¡Ni siquiera tengo cachetes!
—Todos se comportaron muy bien en el campamento, y me alegra que se hayan divertido sin nada de tecnología... eso les prueba que su padre y yo teníamos la razón...— mamá sonrió— pueden pasar muchas horas sin usar esos aparatos.
Oh, madre... ahí es donde te equivocas.
—Por eso, ya pueden tomar sus celulares...— papá abrió la caja
Nuestros ojos se iluminaron al ver los celulares. Mis hermanos y yo nos abalanzamos sobre él y cada quien tomó su teléfono.
Tomé una caja de oreos, corrí a mi habitación y tomé mis audífonos, para después conectarlos al teléfono y colocar Mercy de Shawn; sonreí al escuchar su voz y al probar las oreos.
—Los extrañé tanto...— dije viendo la perfecta foto de Shawn que tengo como fondo de pantalla y a la galleta que tenía en la mano
Comencé a revisar todos los mensajes que tenía, la mayoría eran de Abby.
Ups, creo que olvidé decirles a mis amigos que me iría al campamento.
Decidí llamar a Abby, la cual respondió casi de inmediato.
—Ho...
—¡¿Dónde rayos estabas, idiota?!— me interrumpió— ¿sabes cuantas veces te hemos llamado? ¡no puedes desaparecerte así! ¡pensamos que habías muerto! ¡creo que te hemos llamado más de 900 veces! ¡quiero que me digas ahora mismo en dónde estabas!
—Cálmate, no seas exagerada... mamá y papá nos hicieron ir a uno de sus estúpidos campamentos.
—Oh.... entiendo... la próxima vez procura avis... ¡Hunter, deja eso!— gritó, haciendo que alejara el teléfono de mi oreja
Qué amiga tan gritona tengo...
Hunter es su hermano menor, tiene 8 años y físicamente es el niño más lindo que existe... pero no es lo que parece... ¡es un pequeño demonio!. No dejen que su lindo cabello rubio, su cara angelical, o sus ojos azules los engañen, no es para nada lo que parece. Una vez fui a la casa de Abby, ambas pasamos miles de horas haciendo un trabajo. ¿y saben qué fue lo que hizo Hunter? lo tiró por el retrete.... ¡por el maldito retrete!. Es obvio que no lo haríamos de nuevo, por lo que nos reprobaron, y todo por la culpa del pequeño demonio.
Y desde ese día, no hacemos más tareas en la casa de Abby...
—¡Oh por Dios, dámelo ahora mism...!
Y... me colgó, bueno, seguramente el pequeño demonio colgó.
Típico...
***
De vuelta a la rutina... lunes de nuevo.
Lo bueno es que encontraba en la cafetería tomando mi almuerzo, mi parte favorita de la escuela... bueno, la única parte que me gusta de la escuela.
—¿No crees que es demasiado pudin?— preguntó la señora que sirve el almuerzo
¿Acaso dijo eso?... Díganme que esa loca no dijo eso.
—Señora... el pudin de chocolate jamás es demasiado... ¡jamás!— dije asustándola
Me miró raro. No sé por qué me mira así, es la verdad.
—Oye... deja un poco para mí... Cachetitos.— Jace se posicionó a mi lado y tomó un pudin
¡Es tan molesto que me llame así! ¡Ni siquiera tengo cachetes!
Papá solía decirme así porque cuando era niña tenía los cachetes más grandes del mundo, pero ya no más... a veces me llama así pero muy poco.
—¿Podrías dejar de llamarme así? es muy molesto...
—No, es muy tierno... ¿no es como te llama tu padre?
Fruncí el ceño.... Jace definitivamente es un acosador.
¿Cómo rayos sabe eso?
—¿Y tú cómo rayos lo sabes?
—Pues Stella nos lo contó... nos dijo que te avergüenza mucho.
¡Maldita!
—¡Pues claro que me avergüenza! por eso es molesto que me llames así.
—Ahora que sé eso, lo haré mucho más seguido, Cachetitos.
Rodeé los ojos fastidiada.
—Scar, los chi...— Abby se detuvo al ver a Jace
Nos lanzó una mirada pícara para después irse de nuevo.
—Qué fue eso?— preguntó Jace
—Es gracioso, pero según las chicas, tú estás muy interesado es mí... sé que es muy ridículo pero aún así, no te rías...— dije
Jace me miró sin ninguna pizca de diversión en su rostro.
—¿Por qué no te ríes? es ridículo...— negué divertida
—No me parece que sea ridículo.— dijo serio
—Oh, vamos... están actuando como locas al pensar que el gran Jace Anderson está interesado en mí... es obvio que están dementes.
Se encogió de hombros—Tal vez no lo estén...— me guiñó el ojo para después irse
Fruncí el ceño... ¡¿Qué?!
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