Capítulo 22
Los siguientes días fueron relativamente tranquilos. Edrick y Erzulie acostumbraban a dar largos paseos por los jardines llenos de arbustos con forma de unicornios, y de vez en cuando, Ernie los acompañaba a visitar a las otras cuatro familias de magos que vivían en Smallstar. Pero la mayoría del tiempo, Ernie se la pasaba releyendo los libros en su cuarto.
Elber llegó a la casa Macmillan la mañana del veinticuatro de diciembre. Lo más interesante que había pasado antes de su llegada era que los tres hombres Macmillan habían decorado el segundo piso con adornos navideños, los cuales consistían en un árbol decorado y otros pocos adornos debido a que a Elric le parecía una tontería gastar en muchos adornos.
Elber llevaba tres enormes baúles repletos de ropa, libros y cosas de la escuela. Incluso, traía puesta la túnica de colores azul y rojo arándano con un broche de oro del colegio Ilvermorny. El año pasado, Elber le había suplicado a su padre que lo dejara ingresar al programa de intercambio de Hogwarts con el colegio Ilvermorny como una recompensa por su excelente desempeño académico. Al principio, Elric no estaba muy entusiasmado con la idea, sobre todo porque no le gustaba el hecho de que Ernie estaría solo en su primer año en Hogwarts, pero accedió después de que Elber le recordara que a los catorce años había ganado el Campeonato de Pociones de Escuelas de Magia.
—¡Es una gloria volverlo a ver, amo Elber! —chilló Riv Lee cuando lo encontró junto a Elric en el recibidor.
—También es un gusto verte, Riv Lee —contestó antes de salir del recibidor y evitar ver las reverencias que la elfina hacía.
Elber era el único de los hombres Macmillan que no tenía el cabello rubio; su color era marrón oscuro, liso y lo peinaba con la raya al lado. Tenía el rostro ovalado, ojos azules y cejas ascendentes.
Se empezaron a escuchar los pasos de Edrick, Erzulie y Ernie bajando las escaleras, y de un momento a otro, los tres hermanos Macmillan estaban enrollados en un fuerte y fraternal abrazo.
—¿No les parece que su entusiasmo es un poco exagerado? —vaciló Elber, separándose de sus hermanos.
—¡No seas un trol, Doodle Bug1! —exclamó Edrick—. En unos cuantos años, cuando te conviertas en Auror y Ernie esté ocupado con la escuela, ya no nos veremos tan seguido.
—Eso si Ernie sigue en Hogwarts para entonces —respondió juguetonamente.
Ernie le propinó un amistoso y débil golpe en el brazo.
—¿Qué te pareció Estados Unidos, Elber? —preguntó Erzulie, acercándose amistosamente.
—Ruidoso —declaró un poco apenado—. Pero me agradó. Ilvermorny no hace muchas expediciones como en Hogwarts, aunque lo que pude conocer de Massachusetts me encantó.
Al igual que Ernie, Elber también saludó a la joven mujer depositando un suave beso en su mano. Después, con un chasquido, Riv Lee hizo que el equipaje de Elber se desvaneciera en el aire.
—Su equipaje ya está en su habitación, amo Elber —explicó la elfina.
—Gracias, Riv Lee.
Elric Macmillan abrió la puerta del comedor y habló con voz clara.
—¿Qué les parece si suben y se preparan para la cena de esta noche mientras que Riv Lee y yo terminamos de cocinar?
—De ninguna manera, señor Macmillan —exclamó Erzulie—. No voy a dejarlos a los dos con todo el trabajo duro.
—¡Absolutamente no, Erzulie! —contestó Elric con modestia—. Eres mi invitada. Sería muy descortés de mi parte si te pusiera a trabajar.
—¡Yo puedo hacerme cargo de todo, señorita! —chilló Riv Lee con una voz tan aguda que podía escucharse desde afuera de la casa.
Erzulie se quitó la poca joyería que traía puesta y se la entregó a Edrick.
—¡Tonterías! —dijo la joven mujer mientras se dirigía a la cocina—. No crean que voy a permitir que se queden sin probar mis deliciosos beignets.
Elric y Riv Lee la siguieron incrédulos.
—¡No tiene caso que discutan con ella!, ¡no lograrán hacerla cambiar de opinión! —les gritó Edrick con un tono divertido en la voz.
