Código 11: Con nuestras manos

Ereyzai

¡Qué triste, Aleth va a morir! No sabía que aquí se podía averiguar eso. Nunca he pensado en la muerte, pues vivir en el planeta de los Ilarium parece la eternidad misma. Sé que debo volver enseguida para tener una larga vida, pero pobre Alijeth, la suya se ve tan corta. Lo voy a extrañar mucho.

—No llores como estúpida —me reprende el que se cree mi dueño—. Todo el mundo muere —expresa sin ningún tacto.

Me refriego los ojos, húmedos por tanto llanto.

—Por eso eres tan gruñón. —Hipeo.

Frunce el ceño.

—Soy porque se me da la gana, yo elijo mi humor.

—Pero, Aleth... —Gimoteo—. Te vas a morir.

—¿Y a ti qué más te da? —Enarca una ceja—. Soy tu secuestrador, deberías estar feliz, reza porque perezca antes de que te venda.

Fuerzo una sonrisa.

—Yo sé que Aleth no va a venderme.

—¿Quieres apostar? —Entrecierra los ojos.

Me tapo la boca, rápido.

—¡No!

Se ríe.

—¿No era que lo percibías? —se burla.

Bajo mis manos muy despacio.

—No hay mucha tierra en la ciudad, es mejor no arriesgarse, aunque... —Hago una pausa—. Hay una plaza cerca, si quieres vamos y lo averiguo. —Formo una gran sonrisa—. Y de paso vemos cómo está tu salud.

Se cruza de brazos.

—No me interesa, yo sé cuándo mi ADN comenzará a descontinuarse y me quedaré tieso, no necesito descubrir más.

—¡Eso es horrible! —expreso, espantada.

—Soy un desecho de clon, es normal que tenga fallas. No se verá exteriormente, pero por dentro... —Se calla sobre el tema y decide cambiarlo—. Ya vámonos, terminé aquí. —Se gira en dirección a donde dejamos el cacharro.

Lo sigo, detrás, a paso veloz, sin embargo, un oficial me detiene en el camino, al sonar una maquinita que sostiene su mano. El hombre pone una especie de argolla, grande y brillante, en mi muñeca, sin yo poder reaccionar. Alijeth se da cuenta un poco tarde, pues está a unos pasos, alejado del señor y yo. Acto seguido, se da la vuelta e intenta intervenir, cuando de repente me meten a un vehículo.

Todo pasa tan rápido.

Alijeth

Un vehículo enorme se está llevando a Ereyzai, solo porque el aparatito del guardia detectó anomalías. Rápido, agarro mi cacharro, y persigo a la máquina blindada. Mis cuchillos no servirían para destruir esas ruedas, pero si las desliza para levitar, la perderé de vista y deberé olvidarme de alcanzarla para siempre.

Observo la porquería que estoy manejando, entonces hago una maniobra bestial, giro en una curva, salto y se la lanzo encima al autómata de cuatro ruedas, las cuales explotan, así que choca con un edificio. Todo es fuego y humo. Me levanto del suelo, golpeado, luego corro a sacar a Ereyzai de allí, para luego escapar lo más rápido posible.

Hay ruido por doquier, oficiales buscando a los culpables, pero sospecho que no me detectaron a mí. Ya veré qué puedo hacer si Voroy llega por algún soborno, lo que importa ahora es esconderse. Abro una alcantarilla, entonces nos vamos por allí.

Ereyzai tose mientras avanzamos por los túneles.

—¿Podemos parar? —expresa ella, angustiada, detrás de mí.

Me detengo, presiono el puño, pero no digo nada. Fue mi culpa por distraerme, aunque no creo que lo entienda. Además, noto que estoy bastante tenso, fue demasiada adrenalina, y ni siquiera fue por mi propia vida. No puede ser, deberé admitirlo, pues con sus conexiones raritas lo va a desvelar primero.

Me giro, furioso, para mirarla, así que se sobresalta.

—Tú... —Trago saliva—. Me haces sentir extraño.

—¿Me estás insultando? —pregunta, confundida, luego observa para todos lados—. Necesito un poco de tierra, no te entiendo. —Observa el pequeño hilo de agua, así que acerca su pie ahí, pero la detengo, tomando sus hombros—. ¡Ay! —Se sonroja, entonces me aparto, dándome cuenta de que la toqué, con eso puede saber lo que siento.

—No digas nada —expreso, furioso.

Se queda tildada, sin saber qué hacer.

—Yo...

—¡Cállate! —exijo.

—¿Quieres sentir lo que pienso? —susurra mientras el color de sus mejillas es cada vez más rojo.

—¿Sentir? ¿Qué quieres decir con eso? Se dice "saber" —la corrijo.

—Con mis manos yo te puedo hacer sentir.

—Qué sucia —declaro en shock.

Se estremece de los nervios.

—¡No me refería a eso!

—Bien —expreso, molesto—. ¿Para qué desearía yo saber lo que sientes? No me causa gracia.

—Bueno, es que me salvaste.

—Gratitud, supongo. —Ruedo los ojos.

—No, pero si te muestro, quizás te sientas menos inseguro con lo que yo ahora conozco de ti.

¡Mierda, lo sabe, no debí tocarla!

—Bi... bien, muéstrame —balbuceo.

Sonríe de manera cariñosa, da un paso hacia mí, luego me agarra las manos de forma sutil y lenta. Noto un cosquilleo en mis dedos, entonces veo que sus venas brillan en ese celeste fluorescente de su cabello. Llega una electricidad ante nosotros, la cual me trasmite muchas sensaciones, ahí es cuando llega el momento en que me muestra lo que deseo saber.

Este es el último capítulo que subí el año pasado (2023), los próximos son todos inéditos 👀

Saludos, Vivi.

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