D I E C I S É I S
⌜Cuatro años antes⌟
Jin lavaba tranquilamente los platos acumulados en la cocina, a su lado estaba un hombre rubio tarareando una canción que estaba resonando mucho en la radio en ese tiempo, sus manos concentradas en su cintura mientras daba ligeros mimos sobre la ropa. El rubio sonreía y Jin lo miró por un segundo ligeramente avergonzado. Aún no se acostumbrada a ese contacto, pero le parecía lindo, además que con ya varios meses de relación era casi impensable que ellos no se mimaran mutuamente cuando estaban a solas, o eso era según JaeHwan.
Su relación empezó con un par de dificultades, Jin casi todo el tiempo estaba pendiente de su pequeño de cuatro años y no se sentía completamente listo para buscar una pareja. De repente, apareció este encantador sujeto a su vida, con quien se topó en una cafetería por accidente y con el cual comenzó a intercambiar cada vez más conversaciones largas y divertidas durante el tiempo que frecuentó dicha cafetería. Mientras la confianza creía, JaeHwan le ayudó un par de veces con transportes a su casa ya que en aquel tiempo no tenía auto, luego empezaron las salidas y tres meses después eran algo así como una pareja seria.
El alto hombre conoció a JungKook mucho antes de que empezaran a salir formalmente y parecía caerle bien, Jin en ese tiempo se sentía aliviado por esto y pensó que no sería tan malo comenzar una relación con ese sujeto. Era lindo, amable y se preocupaba por ambos, era un buen partido.
Entre el chapoteo del agua escuchó sollozos detrás de él y JaeHwan se separó de su cuerpo cuando SeokJin se giró a ver qué sucedía. Un pequeño Kook con los ojos brillantes y usando un pijama de cuerpo completo se asomó tímidamente a la cocina, su manito derecha sostenía su mantita color amarillo pastel y la otra estaba cerrada en un puñito.
—¿Qué haces despierto a esta hora, Kookie? —le preguntó Jin con preocupación, secándose las manos con un mantel mientras se acercaba para secar sus lágrimas con sus dedos.
JaeHwan sólo miraba al niño.
—Yo... uh... —aún no hablaba fluidamente—... p-pesadilla... mostros... —murmuró bajando un poco su mirada.
Jin le sonrió apenado y se acercó para cargarlo pero su novio se adelantó.
—Yo me encargo, tú sigue lavando los platos —le sonrió, acercándose a Kook para levantarlo del suelo. El niño retrocedió unos pasos pero finalmente fue alzado, evitando pegarse al pecho del adulto por alguna razón.
El padre hizo una ligera mueca, dándose cuenta de la incomodidad de su hijo.
Cuando se levantó, Jin hizo amago de tomarlo.
—No, yo lo llevo, no te preocu...
—Jinnie, ¿no confías en mí? —hizo una cara de lamento y reacomodó al niño sobre su pecho, pero Kookie murmuró algo parecido a un "no" por la cercanía.
SeokJin entrelazó sus propias manos, jugando nerviosamente con sus dedos. No podía desconfiar de JaeHwan, era lo único que tenía, JaeHwan era bueno con Kook, sólo que el pequeño no se acostumbraba del todo. Tenía que dejarlo socializar con él, era su pareja después de todo, quizás su segundo padre en un futuro. No podía ser tan paranóico.
—S-Sí... confío en ti, anda —se forzó a sonreír.
Le dio un beso de buenas noches a su hijo y este formó un puchero, sus ojos amenazando con comenzar a llorar una vez más. Jae lo tranquilizó haciéndole masajes en la espalda y se fue de la cocina con JungKook entre sus brazos.
Desde ese día, las cosas empezaron a ir de mal en peor... sólo que él no lo sabía.
De vez en cuando, mientras SeokJin se encontraba desprevenido, JungKook comenzaba a llorar de la nada, corriendo a sus brazos para abrazarlo. Cuando le preguntaba a Jae qué había sucedido, él respondía que no lo sabía, que el niño sólo comenzó a llorar de la nada.
Pocas eran las veces que JungKook se quedaba a solas con su novio, él prefería estar con su padre, pero cuando Jae iba a casa el pequeño niño se metía en su habitación y no salía de ahí. Cualquiera diría que eran señales jodidamente obvias, pero Jin quizás estaba obligándose a sí mismo a creer que las cosas simplemente no eran tan malas como su cabeza le estaba diciendo. Jae era un amor de persona, simplemente no tenía sentido que algo malo sucediera. A veces podía tener arranques de enojo, pero siempre estaba estresado por el trabajo, no podía culparlo, ¿cierto?