Las voces de los dos humanos y la elfina doméstica se dejaron de escuchar después de que atravesaran la puerta de la cocina. Ernie vio como Elber comenzaba a subir las escaleras, y veloz como un rayo, corrió para alcanzarlo.
—¿Puedes contarnos todo lo que viste en Ilvermorny y Estados Unidos? —preguntó Ernie, muy entusiasmado—. ¿Conociste algún Pukwudgie?, ¿es verdad que los muggles americanos conducen del lado contrario?
—En otro momento, Ernie. Tuve un viaje muy cansado. Lo que ahora necesito es un buen baño y unas pocas horas de sueño —contestó Elber mientras subía las escaleras del segundo piso.
Edrick esquivó ágilmente a Ernie y terminó adelantándolo.
—Elber —habló con voz seria—. Si no te importa, me gustaría tener una conversación privada contigo.
—Luego —replicó sin mucho ánimo—. Lo que ahora quiero es descansar.
Siguieron discutiendo mientras que Ernie se quedaba en la sala del segundo piso. No había pasado ni una hora de que sus dos hermanos estuvieran en la casa, y ya comenzaba a sentirse... invisible.
De la nada, experimentó un extraño escalofrío e instintivamente se llevó la mano al pecho, justo donde se encontraba el collar de salamandra debajo de su suéter.
***
Puede que la cena de Navidad de la casa Macmillan no fuera tan inmensa como los banquetes que se daban en Hogwarts, pero eso no significaba que no era buena. Ese año, Riv Lee, Elric y Erzulie habían preparado una deliciosa pierna ahumada de cerdo, puré de papa, pechuga de pavo en salsa ligera de naranja y arándanos, pastel de nuez, sidra de manzana casera, y los que resultaron ser los favoritos de la noche, los beignets de Erzulie.
Ocuparon cinco de las seis sillas en el comedor. Elric se sentó en uno de los extremos, Ernie y Elber ocuparon los dos asientos del lado derecho de la mesa y Edrick y Erzulie se sentaron en el lado izquierdo.
Ernie le pidió a Riv Lee que los acompañara en la cena, pero la elfina se negó rotundamente y argumentó, entre lágrimas de cocodrilo, que ella se sentía más cómoda cenando en la cocina.
El resto de la cena transcurrió con normalidad. Edrick y Erzulie hablaron de su compromiso y anunciaron que dentro de unos pocos meses comenzarían con los planes para la boda.
—Primero tengo que arreglar algunos asuntos con mi salón de belleza y el restaurante de mi familia —añadió Erzulie antes de darle un trago a su sidra de manzana.
—Y yo no puedo hacer nada hasta que se resuelva el caso en el que trabajo —continuó Edrick, llevándose un pedazo de chuleta a la boca.
—Escuché de él —intervino Elric, que había permanecido muy silencioso durante gran parte de la cena—. ¿Cómo va todo?
—Fatal —declaró con pesadez—. Se han reportado más casos de ataques de crups a muggles americanos y hace tres semanas interceptamos un cargamento repleto de mokes.
Edrick trabajaba en el Ministerio de Magia como Auror. Poco antes de que Ernie ingresara a Hogwarts, se habían reportado varios casos de tráfico de animales fantásticos entre algunos países de Europa y América. Los animales involucrados, en su mayoría, se trataban de crups (animal canino con apariencia de un terrier Jack Russell, salvo por la cola bífida) y mokes (lagarto verde plateado que alcanza veinticinco centímetros de largo y cuenta con la voluntad de encogerse a voluntad). El Ministerio de Magia y la M.A.C.U.S.A. colaboran para resolver estos crímenes, y debido a su gran desempeño durante su primer año como Auror, Edrick fue escogido para ser uno de los Aurores en ser transferidos al sur de Estados Unidos.
La mayoría de los casos se reportaban en el sureste, y Edrick tuvo la fortuna de poder coincidir en la misma ciudad en la que Erzulie vivía, Nueva Orleans. Los dos habían mantenido una relación desde hace seis años, pero gracias al trabajo de Edrick, lograron avanzar y ya estaban convencidos de que querían pasar sus vidas juntos.
—¿Por qué trafican con esas criaturas? —preguntó Ernie.
