Código 7: El camino corrupto
Ereyzai
¿Probar mis labios? ¡Como si fuera comida! Aunque si no acepto su propuesta, no iré a la zona en la que están los artefactos que deseo conseguir. Es solo un beso, pero si mi futuro compañero de vida se entera, sería un desastre. Qué vergüenza.
—¿Y? —Enarca una ceja—. ¿Ya decidiste qué vas a hacer?
Hago puchero.
—Pero uno solo que sea pequeñito, no quiero que mi futuro esposo se entere.
Se ríe.
—¿Y cómo se va a enterar si ni existe? Ni siquiera sabes si tendrás oportunidad de conocerlo.
—Qué pesimista. —Bufo—. ¿Por qué no iba a conocerlo?
—Bueno, quizás cuando te venda, lo conozcas, aun así, es probable que sea un hombre bien feo. Deberías aprovechar, ya que piensas que soy guapo. Además, créeme, no concibo que a tu comprador le importe que haya probado su mercancía. A menos que sea muy exquisito, pero por aquí no hay de esos.
—No vas a venderme. —Sonrío, luego hago una risilla—. Percibo que no llegarás ni a intentarlo.
Me empuja, agarrando mis dos manos, apoyándolas con fuerza en la pared de la ducha, así que expreso un quejido pequeño, lo que provoca que su antena se vea rara otra vez.
—No imagines cosas que no sabes, y mis ojos están aquí —advierte.
—¿Tú tienes derecho a besarme, pero yo no puedo ni siquiera mirar? —Bufo de nuevo—. Qué injusto.
—¿Para qué quieres ver? —declara, sonrojado—. ¿La quieres probar?
—¿Probar? —Quedo traumatizada—. ¡¡Solo es curiosidad, sucio, cochino!!
—¡¡¿Cómo puedo ser sucio si me acabo de bañar?!! —exclama, alterado.
—¡Ay, no sé, me pones nerviosa!
Suspira, cansado, luego observa mi boca, así que me paralizo. El ambiente se calma y se vuelve un poco silencioso, por lo tanto, oigo mi respiración. Mi pecho sube y baja, entonces él se aproxima lento a mis labios.
—Voy a besarte ahora —susurra.
Me sorprendería, pero ya le había dicho que sí. Aunque como era de esperarse, el beso no es pequeño como le pedí. De igual forma, no creo poder ocultar algo así de mi futuro marido. Tarde o temprano lo descubriría, pues al fundirse conmigo, el ADN de Ilarium se lo revelaría, nuestras mentes serían una. Por eso hay que elegir bien a tu pareja de por vida.
El tacto de Alijeth me hace sentir sus partículas y pareciera que me ahogo. No sé cómo explicar la sensación. Sigue siendo un buen partido, sobre todo en su genética, lástima que es un bruto. Percibo la energía brotar de sus poros. Él no la ve, pero yo la noto, así que estoy más intensa.
—Aleth, espera. —Me aparto un poco, sintiendo la agitación—. No puedo respirar. —Aunque ni idea si es eso a lo que me refiero.
Me agarra el rostro y me besa otra vez. Con una de mis manos libres, al menos logro sostenerme de su hombro. Mueve su boca, entonces lo acompaño como puedo. Una vez se aleja, suspiro, siento mis mejillas arder, aunque las de él también se tornan en un color rojizo. Debe notar las sensaciones al igual que yo, es lo que percibo.
—Eres tan caliente —susurra.
—¿Caliente? —expreso, confundida, luego pregunto por nuestra anterior conversación—. ¿Es lo mismo que ardiente?
Se ríe.
—Sí. —Se muerde el labio inferior.
Sonrío.
—Qué bueno que estás contento, esa emoción sí la entiendo.
Se aparta, cerrando la canilla del agua.
—Como sea, debo vestirme y buscarte algo de ropa —declara, mirando mi vestimenta empapada.
Me sonrojo, dándome cuenta de que se me trasluce.
