O N C E

El evento concluyó sin mayores complicaciones, al final JungKook no se dio cuenta del tiempo que transcurrió luego de su berrinche y pudieron culminar en la hora que estaba prevista. Se distrajo lo suficiente viendo el pequeño espectáculo y no pudo evitar sorprenderse al escuchar el par de canciones que presentaron los tres adultos, pero no quería admitir que quizás tuvo un pequeño impulso de saltar y bailar con alguna de ellas.

Durante el evento, los miembros del staff aparecieron ocasionalmente para pedirle a JungKook que los acompañe al camerino, pero NamJoon se negó y dejó que se quedara con ellos. HoSeok también influyó mucho en su buen comportamiento, ya que parecía tener un talento innato en lidiar con niños como si en su otra vida hubiera sido profesor de preescolar. YoonGi sólo lo molestó a modo de juego y el público en general lo adoró por completo.

A la hora de irse, JungKook se encontraba lo suficientemente somnoliento como para que se le dificultara caminar por sí mismo, así que HoSeok lo cargó en su espalda y de esta manera ayudó a NamJoon a meterlo en el auto. Cuando llegaron a casa de SeokJin, NamJoon estacionó y le abrió la puerta, tocando su hombro con cuidado para despertarlo, pero JungKook sólo se acurrucó contra el asiento.

—Bueno, ven aquí...

NamJoon se colocó la pequeña mochila en el hombro y desabrochó el cinturón de seguridad, tomando al niño entre sus brazos para cargarlo contra su hombro. JungKook pareció quejarse un poco, pero sólo recostó su mejilla contra él mientras NamJoon cerraba el auto y caminaba al interior de la casa. Con paciencia, lo recostó sobre su cama y lo arropó, era casi de noche y él mismo decidió ir a sentarse en el sofá para esperar a que SeokJin llegara a casa.

Las horas simplemente pasaron hasta que JungKook se despertó de su siesta alrededor de las nueve y caminó hasta la sala, sus ojos medio cerrados mirando los alrededores como si estuviera buscando a alguien. Se le hizo extraño haber aparecido de la nada en su cama, no recordaba haber caminado hasta ahí y estaba seguro de que su papá no estaba por ningún lado porque no lo encontraba.

De repente, el silencio se rompió cuando el celular de NamJoon comenzó a sonar.

JungKook se apresuró a quedar frente al hombre dormido en el sofá y tomó el celular para contestar cuando leyó el nombre de su papá en la pantalla.

—¡Papi! —saludó sonriente, alejándose del gigante que se estaba removiendo sobre el mueble.

Oh, hola Kookie —saludó con cariño—. ¿Cómo estás? ¿Cómo la pasaste?

—Bien, creo... me aburrí un poco —contó tranquilo, caminando hacia la cocina porque tenía sed—. Tu amigo tiene muchos fans, no sé por qué.

Es bastante famoso, recuerda que hace música —se rió.

—Sí, pero en raro, gritan mucho —se encogió de hombros—. También me compró una nintendo switch —abrió el refrigerador, buscando una botella de agua.

¿Ah sí? —se escuchó confundido—. ¿De repente?

—Sí, me la regaló, ¿me la puedo quedar?

Jin suspiró con resignación.

Claro, Kookie. Es un regalo después de todo —accedió y el niño dio un par de saltitos contento—. ¿Entonces estuvo todo bien? ¿No te pasó nada? ¿Qué almorzaste?

—No, no me pasó nada, yo me sé cuidar —se jactó y cerró el refrigerador cuando encontró la botella—. Me dieron leche de banana, una hamburguesa, también un poco de helado —contó, sin saber que del otro lado Jin casi estaba teniendo un tic en el ojo—. Conocí a una Noona y a los amigos de NamJoon. ¡Oh! Sus fans también son unos tontos, dijeron que eras mujer —frunció sus cejas.

¿Ah sí?