—Los crups son perros leales a los magos, pero muy feroces con los muggles. Se necesitan licencias para criarlos, por lo que muchos prefieren hacerlo clandestinamente, y algunos terminan atacando a los muggles —explicó Edrick—. Y la piel del moke es muy valiosa. Las carteras y monederos que se fabrican con esa piel adquieren la habilidad de contraerse cuando un desconocido se aproxima. Muy útil para resguardar tesoros y artefactos mágicos.
—Siento lástima por esas criaturas —declaró Erzulie—. Pero debo admitir que también me alegra que ahora Edrick y yo podamos vivir juntos.
El joven hombre se limpió la boca con una servilleta, y después se inclinó para besar a su prometida. Ernie se sintió un poco incómodo al presenciar tal muestra de cariño.
—Suficiente de trabajo —exclamó Elric y volteó a ver a su hijo de en medio—. ¿Qué tan buena es la experiencia de estudiar en Ilvermorny, Elber?
—El ambiente es muy diferente al de Hogwarts —contestó después de masticar un pedazo de pierna ahumada—. No esperaba la sorprendente cantidad de mexicanos y canadienses que asisten al colegio. La diversidad es verdaderamente... fascinante.
—¿En cuál casa fuiste seleccionado? —preguntó Ernie con impaciencia.
Su padre le lanzó una mirada que indicaba que debía bajar su tono de voz, y Ernie bajó la cabeza de vuelta a su plato.
—Serpiente Cornuda. Es muy similar a Ravenclaw —respondió Elber—. La ceremonia de selección es distinta. Cuando llegué tuve que pasar por un pasillo recto hasta una sala con una cúpula de cristal. Como soy de intercambio, tuve que hacerlo solo y el resto de alumnos no lo presenciaron. En el centro de la sala estaba grabado un símbolo de nudo gordiano y había cuatro estatuas que representaban a las criaturas mágicas de las casas. Me paré sobre el símbolo y esperé hasta que alguna de las estatuas hiciera algo, y para mi sorpresa, la serpiente cornuda encendió un cristal y lo apuntó hacia mi frente mientras que el thunderbird agitaba las alas. Tardé en elegir, pero al final me decidí por la serpiente cornuda.
—Fantástico —dijo Ernie.
—¿Tú también asististe a Ilvermorny, Erzulie? —le preguntó Elber a la mujer.
La pregunta la agarró desprevenida, por lo que se atragantó un poco con el pedazo de pastel de nuez que estaba masticando.
—No, yo no estudié en un colegio de magia —respondió con la voz un poco ronca—. Mi familia me enseñó todo lo que sé de magia, y a los dieciocho años acudí a la M.A.C.U.S.A. e hice un examen para poder ejercerla libremente.
—Interesante —repuso Elber—. Algunos compañeros me habían hablado un poco al respecto.
—Aún sin estudiar en un colegio mágico, me atrevería a decir que eres tan buena elaborando pociones como tú, hermanito —declaró Edrick con un tono burlón.
Erzulie enrojeció de vergüenza y Elber le contestó a su hermano con una sonrisita sarcástica.
—¿Qué otra cosa hiciste en el colegio? —intervino Ernie.
—Veamos —continuó Elber—. Hay muchos pukwudgie alrededor del castillo y conviví con varios de ellos. Me ofrecieron la oportunidad de jugar Quidditch en el equipo de serpiente cornuda, pero lo rechacé ya que no quiero jugar para otro equipo que no sea Ravenclaw. Y quiero conseguir la excelencia en pociones y runas antiguas cuando regrese. El profesor Octavio Martínez, que se especializa en estas áreas, me escogió a mí y a otros alumnos para que lo ayudáramos durante las vacaciones con sus investigaciones. Así que hay mucha competencia.
—¿Algo de lo que nos puedes contar? —preguntó Elric.
—Me temo que es clasificado.
Riv Lee entró en el comedor e hizo desaparecer los platos sucios y vacíos. Después, chasqueó los dedos y aparecieron tazas con chocolate caliente y galletas de Navidad. Los humanos agradecieron a la elfina y esta se retiró a la cocina.
—Ernie —exclamó el hermano mayor después de darle un trago a su taza de chocolate—. Corren noticias de tu escuela en el Ministerio. ¿Ya conociste al famoso Harry Potter?