—¿Por qué ahora siento vergüenza? —expreso, desconcertada, luego hago puchero—. Tu beso me hizo esto, qué triste —me quejo.
Frunce el ceño.
—Oye, no me culpes a mí.
—Bueno, siento tus conexiones, así que es normal. —Me río, nerviosa—. Ya me pervertiste, qué miedo, me pasaste tu pudor y me corrompiste. —Pongo las manos en mis mejillas—. ¡Oh, no! Soy un desastre para mi futuro esposo.
Rueda los ojos.
—Deja de delirar.
Hago puchero.
—Tú porque no me entiendes.
—No, y no pienso hacerlo nunca.
La maldad es este hombre, no tengo dudas, es un ser hostil y desagradable. Bueno, eso último no tanto, su boca no está tan mal.
~~~
Me encamino con mi nueva ropa, acompañando a Alijeth. Avanzamos por los suburbios hasta llegar a una parte del mapa, entonces él señala un túnel.
—Por aquí hay viejos cacharros, tomaremos alguno —informa.
—¿Con cacharro te refieres a vehículo?, ¿y no son de alguien?
—Eso no importa. —Me agarra del brazo y me hace caminar—. Vamos.
Cada vez entiendo menos a los humanos, y eso que soy uno.
Subimos en uno de esos "cacharros", como él lo llamó, y me tengo que agarrar fuerte de su cintura, porque sino siento que me caeré. Presiento que esto se puede romper en cualquier momento de lo destruido que esta. Podría jurar que hasta preferiría caminar o arriesgarme con mi nave averiada. Aunque eso sería demasiado arriesgado, es muy llamativa, no como este vehículo de cuatro ruedas, el cual es algo pequeño para mi gusto.
Llegamos a una zona descampada, donde pareciera ser el último punto del mapa que señalé. Primero hay mucho pasto, pero a lo lejos se ve un desguazadero, lleno de vehículos y objetos rotos, desparramados por todo el lugar.
Bajamos del cacharro, y me desilusiona un poco a donde me envió la tierra, ya que es un sitio igual o peor al que estábamos.
—¿Y bien? Ponte a buscar, no tengo todo el día —se queja Alijeth.
Bufo.
—En eso estoy.
Me dirijo a rastrear cualquier cosa que me pueda servir. Es mejor no quejarse, hay que agradecerle a la tierra, ella sabe lo que hace. Además, si dice que lo que necesito se encuentra aquí, pues debe estar sí o sí. Jamás desconfiaría de la tierra y la conexión que tengo con ella. Los Ilarium me enseñaron todo lo que sé de esta. Es maravillosa, no importa de qué planeta venga.
Recojo todo lo que preciso, pero cuando alzo la vista en una dirección, se me cae. Me sorprende la altura de una torre que hay a lo lejos. Parece muy tecnológica, no como lo que me rodea. Es tan... antinatural. Creo haberla visto antes, pero supongo que desde esta zona, se observa con un mejor ángulo.
—¿Qué haces? —Se acerca Alijeth—. ¿Por qué tiraste todo?
—¿Qué es eso? —Señalo la torre.
—Lo que ves, un edificio.
—Me genera... —Siento un escalofrío—. Una mala sensación.
Sonríe.
—Haces bien, allí está la peor escoria que puede existir en HimnoVida. GenesisAmon, es el edificio principal de los clones, en la ciudad de los ricos.
—¿Tan malos son? —consulto.
—Todos somos malos de alguna manera, solo que ellos son unos hipócritas, por eso es mejor vivir en los suburbios. —Se ríe, luego se gira—. Vamos, hay que volver.
Tomo los artefactos del suelo y lo sigo. Obvio, no sin antes mirar una última vez a la torre. Algo me dice que mi misión tiene que ver con eso. Necesito arreglar pronto mis partes, para saber más y continuar mi camino.
Ya mencioné a los malos buajajaj, y siempre con esos nombres de empresas raros que les pongo jajaja
Saludos, Vivi.
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