S I E T E
Salir con un famoso no era muy sencillo, pero no era sorpresa para nadie que así fuera. Las citas podrían ser un poco complicadas de lograr sabiendo lo fácil que era reconocer la cara de NamJoon por la calle, pero no se comparaba con la atención que el hombre había recibido cuando era mucho más joven, así que podría ser molesto, pero soportable dentro de todo.
La atención era algo que a Jin podía gustarle en cierta medida, sonreír a la personas que saludaban a su novio no era la gran cosa, ni siquiera aparecer en las fotos que salían de NamJoon y que encabezaban los artículos de revistas de chismes a las que les encanta cotillear sobre su relación, lo único que podría molestarle un poco era no poder caminar por sí mismo sin ser reconocido como el novio de Kim NamJoon.
Sólo pasó una vez, un paparazzi lo interceptó mientras salía del restaurante y lo aturdió con el flash de la cámara antes de que pudiera meterse al auto. Comenzó a hacerle preguntas personales y el guardia del restaurante tuvo que usar la fuerza para que lo dejara en paz, cuando se lo contó a NamJoon, él no dudó en tomar cartas sobre el asunto.
Jin admitía que se sentía satisfecho por la manera en cómo NamJoon lo trataba con tanto amor, en cómo le aseguraba que iba a cuidarlo y en las veces que se disculpaba cuando cosas como esas sucedían a pesar de que la fama no fuera culpa suya.
NamJoon podía ser el hombre más encantador que había conocido por lejos, era quizás la persona perfecta y con quien fantaseó tanto tiempo. Mirarlo a los ojos mientras sonreían bajo el enredo de sábanas que cubrían sus cuerpos y tocar su cara como si fuera un ser de luz que tocó su puerta era su actividad favorita. En realidad, no habían muchas cosas que le gustaran del todo, JungKook era el centro de su vida y NamJoon, ahora mismo, se estaba convirtiendo en alguien con quien quería compartir esa actividad.
—Buenos días —le dijo con cariño, su mirada embelesada.
El menor parpadeó con sueño, todavía sonriendo. Amaba la manera en la que los labios rosados de SeokJin parecían brillar casi siempre y de lo lindos que lucían a la cercanía, provocando en él unas infinitas ganas de besarlo cada vez que podía
—Buenos días para ti también —murmuró NamJoon contra su frente, besando la zona con cariño.
Pocas eran las veces que ellos podían estar así, por ende, Jin se dio el lujo de disfrutar su día libre lo mejor que podía.
—¿Cómo dormiste? —reposó su cabeza contra su hombro, rodeando la cintura desnuda de NamJoon con su brazo. La mano de su pareja dio a parar en su cabello, acariciando con delicadeza.
—Bien, soñé que besaba a un príncipe —le dijo contra su frente—. ¿Oh? Creo que se volvió realidad.
Jin resopló una risa.
—Eres ridículamente cursi.
—Tú me haces ridículamente cursi, es una maldición —dijo con convicción hasta que zumbó con interés—. Eso podría servir para una canción...
Jin se rió una vez más y levantó la cabeza, mirando al otro con ojos cargados de amor. NamJoon ladeó una sonrisa en su rostro, risueño con sus hoyuelos al aire, dedicándole esa mirada que tan atontado lo tenía.
—¿Por qué me miras así? —preguntó Jin.
—¿Así cómo?
—Así —insistió, pero NamJoon atinó a reírse—. Pareces un cachorrito.
—¿Hm? —frunció sus cejas con diversión—. ¿Un cachorrito?
—Sí, uno muy lindo —asintió—. Dan ganas de comerte a besos.
—Oh. Cómeme a besos, por favor —arrugó su nariz.
Jin se inclinó para besarlo, pero el sonido de su celular lo alertó.
NamJoon se quejó, pero Jin lo tomó, contestando de inmediato mientras se sentaba en la cama de espaldas a su novio.
