite y ahora se disponía a acabar con ella.
La mujer misteriosa descendió hábilmente del techo hasta la orilla y extendió un brazo hacia Hannah.
-¡Dame tú mano ahora! -Le gritó la mujer-. ¡Ella no tardará en llegar aquí! ¡Tenemos que irnos en este momento!
Definitivamente Hannah no confiaba en esa mujer, pero prefería estar en cualquier parte con ella que a merced de Canek. Además, sus delgados brazos se estaban cansando y no soportarían por mucho tiempo.
Sin más opciones, Hannah soltó una mano de la orilla del techo y rápidamente buscó con desesperación la de la mujer. Sintió un fuerte apretón en su antebrazo, y cuando creyó que iba a caer, el entorno se volvió completamente negro. Experimentó una intensa presión por todo el cuerpo. El aire le faltó por varios segundos, le dio el peor dolor de cabeza de su vida, y sus extremidades se entumieron horrorosamente. Afortunadamente, más pronto de lo que se daría cuenta, aparecería en un lugar nuevo y tranquilo.
Hannah sintió que sus pies golpeaban un suelo de madera, pero ella seguía tan aturdida que no pudo mantener el equilibrio. Su mano se golpeó contra una silla, y escuchó breve chirrido mientras caía. Por suerte, había una cómoda alfombra que amortiguó el golpe contra el suelo.
Hannah permaneció varios segundos acostada en el suelo, con los ojos cerrados e intentando recuperar el aliento. Pronto sintió como alguien se arrodillaba enseguida de ella y un par de brazos la sujetaban con delicadeza.
-¿Te encuentras bien, Hannah? -Escuchó a la preocupada voz de Ernie hablar.
La chica abrió los ojos, y aunque veía un poco borroso, si pudo distinguir que ahora se encontraban en el interior de una acogedora casa.
🦝🦝🦝
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