Capítulo 11
Hola! Siento haber puesto en hiatus el fic, mi salud mental ha empeorado y mi ordenador está al borde de la muerte ldkjkd espero que tanto el ordenador como mi cabeza me dejen terminar de publicar el fanfic. Os pido perdón de nuevo, y espero que os guste!
Baekhyun tiene que reconocer que se alarmó al ver el estado de la ropa y las manos de Chanyeol, pero todo se le olvidó cuando sus cálidos brazos lo envolvieron. Estaba demasiado a gusto entre sus brazos, se sentía seguro y en casa, y casi, casi se le olvidó que el híbrido venía de una cita porque debía encontrar a alguien bueno para él. Alguien que no era Baekhyun.
—No te vas a librar de que te desinfecte esos cortes con agua oxigenada —le dijo, separándose al fin de su abrazo.
El alto lloriqueó un poco pero se dejó hacer, quejándose un poco por el escozor del desinfectante, mientras le contaba por encima que la cita había ido bien, que la chica era simpática y que iban a volver a quedar pronto. No le fue difícil ver que había algo que el traductor no le estaba contando, pero se conformó con apartar algunos mechones rizados y negros de su flequillo a un lado y sonreírle a modo de apoyo. El menor se quedó allí sentado, leyendo una revista, hasta que el más bajo hubo terminado de arreglar la maqueta con la que estaba trabajando y, tras eso, ambos se fueron a casa en el coche de Baekhyun.
—Hacía mucho que no me llevabas en tu coche —le dijo de buen humor el híbrido cuando ya estaban en mitad de un atasco.
—¿Echabas de menos quedarte atrapado en un atasco? —preguntó con cierto sarcasmo, pero Chanyeol rió y él no pudo más que sonreír.
—No, idiota —le sacó la lengua el otro—. Pero me gusta verte conducir.
El compositor dio gracias a que ya estaba parado, porque de otra forma, había perdido la fuerza para apretar los pedales o algo así. Miró al otro, completamente desarmado, pero el alto estaba demasiado ocupado buscando una emisora que estuviera emitiendo canciones y no anuncios, así que no vio su gesto de total sorpresa. No dijo nada, sin embargo, se guardó su sorpresa y su emoción para él, y volvió a concentrarse en conducir y, a ser posible, utilizar alguna calle lateral para salir del atasco, aunque tuviera que dar un pequeño rodeo. Porque no podía dejar que Chanyeol volviera a meterse bajo su piel, no ahora que quería estar bien con Changmin para poder hacerse a la idea de que el híbrido necesitaba estar con alguien que no era él.
Aun así, tardaron más de media hora en llegar a casa y para cuando lo hicieron, sus estómagos rugían por comida, así que no se preocuparon en hacer algo complicado y simplemente metieron unas pizzas en el horno. Chanyeol no era muy amigo de comer algo tan pesado por la noche, pero sabía que era incapaz de resistirse a los ojitos de cachorro que Baekhyun le ponía cuando quería conseguir algo, y al final, accedió.
—La pizza era nuestra cena estrella cuando éramos estudiantes, Chanyeol —le recriminó el más bajo cuando ya tenía el trozo en la mano.
—Nuestro organismo tenía diez años menos, Baekhyun —se quejó el alto, pero cogió otro trozo igualmente.
—Hablas como si fuéramos viejos.
—¿No hueles ya los treinta? —le alzó las cejas con malicia el otro, sabiendo que él cumpliría años seis meses antes. Baekhyun bufó.
—Lo único que huelo ahora mismo es esta pizza —respondió con dignidad, y para dejar su punto aún más claro, le dio un gran bocado a su trozo.
Chanyeol rió alto en ese momento y él sonrió, feliz de haberlo hecho reír, al menos. La cena transcurrió tranquila y normal, pusieron un programa cualquiera de entretenimiento en la televisión y se divirtieron comentando lo que iba ocurriendo, o haciendo sus propias imitaciones de lo que ocurría en pantalla. Era casi como había dicho Baekhyun, eran ellos en su época universitaria, cuando no había novios ni futuras parejas de por medio. Tan solo ellos dos, disfrutando de una noche a solas en su piso, sin compromisos, ni amigos, ni deberes que hacer. Y el mayor estaba demasiado a gusto, demasiado contento; y en su fuero interno sabía que era peligroso. Porque esas cosas eran las que lo hacían querer aferrarse a la vida que tenía, a su vida con Chanyeol, y a desear que no cambiara nada. Y aquel pensamiento era demasiado egoísta como para permitírselo siquiera.