Entonces, JungKook comenzó a tener pesadillas.
En mitad de la noche él lloraba y gritaba, corría a su habitación y pedía por dormir con él para que los "monstruos" no se lo comieran. Tenía miedo, cada día se veía más asustado y, una de esas tantas noches, SeokJin fue levantado por su pequeño llorando desconsolado, su corazón siendo estrujado por la dolorosa imagen.
—¿Qué sucede, bebé? —le preguntó sentándose en la cama, tomando su rostro con preocupación.
JungKook no dejaba de hipar entre lágrimas, abrazado a su manta.
—L-Los mostros se q-quieren llevar a mi papi, me quieren d-dejar solo... y comer... comerme...
No tardó en reaccionar y lo cargó en brazos, meciéndolo para que se tranquilizara, susurrándole que nadie se lo iba a llevar a ningún lado y que nadie se lo iba a comer. JaeHwan se sentó en la cama, despierto por el ruido y el movimiento, tenía trabajo a primera hora y eran las dos de la mañana. Quería dormir.
—Está bien, tranquilo, aquí estoy... —arrulló.
—JungKook ya está grande, no puedes dejar que siga durmiendo contigo cuando quiera —le reclamó.
Esa era una conversación frecuente. Cada vez que Jae dormía en casa, cuando JungKook irrumpía en su habitación, le explicaba que no era correcto que siguiera mimándolo de esa manera, por lo que SeokJin se esforzaba para devolverlo a su cuarto y que así pudiera dormir solo.
Esa noche, sin embargo, no se encontraba particularmente paciente con su novio.
—Sólo va a ser por hoy —le dijo, caminando de vuelta a la cama para sentarse.
—No, Jin —se le puso en medio—. Llévalo a su cuarto.
—¡No, no! —JungKook comenzó a llorar otra vez y SeokJin comenzó a mecerlo con más insistencia.
—¿Qué te pasa? —Jin miró a su novio, enojado.
—Estoy cansado —razonó—. Tenemos que ir a dormir, esto que estás haciendo no está bien, si quieres ser un buen padre deberías...
—No opines —le respondió con irritación, él también estaba cansado—. Ni siquiera tienes hijos, Jae. ¿Qué sabes de ser un buen padre? Hazte a un lado, JungKook va a dormir conmigo.
De repente, Jae se levantó de la cama y trató de tomar a JungKook quien sabe para qué. Jin se apartó de inmediato, mirándolo como si estuviera loco.
—Déjalo —lo empujó, apretando al niño contra su pecho. JungKook lloraba en silencio entre hipidos y con sus manitos firmemente cerradas sobre la tela de su camisa, escondiéndose en su cuello como única protección—. Sólo será esta noche.
—Jin, cada vez que duerme aquí quita espacio —intentó razonar, la mala sensación que tenía el padre se hizo más grande.
Le dio la espalda.
—No me importa.
JaeHwan bufó.
—A mí sí.
—Entonces puedes irte a acostar al sofá —soltó amargamente.
JaeHwan lo miró enfurecido y lo tomó de su hombro, girándolo para que lo mirara y alertando a Kook de que algo malo sucedía. Jin se apartó dándole un manotazo y los gritos del rubio no se hicieron esperar.
—¡Deja de mimarlo tanto! ¡Por eso es un mocoso malcriado! —lo señaló y el niño tembló en sus brazos sabiendo que le estaban gritando a él.
Jin no pudo reconocer a su novio en ese momento.
—¡No lo llames así! —gritó y JungKook lloró con más fuerza.
JaeHwan intentó acercarse pero Jin dio un paso hacia atrás.
—¡Cállalo o yo lo callaré!
—¿Qué mierda te sucede? —le preguntó espantado—. ¿Me estás amenazando?
—Mostros, m-mostros... —murmuraba el pequeño aferrándose con más fuerza a su cuerpo y Jin sintió su corazón estrujarse dolorosamente, las cosas empezaron a tener sentido entonces.
