V E I N T E
Había sido una noche muy larga para el niño; por alguna razón no había podido conciliar por completo el sueño sino hasta pasadas las doce de la noche, una hora muy alejada de su horario normal, y estaba manifestando un fastidioso malhumor mañanero. Tampoco había soñado nada bonito, otra vez tuvo una pesadilla que no recordaba pero sí lo hizo sentir temeroso cuando se levantó en la mañana.
Su papá, a pesar de haberle dicho que arreglaría lo que estaba pasando, no le dio noticias de ningún tipo en lo que quedó de la noche y eso le pareció decepcionante. SeokJin se encargó de consolarlo en lo que quedó del día aún así y le explicó que hablaría con NamJoon, así que sólo debía esperar, pero el no saber nada le estaba poniendo nervioso.
A veces Jin le decía esas cosas pero olvidaba lo que debía hacer; como esa vez que su muñeco de Iron Man se había perdido y él prometió encontrarlo, pero con el pasar de los días se le olvidó y JungKook dejó de preguntar, sabía que su papá siempre estaba ocupado después de todo. Al final lo encontró él mismo y Jin se disculpó por haberlo olvidado.
Sin embargo, ahora estaba más desesperado que aquella vez.
Bufó, apretando la sudadera en un abrazo fuerte. Sí, había dormido con ella, pero el sueño no llegó aunque hubiera esperado que sí. Seguro esa vez que se quedó dormido con NamJoon fue sólo fue casualidad, ni siquiera su tonta sudadera había podido espantar a los monstruos, no servía, no era como NamJoon.
—Buenos días, Kookie —Jin le acarició la cabeza con una sonrisa amorosa en su rostro, pero el niño no le devolvió el gesto.
Era sábado, día sin escuela. A pesar de que estaba cansado y un poco enojón, al menos no tendría que escuchar a su maestra hablar todo el día mientras mandaba tareas.
—Buenos días... —se sentó en su silla con calma, dejando la sudadera en el suelo.
—¿No crees que se va a ensuciar? —preguntó con curiosidad, dejando unos cuantos platos sobre la mesa y luego un vaso con estampado de superhéroes que contenía leche de banana.
Kookie se encogió de hombros.
—Da igual —tomó su plato, encajando su tenedor en el huevo que estaba ahí.
—Oh, ya veo —empezó a comer también—. ¿Se la vas a entregar sucia?
—Sí... —murmuró con aparente resentimiento.
—¿Por qué?
—Porque se lo merece, es un tonto.
—¿En serio? —enarcó una ceja—. Pero dijiste que lo extrañabas —el niño bajó la mirada.
—Sí, pero... pero él es un tonto... —miró a Jin quien esperaba una explicación—. Él dijo que se iba a quedar, dijo que estaba enamorado de ti y que no iba a dejar que los monstruos vinieran, pero no está, no está cumpliendo lo que dijo. Es un tonto —anunció, untando su pan con el huevo destrozado y metiéndose una porción a la boca.
—Entonces te molesta que no haya cumplido su promesa —dijo más como una afirmación que como pregunta, aun así, el niño asintió—. ¿Pero qué pasaría si decide regresar?
JungKook pareció pensarlo seriamente. Sus ojos mirando fijo el pan que tenía enfrente de él mientras su cabeza se volvía un embrollo de pensamientos de nuevo. Realmente pensó en la respuesta, los pros y los contras, o al menos eso pensó Jin que estaba haciendo.
—No lo dejaría, los tontos no pueden estar aquí.
—Ah, eso es nuevo —dijo SeokJin—. ¿Ya cambiaste de opinión?
JungKook sólo arrugó su nariz y siguió comiendo, ignorando lo que su papá estaba diciendo.
Jin suspiró, pero no pudo evitar sonreír. A pesar de contradecirse, sabía que JungKook realmente quería a NamJoon de vuelta. Era bastante obvio cuando el niño miraba con ojitos de anhelo hacia la ventana como si esperara que algo sucediera o que alguien se asomara.