Un silencio lúgubre inundó la habitación. Ernie no esperaba que alguien le preguntara algo; usualmente, era él quien hacía las preguntas, y mucho menos sobre el chico del que todos hablaban y al que había hecho enojar durante la clase de Herbología.
—Lo conozco de vista, pero no he tenido la oportunidad de cruzar palabra con él —mintió.
—Debe ser grandioso conocer a alguien con tal leyenda —dijo Elber.
Erzulie se inclinó hacia el oído de Edrick.
—¿Es el chico cuyos padres fueron asesinados por ese mago tenebroso? —susurró.
—James y Lily —expresó Elric, dejando escapar un penoso suspiro—. Una verdadera tragedia. Ambos eran hechiceros formidables y excelentes personas.
Elber se detuvo antes de tomar un trago de su taza y volteó a ver a su padre.
—¿Los conociste, padre?
—Por supuesto —afirmó Elric—. Pocos años después de graduarme, trabajé durante un tiempo en Hogwarts. Conocí a Lily y a todo el grupito de amigos de James. Eran él, Remus Lupin, Peter Pettigrew y Sirius Black.
—Black es al que encerraron en Azkaban, ¿verdad? —dijo Edrick.
—Correcto. Lo encerraron por ocasionar la muerte de los Potter y matar a Pettigrew y a doce muggles.
—¿Ocasionar? —preguntó Ernie, desconcertado.
—Fue él quien los delató a ya-saben-quién —contestó Elric en voz baja.
Ernie sintió un escalofrío recorrer su espalda, y Erzulie se removió incómoda en su asiento.
—¿Qué pasó con Lupin? —preguntó Elber.
—Lo último que supe de él es que lo vieron merodeando por Yorkshire —respondió, cansado—. Pobre niño. No tuvo oportunidad de conocer a su familia, y los amigos de sus padres se destruyeron entre sí.
Se hizo silencio. Durante un rato, se dedicaron a beber de sus tazas y sumergirse en sus pensamientos. Fue Edrick quien rompió el silencio.
—Casi lo olvido, padre —habló con voz alegre—. El otro día que Erzulie y yo visitamos el ministerio, me topé con tu viejo amigo Amos Diggory.
—¡Santo cielo!, no he hablado con Amos desde hace un largo tiempo —contestó Elric, esbozando una sonrisa—. ¿Cómo ha estado?
—Tan entusiasta como siempre —se mofó Edrick—. Iba con su hijo de oro, Cedric.
El corazón de Ernie dio un vuelco al escuchar el nombre de su amigo.
—Me contó que Cedric y Ernie son compañeros de Hufflepuff —continuó relatando.
—¡Vaya! —exclamó Elber, volteando a ver a Ernie—. ¿Por qué no nos habías contado que entraste a Hufflepuff?
—No le vi mucha importancia —respondió Ernie en voz baja, evitando ver los ojos de sus hermanos y de su padre, ya que no quería encontrarse con algún rastro de decepción en ellos.
—¿Qué más te contaron? —preguntó Elric con auténtico interés.
—Cedric me contó que un bruto de Slytherin se metió con uno de los amigos de Ernie. Les gritó sangre sucia frente a todos en la escuela, y Ernie le lanzó un maleficio que hizo que sus dientes crecieran varios metros —narró Edrick entre risas.
—Pagaría por ver eso —declaró Erzulie, divertida.
—Yo también —dijo Elber—. Parece que tienes talento para los duelos de magia, Ernie.
El muchacho solo se limitó a asentir y a beberse su chocolate. Su padre lo estaba mirando. Ernie le dio un rápido vistazo por el rabillo del ojo. No podía descifrar la expresión que tenía su padre en el rostro. No parecía estar enojado, pero tampoco feliz.
—Bueno —anunció Elric después de un rato—. Se está haciendo tarde. Podemos ir al segundo piso y pasar la noche junto a la chimenea, o cada uno puede irse a dormir.
Ernie fue el último en salir del comedor. De repente, ya no se sentía con ánimos de celebrar. Les dijo a todos que se sentía cansado y les deseó una feliz Navidad.
🦝🦝🦝
Nota del autor:
Doodle Bug: Apodo que significa larva que crece y se fortalece.
Si te gustó el capítulo, me ayudaría mucho tu voto ✨
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top