Código 6: Culpa de la desnudez
Alijeth
El experimento raro que intentó utilizar Ereyzai para limpiarse, no le funcionó. Su máquina está hecha un desastre y no sirve para nada. Para lo único que existe ese vehículo espacial es para romper mi patio. La chica se vio decepcionada al notar que su nave también necesita arreglos, pero se animó cuando le permití usar mi baño.
Con sinceridad, no es la gran cosa, es de los antiguos, así que ni idea por qué tanto escándalo.
Agarro una tela, pues se está tardando mucho, y el agua no es para andar gastándola, entonces me dirijo a abrir la puerta, sin ningún escrúpulo. Hago un movimiento con mi boca, pero me callo. Sigue bañándose. Ya la había visto antes desnuda, pero el agua cayendo sobre su cuerpo me excita.
Debería encontrarme enfadado, por el gasto innecesario del agua, sin embargo, me encuentro quieto, observándola como indecente, pervertido.
—¡Oh, gracias! —dice cuando se da cuenta de mi presencia y se cubre con la tela, aun así, eso no le quita lo sensual que se ve su piel—. ¿Qué pasa? —Revolotea las pestañas, manteniendo la tranquilidad de una inocente paloma.
—Lo había notado antes, pero no tienes vergüenza de andar desnuda delante de nadie.
—Debe ser porque me he paseado desnuda en muchas ocasiones —me cuenta—. La verdad los Ilarium no utilizan mucha ropa. Aunque no sé para qué la usarían, su planeta tiene la temperatura perfecta, sin contar que no hay pensamientos perversos entre ellos. —Revolotea las pestañas de una manera muy delicada y bonita.
—Sí, pero no estás en tu planeta. —Trago saliva—. Aquí sí hay pensamientos perversos, yo los tengo —confieso—. ¿Qué crees que no me he imaginado cosas contigo? Más con toda esa piel ardiente que muestras.
—¿Ardiente? —expresa, confundida.
Me muerdo el labio.
—Parece que me provocas y lo haces a propósito.
—No hago nada adrede, solo no te entiendo. —Se ríe—. Más con mi chip destruido. Además, me acabo de bañar, debo conectar con la tierra otra vez para que el ADN me explique.
—No comprendo nada de lo que dices, solo me pones como un perro en celo, deja de hacer eso —ordeno, frunciendo el ceño—. Estás advertida.
—¿Y ahora qué hice? —Hace puchero—. Te comportas bien raro desde que te me caíste encima —opina, poniéndose algo incómoda para lo que quiere decir—. ¿Acaso tus intenciones conmigo han cambiado?
—¿A qué te refieres? —Enarco una ceja.
—Ya sabes, ¿quieres explorar cosas indebidas conmigo?
—Dilo por su nombre: "sexo". —Ruedo los ojos—. Y no, no vamos a fornicar. No me acostaré con alguien que no quiere hacerlo conmigo. No tiene lógica para mí, si el disfrute es solo de mi cuerpo. —Giro mi vista hacia ella, para mirarla de manera intensa—. Y créeme, te ves bastante disfrutable.
Frunce el ceño.
—Deja de hacerme piropos, sobre todo de los sucios —se queja.
Ahora soy yo el que se ríe.
—Pido perdón, sí cambié mi opinión sobre ti, pero que mis intenciones no sean perversas, no significa que no te vaya a hacer insinuaciones calientes, porque así me estás poniendo desde que... —Hago una pausa, entonces asiento—. Sí, desde que me caí encima de ti.
—¿Entonces? —Se sobresalta.
—Entonces, no va a pasar nada, pero no me provoques, porque no voy a evitar decir algo sucio, solo porque me lo pidas.
—¿Y yo qué sé cómo no provocarte? —Frunce el ceño.
—En primera, no andes desnuda por ahí —la reprendo.
—Tú me permitiste usar tu baño, es tu culpa. —Saca la lengua.
Gruño, enfadado, así que se sobresalta otra vez. Aun así, es cierto, tiene razón, yo fui el que la dejó utilizar mi baño, y fui el que entró a este sin esperar. Al final todo es mi culpa, sin embargo, no lo voy a admitir. Soy el dueño de esta casa y acá se hace lo que yo ordeno. No me importa nada.
Creo que esto de compartir vivienda con una extraña, no se me está dando muy bien. Incluso aunque sea de mi propiedad. Todo esto me hace sentir sumamente extraño y confundido.