No había sido mentira lo que le dijo sobre lo ocupado que estaba NamJoon, pero ahora habían logrado acordar un horario para que fuera a su casa. Lo único que esperaba era que el hombre no se arrepintiera a último minuto porque sino lo mataría. Entendía que estuviera igual de nervioso o peor, porque ya se lo había dicho, pero alargar esto no sería divertido para nadie, menos para JungKook.
Dentro de su estudio, NamJoon se encontraba recostado en su silla mientras miraba el techo de su estudio, buscando una manera de regular todo el revoltijo de emociones que estaba sintiendo conforme la hora de ver a SeokJin y a JungKook llegara. Comparaba la sensación con la primera cita que tuvo con SeokJin y con la primera vez que conoció a JungKook, la diferencia ahora era clara y lo tenía al borde del asiento.
—¿Crees que HoSeok está siendo completamente sincero? —le preguntó su único acompañante en ese momento—. Porque conozco a JungKook y él... no creo que haya hecho lo que dijo, es un poco raro —agregó y YoonGi levantó la mirada de su celular sólo para encogerse hombros y NamJoon resopló—. Al menos finge que estás interesado, Min.
El teñido suspiró dramáticamente.
—HoSeok no tiene razones para mentirte, si dijo que JungKook estaba llorando porque te extraña, entonces JungKook estaba llorando porque te extraña —explicó con obviedad—. No hay manera de que eso sea mentira —y estaba seguro, pero NamJoon no dejaba de mirarlo con inseguridad—. Es decir, entiendo que lo dudes, hasta yo lo dudo, pero no voy a desconfiar de HoSeok.
NamJoon se recostó sobre su silla y suspiró con cansancio. Ya hasta le estaba doliendo la cabeza.
Quizás algunos pensarían que se estaba armando demasiado alboroto por nada, pero para él no era "nada", para él era un enorme paso próximo a tomar. El hecho de que JungKook lo aceptara significaba llegar más lejos con SeokJin, significaba entrar a ese pequeño círculo familiar que la única vez que había abierto sus puertas fue lastimado, significaba ser parte de algo mucho más grande de lo que había creído ser parte en su vida.
Su corazón se estrujaba de una aterradora felicidad cuando lo pensaba mucho.
Cuando debutó como rapero a sus diecisiete años de edad, no creyó que su vida estaría lo suficientemente libre como para mantener una relación, y estuvo en lo correcto. De hecho, ser gay no ayudaba para nada en el asunto, su agencia era un poco reservada y él también debía serlo. Los horarios eran infinitos y las tareas también, no había logrado conseguir una pareja estable en los años que estuvo activo en el mundo del espectáculo y había sido frustrante, al menos los primeros años de carrera.
Cuando el grupo se separó, pensó que podría buscar otras formas de vivir la vida y fue decepcionante ver que ninguna de sus parejas llegaba a funcionar, ninguna estaba dispuesta a llegar más lejos por cuestiones relacionadas a los vestigios de su vida de idol y él se rindió relativamente rápido.
Entonces conoció a SeokJin.
Kim SeokJin fue simplemente una persona caída del cielo mismo, con una paciencia irreal por su vida de estrellato y una sonrisa encantadora que lo tenía embelesado. Su manera de reírse de la vida, de seguir adelante, la fuerza que tenía para enfrentar lo que se le atravesara y la seguridad que cargaba consigo mismo eran todas cosas que NamJoon no podría dejar de admirar jamás. Ya lo veía como alguien que estaría con él lo que quedaba de su vida, aquel con quien arriesgaría todo y por quien se lanzaría al fuego.
El pequeño JungKook fue un agregado que no esperó, pero con quien no creyó que podría encariñarse tanto. Nunca pensó realmente en ser padre y cuando llegó a los treinta su madre comenzó a pedir nietos que él nunca creyó que podría darle. Ahora, a sus treinta y dos años, tenía en mente a un niño que seguro la mujer amaría, y él a ella.