—¡Sí! Pensaron que era su hijo —refunfuñó indignado y Jin retuvo una risa—. Estuve a punto de golpearlos.

Claro, mi amor —tarareó—, pero sabes que no está bien golpear a la gente.

Ya sé... —formó un mohín.

¿Por qué no me pasas a NamJoon? Me gustaría hablar con él un momento.

—Bueno...

JungKook caminó de vuelta al sofá y se acercó a NamJoon, quien tenía los ojos cerrados en una nueva posición sobre el mueble, otra vez dormido. El niño frunció sus labios y le dio un par de empujones en el hombro que lo asustaron.

—¿Ah? ¿Qué? —decía recobrando la consciencia y JungKook le pegó el celular a la cara—. ¿Eh?

—Mi papá.

—Oh —tomó el celular, sentándose en el sofá mientras colocaba el celular contra su oreja—. ¿Jin? ¿Hola? —frotó sus ojos, bostezando.

Amor —comenzó y NamJoon supo por su tono de voz que había algo que no estaba bien—. ¿Por qué me acaba de salir un artículo de dispatch que dice que el famoso rapero RM presentó a su hijo en el evento de hoy?

NamJoon se quedó un momento en silencio y le echó una rápida mirada a JungKook, quien sólo tomaba agua, sentando en la otra esquina del sofá porque quería ver televisión.

—Bueno... no quería dejarlo solo y él tampoco quería quedarse en el backstage, entonces pensé que sería mejor que nos acompañara en el escenario —explicó, pasándole el control remoto a JungKook antes de levantarse de la cama—. De igual manera, la empresa ya sabe qué hacer en caso de que su cara se viralice, legalmente no pueden enseñar la cara de un menor, así que no te preocupes.

Sí, la cara de mi hijo está censurada, pero cuando me dijiste que ibas a cuidarlo no pensé que iba a involucrar estas cosas —más allá de escucharse enojado, la preocupación manchaba su voz—. Te dejé llevártelo porque el evento del restaurante será hasta la madrugada y sabía que él lo iba a odiar, pero no quiero que se vuelva a repetir una situación como esta.

—Está bien, lo siento mucho —se rascó la nuca, mirando a un tranquilo JungKook moviendo sus pies mientras colocaba un canal de caricaturas—. Sólo pensé que sería mejor para él no quedarse solo, no creí que fuera justo que estuviera solo esperándome hasta que acabara y se veía más cómodo conmigo, así que lo dejé con nosotros en el escenario —explicó con culpa, no estaba seguro de que lo que hizo haya sido totalmente incorrecto además de la parte de exponerlo de esa manera.

Jin se quedó callado un momento y NamJoon tuvo esos pequeños segundos para entrar en pánico porque ya habían ocurrido dos veces en las que metía la pata y no quería que Jin se enojara lo suficiente como para echarlo de su vida.

Está bien —su voz se suavizó un poco más—. Me gusta que hayas priorizado mantener a mi hijo cómodo, así que no puedo enojarme contigo. También tienes suerte de que él haya decidido hablar tan bien de ti —NamJoon frunció un poco sus cejas, mirando a JungKook con extrañeza porque juraría que el niño diría que la había pasado horrible—. Me dijo que le regalaste una consola.

—Ah, sí —sonrió—. Tengo una playstation en mi casa y él jugó con YoonGi el otro día, así que pensé que le gustaría —contó contento—. Sé que debí preguntarte, pero fue algo impulsivo.

Jin zumbó.

No pasa nada, gracias por mimarlo así —se rió—. La comida chatarra también es un mimo, pero no podemos excedernos, después le da un subidón de azúcar que lo agota y hace que caiga dormido en cualquier lugar.

—Ah, eso tiene sentido —se rió—. Lo tendré en cuenta para la próxima vez.

Jin resopló una risa, le parecía adorable que su novio ya estuviera pensando en una segunda vez cuidando al niño como si fuera algo que no le molestara hacer en el futuro. No iba a negar que eso estaba golpeando su lado paternal.

