Capítulo 17
ERNIE
Después del fracaso que fue su investigación, y con el hermano mayor de Ernie haciendo guardia en los corredores, los tres decidieron mantenerse alejados de problemas y alejados de romper las reglas del colegio, salvo por un par de visitas clandestinas a la cocina para comer un poco antes de dormir.
Los profesores se habían negado a seguir respondiendo todas las dudas de los estudiantes respecto a la Cámara de los Secretos y el estado de la señora Norris, pero por los corredores se propagaba fuertemente el rumor de que Harry Potter era el heredero de Slytherin, aunque muchos creían también que debía tratarse de algún alumno perteneciente a la casa de las serpientes.
Durante la primera semana de noviembre, Justin llegó muy emocionado a la sala común de Hufflepuff para anunciarles a Ernie y a Hannah que Gilderoy Lockhart había aceptado su propuesta de convertirse en su nuevo ayudante personal. Las últimas clases de Defensa Contra las Artes Oscuras habían tratado de representaciones que el mismo Lockhart hacía sobre sus épicas aventuras que narraba en sus libros, y aunque a la mayoría de estudiantes comenzaba a molestarle, Justin era de los pocos alumnos que se emocionaban con cada representación.
El nuevo trabajo de Justin consistiría en acudir muy temprano todas las mañanas al despacho de Lockhart para quitarle el polvo a todos sus retratos, y preparar todos los materiales que se utilizarían para las clases de ese día. Justin se encargaría de todos estos trabajos, mientras Lockhart se ocupaba de elaborar las pociones que necesitaba para su rutina diaria de cuidado del cabello.
Ernie y Hannah fingieron estar emocionados por su amigo, pero en el fondo sabían que, sin importar lo feliz que Justin pudiera sentirse por ser el asistente de su más grande héroe, en algún momento terminaría desilusionándose de la imagen perfecta que tenía de Lockhart.
Ernie trató de disuadirlo de seguir con el trabajo durante la clase de Encantamientos. El profesor Flitwick les había ordenado que practicaran el encantamiento de congelación en parejas, mientras se turnaban para arrojarse pelotas de goma entre sí.
Ernie no había podido parar ni una de las pelotas que Justin le arrojaba. Al mismo tiempo, Hannah se encontraba del otro lado del aula, practicando el mismo ejercicio con Susan.
-Solo digo que conocer a tus héroes nunca sala bien -Decía Ernie, preparándose para tomar su turno de arrojarle pelotas a su compañero-. Podrías terminar enojándote con Lockhart por asignarte muchas tareas.
Ernie se agachó para recoger una pelota roja grande del suelo, y un segundo después, la había arrojado a la altura de los hombros de Justin.
-¡Immobulus! -Exclamó Justin. Una luz azul apareció en la punta de su varita y la pelota roja se paralizó en el aire, a tan solo medio metro de distancia de Justin.
-¡Muy bien hecho, señor Finch-Fletchley! -Dijo el profesor Flitwick, que recorría el aula, supervisando a cada pareja-. Esta es la tercera pelota que detiene hoy.
-Gracias, profesor -Respondió Justin.
Luego, el profesor Flitwick acudió al llamado de ayuda de Megan Jones, quien había congelado a Wayne Hopkins en lugar de a la pelota.
-No puedo desaprovechar una oportunidad como esta, Ernie -Reanudó Justin la conversación-. Trabajar junto a un hechicero tan legendario como Lockhart no es algo que se rechace tan fácil, y claro que sé que será muy difícil, pero igual vale la pena.
-No puede ser que sigas obsesionado con ese charlatán -Intervino Zacharias Smith, que practicaba junto a Leanne, justo enseguida de dónde se encontraban Justin y Ernie- Después de presenciar sus insufribles clases en donde no hace más que relatar los pasajes de sus novelas, ¿aún sigues creyendo que ese famoso presumido es buen maestro?
-No metas tu respingona nariz aquí, Smith -Le espetó Ernie, con fastidio.
Parecía que Zacharias iba a contestarle con algo hiriente, pero su actitud cambió al último segundo y se quedó mirando al pecho de Ernie.
-¡Oiga, profesor Flitwick! -Exclamó Zacharias, de repente-. Tenía entendido que los estudiantes no podían utilizar joyería durante las clases, ¿el raro collar de Ernie no cuenta cómo joyería?