—Y ni siquiera deberías estar pensando en eso ahora —agregó Min con voz aburrida luego del inminente silencio. Sus ojos nuevamente fijos en su celular—, tienes que terminar unas melodías si mal no recuerdo y no te he visto hacer más que mirar al techo como si este fuera SeokJin.
NamJoon viró los ojos y miró a YoonGi, quien seguía totalmente concentrado en su celular, sentado cómodamente en el único sofá que había en el estudio.
—Y tú deberías estar en tu estudio revisando los demos de los trainees, no en el mío mientras te mensajeas con JiMin —giró sobre su silla, fijando su atención en la pantalla de su computadora.
De inmediato supo que YoonGi lo estaba mirando con ojos ofendidos.
—Te traje tu almuerzo, escuché tus quejas y ahora me acusas de no estar haciendo mi trabajo, definitivamente no funcionamos —dramatizó—. Me voy, ya no me llames, esto se acabó.
—Seguro —soltó como si nada y se giró para ver a su amigo cuando este se levantó del sofá—. Por cierto, sobre JiMin, ¿qué edad tiene? Me preocupa que metas la pata por una cara bonita, recuerda que existe la edad mínima de consentimiento por una razón...
—No soy tan idiota, Nam —le respondió con seriedad, aunque había una mueca sobre sus labios—. Y no lo sé, este mocoso no quiere decirme, le parece gracioso mantenerlo en secreto —desvió la mirada—. Me fastidia un poco —admitió.
—Oh no, al anciano Min no le gustan los juegos —comentó con tono cantarín.
YoonGi se rió por lo bajo.
—Es molesto, pero lindo —se encogió de hombros, guardando su celular en el bolsillo trasero de su pantalón—. También conseguí invitarlo a tomar algo a un bar, supongo que es mayor de edad.
—O puede ser un chico menor con una identificación falsa —volvió a mirar la pantalla de su computadora.
YoonGi chasqueó la lengua.
—No me estás ayudando.
—Tú tampoco me ayudas, así que estoy devolviéndote el favor —movió su mouse para abrir los archivos en los que estaba trabajando. Su tono de burla era señal de que realmente no estaba resentido con ese hecho.
—Sí, como sea —YoonGi dio unos cuantos pasos y el más alto supuso que ya se estaba yendo. Cuando escuchó la manija girar y la puerta abrirse, YoonGi volvió a hablar—. Suerte con JungKook, una familia es algo que quieres, ¿no? Espero que todo salga bien.
NamJoon sonrió, pero no se giró.
—Suerte para ti también. Espero que JiMin sea mayor y que consigas una relación seria, ya que estoy un poco harto de que finjas ser mi novia quejumbrosa —dijo sincero, YoonGi soltó una risa floja y se fue de la habitación sin decir nada más.
Cuando NamJoon salió del estudio, caminó directamente hacia el estacionamiento y se metió en su auto. Pensó en el mundo de posibilidades que habían delante de él y como podía resultar el encuentro, así que, con esa imagen revoltosa en su cabeza, encendió el motor y se dirigió directamente a casa de SeokJin.
Más temprano esa mañana, SeokJin lo había llamado para explicarle lo aparentemente doloroso que estaba siendo todo para JungKook y NamJoon sentía que la culpa lo carcomía como nunca antes. Se suponía que el plan de su novio era usar la psicología inversa con el niño para que se diera cuenta de que sí quería a NamJoon, y él realmente no creyó que funcionara, mucho menos en un plazo tan corto de tiempo. Sin embargo, a pesar de todo lo que aparentemente había sucedido el día anterior, él estaba empezando a dudar un poco.
Nadie podía culparlo por no estar seguro. Después de todo, los anteriores encuentros que había tenido con JungKook terminaron siempre en algún tipo de discusión. Se le hacía increíble pensar que el niño lo extrañara, pero jamás estaría seguro si no lo iba a ver por él mismo.