Gracias —le dijo con sinceridad—. Yo tengo que volver al trabajo, tú debes estar muy cansado así que mejor ve a dormir hasta que yo llegue y no te preocupes por la cena, si a JungKook le da hambre puedes darle fruta para que haya algo saludable en su estómago para variar.

NamJoon se rió.

—Está bien —asintió—. Gracias por entenderme tan bien, ¿cuándo nos casamos?

—¡Nunca!

¿Ese fue JungKook?

NamJoon miró al niño, quien lo observaba con ojos entrecerrados y enojados desde su lugar en el sofá.

—¿Lo dudas?

Jin se carcajeó.

Se nota que te quiere mucho —molestó y NamJoon viró los ojos—. En fin, me tengo que ir, nos vemos en un rato —se despidió—. Te amo.

—Yo también te amo —sonrió por lo bajo.

Pásame a Kookie, quiero despedirme de él también.

JungKook tomó el celular de inmediato y escuchó atentamente lo que su padre le estaba diciendo. También, por un segundo que NamJoon sintió muy largo, el niño lo miró con ojos que bailaban entre la consternación y el fastidio, sus cejas suavemente fruncidas mientras la atención seguía puesta en la voz de hombre al otro lado de la línea. Jin debía estar diciéndole algo que no le estaba gustando mucho.

—Está bien, adiós papi —murmuró—. Yo también te amo mucho —se despidió casi con tristeza y colgó el celular, mirando a NamJoon una vez más—. ¿Así que te vas a quedar a dormir?

—Así aparece —se encogió de hombros, tomando su celular de las manos del niño—. ¿Quieres hacer una pijamada?

JungKook arrugó su nariz.

—Iré a mi cuarto —soltó de inmediato y se bajó del sofá.

Con un suspiro cansado, NamJoon vio al niño alejarse.

—¡No olvides cepillarte los dientes! —le recordó.

NamJoon pensó que preparar a JungKook para dormir sería una tarea un poco más complicada que esa, ya que estaba preparado para tener que convencerlo de cepillarse o de ponerse el pijama, pero JungKook parecía ser bastante autosuficiente como para prescindir de su presencia tanto como se le antojara. Jin había hecho un buen trabajo con eso, así que él sólo tuvo que encargarse de vigilar que fuera a dormir a la hora correspondiente a pesar de que el niño lo mirara con cara de pocos amigos.

¿Su motivación para soportar cada mirada de odio y cada suspiro de cansancio que salía de su boca cuando el niño le sacaba la lengua? Su novio.

Jin regresó a casa alrededor de las dos de la madrugada, su cuerpo agotado como si hubiera acabado de correr una maratón, con olor a cocina y huesos adoloridos. Dejó caer sus cosas en la entrada de la casa, caminando lento mientras se quitaba el estorboso exceso de ropa y caminaba hacia el sofá porque no creía que pudiera llegar a su cama.

Sin embargo, antes de caer, se encontró con su novio. Un brazo rodeó su cintura y fue ayudado a caminar hacia la habitación para ser dejado sobre su cama. Al sentir la suavidad del colchón de su habitación, Jin consideró que había llegado al cielo mismo.

—Descansa, amor —escuchó que susurraban a su oído y tuvo ganas de llorar cuando reconoció la voz de NamJoon, así que lo rodeó con sus agotados brazos, aferrándose a él como si fuera a desaparecer—. No me iré a ningún lado, Jinnie —una risita acompañó su tono bajo y los fuertes brazos ajenos lo rodearon.

—Te amo —dijo con el sueño apoderándose de todo su cuerpo y aun así logró encontrar la fuerza para sonreírle en la oscuridad.

—Yo también te amo —sus labios se tocaron suavemente—, no sabes cuánto.

SeokJin se durmió con el pensamiento de que había encontrado al hombre de su vida.

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