Ernie y Justin se miraron entre sí, con los ojos muy abiertos y conteniendo la respiración, mientras el pequeño profesor Flitwick se acercaba.
-Está en lo correcto, señor Smith -Respondió el profesor, después de haber examinado muy de cerca el collar de bronce-. Ernie, haz el favor de guardarlo y no traerlo mas a clase. Aunque debo confesar que es un collar muy fascinante, hasta me atrevería a decir que es obra de un mismísimo duende.
Avergonzado, a Ernie no le quedó de otra más que obedecer y guardar el collar en su túnica, mientras que Zacharias sonría satisfecho. Después, Ernie y Justin trataron de dejar el acontecimiento a un lado y siguieron practicando el encantamiento, sin embargo, casi al final de la clase, una pequeña pelota azul sobrevoló el aula y terminó estrellándose fuertemente contra la cabeza cubierta de rizos de Justin.
Adolorido, el muchacho se sobó la cabeza y se dio media vuelta, solo para descubrir que el responsable de arrojar la pelota era Susan.
-¡Disculpa! -Exclamó Susan, desde el otro lado del aula. Hannah estaba parada junto a ella, con una expresión de sorpresa en el rostro-. Estaba distraída y no medí bien la fuerza con la que arrojaba la pelota.
-Tranquila, no pasa nada -Respondió Justin, forzando una sonrisa y dándole la espalda.
Ernie no sabía muy bien cómo interpretar lo que acababa de pasar, pero, afortunadamente, la clase había acabado y los estudiantes comenzaban a abandonar el aula en orden.
***
En la tarde, Ernie fue a la biblioteca para conseguir un libro que le ayudara a escribir un extenso ensayo sobre el moco de gusarajo, que era tarea del profesor Snape para la clase de Pociones, y también debía encontrar una enciclopedia para Justin que contuviera los aportes más importantes de la orfebrería hechos por duendes, ya que Justin se había atrasado con algunos deberes de Historia de la Magia y le había pedido de favor que le consiguiera el libro.
La señora Pince no estaba muy feliz con que Ernie sacara muchos libros de la biblioteca tan a menudo, pero sabía que Ernie era muy cuidadoso con los libros que se llevaba, así que se lo permitía a regañadientes.
Sin embargo, Ernie seguía muy molesto con Zacharias por humillarlo en clase de Encantamientos, por lo que decidió permanecer en la quietud de la biblioteca y trabajar en el ensayo de moco de gusarajo, en lugar de regresar al ambiente tan tenso de su dormitorio.
Después de diez minutos que comenzó a escribir, Ernie presenció como la bibliotecaria caminaba entre las estanterías, con una expresión poco amistosa en el rostro, y le entregaba un enorme y empolvado libro a Hermione Granger. Igual que siempre, la chica estaba acompañada por Ron Weasley y Harry Potter.
Los tres salieron prácticamente corriendo de la biblioteca en cuanto Hermione metió con cuidado el libro en su bolsa, pero antes de que Harry abandonara la biblioteca, giró la cabeza y descubrió que Ernie lo observaba.
Solo duró un par de segundos, pero las miradas de ambos se encontraron. Ernie sentía que Harry lo miraba como si estuviera contemplando a un gato pequeño y raro que no dejaba de perseguirlo, y no le gustaba que lo observaran de esa forma.
Rápidamente, Ernie bajó la mirada y se concentró en el ensayo. No supo en que momento se había marchado, pero cuando volvió a levantar la vista, Harry ya no estaba y Ernie lo agradecía.
Desde que todo el asunto de la Cámara de los Secretos inició, Ernie no soportaba verlo. Antes pensaba en Harry como una leyenda viviente, una celebridad con la que tenía la oportunidad de convivir en el colegio, pero todas las cosas raras que habían sucedido alrededor de él, y todas las evidencias que apuntaban a que él tramaba algo en contra de los hijos nacidos de muggles (incluyendo a Justin) hicieron que Harry se convirtiera en un ser perturbador (y hasta terrorífico) ante los ojos de Ernie.
Comenzó a escuchar un zumbido molesto dentro de su cabeza. Intentó apartar esos pensamientos confusos y aterradores de su mente, y optó por regresar a su ensayo. Sin embargo, justo en ese momento escuchó como alguien arrastraba la silla a su izquierda y se sentaba en ella.
