D I E C I O C H O
Era un miércoles como cualquier otro, la mañana alzándose en el cielo mientras una nueva jornada comenzaba. JungKook descansaba en su cama mientras abrazaba su manta favorita, suspirando entre sueños hasta que llegó el momento en el que debía responder a su primera gran responsabilidad: la escuela.
Cuando la voz de su papá resonó en su cuarto, JungKook estaba profundamente dormido y Jin tuvo que removerlo un par de veces para terminar de espantar el sueño. JungKook se sentó sobre la cama con sus ojos medio cerrados y un pequeño bostezo se escapó de su boca. Se quedó mirando a la nada unos cuantos segundos antes de levantarse para ir a hacer sus necesidades y alistarse como todo un niño grande.
Cuando estuvo listo, salió hasta la sala con su uniforme puesto y su mochila de Iron Man sobre sus pequeños hombros.
—¿Cómo dormiste? —le preguntó Jin desde la cocina.
—Bien —respondió, sentándose en su silla—. Soñé con piratas... y JiMin Hyung era un sirenito, fue raro.
Se oyó una risa a lo lejos.
—Eso es tener mucha imaginación, ¿qué estaba haciendo JiMin en tu sueño? —preguntó mientras se sentaba en frente de él, sus manos sosteniendo dos platos con el desayuno.
El niño no tardó en tomar el suyo y empezar a comer. Había un pequeño bowl con fruta picada a su lado y un jugo de manzana servido en su vaso favorito.
—No recuerdo, creo que estaba peleando contra piratas —levantó su tenedor—. Así: wosh, wosh —movió el utensilio como si fuera una espada—. Se lo voy a contar para jugar con él, yo creo que JiMin podría vencer a muchos piratas.
—Oh, suena como un buen plan —le dijo y JungKook asintió contento, tomando el primer bocado de su desayuno—. Por cierto, tengo noticias —apoyó su mentón sobre su mano—. Quizás te emocione.
—¿Iremos a Disneyland?
—No, tampoco es tan emocionante —hizo un puchero y Jin continuó—. De hecho... hm, terminé con NamJoon.
Los ojos del infante se abrieron con sorpresa y dejó caer su sándwich sobre el plato. Jin sólo le sonrió y siguió comiendo como si no acabara de decir lo que dijo.
—¿En serio? —una sonrisa se formó en su rostro, el adulto asintió—. ¡Genial!
—Sí, genial —dijo como si nada.
—¿Entonces, ya no vendrá? —quería estar seguro.
—No, ya no habrán más visitas a su casa, él no te irá a buscar, tampoco comprará más cosas ni comida chatarra, mucho menos comeremos juntos —la sonrisa de JungKook flaqueó—. Tampoco saldremos con él ni te llevará a ningún lado, ¿recuerdas esa vez que te llevó a la firma de autógrafos? Sé que te molestó y no volverá a pasar, ¿no estás feliz? —sonrió.
JungKook pensó un momento en el día del evento. Bueno, sí había sido molesto, comió mucho de lo que le gustaba y había conseguido una consola nueva, también había conocido a personas muy divertidas como HoSeok y los fans locos de NamJoon, pero le había molestado, claro, él había odiado la experiencia. La consola, la leche de banana y los dulces que los amigos de NamJoon podían darle no eran la gran cosa.
¿Ya no lo iría a buscar? ¡Eso era un alivio! Ya no tendría a sus maestras hablando de él, tampoco iría en el asiento delantero, no iban a pasear ni irían a su casa en donde estaba la Playstation ni los muchos trofeos brillantes que no había logrado ver en su totalidad. Tampoco tendría que lidiar con el amigo raro de NamJoon que tenía el pelo verde y que siempre se robaba las cervezas de su casa.
Simplemente ya no tendría que lidiar con su presencia alrededor, NamJoon ya no estaría molestando su vida, tratando de llevarse a su papá y alejarlo de él como sabía que lo haría.
—Hm, sí, es genial... —tomó su comida y miró su plato—. Estoy muy feliz.
Quizás ahora sería un poco aburrido no tener a alguien para molestar o que le comprara hamburguesas de vez en cuando. A su papá no le gustaba pedir comida, así que sería un poco complicado tener algo parecido en los próximos días. No iba a ver a HoSeok otra vez ni se burlaría de lo tonto que se veía YoonGi. Le habría gustado, quizás, hacer un poco más cuando estuvo en el evento, las personas que gritaban por NamJoon eran divertidas y molestarlas también podría ser divertido.
