Capítulo 10
HANNAH
El sábado por la mañana, Hannah convenció a sus amigos de pasar todo el día en el lago, debido a que le había prometido a su madre que sacaría un montón de fotos del lago negro al sur del castillo, y probablemente ya no habría más días con clima cálido por lo que restaba del año.
Su madre le había inculcado a Hannah un gusto por la fotografía desde que era pequeña, incluso, le había regalado su primera cámara en su cumpleaños número once, justo después de que una lechuza le entregara su carta de aceptación de Hogwarts.
En esa ocasión su madre le había dicho que la habilidad de capturar un momento de la vida, y preservarlo durante mucho tiempo, era un tipo de magia que magos y muggles compartían. También le había contado que, mucho antes de que Hannah naciera, ella soñaba con convertirse en una fotógrafa reconocida en todo el mundo; que conoció al padre de Hannah en una de sus primeras exposiciones, y que este le había comprado seis cuadros con el único propósito de que ella aceptara tener una cita con él. Ella se sintió tan conmovida por tal gesto que terminó aceptando. Lo que pasó después era historia, pero la madre de Hannah quería que ella supiera esto para que recordara mientras estuviera lejos de casa que la fotografía había sido la magia que había unido a su familia.
Ahora Hannah mantenía el amor por la fotografía vivo en su familia, y esperaba que ese amor la uniera con sus seres queridos, igual como le había ocurrido a su madre.
Susan se había despertado con un feo resfriado que le impedía levantarse de la cama. Y aunque Hannah se ofreció para quedarse con ella y cuidarla todo el día, fue la misma Susan quien le dijo que fuera a tomar las fotografías para que no decepcionara a su madre, y para que ni Hannah ni las otras compañeras de cuarto corrieran el riesgo de contagiarse.
Así que solo serían ella, Ernie y Justin en el lago, este último se había decepcionado cuando se enteró que Susan no los acompañaría. Después de desayunar en el Gran Comedor, los tres no perdieron el tiempo y se dirigieron al lago negro. Mientras cruzaban el patio de la torre del reloj, Hannah revisaba que su cámara funcionara a la perfección. De la nada, Ernie le dio un par de codazos en el brazo y le indicó que mirara hacia algún lugar.
-Cerca del patio de Quidditch, mira con atención -Explicó Ernie, y Hannah miró hacia el lugar que él estaba apuntando.
Divisó a lo lejos al equipo de Quidditch de Gryffindor, lo que era fácil ya que sus túnicas rojas con detalles dorados eran fáciles de distinguir entre el campo verde. Cada uno llevaba su escoba, las cuales no se compraban con las sencillas escobas que usaban en la clase de vuelo. Estas eran más veloces y resistentes, perfectas para el juego.
Un poco separado del equipo, caminaba Harry Potter con aire apresurado. Aunque Hannah lo veía desde muy lejos, estaba completamente segura de que se trataba de él. Era imposible confundirlo debido a que todos sabían que Harry era el miembro más joven y bajito del equipo de Gryffindor.
A Harry lo perseguía un niño de Gryffindor más joven que él, de caballo claro y orejas grandes. Hannah lo reconoció de la ceremonia de selección y supo que su nombre era Colin Creevey, un peculiar nombre fácil de recordar. Pero lo más peculiar de Colin era que siempre iba a todas partes con una cámara.
-¿No es algún pariente tuyo o algo por el estilo, Hannah? -Preguntó Justin en tono de broma-. Los dos siempre llevan una cámara a todas partes.
-Pero yo no me la paso preguntándoles a todos los que veo si puedo tomarles una foto -Respondió ella, arrancando unas hojas delgadas de césped y lanzándoselas a Justin.
-No, tú solamente las tomas sin preguntar -Dijo Ernie, siguiendo el juego que Justin había iniciado.
Hannah le dio un pequeño manotazo a Ernie en la frente y siguió caminando. Justin y Ernie se la pasaron haciéndole bromas similares durante todo el trayecto hasta el lago, pero cuando finalmente arribaron, los dos muchachos se recargaron en el árbol más cercano a la orilla y se dedicaron a observar cómo Hannah trabajaba.