Sin embargo, durante las siguientes dos semanas ni siquiera tuvo tiempo de pensar en todo aquello.
La llegada de las Navidades suponía mucho trabajo para él y pocas vacaciones, así que se vio inmerso en varios proyectos simultáneos. Apenas sí pudo comer con Changmin durante esa semana, ya que normalmente comía en su estudio para poder trabajar mientras tanto. Dos álbumes navideños eran demasiado en lo que trabajar, y por mucho que Chanyeol y Kyungsoo lo miraran preocupados y le dijeran que debía comer y descansar en condiciones, él simplemente no podía dejar una canción a medias.
—Ya es suficiente —lo cortó un día Kyungsoo, dando un golpe en su mesa y asustándolo. Baekhyun dio un respingo y lo miró, los ojos del otro compositor centelleaban detrás de los cristales de sus gafas, y él tragó fuerte, nervioso—. Tú y yo vamos a salir a dar un paseo y a que te relajes, y —subió el tono de voz, cortando una posible queja por parte de Baekhyun—, no voy a aceptar que rechistes.
—Si quieres salir, ¿por qué no vas tú solo? —le preguntó, frunciendo el ceño, pero puso en suspensión su ordenador porque sabía que era inútil discutir con Kyungsoo. éste sonrió de medio lado.
—Yo no quiero salir, voy contigo porque si no, eres capaz de meterte en el café de enfrente a seguir trabajando desde tu móvil.
Con la promesa de que no iba a dejarlo trabajar, tiró de él hacia el ascensor, apenas dándole tiempo para coger su teléfono móvil y su abrigo. Ya era pasado mediados de diciembre y el frío calaba hasta los huesos después de llevar horas encerrado en el edificio de la empresa, donde la calefacción estaba puesta en absolutamente todas partes. Metió las manos en los bolsillos y dejó que Kyungsoo lo llevara a donde quisiera.
Fue al pasar por delante de una cafetería que recordó que Chanyeol le había dicho que iba a quedar con Wheein ese día para tomar un café y conocerse un poco más, y el mero pensamiento hizo que le doliera el pecho. Por qué, maldita fuera, por qué. No quería sentirse así, pero no podía evitarlo; quería ir corriendo a donde fuera que estuviera viéndose con ella, cogerlo de la mano y llevárselo de allí porque era suyo, demonios, y no podía quitárselo. Pero también sabía que eso no era lógico ni racional, y que era tremendamente egoísta, por lo que no decía ni hacía nada.
Estaba aún pensando en eso cuando Kyungsoo lo llevó por la zona comercial. La calle al completo estaba a rebosar de adornos, ambiente y música navideños. Mirara a donde mirara, la nieve artificial, el rojo y el oro acaparaban farolas, escaparates, anuncios, todo. Y eso le hizo recordar que aún no tenía un regalo para Chanyeol, provocando que ahogara una exclamación y que agarrara con urgencia a Kyungsoo de la manga de su abrigo.
—¿Qué tripa se te ha roto? —le preguntó su amigo con desconfianza.
—Necesito ir a la tienda de música—el otro compositor alzó una ceja, incrédulo, pero él bufó y rodó los ojos—. No es para mí, voy a comprarle a Chanyeol su regalo de Navidad.
—¿Aún no lo has hecho? —Baekhyun negó con la cabeza—. ¿Y a Changmin le has comprado algo? —añadió con malicia.
—A-algo improvisaré en la tienda —replicó, no muy convencido—. De todas formas acabamos de reconciliarnos, tiene suerte de seguir estando conmigo.
—Por supuesto —sonrió Kyungsoo con superioridad, pero accedió a llevarlo a la tienda de música, donde fueron a la zona de instrumentos.
Baekhyun tenía muy claro qué quería regalarle a Chanyeol. Hacía muchos años, en el instituto, él y su amigo Yixing tocaban la guitarra para las funciones escolares y pequeños recitales. El alto siempre ensayaba con las guitarras que le prestaba el instituto, y realmente se le daba muy bien. De hecho, Baekhyun nunca se lo había dicho a nadie, pero una de las razones por las que quería ser compositor era porque quería que, algún día, el híbrido tocara y cantara con tanta alma y corazón las canciones que él hubiera compuesto. Hacía años que quería regalársela, pero el alto solía decirle de forma muy sutil que quería esto o aquello de regalo, por lo que no había podido hacerlo. Pero ese año, quizá debido a su problema de salud, no le había dicho nada, así que Baekhyun tenía vía libre.