Tras un profundo suspiro, un viaje en absoluto corto, y de repetirse mentalmente que "todo estará bien" como si fuese un mantra, NamJoon tocó el timbre de la casa de su novio.
No iba a negar que estaba esperando a que tardaran unos cuantos segundos en abrirla para prepararse mentalmente. Sin embargo, en menos tiempo de lo que él había procesado haber tocado el timbre, la puerta ya se encontraba abierta.
Del otro lado, JungKook lo miraba con los ojitos brillantes y redondos, casi como si fuera incapaz de creer lo que estaba enfrente de él. NamJoon simplemente se congeló en su lugar sin saber exactamente cómo reaccionar y... ¿esa era su sudadera?
El silencio se prolongó entre ellos un par de segundos, el viento de la tarde soplando suavemente alrededor como un suspiro de alivio.
—Hey... —saludó con una sonrisa vacilante.
Entonces el niño partió en llanto.
—Aish, ¡¿en serio?! —bien, ya lo había arruinado—. Ni siquiera he dicho algo, no puede ser —se lamentó.
SeokJin apareció entonces, mirando la escena con una sonrisa llena de ternura que intentaba retener a duras penas. NamJoon de inmediato se puso de cuclillas para estar más cerca del niño y lo miró sin entender lo que pasaba, mucho más confundido cuando el niño comenzó a darle golpecitos en el pecho con su propia sudadera. Fue en ese momento que NamJoon miró a Jin, buscando un poco de ayuda de su parte, pero este sólo movió su mano en un ademán, casi diciéndole "encárgate tú".
JungKook no parecía estar fingiendo en absoluto su llanto, ¿podía considerar eso como bueno o malo?
—Oye, Kookie, vamos, no llores —lo tomó de los hombros, el niño abrió un poco sus ojitos y luego otra carga de llanto fuerte empezó—. No, no, espera, por favor, no llores o lloraré yo también —lloriqueó.
En ese momento, los sollozos de JungKook bajaron un poco su intensidad y se tomó un momento para mirar a NamJoon, sus ojos llenos de lágrimas y su cara todavía roja, pero al menos no lloraba desconsolado como hacía unos segundos.
NamJoon suspiró aliviado, tomándose un momento para poner en orden sus pensamientos y así poder decir algo.
Sin embargo, el niño se adelantó.
—¡E-Eres un t-tonto! —logró decir entre hipidos, empujando la sudadera contra su pecho. El hombre parpadeó confuso—. ¡Di-Dijiste que y-ya... ! —sorbió su nariz—. ¡Q-Que ya no habría mo-monstruos, d-dijiste que querías a mi p-papá, men... mentiroso! —su voz sonaba tapada, de sus ojitos no dejaban de bajar lágrimas y NamJoon realmente sintió ganas de llorar.
—¿Qué? ¿estás enojado por eso? Los monstruos no van a estar más, es en serio, y yo amo mucho a tu papá —le aseguró con calma, JungKook negó de inmediato.
—¡Mentira! —cerró ambos puños y NamJoon temió que comenzara a golpearlo—. ¡Ayer vi a los m-monstruos y tú te fuiste, p-por eso no amas a papá!
—Claro que lo amo, pero pensé que...
—¡Mentiroso! —acusó de nuevo—. ¡Te fuiste igual!
—Kookie... —suspiró, acariciando sus brazos—. Me fui porque yo no te agrado, ¿está bien? Tu siempre me decías que no me querías cerca, simplemente no quería incomodarte más...
Ahora el niño miraba a NamJoon como si no pudiera creer lo que estaba diciendo a pesar de que fuera una afirmación que en los primeros días habría aceptado en su totalidad. Él lucía más desconsolado que antes, su respiración tornándose errática y sus labios fruncidos en un puchero que anunciaba un nuevo llanto acercarse. Era como si lo que acabara de decir NamJoon fuera la peor noticia de todas.
—¿Por qué me miras así? —le preguntó con preocupación.