Por otro lado, NamJoon pasó una mano por su rostro para espantar los últimos vestigios de sueño. Parpadeó hacia el techo mientras Jin hablaba con quien sea que estuviera al otro de la línea y luego llevó toda su atención a la espalda de su novio. Detalló sus anchos hombros, su cintura pequeña y la zona en la que sus ojos no podían ver más porque comenzaban las sábanas. NamJoon sonrió por lo bajo, extendiendo su mano para sujetar la cintura del mayor, provocando una pequeña tensión en los músculos de la zona, pero ni siquiera eso logró que Jin se desconcentrara de la llamada, lo máximo que hizo fue mirarlo por sobre su hombro con ojos juzgadores.
NamJoon le sonrió, recostándose de lado para estar más cerca. Lo abrazó desde su posición, hundiendo su nariz en la piel de su cadera. Jin levantó su mano para colocarla sobre su cabello, acariciando la zona sin prestar mucha atención y NamJoon se sentía en paz.
—Bien, ya voy para allá.
Sus cejas se fruncieron cuando escuchó al otro decir eso antes de colgar. Se suponía que iban a estar todo el día juntos porque Jin así se lo había prometido, hacía una semana al menos. Ya tenía todo planeado para ese día incluso, como desayunar juntos. Su cara debió haberse visto lo suficientemente decepcionada en ese instante porque Jin frunció sus cejas con culpa y pena.
—Lo siento mucho, debo ir a casa.
—¿Qué sucede? —se apartó de él, sentándose en la cama de igual manera. Jin suspiró e hizo amago de buscar su ropa en el suelo—. ¿Pasó algo con JungKook?
—Con él no, pero su niñero está enfermo —contó—. Ayer me dijo que estaba bien y que podía cuidarlo, pero hoy dice que amaneció muy mal y que no quiere contagiar a JungKook. Sé que te prometí que el sábado sería de nosotros, pero creo que la próxima semana será, lo siento mucho —explicó mortificado y dejó su camisa sobre la cama, moviendo sus manos con estrés—. Si JiMin no mejora para mañana no sé con quién voy a dejar a JungKook el lunes, él odia ir al restaurante —se lamentó con un suspiro exasperado y comenzó a colocarse su ropa interior.
NamJoon lo miró con sus labios apretados.
—¿No hay nadie más con quien pueda quedarse? ¿De verdad? —preguntó con curiosidad, pero la mirada que le dedicó su novio luego le hizo sentir que había estado fuera de lugar—. Lo siento, no lo pregunto a mal, pensé que habían más opciones.
Jin suspiró y negó con la cabeza, levantándose de la cama mientras se colocaba sus pantalones. NamJoon no podía creer que así de rápido se le había ido su día y de lo mucho que le dolía que el cuerpo de su novio se alejara tanto de él. La preocupación también estaba ahí, cómo no, sabía lo atareado que solía estar Jin con el trabajo y lo complicado que se le hacía dejarlo de lado para dedicarle más tiempo a JungKook.
—Uh... —tragó, mirando los movimientos apresurados de Jin, la culpa calando en su cuerpo y su consciencia pidiéndole que no sea impulsivo—. ¿Podría...? Si quieres yo...
Jin se detuvo en seco, mirando a NamJoon con ojos abiertos en sorpresa. El hombre creyó que debía haber metido la pata por la expresión que le estaba dedicando su novio, pero esta vez estaba seguro de que no había dicho nada malo.
—¿Quieres cuidar a JungKook?
NamJoon tragó. Realmente no quería cuidarlo, lo que quería hacer era ayudar a SeokJin.
—Sí, digo... —desvió la mirada—. Yo voy a estar libre la próxima semana, en realidad no tendré tanto trabajo y... quizás... Bueno, no lo sé —se rió, tenso.
Jin lo miró meticulosamente y NamJoon se sintió mucho más desnudo de lo que ya estaba.
—Me dijiste que JungKook no es muy lindo contigo —le recordó y NamJoon asintió—. ¿Aun así quieres cuidarlo?
Esa era una excelente pregunta.
—Bueno, no me molestaría —esperaba que no—. No creo que su niñero dure enfermo un mes y yo quiero ayudarte si me dejas, no es el fin del mundo. Además, podría lograr conectar un poco más con él si pasamos tiempo juntos —además de tratar de convencer a SeokJin, en realidad sus palabras iban más para sí mismo.