Estuvo un buen rato eligiendo la guitarra adecuada. Pensó en la eléctrica, sabía que a Chanyeol le gustaban los grupos de rock y que siempre había deseado una; pero a la vez, éstas necesitaban amplificadores y demás para sonar adecuadamente. Baekhyun quería ser capaz de salir con Chanyeol un domingo al parque tranquilamente con la guitarra y poder utilizarla allí sin tener que conectarla a nada, tan sólo ellos dos y la música.
Al final fue Kyungsoo el que le dijo que una guitarra acústica podría ser la elección más acertada, y él eligió una Fender bonita y sencilla de madera clara que pagó al contado. Aprovechó para comprarle también una funda, un afinador y una púa, añadiendo a última hora un par de auriculares profesionales para Changmin, sintiéndose algo culpable. Le pidió al encargado que se lo envolviera todo en dos paquetes diferentes de regalo y salió contento con las dos bolsas y la guitarra a la espalda. Agradeció haberse traído el coche, porque podía dejar los regalos en su maletero hasta que Chanyeol estuviera en la ducha o algo así, y entonces colarlos en casa sin que sospechara nada.
—¿Por qué una guitarra? —le preguntó Kyungsoo cuando estuvieron de vuelta en el estudio. No había dicho nada hasta el momento y la pregunta surgió de la nada, pillando al otro desprevenido. Quizá por haberlo pillado desprevenido, Baekhyun miró un momento la guitarra metida en su funda, apoyada contra la pared, y fue sincero al responder.
—Porque quiero que la toque conmigo, quiero escucharlo cantar —dijo con simpleza—. Quiero que sea feliz, y tocar la guitarra lo hacía feliz.
Miró a Kyungsoo, pero éste solo le sonreía de manera suave y asintió, tras lo que volvió a su trabajo en el ordenador y dejando a Baekhyun con la sensación de que, por primera vez desde hacía años, había expuesto su alma y sus deseos sin tapujos o mentiras a otra persona, y ésta le había sonreído como si lo hubiera hecho bien. Como si no hubiera nada de malo en que Baekhyun quisiera acaparar un poquito a Chanyeol y ser egoísta, porque iba a regalarle algo que iba a ser en exclusiva para su disfrute. Y a alguien le parecía bien que lo hiciera así, que quisiera al híbrido para sí.
Que lo quisiera.
No mencionó nada más, sin embargo, y dejó que, por una vez, la sensación de que sus sentimientos no eran erróneos calara profundo en su ser, comenzando a curar poco a poco una vieja herida. Era casi imperceptible, porque eran muchos años de sentirse roto e incorrecto, pero era la primera gota para la curación de su alma que, lentamente, comenzaría a sanar.
Sin embargo, no tuvo tiempo ni siquiera de darse cuenta de este hecho. La Navidad estaba al caer y, con un total de seis álbumes (cuatro de los cuales fueron amablemente puestos sobre su pila de trabajo en su día libre) y de tres canciones en cada uno de media, Baekhyun no podía relajarse y sentarse a analizar sus sentimientos. Trabajó mucho y muy duro, dejando el tiempo justo para comer y para dormir. Ni siquiera pudo ver a Changmin más allá que un par de veces que coincidieron en la hora de la comida en la cafetería, porque Kyungsoo se había hartado de verlo delante del ordenador y lo arrastraba a la cafetería para que, al menos, caminara un poco y se alejara del calor de la habitación. Tampoco tuvieron tiempo, ni él ni Chanyeol, de decorar la casa como solían hacer en esas fechas, y ese hecho lo hacía siempre quejarse por las mañanas mientras desayunaban, mientras el alto simplemente reía y sacudía la cabeza.
De lo que no era capaz Baekhyun de alejarse era de los brazos de Chanyeol. Seguía insistiendo de forma infantil en dormir con él, aunque nunca lo expresó de esa manera tan explícita. Simplemente, se colaba en el cuarto del híbrido todas las noches cuando se iban a dormir, y se acurrucaba junto a él, con su olor inundando sus sentidos y con esa sensación de que verdaderamente estaba en casa rodeándolo.