Era Luna Lovegood. Usaba unas extrañas gafas que tenían forma de manos, y uno de los lentes era azul y el otro rosa. Ernie no había hablado con ella desde el día del tour en el colegio, pero como casi siempre la veía sin compañía por la escuela, decidió entablar una breve conversación con ella.
-¿Cómo te encuentras, Luna? -Preguntó Ernie, sintiéndose un poco tonto.
-Torposoplos -Respondió Luna, con voz aguda-. Tienes la cabeza llena de torsoplos.
Ernie la miró confundido, mientras ella se retiraba las gafas.
-¿Qué son los tor... sopolos? -Preguntó él.
-Son unas diminutas criaturas voladoras que se meten en tus oídos y producen un zumbido. Hacen que tu cerebro se aturda y te sientas estresado y más lento -Explicó Luna.
Después, le arrebató la pluma y comenzó a dibujar diminutos insectos en otra hoja del cuaderno de Ernie.
-Nunca había escuchado hablar sobre ellos -Confesó Ernie.
-Es porque pasan desapercibidos por casi todos. Necesitas un par de espectrogafas para verlos.
Luna le entregó el par que tría, y sin creer que realmente lograría ver algo, Ernie se las probó. Para su sorpresa, descubrió a través de los cristales azul y rosa a un pequeño enjambre de insectos que volaban en círculos sobre su cabeza. Eran tan pequeños que parecían partículas de polvo, pero sus patrones de vuelo rebelaban que eran seres vivos.
Ernie comenzó a espantar a los torposoplos con las manos como si se trataran de moscas, pero Luna le bajó los brazos con suavidad.
-No necesitas lastimarlos o asustarlos -Explicó la niña rubia-. Te dejarán en paz cuando comiences a caminar, aunque también serviría que ordenes tu pensamiento, eso los alejaría un poco.
-Bueno, eso resulta un poco difícil, considerando todo lo que ha pasado últimamente en la escuela -Respondió Ernie, con voz cansada-. Aunque creo que debería seguir tu consejo. Después de todo, tuviste razón con lo de los torposoplos y con lo del coche volador en el tren.
-Solo es cuestión de tener la mente un poco más abierta -Dijo Luna, reanudando sus dibujos en el cuaderno de Ernie-. Mi padre siempre dice que la gente es ciega a la mitad de las cosas que suceden en el mundo, debido a que automáticamente asumen que hay menos de lo que ya ven, y niegan que exista más de lo que no ven.
-Suena a que tu padre es un hombre muy interesante.
-Sí, lo es -Concordó Luna-. Incluso me enseñó a fabricar joyería con vegetales.
Luna recogió su largo cabello ondulado para que Ernie pudiera ver un par de pendientes hechos con zanahorias, adornando sus oídos. El muchacho esbozó una sonrisa incómoda, pero de verdad estaba impresionado con la singular personalidad de Luna.
***
Todos en el castillo se levantaron temprano en la mañana del 8 de noviembre, ya que ese era el día del primer partido de Quidditch del año. El equipo de Gryffindor jugaría contra el de Slytherin, y por primera vez en mucho tiempo, los estudiantes y el personal escolar habían dejado de lado el tema de la Cámara de los Secretos, y lo habían reemplazado con una buena dosis de espíritu deportivo.
Ernie, Hannah y Justin se retrasaron por esperar a Susan, aunque la chica pelirroja repentinamente cambió de opinión en el último momento y les avisó que no se sentía con ganas de asistir al partido.
Desconcertados, los tres corrieron todo el camino hasta el estadio. El juego ya había comenzado y la mayoría de asientos ya estaban ocupados, por lo que tuvieron que recorrer el estadio por diez minutos hasta que Ernie encontró tres lugares disponibles. Casi todos los alumnos de Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff apoyaban fervientemente al equipo de Gryffindor, pero la casa de Slytherin también hacía su alboroto.
-¡Allí! -Les indicó a Hannah y Justin, apuntado hacia los asientos libres-. Junto a Brina y Berto de Slytherin.
Se abrieron paso entre la multitud, y saludaron amistosamente a los dos nuevos ingresados de Slytherin.