Jin lo pensó seriamente. Sus cejas fruncidas mientras miraba hacia un costado.
Se suponía que se había planteado no pasar tiempo de más con JungKook porque el niño bien podría usar el tiempo a solas para mentir descaradamente, nada le aseguraba que no fuera corriendo con su padre inmediatamente después de que lo cuide y le diga algo que haga que SeokJin lo odie, pero al mismo tiempo tenía la sensación de que el mocoso no podía ser un ogro y tampoco podía ser un perfecto mentiroso, ellos iban a pasar más tiempo juntos quisieran o no y NamJoon realmente quería ser el adulto en esto para hacer las cosas más sencillas para todos. Quizás esta no era una de sus mejores ideas, pero quedarse de brazos cruzados se sentía mucho más incorrecto que cuidar al hijo de su novio. Sólo tenía que esperar a que SeokJin le diera su aprobación.
Luego de un momento, Jin se acercó a la cama y se sentó cerca de su novio, mirándolo fijo a los ojos con un brillo extraño que él no reconocía del todo y no podía discernir sobre si era seguridad o duda.
—Sabes que te amo muchísimo, ¿no? —le preguntó de repente, NamJoon asintió—. Y sabes que si algo le pasa a JungKook seré capaz de olvidar todo ese amor que te tengo en un segundo y te arrancaré la cabeza, ¿no es así?
Algo debía estar mal con él porque más que miedo, NamJoon se sintió sonrojar. Quizás la mirada decidida y asesina de su novio lucía mucho más sexy de lo imaginable en él.
—Por supuesto que sí, amor —alcanzó a decir.
—Sólo será hasta que JiMin se recupere —le aseguró.
—Sí, perfecto —asintió obediente.
—Vas a dejar que él me llame cada vez que quiera y me vas a informar de cada cosa que pase, ¿bien? —se acercó un poco más a su cara.
NamJoon se preguntó por qué lucía tan siniestro, pero supuso que así debían ser los padres después de todo. Él mismo no sería capaz de dejar a su hija imaginaria sola con alguien con quien no conocía al cien por ciento. Esta era una prueba que eventualmente iba a tener que afrontar, quizás en este caso era mejor temprano que tarde.
—Lo prometo —le dijo con toda la seguridad que transmitía su rostro sereno—. Él va a estar bien, yo sería incapaz de hacerle daño y entiendo perfectamente que la idea te de miedo, pero voy a demostrarte que no hay nada que temer, ¿sí? —tomó sus manos.
La expresión aterradora de Jin flaqueó y miró sus manos juntas con ojos cargados en una melancolía amorosa. Luego miró a NamJoon y le sonrió suavemente.
—Me alegra que no pienses que estoy exagerando —le dijo.
—Jamás, mi amor —apretó sus manos—. Entiendo la preocupación. Vas a ver que todo va a salir bien, sólo dame una oportunidad —le sonrió con cariño.
Jin suspiró enamorado, observando una vez más esos hoyuelos encantadores en su rostro. Levantó una de sus manos, acariciando la cara de NamJoon con cariño hasta que dentro de sus ojos un sentimiento un poco más salvaje apareció.
—Ah, NamJoon, eres un encanto —comenzó—. Si JiMin no estuviera muriéndose en casa con JungKook, yo te estaría comiendo entero ahora mismo —murmuró sobre su boca, besando sus labios con delicadeza antes de mirarlo con ojos voraces que provocaron un escalofrío en el menor.
NamJoon pensó que había tomado la mejor decisión impulsiva de su vida si iba a tener un premio como ese.
—Cinco minutos no matarán a nadie —arrugó un poco su nariz, tentando a su novio.
Jin resopló una risa, relamió sus labios y se lanzó sobre la boca de NamJoon, quitándose la ropa que tan esforzadamente se había puesto hacía instantes.
Así que ellos se recostaron sobre la cama con desespero y desordenaron las sábanas una vez más.
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