Era consciente de que si no empezaba a separarse ya del alto, cuando llegara el momento sería aún peor; porque sería abrupto y repentino, y él se quedaría como un pez al que sacan de repente del agua y no puede respirar, tan solo dando bocanadas tratando de sobrevivir. Sabía que iba a sufrir, pero era eso mismo lo que hacía que cerrara los puños alrededor de la tela de la camiseta del pijama de Chanyeol, lo que hacía que estrechara su abrazo. Porque el final para ellos ya estaba escrito, era inevitable, pero no iba a desaprovechar esos momentos que les quedaban juntos. No, iba a sacarles todo el partido que pudiera, iba a guardarlos en su corazón y a atesorarlos el resto de su vida. Y sobre todo, aprendería a vivir su vida sin depender tanto de la felicidad de Chanyeol.
Sin embargo, esa resolución se tambaleó el día de Nochebuena.
Tanto él como Chanyeol habían tomado el día libre para poder ir después de comer a casa con su madre y ayudarla a preparar la pequeña comida familiar para los tres. Se habían duchado, se habían puesto los jerséis que su madre les había regalado las Navidades pasadas (y que ellos, hábilmente, habían escondido en un cajón hasta la Navidad siguiente) y se habían dirigido en coche hasta su casa en las afueras de Seúl, donde su madre los esperaba ya con la primera bandeja de galletas en el horno, inundando la casa del delicioso olor a dulces navideños.
El día había transcurrido de manera bastante normal; su madre y el alto habían intentado no darle ninguna tarea que implicara que tuviera que coger un cuchillo, para su indignación. Así que se dedicó a poner la mesa, adornar el salón y preparar los aperitivos, bajo la atenta mirada de Chanyeol, quien no paraba de mirarlo de reojo cuando lo mandaron cortar con cuidado algunas hojas de lechuga.
—No me voy a cortar —había murmurado, entre molesto y halagado por tener toda la atención del híbrido sobre sí mismo.
—Tu historial dice otra cosa —bufó el alto mientras añadía verduras a lo que sería el tteokbokki—. ¿Recuerdas cuando te empeñaste en abrir la bolsa de brotes de soja con el cuchillo y tuvimos que llevarte al hospital?
—Al final ni siquiera tuvieron que ponerme puntos —se defendió, con sus mejillas rojas, pero Chanyeol rió por lo bajo y se limpió las manos antes de tomarlo por las mejillas.
—Pero preferiría que siguieras conservando todos tus bonitos dedos, Baekhyun —le susurró con voz ronca y una sonrisa divertida.
Baekhyun sabía que no era biológicamente posible, pero fue como si su corazón se detuviera por completo en ese instante. Fue demasiado consciente de que su madre había salido de la cocina y que estaban tan solo ellos dos, mirándose a los ojos y respirando en el espacio vital del otro. Recordó claramente el beso que compartieron en el instituto, y también, de forma aún más vívida, aquel que le había robado en el parque de atracciones no hacía ni un mes. Recordó lo dulces y adictivos que eran los besos con Chanyeol, aquel estallido de emociones que sentía en su pecho cuando sus bocas se encontraban. Y los labios del alto eran tan rojos y apetecibles en aquel momento que el compositor pensó que quería probarlos otra vez.
—Se ha caído el adorno de la puerta del salón, ¿podrías ir a colocarlo, Chanyeollie?
La voz de su madre lo hizo dar un salto en el sitio, asustado, pero Chanyeol tan solo dejó caer sus manos y asintió a la mujer, antes de salir. Era como si no hubiera pasado nada, como si fuera lo más natural del mundo que estuvieran así de cerca, como si no le preocupara que Hyemi los viera siendo más íntimos de lo que deberían. Su madre observó salir a Chanyeol y después posó su mirada sobre Baekhyun, quien aún sentía las mejillas arder en la zona que había estado en contacto con las manos de Chanyeol, pero ignoró tanto la sensación como a su madre y volvió a cortar hojas de lechuga.
—Baekhyun, hijo, ¿estás bien? —la voz de su madre sonaba extraña, no podía distinguir si estaba triste o contenta, y por miedo a encontrar el rechazo en sus ojos, no la miró—. Tienes la cara roja.
—Estoy bien —respondió lo más tranquilo que pudo, con su corazón latiendo fuerte—. Chanyeol dijo que no sé ni cortar una lechuga y me enfadé con él, puede que sea por eso.
—Chanyeollie tiene razón, ten cuidado —rió su madre antes de volver a sus quehaceres, y el compositor suspiró, como si con eso pudiera calmar su corazón.