Se suponía que también iba a ganarle en todos los juegos que tenía en su consola, ¿ya no iba poder hacer eso? Bueno, no es como que fuera necesario, pero quería humillarlo un poco en eso también. Imaginar la cara estresada de NamJoon era divertido.
Aunque ya no podía imaginarlo, no pasaría otra vez.
—Me alegra, después de todo era a ti a quien más le molestaba su presencia —acarició sus cabellos, mirándolo amorosamente.
JungKook asintió, masticando un bocado como si estuviera teniendo un montón de pensamientos haciendo tormenta en su cabeza.
Entonces, levantó la mirada hacia su papá.
—¿Él no hizo nada? —lo miró con curiosidad.
—No, sólo terminé con él.
La respuesta no satisfizo mucho a JungKook, porque sus labios formaron una pequeña mueca. Quizás esperaba que el hombre metiera la pata y que eso fuera suficiente para echarlo, como la última vez.
—¿Y se puso a llorar? —ladeó la cabeza, no parecía entretenido ni mucho menos divertido, incluso SeokJin pensó que temía escuchar una respuesta afirmativa.
—Sí, mucho —JungKook frunció un poco sus cejas—, me dijo que no quería dejarnos, que nos amaba mucho y muchas cosas más, pero respetó mi decisión —explicó con un suspiro, como si hubiera sido la conversación más seria de su vida.
—Oh... —intentó sonreír, esperando que le resultara divertida la cara de sufrimiento del gigante en su cabeza, pero lo único que salía era una sonrisa forzada—. Genial.
—Sip —asintió.
JungKook intentó seguir comiendo, pero de repente ya no tenía apetito.
El resto del día no lo pasó mejor.
—¿Estás seguro de que estás bien? —le preguntó su mejor amigo cuando ambos salían de la escuela, mirando con ojos grandes en curiosidad.
—Sí, estoy bien —respondió con los brazos cruzados, mirando hacia la zona en donde los padres se presentaban para recoger a sus hijos. ¿Dónde estaba JiMin? Quería ir a casa de una vez.
—No lo sé, Kookie. Todo el día has estado con tu cara de conejito enojado, así —intentó imitarlo, frunciendo sus cejas y arrugando su nariz exageradamente.
—No es cierto —murmuró sin mirarlo, más concentrado en sus pies.
—¡Sí lo es~! Pero igual luces tan lindo, un enojado conejito muy lindo —se rió y lo rodeó con sus brazos, pero en un instante el pelinegro lo empujó bruscamente.
—Déjame —ordenó con voz dura cuando el castaño dio unos pasos hacia atrás—, no quiero abrazos —siguió caminando.
Pero TaeHyung no lo siguió y cuando se dio cuenta de lo que había hecho, JungKook se giró para ver a su amigo al borde de las lágrimas.
—N-No me trates feo, lo siento —balbuceó un poco, pasando sus manos por sus ojos para espantar las lágrimas. JungKook sintió su corazón estrujarse y corrió de vuelta a él, rodeándolo con sus brazos sin dudarlo—. No, a-ahora tú déjame —empezó a darle golpecitos mientras negaba con la cabeza.
—Lo siento, lo siento, perdón TaeTae —lo apretujó contra su cuerpo, sintiéndose demasiado culpable. El contrario finalmente correspondió a su abrazo, aún puchereando—. No estoy molesto contigo, no es tu culpa, lo siento...
TaeHyung sorbió su nariz.
—Tonto.
—Ya te dije que lo sentía —se quejó, mirándolo con sus cejas fruncidas—. ¿Ya te sientes mejor?
TaeHyung lo miró un momento, juzgándolo con ojos entrecerrados mientras JungKook esperaba una respuesta, por completo preocupado.
Finalmente, el niño que casi había llorado le dedicó una pequeña sonrisa.
—Ya me siento mejor, conejito enojado —el niño arrugó su nariz—. Te perdono —agarró sus cachetes entre sus manos, apretándolos con una sonrisa mientras JungKook se dejaba hacer.
—Gracias...
—¿Prometes que no me vas a tratar feo otra vez? —preguntó con seriedad, sujetando su rostro para que lo viera fijamente.
—Lo prometo —respondió sin dudarlo.
—Con el meñique —levantó su dedo y JungKook lo entrelazó con el propio de inmediato.
—Lo prometo por el meñique.
Ahora la sonrisa de TaeHyung se veía mucho más brillante y JungKook se sintió un poco contagiado por ella.