-¿Emocionados por su primer partido de Quidditch en Hogwarts? -Les preguntó Justin, intentado imitar el comportamiento amistoso de los estudiantes mayores que le habían ayudado en su primer año,
-Lo estaríamos más si ese insufrible de Draco Malfoy no estuviera en el equipo -Espetó Brina, con disgusto-. Ya era bastante malo soportar sus aires de grandeza en la sala común, pero verlo actuar como un buscador superestrella mientras vuela en su escoba es casi inhumano.
-Además, casi todos los estudiantes de Slytherin lo idolatran porque su adinerado padre les compró Nimbus 2.001 a todos los miembros del equipo -Añadió Berto, acomodando la larga manga derecha de su túnica encima de sus piernas.
Hannah ocupó el lugar al lado de Berto, Ernie en de en medio, y Justin el último.
-Disculpen si me estoy excediendo, pero parece que ninguno de los dos tiene el interés de apoyar al equipo de su propia casa -Indagó Hannah, asegurándose de que ningún otro estudiante de Slytherin pudiera escucharla.
-En realidad, no es muy alentador apoyar a la casa en donde las personas te conocen como la gorda y el latino -Confesó Brina, con pesadez. Berto se limitó a asentir en silencio.
A pesar de los gritos de emoción de la multitud, se hizo un silencio incómodo entre ellos cinco. Ernie, Hannah y Justin no sabían que decir para hacer que Brina y Berto se sintieran mejor, y ellos tampoco parecían con ánimos de hablar al respecto.
Al final, los cinco hicieron un pacto en silencio que consistía en seguir mirando el juego en silencio, e ignorar el tema hasta que se encontraran en algún lugar más privado.
Fijaron su atención en el partido, y descubrieron que una bludger acosaba constantemente a Harry Potter. Esto era algo poco usual, ya que el propósito de las bludger era derribar a todos los jugadores, y nunca se concentraban en un solo jugador. Sin embargo, esta bludger atacaba con más brutalidad y precisión que cualquier otra bludger que Ernie había visto en su vida.
Si Harry no había sido derribado de su escoba, se debía a la agilidad con la que él volaba en su escoba, y a que Fred y George Weasley lo defendían ferozmente con el bate, que era lo suficientemente potente para devolver los poderosos impactos de la pelota negra.
-Esa bludger enloqueció -Señaló Berto, después de que Lee Jordan anunciara por el altavoz que Slytherin acababa de anotar seis a cero-. No solo trata de derribar a Potter de su escoba, sino que busca hacerle verdadero daño. Alguien debe estar controlándola con algún encantamiento.
Ernie trató de encontrar a un posible sospechoso entre la multitud en las gradas, pero había demasiadas personas gritando porras y moviéndose en sus asientos que resultaba imposible identificar a alguien que pronunciara un hechizo.
Parecía que los compañeros del equipo de Harry habían llegado a la misma conclusión, ya que los gemelos Weasley y el capitán Wood habían comenzado a hacerle señas a la señora Hooch, la árbitro, para que detuviera el juego.
Y, de repente, Harry vio a la snitch dorada volando a pocos metros de distancia y comenzó a perseguirla. Cinco segundos después, Draco Malfoy se le había unido y ahora ambos competían por alcanzar la snitch primero. Pero la bludger no dejaba de perseguir a Harry, y en cuanto él y Malfoy comenzaron a volar cerca de las gradas, la pelota comenzó a chocar contra la estructura y hacer grandes destrozos.
Los estudiantes y maestros reemplazaron los gritos de emoción por gritos de miedo e histeria. Ernie sentía que el suelo se sacudía a sus pies. Hannah y Justin se aferraron a él, como un reflejo involuntario de no querer perder el equilibrio y caer.
-¡Todo esto se terminará demoliendo! -Gritó Justin, asustado.
Afortunadamente, no pasó macho tiempo antes de que los dos buscadores se separaran de las gradas, y la bludger los siguiera. De repente, Draco Malfoy perdió el control de su escoba y terminó chocando contra el duro césped.
Mientras tanto, Harry seguía persiguiendo la snitch dorada. Solo le faltaban pocos metros de distancia. Se inclinó en su escoba para ganar mayor velocidad, y estiró el brazo derecho.