El resto de la tarde pasó rápido, y pronto estuvieron los tres cenando en la mesa, charlando animadamente como hacían siempre, e incluso cantando algunos villancicos. Se lo estaban pasando bien los tres, como habían hecho siempre; de esa manera que casi hacía que Baekhyun se olvidara de su trabajo, de Changmin, de que dentro de poco tendría que decirle adiós a Chanyeol. Hasta que llegó el postre, y con él, la noticia de su madre.
—¿Te vas?
—No lo digas de esa manera, Baekhyun —Hyemi arrugó la nariz mientras le ponía el helado en un cuenco a su hijo biológico—. Solo me voy de viaje con mis amigas.
—Pero... no estarás en Nochevieja —insistió Baekhyun.
—Tú tampoco, ¿no? —respondió su madre con suavidad.
Y entonces lo recordó, él había prometido pasar la Nochevieja con Changmin, y si su madre no estaba, eso dejaba a Chanyeol solo. Giró la cabeza rápidamente para mirarlo, pero el híbrido tan sólo tomaba pequeñas cucharaditas de helado, saboreando cada una antes de pasar a la siguiente. En cierto momento, debió notar las miradas sobre él, porque alzó la cabeza y miró a las dos personas que tenían la vista fija en él.
—Por mí no os preocupéis —dijo simplemente.
—Precisamente por ti me preocupo —murmuró Baekhyun entre dientes. No solo era el hecho de dejarlo solo en sí, sino que le asustaba la idea de que pudiera pasarle algo estando solo, que colapsara y se cayera como unos días atrás.
Sin embargo, ambos habían acordado que no le dirían nada a su madre sobre aquello, por lo que Baekhyun tampoco podía decir abiertamente que estaba preocupado.
—Estoy segura de que Chanyeol estará bien —asintió su madre, y el híbrido le dio la razón, dedicándole una mirada de soslayo al compositor, esperando que no dijera nada.
—Lo estaré, no os preocupéis —les dijo con voz animada—. Tenéis buenos planes para Nochevieja, no dejéis que yo os los estropee.
—¿Y cómo sabes que tengo planes en Nochevieja, mamá? —parpadeó Baekhyun en ese momento, confuso. Él no le había dicho nada a su madre.
—Oh, Chanyeol me lo ha comentado antes en la cocina mientras ponías la mesa —se encogió de hombros su madre.
Sin embargo, por la cara que estaba poniendo Chanyeol, no era solo eso lo que le había comentado. Podía ver que el alto estaba tenso, pero prefirió ignorarlo de momento, ya tendría tiempo de preguntarle de camino a casa. La cena terminó sin más incidentes y después de que Chanyeol insistiera de nuevo en que iba a estar bien y que no se preocuparan por él.
¿Pero cómo iba a no hacerlo? Parte de que hubiera aceptado pasar la Nochevieja con Changmin era que sabía que Chanyeol, al menos, estaría con su madre y que ella lo cuidaría si le pasaba algo. Pero si su madre no estaba, ¿quién podría hacerlo? Chanyeol no tenía muchos amigos aparte de él mismo, y suponía que no era lo mejor pedirle a Choa que lo acogiera esa noche. La médico tendría ya planes, como siempre, y a Chanyeol no le gustaba salir de fiesta como a ella.
Pero ahora tiene a Wheein.
Una vocecita en su cabeza le recordó que el híbrido ahora tenía a otra persona, ¿y no le había dicho que con ella le iba bien? Puede ser que quedara con ella para celebrar la Nochevieja, los dos. A solas. Y Baekhyun realmente no debería haber sentido esa punzada de celos al imaginar la escena.
—Deberíamos irnos a casa, Baekhyun —le llamó la atención el alto pasadas las doce y media de la noche, cuando hubieron terminado de recoger—. Se está haciendo tarde.
—Sí, tienes razón —concedió el mayor.
Se despidieron de su madre y se montaron en el coche de vuelta a casa. Chanyeol se ofreció a conducir y el otro lo dejó, lo que le permitió observarlo durante el viaje. Le encantaba el perfil de Chanyeol, cómo sus gafas nuevas se resbalaban hasta acabar justo sobre la curvatura del tabique de su nariz, cómo sus labios estaban contraídos en una mueca de seriedad por la concentración al conducir.