La chica se pasó una mano por sus coletitas, un hábito muy frecuente para revisar el estado de su cabello, dejó la cámara en el suelo rocoso y sacó su varita.
-¡Wingardium leviosa! -Gritó, y la cámara se elevó lentamente del suelo hasta quedar a la altura de la cabeza de Hannah.
-¿Segura de que es buena idea? -Le preguntó Ernie-. Si no te concentras lo suficiente la cámara caerá y se romperá.
Hannah volteó a verlo con una expresión de irritación en el rostro.
-No es la primera vez que lo hago, además, de esta forma puedo tomar fotos desde cualquier ángulo.
La chica hizo un movimiento giratorio con su varita y la cámara ascendió aún más. Después, giró su muñeca levemente y escuchó como la cámara instantánea se accionaba. Del artefacto salió una pequeña foto que voló hasta las manos de Hannah. Había logrado capturar el agua cristalina y el reflejo oscuro de las montañas sobre ella. Caminó hacia el árbol dónde descansaban sus amigos y les mostró la fotografía.
-Retiro lo dicho -Dijo Ernie, reconociendo su error y Hannah sonrió satisfactoriamente.
Poco después, Hannah creyó escuchar el sonido de un ave cantando sobre la copa de árbol. Se alejó un poco del tronco y pudo ver que se trataba de un pequeño cuervo escondido entre las ramas. Luego, trazó unos pequeños círculos en el aire con su varita y la cámara flotó hasta quedar a un metro de distancia del cuervo.
-Será mejor que no molestes a las aves -Le advirtió Justin, acomodando su espalda sobre el tronco-. Si se llegan a enojar, nos perseguirán y picotearán hasta que lleguemos al castillo.
-¿Llevas puestos los aretes de bronce? -Le preguntó Ernie, quien no se había percatado antes debido a que los rizos marrones de Justin ocultaban casi por completo los aretes con forma de ave
-Acabo de ponérmelos. Me gustan cómo se ven, pero trato de usarlos solamente cuando estoy seguro de que los profesores no pueden verme.
Aunque a Ernie le parecía extraño ver a un muchacho usando aretes, ya que desde niño le habían dicho que solo las mujeres podían usarlos, tenía que reconocer que a Justin se le veían muy bien. Tal vez se debía a la confianza o a la naturalidad con que los usaba, pero definitivamente Ernie pensaba que los aretes hacían que Justin se viera más... interesante.
-¿Trajiste el collar de bronce contigo? -Le preguntó Hannah, antes de tomarle una última foto al cuervo.
-Sí, trato de no quitármelo nunca -Respondió Ernie, sacándose el collar de debajo del suéter negro-. Ayer cuando regresamos al dormitorio, juraría que Zacharias no le quitaba los ojos de encima. Fue muy raro.
-A mí me parece raro que no comentara nada al respecto, considerando lo bocón que es -Confesó Justin.
Sin ningún previo aviso, ocurrió algo sorprendente. Se escuchó un movimiento estruendoso que provenía del lago, y cuando los tres dirigieron sus miradas hacia él, descubrieron un enorme tentáculo emergiendo del lago.
Tenía un color negro azulado, y cada ventosa tenía el tamaño del rostro de una persona. Era algo bastante impresionante, pero nada de qué preocuparse. Hannah y sus amigos sabían perfectamente que un amistoso calamar gigante vivía en el lago junto a la escuela, y que, en ciertas ocasiones, se le podía ver exhibiendo sus enormes tentáculos sobre el agua, o ayudando a algún estudiante que se había caído en el lago.
Sin embargo, no estaban preparados para lo que ocurrió después. Hannah descubrió que no había un solo cuervo descansando en el árbol, sino una bandada entera. El calamar había logrado asustarlos con sus movimientos y el estruendoso ruido que hacían sus tentáculos al chocar con el agua, y ahora los cuervos se encontraban revoloteando por todas partes y emitiendo ruidos incesantes.
