D O S

El tiempo se encargó de avanzar como si nada, ignorando por completo que NamJoon se encontraba en medio de una crisis sobre lo aterrador que era el hijo del hombre del que estaba enamorado, pero él mismo había sido claro con que no iba a dejar a SeokJin por algo como eso y trató de ser fuerte durante el tortuoso recorrido de tratar con JungKook.

No es que el niño le hiciera la vida ridículamente imposible aun así. La pareja se seguía encontrando de vez en cuando, aprovechando sus momentos libres del trabajo y saliendo a citas cortas que no se extendían demasiado tarde en la noche, tampoco eran muchas durante la semana porque Jin debía seguir cumpliendo con su papel de ser padre y de ser dueño de un restaurante, así como NamJoon debía seguir trabajando como productor de la empresa que lo lanzó a la industria musical cuando era un adolescente.

Muy pocas veces, como esa noche en específico, ambos disfrutaban de una cita juntos en la casa de alguno de los dos. NamJoon siempre proponía la suya por obvias razones, pero no podía decirle que no a SeokJin cuando el encantador chef le pedía acompañarlo en su casa, no importaba qué tan estresante fuera estar cerca de JungKook.

Jin se encontraba acurrucado sobre su hombro esa noche, ambos mirando una película de estilo caricatura que aparentemente era una de las favoritas de SeokJin, y a NamJoon le pareció un detalle lindo de él. JungKook debía estar durmiendo porque SeokJin se encargó de acostarlo en su cama a las nueve de la noche y, siendo las once, se suponía que ellos podían tener un momento de privacidad para ser tan melosos como quisieran.

—¿Qué tal el restaurante? —preguntó NamJoon en un momento en donde no estaban pasando muchas cosas dentro de la película, sintiendo como el castaño se removía un poco sobre su hombro, seguramente para buscar más comodidad.

—Va genial, estaba pensando abrir una nueva sucursal, pero es tanto trabajo... —se quejó con un lloriqueo y NamJoon sonrió con cariño por su voz quejumbrosa—. ¿Y tú? Me dijiste que estabas trabajando en canciones para un grupo nuevo, ¿cómo va eso? —lo miró.

—Sí, pero el ceo me dijo que no era necesario hacerles canciones muy complejas por lo que terminé rápido, ahora solo falta que comiencen a grabar —bostezó—. Sinceramente no me gustó mucho la idea general, pero ellos tienen talento. Hay un mocoso que canta como si hubiera nacido con cuerdas vocales de oro.

Jin rió.

—Estoy seguro que será un éxito, tu eres su productor después de todo —le dijo con cariño mientras restregaba su cara contra el cuello de su pareja y NamJoon dejó salir una risita avergonzada, dedicándole a SeokJin un medio abrazo.

—Eso es muy dulce, debería darte besos hasta cansarme —le dijo, juguetón en su tono mientras rozaba ambas narices juntas y Jin se rió, negando con la cabeza.

—Qué cursi eres...

—Te encanta —molestó.

—Tal vez —arrugó su nariz.

En ese momento, estaban cerca de cumplir los cuatro meses de estar en una relación seria, una con metas a futuro y planes que deseaban cumplir con el otro, así como un total de ocho meses desde su primer encuentro. También habían pasado dos meses desde que NamJoon conoció a JungKook y, hasta la fecha, no había logrado conectar con el pequeño.

Sin embargo, no quería creer que fuera su culpa, él lo estuvo intentando mucho, era solo que el niño no cedía. Durante los días previos que visitó la casa de SeokJin él trató de ser lo más amable posible, le llevó un par de chocolates y hasta un carrito de juguete, pero JungKook nunca decía más de dos palabras ni lo dejaba de mirar como si odiara cada parte de su existencia.

Jin no se daba cuenta, obvio.

Sin embargo, NamJoon seguía siendo positivo.

Por otro lado, JungKook, el tan encantador niño, miraba fastidiado desde el pasillo hacia el sofá donde ambos adultos se encontraban acurrucados.

Se supone que su hora de dormir había pasado y que Jin lo había dejado durmiendo en su habitación, pero el infante no tenía nada de sueño, no podía estar tranquilo con el extraño hombre en su casa y no quería que su papi estuviera a solas con él. Se sentía como si fuera el único que veía lo que estaba mal con el escenario y no podía creer que así fuera.

A JungKook le molestaba a niveles estratosféricos que el tipo no hubiese hecho caso a su advertencia y que siguiera yendo a su casa a pesar de que le dejó muy en claro que no era bienvenido. No tenía sentido. Estaba seguro de que había usado las palabras correctas, no creía que el tipo fuera tan tonto como para no entenderlo. Aun así, esperó a que su papi se cansara de él y lo echara a la calle como lo había hecho con su antiguo novio y con todos los hombres que se le acercaron alguna vez, pero como eso no pasó, él se veía obligado a tomar cartas en el asunto.

Quizás hoy empezaría con algo suave, cualquiera pierde los estribos con un niño gritón y llorón. Él no era de esos en circunstancias normales, pero la actuación se le daba bastante bien.

Abrazó su manta, su fiel su secuaz, y caminó hacia el sofá, formando una gran mueca de llanto justo en el momento que se colocó frente a ambos adultos.

—¡Papi! —lloriqueó alargando la palabra, abrazando su manta—. Papi...

SeokJin se apartó de NamJoon en un parpadeo y se inclinó frente a JungKook, completamente despierto ahora.

—¿Qué pasa, Kookie? ¿Estás bien? —tomó su rostro, preocupado.