—Entonces, ¿tienes planes para Nochevieja? —preguntó Baekhyun, tratando de sonar casual. Chanyeol lo miró de reojo antes de volver la vista a la carretera.
—No, no tengo —respondió con simpleza, pero el mayor frunció el ceño.
—¿No vas a quedar con Wheein?
Trató de que su voz no dejara traspasar los celos que sentía al imaginarlos juntos, sino que tan solo parecía genuina curiosidad. Pero el alto no lo miró ni pareció sospechar nada antes de responderle.
—No vamos a quedar más —Baekhyun pudo ver cómo una suave sonrisa amarga se dibujó en su rostro—. Tiene a la persona que es para ella.
—¿La persona para ella? —ahora el compositor estaba verdaderamente confuso, jamás había escuchado hablar de eso.
—Sí, es la persona que los híbridos sabemos que está hecha para nosotros.
—¿Para vosotros? —en ese momento, un semáforo se puso en rojo y Chanyeol frenó despacio. Cuando lo hubo hecho, se giró para mirar a Baekhyun a los ojos, y la intensidad de su mirada casi lo dejó sin respiración.
—Es la persona que, instintivamente, sabemos que encaja con nosotros, a pesar de los defectos y de los problemas que pueda haber. Nosotros nos entregamos a esa persona sin condiciones, aunque no nos corresponda. Es la persona que sabemos que, por más que intentemos buscar la felicidad con otras, es la única que podrá darnos felicidad.
—¿Como... un alma gemela? —aventuró Baekhyun, y Chanyeol sonrió suave.
—Como un alma gemela, sí —asintió suave—. Algo parecido.
—¿Y Wheein no era la tuya? —preguntó el compositor, a pesar de que creía saber la respuesta.
—No, no lo era.
En ese momento, la luz del semáforo se puso en verde y Chanyeol volvió a prestarle atención a la carretera. Quizá fuera el hecho de que no lo estaba mirando lo que le dio al mayor el valor de preguntar.
—¿Y vuestras almas gemelas siempre son híbridos?
Hubo una pausa, apenas unos segundos en los que Baekhyun se abrazó a sí mismo mentalmente, preparándose para lo peor.
—No —la respuesta de Chanyeol le llegó casi sin querer, como si fuera una brisa que acababa de pasar a su lado, una brisa que había devuelto el aire a sus pulmones—. No siempre son híbridos... y no siempre son del género contrario —añadió, y a pesar de que Baekhyun no había preguntado, aquella información hizo aletear su corazón.
No hablaron más durante el trayecto, y al llegar a casa, simplemente, se fueron a dormir como siempre, abrazados el uno al otro. Pero esta vez, Baekhyun tenía una sonrisa en la cara al cerrar los ojos, porque jamás se lo iba a admitir a nadie, ni siquiera a sí mismo; pero había deseado ser esa persona especial para Chanyeol.
—Baekhyun —su nombre pronunciado en un susurro acarició su oreja, haciéndole cosquillas y provocando que se revolviera medio en sueños. Una risa grave y suave sonó en su oreja—. Despierta, Baekhyun. Es Navidad.
Fue como si de repente, volvieran a tener once años y se despertaran pronto para ir en silencio y a oscuras al salón a buscar los regalos que su madre les había escondido. Abrió los ojos de golpe y se encontró con la cara sonriente de Chanyeol frente a la suya, lo que provocó que su corazón se saltara un latido.
—No tengo diez años, Chanyeol —se quejó el compositor, pero el otro rió simplemente.
—Es lo único que te ha despertado —Baekhyun prefirió sacarle la lengua, pero eso no achantó al alto—. Anda, vamos.
—¿Son las cinco y media de la mañana? —preguntó, casi sin creérselo, cuando vio la hora que marcaba el reloj de su teléfono móvil, pero el alto prefirió no responderle.
Chanyeol lo tomó de la mano y lo sacó de la cama a regañadientes, tratando de distraerlo con un parloteo animado sobre cómo cuando eran pequeños, solían quedarse en la puerta del cuarto, equipados con mantas y linternas, esperando a que apareciera Santa Claus y finalmente, se quedaban dormidos el uno contra el otro. La verdad era que aquel recuerdo lo hizo sonreír, así como también agradeció que, al sacarlo de la cama, el alto le hubiera puesto una gruesa manta por los hombros para que no pasara frío. Se dio cuenta de que el alto estaba emocionado y contento cuando su cola pasó varias veces rozando su pantalón mientras se movía animadamente de un lado a otro, y se preguntó por qué estaría tan contento a las cinco y media de la mañana. La respuesta la obtuvo en cuanto entraron al salón.