Eso no era lo que había tomado a Hannah y a Ernie por sorpresa, sino más bien que, sin ninguna explicación aparente, Justin se retirara bruscamente del árbol, se tapara los oídos y comenzara a gritar desesperado.
Llegó a dar unos cuantos pasos antes de tirarse al suelo. Ernie corrió hacia él para intentar tranquilizarlo, pero Justin no paraba de gritar. Hannah estaba tan confundida que lo único que se le ocurrió hacer fue ordenarle a su varita que trajera de vuelta su cámara hasta sus manos, y contemplar asustada el terrible estado en que se encontraba su amigo.
Parecía que Justin se encontraba bajo una horrible agonía que ninguno podía explicar. Los siniestros cantos de los cuervos no hacían más que estresar aún más la situación.
-¡¿Qué te está pasando, Justin? -Le preguntó Ernie, desesperado.
-¡LAS VOCES! ¡LAS VOCES! -Gritaba Justin, quien parecía querer arrancarse los oídos con tal de terminar con su sufrimiento-. ¡SON DEMASIADAS Y HABLAN AL MISMO TIEMPO!
Ernie y Hannah no dieron crédito a las palabras de su amigo, incluso, llegaron a pensar que Justin había perdido el juicio debido a que las únicas voces que se escuchaban eran los gritos de Justin y los cantos de los cuervos. Sin embargo, algo logró captar la atención de Hannah.
Era difícil de ver, ya que Justin se retorcía y se cubría los oídos, pero de vez en cuando se podía entrever un débil resplandor dorado. El cerebro de Hannah comenzó a hacer conexiones rápidamente; los aretes de bronce con forma de ave que Justin usaba, los incesantes sonidos que emitían los cuervos, y las abrumadoras voces que sólo Justin parecía escuchar.
No perdió más al tiempo y corrió hacia donde se encontraba Justin.
-¡Sostenlo! -Le ordenó Hannah a Ernie-. ¡Impide que se siga moviendo!
Confuso, Ernie obedeció las ordenes de la chica y tomó los brazos de Justin con toda la fuerza que fue capaz de ejercer, reduciendo la movilidad de su amigo. Después, Hannah se arrodilló a un lado de la cabeza de Justin y dirigió sus manos hacia la oreja izquierda.
Fue un poco complicado, pero Hannah logró retirar el arete de bronce sin lastimar a Justin. No se tomó el tiempo para averiguar si algo había cambiado, simplemente se dedicó a voltear de lado la cabeza de Justin y retirar el segundo arete.
De repente, Justin cambió los gritos de desesperación por una respiración agitada y sonidos de alivio. Hannah y Ernie también estaban agitados, como cualquier persona que acababa de vivir una situación igual de estresante. Estuvieron varios minutos sentados en silencio, tratando de recuperar el aliento, pero Justin fue el primero en ponerse de pie.
Ya no había ningún rastro del calamar gigante; los cuervos se habían alejado, y quedaba bastante claro para los tres que la mañana se había arruinado. Justin comenzó a caminar sin ningún rumbo en específico, pero si lejos del lago y el bosque. Hannah se dispuso a guardar la cámara instantánea en su bolsa, mientras que Ernie corría para alcanzar a Justin.
-¡Justin! ¡Tranquilo! -Gritaba Ernie-. ¡Explícanos que fue lo que te pasó!
El muchacho de cabello rizado dio media vuelta y enfrentó a Ernie con una expresión alterada en el rostro.
-¡Este lugar me volverá loco! ¡Eso es lo que pasa! -Respondió Justin-. De la nada empecé a escuchar cientos de voces gritando dentro de mi cabeza, y ustedes se comportan como si nada hubiera pasado. ¡Es señal de que me estoy volviendo loco!
-O tal vez eres el único cuerdo de aquí -Dijo Ernie, tratando de calmar a Justin, pero esto solo terminó alterándose aún más.