La manera en que JungKook se tensaba cuando JaeHwan estaba en la misma habitación, sus terrores nocturnos, las veces que se ponía a llorar de la nada cuando el hombre sólo lo miraba fijamente. Algo, alguna maldita cosa le había hecho ese tipo a su hijo y estaba furioso de tan sólo imaginarlo.
¿Por qué? ¿Por qué dejó que llegara hasta ese punto? No podía creer que tuviera a JungKook llorando en sus brazos mientras el hombre que creía era el amor de su vida le gritaba. Se había forzado a verlo perfecto por el miedo de ser dejado solo, pero ahora mismo, sólo podía ver un monstruo.
—¡Jin, entiende...!
—¡Fuera! ¡Largo de mi habitación!
Realmente no quería creerlo pero era lo más obvio, en ese momento sus pensamientos estaban hechos un desastre y se sentía como la peor persona del mundo.
Había dejado que lastimaran a JungKook.
—¿Me estás echando? —lo miró sin creérselo, casi burlón.
—¡Sí, lo hago! —lo miró filosamente, luego dejó al niño sobre la cama y este alzó sus brazos buscando nuevamente a su papá—. ¡Largo de mi casa! —lo empujó.
—¡¿Lo estás prefiriendo a él?!
—¡Largo!
—P-Papi... —lloriqueó el menor cuando su papá desapareció de su vista mientras empujaba al hombre malo del cuarto.
SeokJin encontró la manera de arrastrarlo hasta la entrada de la casa, discutiendo entre gritos enfurecidos mientras Jae le decía que era un padre terrible por mimar de esa manera a JungKook. Finalmente, le abrió la puerta y lo empujó tan fuerte que Jae estuvo a punto de caer al suelo.
—¡Ni se te ocurra volver a pisar mi casa, imbécil! —y cerró de un portazo.
A partir de ese momento, SeokJin realmente pensó que se habría librado del hombre. Fue complicado los primeros días, no sólo le dolía el pecho por pensar en la relación en la que había estado metido, sino también por la idea de que JungKook había sido lastimado. Jae desapareció después de esa noche, al menos durante una semana y media. Su día a día continuó como siempre y ya estaba comenzando a volver todo a la normalidad que fue antes de que Jae irrumpiera en su vida, su pequeño estaba más tranquilo y por eso mismo SeokJin consideraba que había sido la mejor decisión que pudo haber tomado.
Sin embargo, una tarde de domingo, Jin miraba entretenido la televisión con una taza de té en manos mientras su bebé dibujaba sobre la mesa de centro al frente suyo. De vez en cuando JungKook se apartaba y le mostraba las hojas con varios rayones al azar, Jin respondía con sonrisas enormes y le decía que eran realmente bonitos, el pequeño riéndose y empezando con un nuevo dibujo eran su recompensa.
El timbre de la puerta sonó repentinamente y SeokJin frunció sus cejas porque no estaba esperando a nadie. Se levantó con un suspiro de cansancio y dejó su taza sobre la mesita frente a él.
—No toques eso, quema—le advirtió y el niño asintió obediente, concentrándose de nuevo en su dibujo.
Abrió la puerta sólo un poco y una mueca de enojo se formó cuando vio a JaeHwan del otro lado, así que estuvo tentado a cerrarla y partirle la nariz.
—Creí que había sido claro —fue lo primero que dijo, el hombre le sonrió como si nada pasara, recordándole con amargura las primeras citas que habían tenido.
—Vamos amor, no puedes estar molesto conmigo por siempre.
—Tengo razones para estarlo —abrió un poco más, mirándolo despectivamente—. Ya terminamos, largo. ¿O tienes algo que buscar aquí? Si es por la ropa que dejaste, no importa, debe estar en el contenedor de basura detrás del edificio.
Entonces Jae enseñó su verdadera cara.
—No estás hablando en serio, ¿dónde está mi computadora?
—La llevé a tu oficina ayer, ¿puedes irte ya?
JaeHwan bufó.
—Al menos déjame sacar las hojas de mi trabajo —dio un paso pero Jin no le dejó pasar—, sólo será un segundo.
Jin dudó hasta que finalmente se apartó y desvió la mirada. Cuando estuvo dentro, el dueño de la casa acarició el puente de su nariz y cerró la puerta, bien, sólo eso y ya. Se largaría y listo, hasta ahí llegaba todo, sólo unos minutos y...