Había un árbol de Navidad en su salón, uno no muy grande, pero que igualmente estaba adornado con guirnaldas iridiscentes, con bolas blancas que parecían estar hechas de nieve, y que brillaba con suaves luces blancas. En la parte más alta, había una estrella también llena de purpurina que brillaba de forma casi mágica al atrapar la luz del árbol y reflejarla en diminutos puntitos de luz. Todo era increíble, pero mucho más el hecho de que al acostarse, no había árbol alguno en su casa.
—Lo he montado hace un rato, y quería que vieras lo bonito que está iluminado, por eso te he despertado temprano —explicó el traductor—. De día no se ve tan bonito y habría tenido que esperar a la noche, y era una pena.
—¿Pero... cómo...? —las palabras no le salían mientras seguía embelesado mirando el árbol. Tan absorto estaba que no notó que el alto soltaba su mano y se agachaba para coger un regalo que había a los pies del árbol y ofrecérselo.
—Feliz Navidad, Baekhyun —le dijo con una gran sonrisa y su cola moviéndose libremente.
Pero en lugar de coger su regalo, Baekhyun corrió de nuevo a su cuarto para sacar del armario el regalo que le había comprado a Chanyeol junto a Kyungsoo. Cuando volvió, el alto seguía en el mismo sitio, esperándolo con sus orejas perrunas giradas en su dirección y con una expresión de curiosidad en la cara. Al ver la gran caja sus ojos y su boca se abrieron por completo, casi como si fuera un niño de nuevo, y Baekhyun no pudo más que reír por lo bajo, sobre todo cuando se dio cuenta de que su cola se movía de un lado a otro rápidamente, emocionado.
Se sentaron en el suelo y se intercambiaron los regalos. Al ser el menor, Baekhyun arguyó que Chanyeol debía ser el primero en abrirlo, así que primero le pasó la gran caja que contenía su nueva guitarra y los complementos. La cola del híbrido no paraba de moverse de un lado a otro, reflejo de la alegría que estaba sintiendo, y se lanzó a abrazar al mayor en cuanto el papel decorado cayó y pudo ver su nueva guitarra, casi tirándolo al suelo en el proceso. Chanyeol lo instó a que abriera su regalo, y dentro de la caja Baekhyun encontró un flamante casco nuevo para la moto.
—Así ya no tendrás que usar ese viejo que compramos cuando nos mudamos aquí —le sonrió—. Yo también me he comprado uno nuevo.
—Sólo falta que me regales la moto a este paso —rió el mayor mientras Chanyeol se levantaba para ir a por su nuevo casco y enseñárselo.
Baekhyun se colocó el casco, era completamente blanco, con un símbolo de una estrella de ocho puntas en la parte trasera. No pudo más que sonreír, esa estrella era el símbolo con el que firmaba sus primeras composiciones cuando estaba en el instituto y en sus primeros años de universidad. El alto volvió con un casco rojo en sus manos, pero con el mismo acolchado negro interior que el casco de Baekhyun. Eran exactamente el mismo modelo en dos tallas distintas, y con la excepción de que, además de ser distintos en color, el casco de Chanyeol tenía un fénix en la parte trasera.
—¿Por qué un fénix? —preguntó Baekhyun, tomando el casco para dibujar con la yema de su dedo el contorno del dibujo, fascinado.
—Me gusta su simbología —respondió con simpleza el alto. Pero algo en su voz hizo que Baekhyun alzara la vista para encontrarse con los ojos oscuros y brillantes de Chanyeol, que lo miraban fijamente y con una intensidad que lo hacía no querer apartar la vista nunca más—. Renacer de tus cenizas, ser capaz de empezar de cero. Da igual lo que hicieras, siempre podrás volver a empezar de cero. Tener una nueva oportunidad.
El corazón de Baekhyun se paró un momento antes de comenzar a latir rápidamente. Quizá no fuera nada, pero algo en su interior quería pensar que sí, que no era algo elegido ni dicho al azar. Pero en ese momento tan solo sonrió.
—Me gusta también.
Mientras, en una parte tan interna de su alma que ni él era consciente de que existía, un deseo comenzó a palpitar de forma casi imperceptible.
El deseo de resurgir de sus cenizas, de tener una nueva oportunidad con Chanyeol.
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