Pocos centímetros lo separaban de la victoria para Gryffindor, sin embargo, justo en ese preciso instante, la bludger volvió a alcanzarlo y se estrechó contra el brazo de Harry. Todos podían ver que Harry estaba gravemente herido y que había comenzado a dar vueltas en el aire, pero el muchacho de lentes no se dio por vencido.
Recuperó ágilmente el control de la escoba y siguió persiguiendo a la snitch, no obstante, ahora volaba demasiado cerca del suelo. A pesar de estar lastimado, se veía muy heroico y feroz.
Poco después, Harry se llevó al pecho el brazo herido, y estiró el izquierdo para alcanzar a la pelota dorada. Ernie se sorprendió al notar que se encontraba al borde de su asiento y que su corazón latía aceleradamente. Sin importar sus esfuerzos, no podía apartar la mirada de Harry, y aunque todos en el estadio probablemente hacían lo mismo, Ernie sabía que, en su caso, no era la emoción del juego lo que lo tenía tan cautivado.
Finalmente, Harry logró atrapar la snitch, pero en consecuencia terminó resbalando de su escoba y se golpeó contra el suelo. La fuerza de la caída lo arrastró medio metro por la arena, pero no dejó de aferrar la pelota alada en su mano ni un segundo.
El partido había terminado y Gryffindor era el vencedor. Las personas comenzaban a abandonar las gradas con lentitud, pero algunos corrieron directo al campo para ayudar a Harry. Sin embargo, la bludger no había acabado de atormentar a Harry, y estaba a punto de aplastar la cabeza del muchacho.
Harry se movió lo más rápido que su adolorido cuerpo le permitió, pero la blodger continuó botando peligrosamente cerca de él. Afortunadamente, Hermione Granger llegó a tiempo y usó su varita para convocar un rayo de luz chispeante que hizo que la bludger explotara en mil pedazos.
Además de Hermione, varias personas formaron un círculo alrededor de Harry y comenzaron a examinarlo. Gilderoy Lockhart estaba inclinado sobre el muchacho, vestía una fina túnica verde jade y se disponía a revisarle el brazo roto.
Ernie y sus amigos bajaron las gradas lo más rápido que pudieron hasta llegar al campo. Había mucha confusión y gente moviéndose de un lado a otro, todos querían echarle un vistazo a Harry. Pero entre todo ese caos, Ernie vio a Colin Creevey sacándole una foto a Harry, mientras este se retorcía de dolor en el suelo.
-No quiero que hagas fotos, Colin -Dijo Harry, alzando la voz.
-Vuelve a tenderte, Harry -Dijo Lockhart, tranquilizador-. No es más que un sencillo hechizo que he empleado incontables veces.
Mientras que Lockhart observaba nervioso el brazo del muchacho, Hermione, Ron, Hagrid y el resto del equipo de Gryffindor observaban preocupados.
-Apártense -Dijo Lockhart, arremangándose su túnica verde jade.
-No... ¡no! -Dijo Harry débilmente, pero Lockhart estaba revoleando su varita, y un instante después la apuntó hacia el brazo de Harry.
Un destello de a luz azul surgió de la varita de Lockhart, pero en lugar de arreglarse, el brazo de Harry pareció desinflarse. Ernie contuvo un sonido de asco cuando vio que el brazo de Harry se doblaba antinaturalmente. Lockhart no le había curado el brazo a Harry, le había quitado los huesos.
La gente que había alrededor ahogó un grito y Colin Creevey empezó a sacar fotos como loco.
-¡Ah! -Dijo Lockhart-. Sí, bueno, algunas veces ocurre esto. Pero el caso es que los huesos ya no están rotos. Eso es lo que importa.
-Pero, ¡es un brazo sin huesos! -Exclamó Hagrid, enojado.
-Es más flexible ahora -Contestó Lockhart, quitándole importancia al asunto.
Ron y Hermione ayudaron a que Harry se pusiera de pie, y lo condujeron con cuidado hacia la enfermería.
-Mejor hay que volver a la sala común -Le susurró Hannah, mientras los jalaba del brazo con suavidad.
Antes de abandonar el estadio, Ernie vio como Colin Creevey estaba muy emocionado por todas las fotografías que le acababa de sacar a Harry.
🦝🦝🦝
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