Lo único que me diferencia del resto, es que no soy un depravado, pero tampoco me considero una buena persona, por lo tanto, que esta mujercita, no espere nada bueno de mí.
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Ignoro mis pensamientos impuros y me largo, luego de un rato, llega mi turno de ducharme. Aunque no dura mucho, porque ella entra al baño de manera abrupta, y hasta podría decir que peor que yo, pues ingresa gritando.
—¡¡Encontré lo que buscaba!! —avisa, luego chilla al verme—. ¡¡Ah, tienes una antena!! —Se cubre la cara con el mapa que sostiene con ambas manos—. ¡Debes atenderte ahí!
Miro mi entrepierna, luego a Ereyzai.
—¿Tú te escuchas cuando hablas? Es mi... —Hago una pausa—. Como sea. —Ruedo los ojos—. ¿No dijiste que los Ilarium andaban desnudos todo el tiempo? No te entiendo.
—Bueno, ellos tienen una coraza entre sus piernas, así que yo no puedo ver qué hay ahí a menos que la abran para copular. —Mantiene su cara detrás del mapa—. Además, yo no voy a andar mirando las partes de nadie, menos si están en su momento íntimo.
La observo, desconcertado.
—Tu explicación me da jaqueca, ven aquí —ordeno.
—¿No tienes vergüenza? ¡Estás desnudo, depravado!
—¡¡Tú eres la que entró en el baño!! —Alzo la voz—. ¡¡Esta vez fue tu culpa!!
—¿Entonces admites que la anterior sí fue tu culpa? —Espía por un costado del papel, entrecerrando los ojos.
Presiono con fuerza ambos puños. Gruño, furioso, entonces me aproximo a ella lleno de ira. La agarro del brazo, y lo tironeo, así que el mapa se le cae al piso. Luego terminamos bajo el agua de la ducha. Acto seguido, su espalda choca con la pared.
—¡Ay, me mojaste mi único vestido! —se queja, después reacciona, baja la vista y la vuelve a subir—. ¡Ya vístete, cochino!
—¡¡Deja de mirarme el miembro!! —grito, sonrojado.
—Pe... pero, nunca había visto uno, así que es raro. —Ríe, nerviosa.
Bufo, calmándome, luego observo como su ropa se transluce, al haber sido empapada.
—Y yo nunca había visto a una mujer.
—No me gusta cómo me estás mirando. —Empuja mi cara hacia arriba—. ¡Cochino, no veas!
Tomo su mano para detenerla.
—Ya te dije que no haré nada. —Gruño, luego observo el papel en el suelo—. ¿Escribiste en mi mapa? —me quejo.
Forcejea porque tengo ambas manos en mi poder, pero se detiene al prestar atención en mi pregunta.
—¡Ya sé dónde puedo encontrar artefactos para mi nave y mi chip, la tierra me guía! —expresa emocionada.
Enarco una ceja.
—¿Y lo marcaste por eso? Te tomas demasiadas libertades.
—¡Llévame, llévame! —Da pequeños brincos, aunque no puede soltarse, lo que provoca que otra vez me excite, así que se detiene y opina—. Tu antena se ve rara.
Me sonrojo.
—¡¡Deja de opinar sobre lo que no tienes!!
Se queda quieta, pensativa.
—Estás en lo correcto, no tengo eso.
—Obvio que no, eres no-macho. —Ruedo los ojos.
—Bueno, es que la sexualidad de los Ilarium es complicada de explicar, así que es más difícil distinguir el género. En cambio, ahora entiendo que los humanos somos diferentes.
—¿No conoces a los animales o qué? —Enarco una ceja, extrañado—. ¿No hay biología en tu planeta?
—Ay, es muy dificultoso de aclarar. —Hace un gesto de cansancio—. ¿Ya me puedo ir?
Frunzo el ceño.
—No, si quieres algo de mí, vas a tener que pagarlo.
—¿Hablas de llevarme a donde te pedí? —expresa, curiosa—. ¿Y yo qué te puedo dar?
Bufo.
—¿En serio me lo preguntas?
—Dijiste que no harías nada. —Hace puchero.
Suelto una de sus manos, para guiar la mía hasta su mejilla, y acariciar su labio.
—Solo quiero probar.
Alijeth quiere besito y yo tipo: no me toques a la nena 😂
Saludos: Vivi.
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