—¡¿Qué mierda?! ¡¿Sabes cuánto tiempo tomó hacer esto, jodido mocoso?!
Ni siquiera había terminado de escuchar el grito cuando ya estaba corriendo hacia él para apartar a JungKook lo más lejos posible. Las dichosas hojas estaban llenas de dibujos desordenados y SeokJin simplemente quería lanzar su puño en la cara de Jae por ser un jodido imbécil.
Pero antes de poder tomar al pequeño para ponerlo a salvo, la mano del hombre fue a parar con fuerza a la infantil mejilla, provocando un sonido que resonó hasta lo más profundo de la mente y corazón del padre. SeokJin se congeló de la rabia, se sintió con la peor mierda del mundo en ese segundo, con su cabeza gritándole que era un idiota por haber traído a alguien como ese imbécil a su casa y la cara de dolor y terror que formó el niño instantes después fue suficiente para decidirse a lanzarse sobre JaeHwan, sus puños golpeando repetidamente su rostro.
JungKook detuvo un poco su llanto cuando vio la escena, no sabía lo que sucedía, su mejilla ardía mucho y tenía mucho miedo.
—¡A tu cuarto! —le ordenó Jin al verlo quieto mirando y JaeHwan aprovechó su distracción para lanzarlo contra el suelo, respondiendo a los golpes.
—¡¿Querías terminar así, eh?! —lo golpeó contra el suelo, sacándole un jadeo.
—¡Vete a la mierda! —recibió una cachetada.
Jin intentaba cubrirse de los golpes, esperando que el contrario se distrajera o se cansara de dejarlo completamente moretoneado, simplemente quería que se fuera. JungKook se levantó con sus lágrimas fluyendo del miedo y su cuerpo entero temblando, estaban golpeando a su papá y él no sabía qué hacer.
Entonces, miró la taza de té que había dejado Jin sobre la mesa, corrió hacia ella sin pensar en nada más y sintió sus manitos quemarse cuando tocaron el objeto, pero aguantó. Corrió hacia ellos y lanzó el líquido sobre la espalda de JaeHwan.
El hombre gritó y se giró para golpearlo pero SeokJin le dio un puñetazo justo en la nariz, Kook salió corriendo para esconderse en la cocina mientras escuchaba a su papá gritarle al hombre malo que se fuera. Vio como lo empujó hasta la puerta con fuerza y también como JaeHwan salía de ahí rápidamente, sosteniendo su nariz sangrante. Jin cerró con un portazo que lo hizo saltar en su sitio y se deslizó sobre la madera hasta el suelo, sus ojos llenos de lágrimas.
—¡P-Papi! —corrió a su encuentro, siendo atrapado por sus protectores brazos. El adulto lloró con más fuerza mientras le murmuraba disculpas, JungKook no entendía, pero no le gustaba verlo así porque se pondría a llorar mucho también—. ¡Ya se fue! ¡N-No llores! —lo tomó del rostro, mirándolo con ojitos brillantes en lágrimas.
SeokJin miró con el corazón roto la mejilla hinchada de su niño, la cual lucía una pequeña abertura de la que salía una gota de sangre, y lo abrazó con fuerza. Consolando a su hijo y a él mismo. Destruido de todas las maneras posibles.
JungKook se abrazó a él con la misma fuerza, hipando por el llanto.
—Ya se f-fue... n-no te va a llevar... —lloriqueó—... ya no hay m-mostros...
Jin acunó con cuidado su pequeña carita, sollozando sin parar. ¿Por qué dejó que esto sucediera? ¿Por qué pensó que las cosas con Jae iban a funcionar? ¿Por qué dejó pasar cada una de las señales de alarma? Su pequeño bebé, la luz de sus ojos, había sido herido y él no había logrado evitarlo.
—Lo siento, lo siento mucho... —se disculpó desesperado, volviéndolo a abrazar como si su vida dependiera de ello—. Él no me va a llevar, nadie lo hará —le prometió con el corazón en la mano, besando su rostro con cariño.
Sentía que su cuerpo dolía, su cara ardía, su corazón sangraba, pero luego vería sus propias heridas. Su prioridad ahora era JungKook, lo iba a ser siempre.
—No d-dejaré que te lle-lleven —prometió abrazándose a su cuello—. Kookie cuidará a papi de los mostros...
Y SeokJin simplemente no paró de llorar.
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