—¡JungKook! —el susodicho se separó y miró hacia la voz que lo llamaba.
No supo por qué se sintió extrañamente decepcionado de ver a JiMin parado en la entrada de la escuela. Regresó su atención a Tae y este le dio un beso en la mejilla como despedida, beso que le hizo frotarse la zona para limpiarla y mirarlo con su nariz fruncida; a pesar de quejarse y mirarlo como si eso le molestara mucho, nunca le decía que dejara de hacerlo y el mayor aprovechaba para llenarlo de todo su amor.
—Nos vemos mañana —se despidió con timidez, alejándose de su amigo.
—¡Nos vemos, Kookie! —movió su mano contento.
Caminó hasta JiMin lo más rápido que pudo y tomó la mano del adulto en el segundo que lo tuvo lo suficientemente cerca. Se quería ir a casa lo más pronto posible, hacer su tarea y dormir su siesta.
—Hey, ¿qué tal tu día? —le preguntó con interés una vez comenzaron a caminar hacia la parada de autobuses, pero JungKook se encogió de hombros sin mirarlo y JiMin ladeó la cabeza—. ¿Tan mal fue?
—Fue aburrido —murmuró.
—Ya veo, ¿quieres que hagamos unos hot cakes para compensar el día aburrido? —JungKook negó—, hum, ¿qué tal algunos pasteles en taza? Puedo pedirle a tu papá que nos deje usar la crema batida para decorarlos.
—No quiero nada ahora... estoy bien —volvió a murmurar.
JiMin asintió y, aunque le preocupó, no lo forzó a seguir hablando.
Cuando llegaron a casa, el niño caminó automáticamente hacia el sofá y dejó su mochila a un lado, sacó sus cuadernos y los colocó sobre la mesa de centro para empezar con su tarea; encontraba mucho más práctico hacerla rápido apenas llegara a casa para no tener que preocuparse por ella luego, pero ahora no estaba seguro de poder terminarla pronto porque se sentía demasiado distraído. JiMin, por otro lado, fue de inmediato a la cocina y en pocos minutos le dejó un par de sándwiches a su lado para que merendara.
—Los rellené con atún y mayonesa, Kookie —le avisó contento.
—Gracias, Hyung —respondió sin mirarlo a él ni a la comida.
Así que JiMin estaba comenzando a espantarse porque JungKook siempre daba un par de brincos cuando él hacía sus sándwiches favoritos y ahora ni siquiera había despegado la mirada del cuaderno. Se veía tan desganado que ni siquiera parecía él mismo.
—¿Pasó algo, Kookie? Me estas preocupando, conejito...
—No. Estoy bien —no lo miró, intentando concentrarse en las sumas que tenía en su cuaderno.
JiMin suspiró y se sentó en el sofá para verlo hacer su tarea. Estuvo unos cuantos minutos dudando sobre si debía llamar a Jin o no para preguntarle si algo le ocurría al niño, pero su celular empezó a vibrar a su lado y él contestó confundido cuando vio un número desconocido.
—¿Hola? ¿Quién es? —JungKook lo miró por sobre su hombro y se dio cuenta que la mueca confundida de su niñero cambió a una sorprendida—. Oh, ¿usted es Batman? —se rió incrédulo. El niño viró los ojos y volvió a concentrarse en su cuaderno mientras JiMin se levantaba del sofá—. ¿Cómo consiguió mi número?... No, yo pregunté primero.
JungKook suspiró como por décima vez en el día y siguió haciendo los ejercicios en su cuaderno. Una pequeña sensación de amargura se había formando en su pecho sin intenciones de irse y él estuvo de malhumor el resto del día, ni siquiera comió mucho cuando SeokJin le dio su cena y tardó bastante tiempo en quedarse dormido.
Esa noche fue especialmente tenebrosa, la oscuridad parecía tragar cada pedazo de su habitación a pesar de la pequeña luz de noche que reposaba junto a su cama y él se sentía tan pequeño ahí, vulnerable ante cualquier cosa que pudiera salir de debajo de su cama para atacarlo.
JungKook se cubrió con su manta hasta la nariz en un intento de protegerse, mirando el resto de la habitación con paranoia, sin estar seguro de que su manta fuera suficiente para protegerlo del todo.
Con miedo, cerró sus ojos con fuerza, tratando de concentrarse en quedarse dormido y no en los monstruos que lo podían estar mirando.
Pero él no debería tener miedo, los monstruos no estaban más.
¿Verdad?
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