-No estás loco, Justin. Fueron los aretes quienes te hicieron escuchar esas voces -Los interrumpió Hannah. En cada una de sus manos llevaba un arete de bronce sobre su palma-. Empezaste a escucharlas en el preciso instante que el calamar del lago espantó a los cuervos y estos empezaron a graznar. Al parecer, el poder de los aretes es otorgarle a su portador la habilidad de comunicarse con las aves. Su poder fue demasiado para que lo pudieras soportar.
Hannah intentó regresarle los aretes a Justin, pero él se apartó bruscamente.
-No los quiero cerca de mí -Dijo, asustado-. Ernie, tienes que deshacerte de las reliquias de bronce. No sabes que daño pueden hacer. Llévalas a algún lugar donde nadie las pueda encontrar.
Ernie palideció ante la idea de separarse para siempre del collar de salamandra.
-Espera un minuto, Justin. Entiendo perfectamente que lo que acaba de pasar fue muy alarmante, pero no debemos tomar medidas tan drásticas -Argumentó Ernie. Después le pidió a Hannah que le entregara los aretes-. Estas reliquias contienen valiosos secretos que apenas estamos descubriendo.
-Y si seguimos indagando, la curiosidad terminará matándonos -Objetó Justin-. Estamos metiéndonos en algo que se escapa completamente de nuestra compresión.
-Piensa en lo que hace Lockhart -Insistió Ernie-. ¿Crees que Lockhart jamás se ha topado con misterios iguales a este? Tu sabes mejor que nadie que Gilderoy Lockhart ha escrito cientos de libros llenos de hazañas legendarias, y se convirtió en el gran mago que es hora precisamente porque decidió arriesgarse. Justin, tu más grande sueño es llegar a convertirte en un mago igual de legendario que Lockhart. Las reliquias son un camino para que los tres podamos cumplir esa mete.
Ernie dejo de habla y se limitó a extenderle los aretes de bronce a Justin. El muchacho de pelo rizado no parecía estar muy convencido, pero la mención de convertirse en un mago tan formidable como lo era Lockhart les ganó a las dudas. Lentamente, Justin recogió los aretes de la palma de Ernie y los guardó en el bolsillo de su pantalón.
Hannah tampoco sabía con seguridad si quería continuar con la investigación de las reliquias de bronce, pero el discurso de Ernie sobre logar grandes hazañas también le había afectado. Solo esperaba que el anillo de bronce con forma de perro, el cual guardaba en el mueble junto a su cama, no le jugara una mala broma como le había ocurrido a Justin.
***
Los tres estuvieron muy silenciosos durante el resto del día. Incluso, Hannah decidió pasar gran parte de la tarde encerrada en su dormitorio y cuidando a Susan. Justin quería visitar a Susan por unos cuantos minutos para conocer la gravedad de su resfriado, pero los chicos no podían entrar a los dormitorios de las chicas, había diferentes hechizos que impedían su acceso de cualquier forma. Además, Susan no quería que ni Justin ni nadie que no fuera una de sus compañeras de cuarto la vieran en tal estado.
Cuando el reloj marcó la hora de la cena, Hannah le dijo a Susan que iría al Gran Comedor y que le traería un enorme plato de sopa para que se sintiera mejor. Sin embargo, por algún extraño motivo, Hannah decidió sacar el anillo de bronce del cajón del mueble junto a su cama, y se lo llevó con ella.
Por lo general, la singular forma de perro que tenía el anillo era demasiado extravagante para el gusto de Hannah, pero los eventos ocurridos en la mañana llevaron a la chica a querer descubrir si el anillo poseía una cualidad mágica como hacerse invisible o entender el lenguaje de las aves. Pero no ocurrió nada fuera de lo normal de camino al Gran Comedor, salvo que se topó a Ron Weasley, quien por alguna razón cargaba una cubeta llena de jabón y agua en una mano y en la otra llevaba una cubeta llena de trapos y esponjas. Sin embargo, lo extraño fue que vio a Ron vomitar una pegajosa babosa viva y de un color verde limón.