—Tuve un p-pesadilla... —sorbió su nariz y restregó su puño contra su ojo izquierdo, su lloriqueo se empezó a transformar en un pequeño llanto—. Tengo mucho miedo... papi...

—Oh... —Jin miró a Nam con una sonrisa avergonzada, y este como respuesta sólo le dedicó una mueca comprensiva para darle a entender que no tenía problema, por lo que el castaño se levantó del sofá y cargó al niño sobre sus brazos—. Ven, te haré dormir otra vez. Tranquilo, vas a estar bien.

—¡Quiero dormir con papi! —pidió Jeon abrazando a su papá y NamJoon miró como ambos se alejaban por el pasillo hacia la habitación del chiquillo.

El hombre suspiró y tomó el control remoto, poniéndole pausa a la película. Sabía que dormir al pequeño de JungKook tardaba un poco, así que decidió esperar mientras revisaba las notificaciones en su celular.

Después de haber vaciado su interés por Instagram, dejó su celular de lado y comenzó a descansar un poco los ojos. Los minutos seguían pasando y él estuvo a punto de rendirse completamente frente al sueño hasta que escuchó los pasos del castaño por el pasillo.

—Listo, yo...

¡Waaaa! ¡Auxilio! ¡Me van a comer! ¡Papi!

Suspiró y con una mueca se devolvió por donde vino. NamJoon volvió a cerrar los ojos y se despeinó sus cabellos para quitarse el sueño.

Minutos más tarde, creyó escuchar otra vez los pasos por el pasillo.

—Ya, creo que ahora sí —dijo Jin haciendo acto de presencia nuevamente, se sentó a su lado y volvió a acurrucarse—. Él es algo difícil... —murmuró con un bostezo, Joon acarició sus cabellos.

—Está bien, igual si estás muy cansado podemos ir a dormir de una vez.

—No, realmente quería ver esta película contigo —se quejó un poco, haciendo una mueca dolorida mientras abrazaba al contrario—. Primero la terminamos y luego nos vamos a dormir, ¿sí? —pidió, haciendo un pequeño mohín.

NamJoon rió enternecido y acarició el suave cabello de su novio, captando su atención una vez más.

—Tus deseos son órdenes, príncipe —besó su mejilla, Jin sonrió en grande.

NamJoon quitó la pausa y fijaron nuevamente su atención a la pantalla, volvieron a apretujarse contra el otro como si las horas previas abrazados no hubieran sido suficientes. La película seguía andando, los personajes acercándose cada vez más al tramo final de la historia mientras todos los problemas de la película se arreglaban con el poder de la amistad o algo por el estilo, pero el sueño lentamente comenzaba a colarse en los huesos de ambos adultos.

Sin embargo, el llanto del pequeño JungKook los hizo abrir los ojos y pegar un brinco.

¡Papiiiii! —llamó el niño—. ¡Papi, papi, papi!

—Lo siento... —murmuró, apartándose pesadamente del contrario para levantarse otra vez.

—No tienes que sentirlo —negó con la cabeza, apartando las mantas—, mejor dejamos esto para otro día —bostezó.

—Pero Nam... —lo miró con los ojos entrecerrados por el sueño, NamJoon se levantó y tomó sus mejillas mientras sonreía.

—Ya te dije que está bien —murmuró, Jin le sonrió lleno de amor—. Quizás en unos días podamos ir al parque o a algún lugar así, ¿te gustaría un picnic?

—Hm, eso me gustaría.

—¿Y un beso? —preguntó rozando sus narices.

—Sí, eso también —Jin asintió y se acercó a sus labios.

—¡Papi!

Con un suspiro se separaron, Nam besó fugazmente la nariz del otro y este se fue hacia el cuarto del menor con una sonrisa cansada.

Cuando la sala quedó sola, NamJoon se giró para levantar las cosas que estaban sobre la mesa de centro y casi pegó un brinco del susto cuando vio al infante parado justo al frente suyo.

JungKook lo miraba con el ceño fruncido y quizás el hombre sintió un poco de miedo por ello.

—Hey... ¿No se suponía que estabas en tu....?

Sin previo aviso, el pequeño empujó todo lo que estaba sobre la mesa. Snacks, vasos de refresco y platos vacíos cayeron al suelo.

—¡Oye, oye! ¿Qué haces? —fue lo primero que atinó a decir mientras lo apartaba, pero ya casi todo estaba en el suelo—. Eso no se hace, ¿no estabas en tu cuarto? ¿Ahora quién va a arreglar esto? —cuestionó anonadado, señalando el desorden.

El niño bufó.

—Ups —fue lo único que dijo y se fue corriendo de vuelta a su habitación.

NamJoon se quedó con un grito estresado atorado en la garganta y miró el suelo donde estaba todo desparramado. Luego miró hacia el pasillo por donde había huido el mocoso y se preguntó si acaso era demasiado joven para ser enviado a la cárcel por lanzar a un niño a través de una ventana.

Bueno, no, él era un adulto razonable que tenía mucha más paciencia y conciencia que un niño berrinchudo de ocho años. Era obvio que JungKook solo estaba esperando molestarlo para verlo reaccionar, buscando su punto de quiebre quien sabe para qué y sería ridículo molestarse para darle la atención que el chiquillo tanto quería.

Recogió todo del suelo y arregló las cosas lo mejor que pudo, limpió con un trapo también y cuando su cuerpo ya no quiso responder más, se dejó caer sobre el sofá. Culpando a JungKook de hacerlo trabajar más de lo que había esperado hacer esa noche.

También lo culpó por el dolor de cuello del día siguiente.

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