JungKook comenzó a sollozar bajito, negando con la cabeza mientras NamJoon seguía sin entender qué era lo que había hecho mal.
—JungKook...
—Te odio —soltó de repente, golpeando directamente en el pecho de NamJoon.
El hombre supuso que había sido una batalla perdida desde el inicio, así que suspiró con resignación.
—Lamento mucho haberme metido a su vida, ¿sí? Fue egoísta de mi parte pensar que podría, lo siento, no tienes que preocuparte más por mí si no quieres. No voy a seguir metiéndome en donde no soy bienvenido —bien, le había dolido mucho decir eso, pero era la verdad, si el niño no estaba a gusto con su presencia él no podía hacer nada—. No quiero que pienses que vine a quitarle el lugar de padre a Jin o quise obligarte a que me veas como uno, jamás fue así.
Entonces el niño comenzó a llorar una vez más.
—Eres bastante tonto... —empezó con tristeza, sorbiendo su nariz mientras sus lágrimas bajaban con descontrol sobre su pequeño rostro—. Muy, muy tonto... muy tonto para ser mi padre... —NamJoon frunció su entrecejo—. Pero p-puedes serlo, está bien, pero p-por favor, por favor, no te vayas —pidió hipando.
El hombre parpadeó, frunciendo sus cejas como si no hubiera entendido lo que el niño había dicho. Cuando cayó en cuenta de lo que sucedía, comenzó a sentir que su nariz picaba y que sus propios ojos se llenaban de lágrimas.
—¿Q-Qué?
—No quiero que te vayas, por favor... —le dijo, dando un paso más cerca de él—. Mi papá dijo que ya no te quiere y tienes que hacer algo, porque yo sí te quiero, ahora sí, dile que no te deje —tiró la sudadera a un lado y extendió sus brazos hacia él—. Los monstruos van a regresar y... y yo no quiero que se lo lleven, y-yo le dije que lo cuidaría p-pero soy pequeño y tú eres grande y... y los espantas, por favor, quédate... —sorbió su nariz y NamJoon no dudó dos veces en tomarlo entre sus brazos.
JungKook se aferró a su cuerpo como lo hacía cuando su papá lo cargaba, justo como lo hizo cuando NamJoon espantó las pesadillas por primera ves esa noche. SeokJin miraba la escena con sus propios ojos cargados de lágrimas, dedicándole una sonrisa a NamJoon mientras este abrazaba a JungKook con todo el cariño que un padre podría tener.
—Maldición, no puedes estar hablando en serio... —murmuró, una sonrisa enorme en su rostro.
—¡Estoy hablando en serio, no maldigas! —se quejó con su voz constipada mientras le daba golpecitos en el hombro.
NamJoon se rió y se levantó del suelo con el niño entre sus brazos, quien lo abrazaba casi con desespero, sujetándose a su camisa como si tuviera miedo de que lo soltara y lo dejara ahí abandonado. De inmediato, el hombre caminó hacia un SeokJin totalmente emocional y juntó a los tres en un enorme abrazo.
—Papi, dile que no se vaya —le pidió al mayor, limpiándose el rostro con su mano libre mientras la otra se aferraba al hombro de NamJoon.
SeokJin abrió la boca para responder a eso, pero NamJoon se adelantó en hablar.
—No me iré a ningún lado —el niño lo miró, casi dudando. NamJoon apartó una pequeña lágrimas que descansaba en la regordeta mejilla—. Lo juro.
Entonces, por primera vez desde que lo conoció, JungKook le regaló una brillante sonrisa que estrujó su corazón de la manera más linda posible.
—Los amo tanto —Jin los volvió a abrazar, completamente conmovido.
—Yo también los amo —respondió NamJoon.
JungKook sorbió su nariz, mirando a los dos un momento.
—Yo también... —murmuró avergonzado y rió cuando ambos adultos besaron sus mejillas.
NamJoon ya estaba empezando a sentir lo que era tener una familia y no estaba dispuesto a dejarlo ir por nada del mundo.
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