Hannah le preguntó a Ron si se encontraba bien, y el muchacho le explicó que todo se debía a un embrujo que salió mal por culpa de su varita rota y le dijo que no se preocupara, aunque volvió a vomitar otra babosa después de terminar de hablar.
Ernie y Justin ya estaban sentados en la mesa de Hufflepuff cuando ella llegó al Gran Comedor. Ernie llevaba puesto el collar de salamandra, pero Justin no usaba los aretes, aunque tal vez se debía a que estaba rodeado por muchas personas. No hablaron mucho durante la cena, pero Hannah les comentó sobre su plan de llevarle comida a Susan para que se aliviara.
-Déjanos ayudarte. Podemos llevarle una tasa de chocolate caliente y un poco de miel para la tos -Sugirió Justin, sonando verdaderamente preocupado.
-Creo que el jugo de naranja es mejor para las defensas del cuerpo -Señaló Ernie.
Hannah aceptó de buena gana y los tres se apresuraron en terminar de cenar para dirigirse a los dormitorios lo más pronto posible. Hannah transportaba en sus manos un humeante tazón de sopa de pollo, Justin un vaso de jugo de naranja y un pequeño plato con dos barras de pan, y Ernie traía un frasco de miel y dos manzanas verdes.
La mitad del camino había transcurrido con tranquilidad, sin embargo, de la nada, un perturbador escalofrío recorrió todo el cuerpo de Hannah y la obligó a detenerse en seco. Por poco y derrama el contenido del tazón por los escalones que conducían al sótano del colegio.
-¿Cuál es el problema? -Escuchó hablar a Justin a sus espaldas cuando este estuvo a punto de chocar con ella.
Hannah se giró lentamente y descubrió que Ernie se encontraba en el mismo estado inquietante que ella. En esta ocasión, Justin era el único que parecía seguir igual que siempre. Hannah les mostró la mano en la que usaba el anillo, y Ernie le respondió agarrando a la diminuta salamandra que colgaba de su collar de bronce.
-Está pasando otra vez -Dijo Hannah en voz baja.
Cuando el primer año escolar estaba por concluir, los tres habían descubierto que las reliquias compartían la habilidad de detectarse entre sí cuando se encontraban cerca. Pero también habían descubierto que las tres reliquias también podían presentir el peligro que se aproximaba.
La última vez que lo habían sentido, Harry Potter y sus amigos salieron mal heridos de una batalla contra el profesor Quirrell. Y como la última vez, no tenían ninguna idea de qué clase de peligro se avecinaba.
-¿Qué deberíamos hacer? -Les preguntó Ernie,
-Regresemos a la sala común -Respondió Justin, reanudando el camino hacia el sótano.
-Pero debemos hacer algo antes de que ocurra una tragedia -Insistió Ernie, siguiéndolo muy de cerca.
-No sabemos a qué nos estaríamos enfrentando, y no podemos contarle a nadie más sobre las reliquias de bronce -Continuó Justin. Su velocidad aumentaba con cada paso que daba-. Además, Susan está sola en la sala común. Si volvemos al Gran Comedor, algo malo podría ocurrirle y no habría nadie que la ayudara.
Eso fue suficiente para convencer a Hannah de querer regresar a la sala común y cuidar de Susan. Pero se dio cuenta de que Ernie aún quería hacer algo al respecto. Tal vez se debía a que él seguía sintiéndose culpable por lo que le ocurrió a Harry Potter el curso pasado. Sin embargo, Ernie reconoció que no podía hacer gran cosa y terminó accediendo a regresar a la sala común.
🦝🦝🦝
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Déjenme saber en los comentarios que les está gustando más de la historia y que cosas les gustaría en los siguientes capítulos.
En estos días voy a iniciar el proceso para entrar a una nueva carrera en la universidad, por lo que probablemente no habrá capítulos en un buen tiempo, pero trataré de seguir escribiendo cuando pueda.
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